La Verdad Innata
La canción continúa:
Segunda Parte:
Dice Tilopa:
La práctica de los mantras y los paramitas,
la instrucción en los sutras y preceptos
y las enseñanzas de escuelas y escrituras
no te proporcionarán la experiencia de la Verdad innata,,..
“Paramita” es una palabra budista; significa “compasión”, servir al
prójimo. Paramita es lo que los misioneros cristianos están haciendo en todo el
mundo. ¡Servir a la gente! ¡Ayudarla! ¡Compadecerla! Pero Tilopa dice que eso
tampoco te servirá.
También yo lo he observado. Conozco a muchos que son reformadores
sociales, grandes servidores de la sociedad. Han consagrado y sacrificado su
vida para elevar el nivel de la gente, pero en ellos no ha habido
transformación alguna. No puede haberla porque ayudar a la gente, servir a la
sociedad, se ha convertido en una ocupación. Están totalmente ocupados en eso.
Si de repente la sociedad fuera transformada por un milagro divino y no
hubiera ningún mendigo a quien ayudar, ni un pobre a quien servir, ningún
enfermo, ningún hospital, ningún loco, si esto sucediera de repente, ¿te
imaginas qué harían tus grandes asistentes sociales? ¡Se suicidarían! Al no
encontrar a quién ayudar, ¿qué otra cosa podrían hacer? Se encontrarían
perdidos. ¿Qué les sucedería a los misioneros cristianos? Si no hubiera nadie a
quien convertir, aconsejar y llevar hacia su camino, si todos fuéramos
cristianos, ¿qué harían? ¿Qué harían con sus grandes misiones? Tendrían que
suicidarse. Si tuviera lugar una verdadera revolución, ¿cuál sería el destino
de tus revolucionarios? ¿Qué harían? Se quedarían de repente sin trabajo, sin
empleo. Empezarían a rezarle a Dios diciendo: “Devuélvenos la vieja sociedad.
Necesitamos leprosos que servir, necesitamos mendigos a los que ayudar”.
O bien te ocupas de tus negocios, o bien te ocupas de los demás, pero en
ambos casos la mente se mantiene ocupada. La mente exige que te olvides de ti
mismo y te ocupes en algo. Y eso es huir de la verdad innata. Tilopa dice que
éste no es el camino.
El Tantra tiene algo muy hermoso que decirte y es esto: “Primero, antes
de servir a los demás, sé completamente egoísta”. ¿Cómo vas a servir a los
demás si no has alcanzado primero tu ser interior? ¡Sé completamente egoísta!
Si tu propia luz interior luce, podrás ayudar a los demás. De lo contrario, tu
ayuda será un perjuicio. Y el mundo está tan mal porque hay demasiados
revolucionarios, demasiados reformadores sociales, demasiados que se
auto-titulan “servidores”. Son ellos los que lo tergiversan todo, los que crean
tanto caos. Y es natural porque sin haber obtenido su propia verdad han
empezado a ayudar a otros. Si posees una luz en ti puedes compartir tu luz con
alguien más, pero si no la tienes, ¿cómo vas a compartirla? ¿Cómo compartir lo
que no tienes?
Un hombre acudió a Buda. Debió de ser un gran, un muy gran
revolucionario, como Marcase. Y le preguntó a Buda:
—Dime cómo puedo servir a los demás. Siento en mí una profunda compasión
y me gustaría hacer feliz a todo el mundo.
Buda le miró y —según se dice— se entristeció. Se apenó al mirarle.
El hombre le dijo:
—¿Por qué pones esta cara de tristeza?
Buda le dijo:
—Tu mismo no pareces feliz y te has impuesto la misión de hacer feliz a
todo el mundo. ¿Cómo vas a dar lo que no tienes?
Primero, sé feliz tú. Y una vez lo seas, no será una misión. Una vez
eres feliz, ayudar a los demás no supone apartarte de tu camino. Eres una ayuda
dondequiera que estés. No lo conviertes en una profesión. Si te sientas bajo un
árbol, ayudas al árbol. No conscientemente, sino sin esforzarte. Te acercas al
árbol y el árbol responde. Tu ser interior penetra en el árbol y el árbol
penetra en ti. Has Despertado a un árbol. Algún día, este árbol se convertirá en
un Buda y tú habrás participado en ello, habrás tomado parte en el proceso. Y
cuando ese árbol sea un Buda y el universo entero lo celebre, también tú lo
celebrarás. Habrás dado una parte de ti al árbol, habrás compartido.
Te sientas junto a un río y compartes. Te mueves y tus movimiento, tu
movimiento mismo, se convierte en compasión. No has de hacer nada. Si “haces”,
algo anda mal. ¿Cómo vas a “amar” voluntariamente? No es un acto, sino un
estado de ser. Sientes amor, tienes esa luz y tus puertas están abiertas;
entonces, cualquiera que entre, cualquiera que se adentre en el templo de tu
ser, es invitado. Y si alguien quiere encender su propia luz tomándola de la
tuya, accedes. No vas y buscas a alguien a quien puedas ayudar. Si lo haces,
una cosa es cierta: no eres la persona adecuada. Si te lanzas a “hacer”, una
cosa es cierta: estarás haciendo un mal. Interferirás en los asuntos de los
demás. Déjalos ser como son. Si les dejas ser como son, eso será suficiente
compasión por tu parte. No intentes cambiarles. No sabes lo que estás haciendo.
Sólo el que se ha Iluminado es capaz de ayudar. Su ayuda fluye espontáneamente.
Es como una flor abierta cuya fragancia es arrastrada por los vientos que la
extienden por la Tierra. Es muy sutil e indirecta; nunca se dirige a nadie en
concreto. Un verdadero Maestro nunca intenta cambiar a nadie directamente. Es
como una fragancia sutil que te envuelve. Si estás abierto, algo de ella
entrará en ti. Si no estás abierto, esperará a la puerta. Ni siquiera llamará
porque al hacerlo puede perturbar tu sueño. Es tu sueño y tienes todo el
derecho a dormir cuanto quieras. No es asunto de nadie el Despertarte.
Puede que yo haya Despertado. Quizá me gustaría Despertarte a ti, pero
eso me afecta a mí, no a ti. Si tú estás profundamente dormido soñando hermosos
sueños, ¿quién soy yo para molestarte? Te esperaré. Te envolveré como una fragancia.
Y si te das cuenta de ese aroma, si esa fragancia te saca de tu sueño, de
acuerdo. Pero no será un esfuerzo directo, sino muy, muy indirecto. Recuérdalo
siempre: sólo los que actúan de forma completamente indirecta pueden ser de
ayuda. La ayuda directa es la de la política; la ayuda indirecta es la del
sabio.
Tantra Yoga Meditación |
… la instrucción en los sutras y preceptos,
y las enseñanzas de escuelas y escrituras,
no te proporcionarán la experiencia de la Verdad innata,…
¿Por qué? Porque ya está ahí. No se te ha de enseñar. Estás buscando
algo que ya tienes dentro de ti, absolutamente perfecto y maravilloso. No has
de hacer nada. “Hacer” no servirá de nada.
Simplemente has de regresar a casa. El invitado ya está allí… pero el anfitrión está fuera. No estás dentro. A través de tus deseos estás alejándote más y más y más. Te gustaría tener una gran casa y un gran automóvil y esto y lo otro. Así, te estás alejando cada vez más. No tienes tiempo para regresar a casa.
Simplemente has de regresar a casa. El invitado ya está allí… pero el anfitrión está fuera. No estás dentro. A través de tus deseos estás alejándote más y más y más. Te gustaría tener una gran casa y un gran automóvil y esto y lo otro. Así, te estás alejando cada vez más. No tienes tiempo para regresar a casa.
La meditación no es nada más que regresar a casa, descansar un poco en
tu interior. No es entonar un mantra; ni siquiera, rezar. Es, sencillamente,
regresar a casa y relajarte en ella. No ir a ninguna parte es meditación.
Quédate dónde estás. No hay ningún otro lugar adónde ir. Quédate donde ya
estás. Ocupa ese espacio en el que ya te encuentras. El deseo te lanza a largos
viajes en el tiempo y el espacio. El deseo nunca te conduce a tu casa; siempre
te lleva a otra parte.
… pues si la mente persigue una meta llena de deseo,
tan sólo oculta la luz.
Así es como te extravías. Así es como te pierdes: al salir de tu casa,
te extravías. Al buscar, te extravías. Al indagar, te extravías. Al intentar
Llegar, te extravías. No se requiere nada de tu parte. Dios te ha dado todo lo
que se te podía dar. No has sido enviado al mundo como mendigo, sino como
emperador. Tan sólo has de mirar en tu interior. Si en algún momento dejas, de
buscar en otras partes, si dejas de desear, si dejas de pensar en el futuro o
en el pasado, si simplemente descansas aquí y ahora, de repente, eso está ahí.
Siempre ha estado ahí. Y entonces te ríes.
Cuando le preguntaron a Lin Chi qué hizo cuando se Iluminó, qué fue lo
primero que hizo, contestó:
—¿Qué iba a hacer? Me puse a reír y pedí una taza de té. ¡Empecé a reír!
Me di cuenta de lo que estaba haciendo: buscaba algo que ya estaba ahí.
Todos los Budas se han reído y
todos los Budas han pedido una taza de té. ¿Qué otra cosa podían hacer? Eso ya
estaba ahí. Corrías de aquí para allá innecesariamente. Cansado, has regresado
a casa. Una taza de té es lo adecuado.
… pues si la mente persigue una meta llena de deseo,
tan sólo oculta la luz.
Tu búsqueda provoca una humareda en torno a la llama. Das vueltas y más
vueltas, levantas mucho polvo, creas una gran humareda. Y es tu propio esfuerzo
el que levanta el polvo y provoca el humo que oculta la llama. Descansa un poco
y deja que el polvo se deposite sobre el suelo. Si no te pones a correr muy
deprisa, si no vas muy rápido, no provocarás humo y poco a poco todo se irá
calmando y tu luz interior se revelará.
Esto es lo más fundamental del Tantra: ya eres perfecto. Ningún otro
enfoque lo afirma. Todos te dicen que has de ponerte en marcha, que has de
esforzarte, que has de hacer muchas cosas, que el camino es arduo, si quieres
Lograrlo. Te dicen que sólo muy, muy raramente alguien alcanza la meta porque
se halla muy, muy distante. Durante millones de vidas tendrás que intentarlo.
Sólo entonces Llegarás. Tienes que esforzarte para lograr la perfección. El
Tantra afirma que por esto no lo Logras. No has de alcanzar la perfección. Tan
sólo has de comprender que ya eres perfecto.
El Tantra te ofrece la Iluminación aquí y ahora, sin aplazamientos, sin
demoras. El Tantra afirma que relajarte y abandonarte te ayudará porque es tu
inquietud la que está creando una gran humareda a tu alrededor. Tienes tanta
prisa que no eres capaz de escuchar. Y mientras muchos te dicen: “No hay tiempo
para descansar. He de alcanzar una meta que está muy lejana. Si me relajo, no
llegaré”, el Tantra afirma que no lo conseguirás precisamente por tener tanta
prisa. El Tantra dice no lo conseguirás debido a tus prisas.
Aquél que cumple con los preceptos tántricos
y, no obstante, continúa discriminando,
traiciona el espíritu del samaya.
Cesa en toda la actividad,
abandona todo deseo
y permite que tus pensamientos asciendan y decaigan como las olas del
océano.
El que nunca se refugia en nada
ni infringe el principio de no-distinción,
enarbola los preceptos tántricos.
Es muy, muy sencillo… pero te complicas demasiado. En tu interior estás
hecho un lío. Si no, verías que es muy, muy fácil.
Cesa en toda la actividad,
abandona todo deseo,
y permite que tus pensamientos asciendan y decaigan como las olas del
océano.
¿Qué has de hacer? Es como ir junto al mar y, sentándote en la orilla,
en la playa, ponerte a observar. Las olas suben y bajan. El mar se alza y
desciende. El océano pasa por muchos estados. Y tú, ¿qué haces? Simplemente te
sientas y lo observas. Exactamente igual ocurre con la mente. También es como un
océano: las olas suben y bajan. En determinados momentos ruge impetuosa y puede
con todo. En otros, mengua y el silencio se extiende en ti.
En realidad, así son las cosas: la consciencia es como un océano. Y tu
mente no sólo es tuya: tu mente forma parte de la mente colectiva. Alrededor de
ti se extiende un océano de consciencia. Como un pez en el océano, así te
encuentras tú en el mar de la consciencia: dentro y fuera, arriba y abajo, por
aquí y por allá. Océano y olas. ¿Quién eres tú para alterar eso? ¿Quién eres tú
para intentar calmarlo y tranquilizarlo? ¿Cómo vas a hacerlo?
Cuando alguien se preocupa excesivamente por tranquilizar su mente, lo
que hace es crearse muchos problemas. ¡Le resulta imposible! Y cuando te
enfrentas a una imposibilidad, te sientes frustrado. Entonces piensas en mil y
una razones por las cuales no lo consigues. La verdad es que no puede suceder.
El Tantra te dice: “¡Obsérvalo! No es asunto tuyo que los pensamientos vayan y
vengan. Vienen cuando quieren y se van cuando quieren. ¿Por qué te implicas en
ellos? ¿Quién eres tú para aminorarlos? No te pertenecen. Pertenecen al inmenso
océano que te rodea. Antes de tu ser, ellos ya eran. Un día desaparecerás, pero
ellos permanecerán”.
Ahora la ciencia lo corrobora: todo pensamiento es una onda. Por eso una
radio puede transmitir pensamientos. Atraviesan muros, montañas, cuerpos. Nada
les supone un obstáculo. Radian algo en Nueva York y tú lo oyes aquí. En la
actualidad, los científicos intuyen la posibilidad de que muy pronto podamos recoger
los pensamientos del pasado, porque los pensamientos nunca mueren. Es posible
que un día escuchemos a Tilopa diciendo a Naropa: “Es por ti, es por tu fe, que
expreso eso que no puede expresarse”. Es posible porque los pensamientos nunca
desaparecen. Este pensamiento de Tilopa debe encontrarse en algún lugar entre
las estrellas. Si pudiéramos captarlo... Puede que la ciencia lo logre algún
día, porque cuando un pensamiento es radiado en Nueva York, tarda algún tiempo
en llegar a Puna. Sólo son unos segundos, pero tarda un poco. Viaja y seguirá
viajando. Dejará esta Tierra y seguirá viajando. Dentro de algunos millones de
años llegará a alguna estrella… y si fuésemos capaces de captarlo allí, lo
escucharías de nuevo.
Los pensamientos constituyen un océano que te envuelve. Existen
independientemente de ti. Tú, simplemente, obsérvalos. Por eso el Tantra te
dice: “¡Acéptalos! Llega la marea y es maravilloso. Baja la marea y es
maravilloso. ¡Observa esas enormes y rugientes olas que intentan elevarse hasta
el cielo! ¡Qué tremenda energía! ¡Obsérvalas! Luego el océano se calma, se
relaja y la luna se refleja en él. ¡Qué maravilloso! ¡Obsérvalos!” Si eres
capaz de observarlos alcanzarás una calma absoluta. Los pensamientos seguirán
llegando a la orilla, romperán contra las rocas, y tú, mientras, permanecerás
tranquilo y silencioso. No te afectarán.
El auténtico problema no son los pensamientos, sino el verte afectado
por ellos. No luches contra los pensamientos. Tan sólo conviértete en su
presenciador. Entonces no te afectarán. Y eso supone un silencio más rico,
recuérdalo. El Tantra siempre está a favor de experimentar para enriquecerte.
Existe la posibilidad de crear un silencio muerto, el silencio de los
cementerios. Puedes forzar tu mente en tal medida, que tu sistema nervioso se
paralice. Entonces los pensamientos desaparecerán porque se requiere un sistema
nervioso muy delicado para captarlos. El océano seguirá estando ahí, pero tú no
lo percibirás. Habrás perdido tu capacidad receptora.
Esto es lo que les sucede a muchos yoguis, a muchos de esos que dicen
ser “yoguis”: embotan más y más su sistema nervioso. Comen menos para dejar sus
cerebros sin energía. Al ayunar, el cerebro no dispone de energía suficiente
pues el cuerpo tiene prioridad. Viven de manera que, poco a poco, su sistema
cerebral se va paralizando, insensibilizando: sentados en una misma y
sempiterna postura, repitiendo monótonamente un mantra. Si repites un mantra
continuamente, durante años, tu sistema se irá embotando, porque dejarás de
recibir nuevos estímulos. Perderás tu vitalidad.
En realidad, esta clase de hombres no se vuelven más silenciosos, sino
más tontos. Podrás observar la estúpida mirada de muchos yoguis. No verás en
ella inteligencia, sino embotamiento y estupor, como si se hubieran convertido
en piedras. No han alcanzado el silencio, sino que han perdido su inteligencia,
han perdido su receptividad, se han embotado completamente. Están muertos. En
ellos, nada sucede porque para que algo suceda se ha de tener un sistema
nervioso muy delicado, muy receptivo, muy sensible.
Así que éste ha de ser el criterio: si ves resplandecer de inteligencia,
de conciencia, de sensibilidad, el rostro de un yogui, como si algo hubiera
florecido en él, entonces es que ha Llegado. Sólo entonces surge en él el
silencio. De lo contrario, podrás guardar silencio, pero ¿qué clase de silencio
será éste? El de los tontos. Los idiotas guardan un perfecto silencio, porque
son incapaces de razonar.
Un idiota no es un yogui. Un idiota ha nacido con un sistema cerebral
inutilizado. Tú puedes hacer lo mismo con el tuyo mediante el ayuno, mediante
las posturas del Yoga. Puedes estar cabeza abajo durante horas; con eso lo
conseguirás. El sirsasana es perfecto. Ponte cabeza abajo durante horas y con
eso conseguirás que tu sistema nervioso muera, porque tu cerebro sólo puede
funcionar con un mínimo de energía y de sangre. Sus terminaciones nerviosas son
muy delicadas, sensibles y frágiles. No te lo imaginas porque a simple vista ni
siquiera se pueden ver. Son mucho más finas que el diámetro de tus cabellos.
Los nervios de tu cerebro son como… Si colocarás diez mil nervios uno encima de
otro, tendrían el espesor de un cabello. Por eso, si la sangre circulara por
ellos en gran cantidad, sencillamente los destruiría anegándolos.
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El hombre dispone de un cerebro del que ningún animal dispone. Y eso se
debe a que el hombre se mantiene erecto sobre sus dos pies. Por eso la sangre
no le llega a la cabeza pues circula en contra de la fuerza de la gravedad. La
fuerza de la gravedad atrae la sangre hacia abajo y sólo una ínfima parte de
ella llega a la cabeza. Por eso puede subsistir este delicado sistema cerebral.
Los animales no disponen de él porque se mantienen a cuatro patas con su
cerebro al mismo nivel que el resto del cuerpo. Si te pones cabeza abajo, si
practicas el sirsasana, durante un solo minuto puede que te sea bueno. Incluso
durante un solo segundo puede que te resulte beneficioso porque es como un
baño. La sangre irrigará y limpiará tu cerebro, pero justo en ese instante has
de regresar a tu postura normal. De lo contrario, si practicas el sirsasana
durante varios minutos o durante horas, destruirás tu sistema cerebral. Lo
inundarás con tanta sangre que tu cerebro se verá desbordado.
Los yoguis han descubierto muchas maneras de destruir el cerebro. Y una
vez lo destruyes, dejas ver el océano… Pero el océano estará ahí, los
pensamientos seguirán ahí. Tan sólo habrás estropeado tu radio. No creas que
dejará de haber transmisiones. Seguirá habiéndolas, pero tu mecanismo receptor
no estará operativo. Si encendieras tu radio, si la enchufaras, de inmediato
empezaría a sintonizarlos.
El cerebro es, simplemente, un centro receptor. Si lo destruyes, surgirá
el silencio, pero ése no es el silencio del Tantra. Y yo tampoco enseño ese
silencio. Eso es la muerte. Está bien para un cementerio. Con eso no
conseguirás nada; al contrario: estarás malgastando tu vida. Y habrás destruido
un instrumento realmente sutil, un instrumento que puede hacerte absolutamente
inteligente, un instrumento de tanta sensibilidad que te permitiría gozar y
celebrar la Existencia. Lo que se necesita es más sensibilidad, más poesía. Lo
que se necesita es más vida y más belleza.
¿Qué hacer entonces? Alcanzar el silencio del Tantra. Fíjate en esas
ondas. Cuanto más las observes, más fácil te será ver su belleza. Cuanto más
observes, más se te revelarán los sutiles matices del pensamiento. Y eso es
maravilloso… pero sigue presenciándolo todo. Quédate en la orilla, siéntate en la
playa, o túmbate al sol, y deja que el océano se encargue de su tarea. No
interfieras.
Si no interfieres, el océano irá, lentamente, dejando de afectarte.
Seguirá rugiendo a tu alrededor, pero no te afectará. Es hermoso en sí mismo,
pero está separado de ti. Entre tú y él hay una distancia. Esa distancia es la
verdadera meditación, el verdadero silencio. El mundo gira y gira sin parar,
pero tú no resultas afectado. Sigues en el mundo, pero no estás en el mundo.
Sigues en el mundo, pero el mundo no está en ti. Pasas por el mundo inmaculado,
impoluto. Te mantienes virgen. Hagas lo que hagas, te suceda lo que te suceda,
te da igual: tu virginidad se mantiene perfecta, tu inocencia sigue siendo
absoluta, tu pureza no es destruida.
Aquél que cumple con los preceptos tántricos
y, no obstante, continúa discriminando,
traiciona el espíritu del samaya.
Y —dice Tilopa— si tratas de mantenerte fiel al camino del Tantra, a los
preceptos del Tantra, acuérdate de no discriminar. Si discriminas podrás llegar
a ser un filósofo tántrico, pero no un tántrico. No discrimines, no digas:
“Esto es bueno y eso, malo”. Abandona toda diferenciación. Acéptalo todo tal
como es.
Cesa en toda la actividad,
abandona todo deseo,…
Abandónate a ti mismo, regresa a casa.
… permite que tus pensamientos asciendan y decaigan como las olas del
océano.
El que nunca contradice el principio de no-discriminación, el que nunca
discrimina, es el que sigue el camino correcto.
El que nunca se refugia en nada…
Ésta es una de las cosas más hermosas del Tantra. El Tantra te dice: “No
tengas hogar, no hagas de ningún lugar tu residencia, no te identifiques ni te
aferres a nada”. No fijes tu hogar en ninguna parte, porque al mantenerte sin
hogar alcanzarás tu verdadero hogar. Si empiezas a poseer, a refugiarte en esto
o en lo otro, te quedarás sin casa.
No te aferres a nadie, a nada, a ninguna relación. Disfrútalas, pero no
te aferres. Disfrutar no es problema, pero una vez empiezas a aferrarte aparece
la mente codiciosa y entonces dejas de fluir, entonces el camino se bloquea. No
hagas de ningún lugar tu casa. Entonces morarás en ti. No te aferres a nada.
Sólo entonces podrás descansar en ti.
Estos son los dos principios fundamentales: no infrinjas el principio de
no refugiarte en nada, ni infrinjas el principio de no-distinción.
El que abandona los deseos sin aferrarse a nada
percibe el verdadero significado transmitido a través de las escrituras.
A través de las escrituras no puedes obtener la Verdad. Pero si alcanzas
la Verdad, entenderás las escrituras. Las escrituras no son más que
testimonios; dan fe de la Verdad. No puedes aprender la Verdad de ellas, pero
una vez conoces la Verdad, ellos la confirman. Todas las escrituras del mundo
te dirán: “Sí, has Llegado. Ésta es la Verdad”. Las escrituras proceden de
gente que ha Llegado. Sean cuales sean su simbología y su lenguaje, sean cuales
sean sus metáforas, una vez hayas Llegado las entenderás. Entenderás todas sus
metáforas, todos sus símbolos, todos sus lenguajes.
La gente me pregunta: “¿Qué estás haciendo? A veces hablas del Tantra y
de Tilopa; a veces hablas del Yoga y de Patanyali; a veces hablas de Lao Tse y
Chuang Tse, de los taoístas y del Tao; a veces saltas a Heráclito y a Jesús.
¿Qué pretendes?” Estoy hablando de lo mismo. No hablo de cosas diferentes.
Heráclito, o Tilopa, o Buda, o Jesús, me da lo mismo. Me estoy hablando a mí
mismo. Ellos son sólo excusas porque una vez Llegas, encajan todas las
escrituras del mundo. Deja de haber escrituras hindúes, escrituras judías,
escrituras cristianas. De repente te conviertes en la culminación de todas las
escrituras.
Yo soy cristiano, hindú, judío, musulmán… porque no soy nadie. Y la
Verdad, una vez conocida, trasciende todas las escrituras. Todas las escrituras
señalan hacia ella. Las escrituras no son más que dedos apuntando a la Luna.
Puede haber millones de dedos… pero sólo una Luna. Una vez la descubres, las
has descubierto todas.
Siguiendo las escrituras te volverás un sectario: serás un cristiano
porque te aferrarás a la Biblia; serás musulmán porque te aferrarás al Corán;
serás un hindú porque aferrarás al Gita;… pero no serás religioso. La
religiosidad sólo surge cuando la Verdad emerge en ti. Entonces no sigues a
nadie, sino que todas las escrituras te siguen a ti. Entonces no te aferras a
nada, sino que todas las escrituras se aferran a ti. Se convierten en tu
sombra. Y todas las escrituras son iguales porque hablan de lo mismo. Sus
metáforas, está claro, son diferentes, sus lenguajes son diferentes, pero la
experiencia es la misma.
Dice Buda: “Pruebes donde pruebes el océano, siempre lo encontrarás
salado”. Tanto si lo pruebas desde el Corán, como a través de la Biblia, o de
la Torá, o del Talmud, el sabor siempre será el mismo. Las escrituras no pueden
conducirte a ninguna parte. De hecho, sin ti, están muertas. Cuando alcanzas la
Verdad, de repente todas las escrituras cobran vida. A través de ti recobran la
vida. A través de ti, renacen.
Esto es lo que estoy haciendo: revivir a Tilopa. Ha estado muerto
durante muchos siglos sin que nadie haya hablado sobre él, sin que nadie le
haya hecho renacer. Yo lo estoy resucitando. Mientras yo esté aquí, él estará
vivo de nuevo. Si estás dispuesto, podrás encontrarle. Estará cerca de aquí. Si
eres receptivo, podrás sentir sus pisadas. Se ha materializado de nuevo.
A través de mí, renacerán todas las escrituras. A través de mí, verán de
nuevo la luz en este mundo. Me convertiré en su ancla. Esto es lo que estoy
haciendo y lo que me gustaría que hicieras con tu propia vida algún día. Cuando
comprendas, cuando sepas, recupera del pasado, resucitándolo y renovándolo,
todo lo que sea hermoso para que Todos-los-que-han-Llegado puedan volver de
nuevo a la Tierra y recorrerla ayudando a la gente. Osho
Fuente: Oshogulaab.com
Tantra La Comprensión Suprema
Fuente: es.wikipedia.org Osho
Osho |
Fuente: Oshogulaab.com
Tantra La Comprensión Suprema
Fuente: es.wikipedia.org Osho