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Les enseñaré una manera muy fácil: hagan su trabajo pensando que el trabajo también pertenece a Dios. No fijen su mente en la tarea, pensando "es mi trabajo". Piensen que todas las acciones que hacen, las hacen para Dios. Ofrézcanlo todo a Sus Pies. Crean, y díganselo a ustedes mismos, "todo lo que hago lo hago por amor a Dios".

Ashtavakra Gita 3

SOBRE LA FELICIDAD


CAPÍTULO XIII


1. La tranquilidad de la mente, resultante de la ausencia de todo apego, difícil es de alcanzar: nada
debe subsistir, ni el más ligero apego al objeto más pequeño, tal como un trozo de tela usado para atarse la cintura. Abandonadas así la búsqueda y la renuncia, moro en la felicidad.
2. Existen los acicates del cuerpo, existen los acicates de la mente, existen los acicates de la palabra; habiendo renunciado a ello, moro en la felicidad de mi propio Yo.
3. Nada de lo que hace el cuerpo o los órganos de los sentidos es hecho por el Yo. En el  conocimiento de esta verdad, hago lo que se me presenta y moro en la felicidad.
4. La inclinación al obrar y el cese del obrar, reservados le están al asceta apegado al cuerpo. En la renuncia al apego y en el no-apego, moro en la felicidad.
5. Sentado, en marcha o durmiendo, nada pierdo ni gano nada. Por ello, sentado, en marcha o durmiendo, moro en la felicidad.
6. En el dormir nada pierdo; en el luchar no pierdo nada. Ya habiendo renunciado a pérdidas y ganancias, moro en la felicidad.
7. Una y otra vez, habiendo sentido la inestabilidad del placer y el dolor en cada nacimiento sucesivo, he renunciado al bien y al mal, y moro en la felicidad.

 LA CONDICIÓN DICHOSA DEL DISCÍPULO


CAPÍTULO XIV


1. En verdad el mundo agotó aquel cuya mente se ha vaciado naturalmente de todo pensamiento, aquel cuya mente toma conciencia de la existencia externa sólo por descuido y que, dormido, en verdad está despierto.
2. ¿Dónde van los ricos, los amigos y esos ladrones conocidos como objetos de los sentidos, dónde el sastra y su conocimiento, cuando todo deseo ha cesado de existir en mí?
3. Una vez comprendido el Testigo, el Yo supremo,
El Señor, desaparecidos el anhelo de renuncia y la esclavitud, ya no existe ansiedad por la emancipación.
La condición de aquel cuya mente ha cesado de actuar, pero que vaga por el mundo como en una ilusión, sólo puede comprenderla otro ser como él.


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 SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL YO


CAPÍTULO XV


1. El hombre de intelecto puro logra su objetivo aun con enseñanzas recibidas de manera accidental; mas el de intelecto impuro, aun cuando reciba enseñanzas repetidamente, no cesa de caer en el error.
2. El desdén por los objetos de los sentidos es liberación; el amor por los objetos es esclavitud. Esto
es el conocimiento; actúa como prefieras.
3. Este conocimiento torna mudo al elocuente, ignorante al sabio y ocioso al activo. Por ello, quienes aman los objetos lo rehuyen.
4. Tú no eres el cuerpo ni el cuerpo es tuyo; no eres un actor ni alguien que goza. Tú eres la conciencia misma, el testigo eterno, el siempre Libre. Tú andas con felicidad.
5. El apego y la aversión son condiciones de la mente, y la mente nunca es tuya. Libre de toda distracción, eres el conocimiento mismo, inmutable; tú andas con felicidad.
6. En posesión del conocimiento de que tu yo está en todos los seres y que todos los seres están en tu propio yo, libre de toda idea de ego o pertenencia, tú andas con felicidad.
7. Aquello donde el mundo surge cual olas en el océano, Eso en verdad eres tú. ¡Oh Inteligencia Suprema!, libérate de toda fiebre.
8. Ten fe, hijo mío, ten fe: no te engañes con esto. Tú eres la Conciencia, tú eres el Señor, tú eres el Yo que trasciende la materia.
9. El cuerpo recubierto por los órganos de los sentidos va y viene. El Yo ni va ni viene; ¿por qué, entonces, lamentarte por él?
10. Que el cuerpo acabe al terminar un ciclo cósmico, o
que se vaya hoy mismo; ¿qué incremento o disminución puede producir en ti el Yo de inteligencia mismo?
11. Que las olas del mundo se eleven o caigan en Ti, el océano ilimitado, no producirán incremento o disminución en Ti.
12. Tú, hijo mío, eres la Conciencia misma. El mundo de ti no difiere. Por ello, ¿de quién es, de dónde viene el deseo o la aversión?
13. En Ti, Único libre de vejez, Dicha eterna, Inteligencia Absoluta, siempre Puro, ¿dónde encontrar el nacimiento, la acción o la idea de ego?
14. En lo que tú ves, sólo tú eres visto. ¿Acaso las ajorcas, los brazaletes o los dijes difieren del oro de que están compuestos?
15. "Soy como él"; "No soy como él"; abandona toda idea de separatividad. En posesión del conocimiento de que todo es Yo, te liberarás de las condiciones mentales,  y morarás en la felicidad.
16. Este mundo surge, en verdad, de tu propia ilusión. En realidad, sólo tú eres uno. No hay otro Yo
encarnado que tú, nadie que haya trascendido la rueda del existir.
17. Este mundo no es sino ilusión. El que lo sabe, encuentra la paz. Todo anhelo concluido, el que lo sabe se instala en la Conciencia suprema, y halla el descanso, cual si fuera la nada.
18. En el gran océano de lo visible, sólo el Uno es, fue y será. No hay para ti liberación ni esclavitud; satisfechos todos los deseos, morarás en la felicidad.
19. La inteligencia misma eres; no perturbes la mente con pensamientos contradictorios. Encuentra el descanso y mora con felicidad en tu propio Yo, encarnación de la dicha.
20. Abandona toda meditación, no guardes nada en tu corazón. Tú eres en verdad el Yo, libre de esclavitud; ¿qué podrá hacer por ti la meditación?


 CAPÍTULO XVI


1. Tú, hijo mío, puedes discurrir repetidamente u oír diversos sastras pero no habrá paz para ti sino merced al olvido universal.
2. Tú puedes gozar de los objetos (del mundo), emprender acciones o recurrir a la meditación; mas ¡oh sabio! recién cuando tu mente se purifique de los deseos, se sentirá atraída por lo que trasciende todo objeto.
3. El obrar causa dolor, pero nadie lo sabe. Bendito sea quien logre paz por esta lección.
4. El que siente que aún el movimiento de sus párpados es una carga, el que es hábil en la inacción, hallará la felicidad; ése, y no otro.
5. "Esto fue hecho", "esto no fue hecho"; cuando la mente se libera de estos pensamientos opuestos, se torna indiferente a la virtud, la riqueza, al placer y la liberación.
6. El asceta evita los objetos de los sentidos, el hombre mundanal tras ellos se precipita; mas quien se ha liberado ni se precipita tras ellos, ni los evita.
7. En tanto el deseo, vástago de la ignorancia, esté
vivo, vivos estarán el apego y la aversión, semilla y retoño de la rueda del existir.
8. La acción fomenta el apego. El cese del obrar conduce a la aversión. El hombre de sabiduría, libre de ambos opuestos, flota sobre ellos como un niño.
9. Tan sólo quien goza de una mente en verdad libre, no siente apego o aversión hacia la virtud, la riqueza, el placer o la liberación.
10. El que está apegado al mundo anhela que el renunciamiento lo libere de sus conflictos. Mas el que carece de apego, libre está de congoja, y no sufre desdicha por vivir en el mundo.
11. El que hallándose en el estadio de liberación, de ésta es consciente tanto como de su cuerpo, no es un sabio ni un asceta, sino que en realidad está destinado a ser desdichado.
12. Mahadeva, Vishnú y Brahma pueden ser tus preceptores; mas si no ejerces el olvido universal, no habrá paz para ti.


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 LA CONDICIÓN DEL CONOCEDOR DEL YO



 CAPÍTULO XVII


1. En verdad, ha logrado el fruto del conocimiento y el
fruto de la práctica del Yoga quien, autogobernado, con los sentidos purificados, permanece siempre en soledad.
2. El conocedor de la verdad nunca se siente
desdichado en el mundo, puesto que con su propio Yo impregna la totalidad del universo.
3. Los objetos de los sentidos no le proporcionan deleite a quien encuentra satisfacción en su propio Yo. Las hojas del árbol nim no le proporcionan satisfacción al elefante que gusta alimentarse con las hojas del árbol salaki.
4. Una rareza es, quien no alimenta afecto por las cosas conocidas ni corre tras las desconocidas.
5. El hombre de placer, y el aspirante a la liberación, se encuentran ambos en el mundo.
6. Feliz es quien no siente ansiedad por el cese del deseo mundano ni aversión porque continúe, sino que acepta lo que viene en el transcurso de las cosas.
7. Una vez logrado su objetivo del conocimiento del Yo, con la mente en él absorta, vive aquél en felicidad, tanto si ve como si oye, toca, huele o come.
8. La persona para quien el océano del mundo se ha secado, la acción de la mente se le torna carente de objetivo, la acción del cuerpo carente de frutos, y la acción de los sentidos automática.
9. ¡Ah! maravillosa es la condición del alma realmente liberada, que no está dormida ni despierta, que no parpadea ni deja de parpadear.
10. En paz dondequiera, con puro corazón, libre de todo deseo, el alma liberada brilla por doquier.
11. Al ver, oír, tocar, asir, hablar y moverse, el sabio sigue libre del apego y la aversión. El hombre de grande alma está en verdad liberado.
12. El hombre de alma liberada no censura ni ruega, no está feliz ni apesadumbrado, no toma ni da. Por siempre, libre se halla de apegos.
13. A la vista de una mujer enamorada, o ante la
proximidad de la muerte, el hombre de grande alma se mantiene imperturbable. En verdad, libre es.
14. Placer y dolor, hombre y mujer, opulencia y pobreza, no tienen diferencia para el sabio, que ve la unidad dondequiera.
15. El ser para quien el mundo ha cesado de existir, no encuentra causas de injuria ni perdón; para él no existen el orgullo y el desaliento, la maravilla o la
perturbación del espíritu.
16. El  alma  liberada  no  rehuye   los   objetos de  los  sentidos  ni  los  apetece;  con  la  mente  siempre desapegada, acepta lo que viene.
17. Aquel cuya mente ha cesado de actuar, no conoce la supresión de la mente ni las acciones de ella derivadas; no conoce el afanarse por lo placentero ni el evitar lo doloroso: tal ser en la unidad mora.
18. Libre de la idea de ego o pertenencia, y comprendiendo que todo es nada, con los deseos en reposo, nada hace, aunque obre.
19. Aquel cuya mente ha logrado sumirse en el Yo,

libre está de los conocimientos específicos, del sueño y la estupidez. Tal ser logra una condición indescriptible.

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