Blog diseñado para la difusión del Yoga y Meditación, Espiritualidad. La visión servir a la Humanidad y propagar el Yoga en todo el mundo. Todos somos Uno. Conseguir la Iluminación. Cultivar el carácter de servicio a los demás, a los que no pueden andar por si solos, a los olvidados. ¿QUIEN SE PREOCUPA POR ELLOS? La Luz del Yoga y la Meditación le proveen esa Bendición. Los seres humanos deben ayudar a sus semejantes. “Ayuden siempre; no dañen nunca.”
HOLAAA
Les enseñaré una manera muy fácil: hagan su trabajo pensando que el trabajo también pertenece a Dios. No fijen su mente en la tarea, pensando "es mi trabajo". Piensen que todas las acciones que hacen, las hacen para Dios. Ofrézcanlo todo a Sus Pies. Crean, y díganselo a ustedes mismos, "todo lo que hago lo hago por amor a Dios".
Las funciones causales y eternas de una jῑva (alma)
Capítulo I Asia es de forma preeminente el continente más grande del mundo, e India se yergue como la principal nación en este, y entre lo más fino que existe en ella, está la tierra de Gauda; y la más hermosa porción de tierra en Gauda es sin lugar a dudas la región de nueve islas llamada Nāvadwipa, dentro de la cual se ubica eternamente el adorable villorrio de Śrῑ Godruma situado en la rivera oriental del Ganges. Desde tiempos ancestrales, una gran cantidad de adeptos al servicio de adoración vivían diseminados entre las arboledas de Śrῑ Godruma. No muy alejado de la enramada donde la vaca divina Śrῑ Surabhi adorara al Señor Supremo Śrῑ Gaurasundara en tiempos lejanos, existe un lugar sagrado de devoción llamado el Huerto de Pradyumna, nombrado así en honor a Pradyumna Brahmacārῑ, un sirviente personal de Śrῑ Gaurasundara. Ahí, en una sencilla vivienda densamente cubierta con enredaderas, solía pasar sus días en incesante servicio confidencial al Señor Supremo uno de sus discípulos: Paramahansa Śrῑ Prema dāsa Bābaji Mahārāja. Śrῑ Prema dāsa Bābaji era muy versado en todas las escrituras sagradas, y el poseer una mente determinada, lo llevó a buscar refugio en la arboleda de Śrῑ Godruma, la cual es considerada idéntica a Śrῑ Nandagrama en el distrito de Mathura. Las diarias rutinas de su vida constituían en cantar durante el día más de doscientas mil veces el santo nombre y ofrecer innumerables reverencias al postrarse ante todos los vaishnavas, junto con la estricta costumbre de pedir limosna para cubrir las mínimas necesidades corporales. Sus momentos libres los utilizaba en leer el Premavivarta, la lírica divina escrita por el Pandita Śrῑ Jagadananda, uno de los asociados más favoritos de Śrῑ Gaurasundara, y nunca en pláticas ociosas. Cuando lo hacía, lágrimas de amor rodaban por sus mejillas, y sus vecinos también devotos, se acercaban para escucharle con la misma actitud devocional ¿y por qué no?, el libro estaba tan sobrecargado de temas acerca del rasa (meliflua liquidez), y para enaltecerlo todo, su forma de leer era tan dulce y atractiva que disipaba los fieros venenos de la abyecta mundanalidad en las mentes piadosas de los que escuchaban.
Srila Bhaktivinoda Thakura - Vedanta
Una tarde, después de haber finalizado su cantar con la japa (rosario) el número de vueltas que se había fijado y mientras leía el Premavivarta en su fresca enramada cubierta de enredaderas mādhavi, Paramahansa Bābaji se hallaba profundamente absorto en el océano de éxtasis, e intempestivamente un sannyāsῑ (renunciante) de la cuarta etapa de la vida (sistema de castas sociales y espirituales) se le aproximó y cayó postrado ante sus pies. Esto hizo que en seguida recobrara su consciencia terrenal, y al encontrar al sannyāsῑ en tal condición, él también se postró reverentemente ante semejante sadhu (santo), y con absoluta humildad de espíritu en su corazón comenzó a sollozar diciendo: “¡Oh mi Nityananda!, ten misericordia de este vil miserable”, para luego hablarle al asceta suavemente y reclamarle: “¿Qué es lo que le mueve señor, a avergonzarme de esta manera siendo yo tan ordinario y miserable?”. Sin responder, el asceta tomó el polvo de los pies del bābaji y se sentó en una esterilla confeccionada con cortezas de árbol de plátano. Paramahansa Bābaji hizo otro tanto y le preguntó nuevamente: “¡Oh señor!, ¿qué servicio puedo ofrecerle a usted?”. Después de dejar a un lado su cayado y su cuenco, el asceta respondió: “Mi señor, soy el sujeto más desafortunado en todo el mundo, pues después de haber pasado una gran porción de mi vida en vastos estudios filosóficos de sistemas como el sānkhya, el de Patanjali, la lógica vaishesika de Kanada, el Purvamimansa de Jaimini y el Uttaramimansa, junto con el Vedanta de Śrῑla Vyāsadeva y los Upanishads, en diferentes santuarios como los de Benarés, aunados estos a múltiples debates de logomaquia con los panditas, renuncié al mundo y tomé desde hace doce años, los hábitos monásticos de sannyāsῑ junto con el cayado como insignia, de su santidad Śrῑla Sacitananda Saraswatῑ de Benarés, durante los cuales viajé por toda la India, visité cada uno de los principales santuarios que existen y me asocié con todos los sannyāsῑs de la orden de Shānkar que encontré. Pasé por los tres estados prescritos de mi orden, es decir, el kuticaka, el bahudaka y el hansa; cuando pensé que había alcanzado el cuarto y último estado de espiritualidad, el de paramahansa, me refugié en las palabras de Śrῑ Shānkar con piadosa recapitulación en la ciudad de Benarés, exclamando: ¡Yo soy brahman!, ¡La inteligencia pura es brahman!, ¡Tú eres eso! Una día observé que muy cerca de mí pasó un santo vaishnava cantando las actividades y el santo nombre de Śrῑ Hari (Dios), completamente bañado con lágrimas de éxtasis; su cuerpo entero vibraba de alegría, su voz se hallaba entrecortada de emoción mientras exclamaba el santo nombre de Śrῑ Krishna Caitanya y de Prabhu Nityananda, y sus pies se bamboleaban danzando en éxtasis. El personaje sagrado junto con el canto, me sumergieron en un estado de inefable deleite más allá de toda descripción, pero lo lamentable del suceso fue que no le dirigí la palabra debido a la falsa dignidad que mi supuesto estado de renunciante me lo impedía. ¡Ay de mí! ¡Qué vergüenza! ¡Qué bochorno sobre mi rango! Desde ese día, no sé por qué mi corazón es forzado inevitablemente hacia los pies de loto de Śrῑ Krishna Caitanya; con gran avidez el santo vaishnava fue después buscado por mí, pero desafortunadamente no lo encontré en ninguna parte; sin embargo, me pude dar cuenta en forma muy clara, de que el deleite inmaculado producto de lo que escuché y presencié en tal ocasión no lo había experimentado antes. Jamás tuve noticia de que tal inexpresable bienaventuranza pudiera existir en esta forma humana. A raíz de todo esto, me di cuenta de lo imperativo que era refugiarme en los sagrados pies de un vaishnava, y dejé Benarés para dirigirme a Śrῑdhama Vrindavan, donde encontré a muchos devotos sinceros que se lamentaban clamando en voz alta los sagrados nombres de Śrῑ Rupa, Śrῑ Sānatana y Śrῑ Jῑva Goswāmῑ, mientras meditaban en los pasatiempos divinos de Śrῑ Śrῑ Rādha y Krishna, y se revolcaban en el polvo sagrado de dicho lugar a causa del amor experimentado por Nāvadwipa; debido a esto un anhelo natural comenzó a inundar mi mente. Sorteando desde Śrῑdham Mathura Vrindavan aproximadamente 84 croshas (270 km.), llegué hasta Śrῑdham Māyapur hace algunos días, donde tuve la fortuna de escuchar las glorias divinas acerca de sus pies sagrados, en los cuales he tomado refugio el día de hoy. Se lo imploro, bendígame con su misericordia sin causa como si fuera el más humilde e inmerecedor de sus sirvientes”. Considerándose más ordinario que una hojarasca de pasto y con lágrimas en los ojos, Paramahansa Bābaji le respondió: “¡Oh Sannyāsῑ Thākura!, soy el más vil de las criaturas, mi existencia ha sido vanamente utilizada en comer, dormir y hablar de temas intrascendentes, y por eso he considerado prudente el empeñar el resto de ella refugiándome en los lugares festivos de Śrῑ Krishna Caitanya, pero para mi mala fortuna no he podido realizar lo que verdaderamente es el Krishna prema (amor por Dios). Le agradezco en gran manera que aun por breves instantes haya podido saborear este sentimiento al contemplar un vaishnava; usted verdaderamente merece la gracia de Śrῑ Krishna Caitanya y le estaré eternamente agradecido si bondadosamente recuerda a este pobre miserable cuando realice plenamente la dulzura del Krishna prema”. Al terminar estas palabras abrazó cálidamente al Sannyāsῑ Thākura y lo bañó con lágrimas de amor y afecto; el corazón del Sannyāsῑ Thākura se conmovió con una alegría sin precedente al sentir el contacto del gran vaishnava, y comenzó a cantar y bailar mientras decía: “¡Todas las glorias a Śrῑ Krishna Caitanya y a Prabhu Nityananda! Y ¡gloria, gloria a mi divino maestro Prema dāsa, la deliciosa encarnación del servicio adorable al Señor!” El canto y la danza continuaron por un tiempo, tras lo cual ambos descansaron y sostuvieron una larga conversación. Prema dāsa habló con toda humildad: “¡Oh gran alma!, me gustaría que permanecieras por algunos días para santificarme con tu presencia”. El Sannyāsῑ Thākura respondió: “Me consagro enteramente a sus pies de loto, y ni hablar de unos cuantos días, si me lo permite le serviré hasta exhalar mi último aliento”. El Sannyāsῑ Thākura era muy versado en todas las escrituras sagradas y conocía bien los efectos benéficos del entrenamiento espiritual bajo la supervisión de un maestro avanzado en este sendero, así que no dudó en permanecer junto al vaishnava todo lo necesario. Algún tiempo después, Paramahansa Bābaji le comentó: “¡Oh gran alma!, he sido iniciado por su divina gracia Paramahansa Śrῑ Pradyumna Brahmacārῑ, quien se encuentra absorto en la adoración de Śrῑ Nrisimhadeva en una aldea llamada Śrῑ Devapalli, localizada en el extremo sureste del círculo de Nāvadwipa. Vamos hoy después de finalizar la colecta de limosna a contemplar sus pies de loto”. La respuesta del Sannyāsῑ Thākura fue de completa sumisión: “Lo que a usted más le complazca”. Como a las dos de la tarde y después de haber cruzado el río Alakananda y el Satyalila, arribaron a la aldea de Devapalli, donde vieron al asociado íntimo del señor en el interior del templo de Śrῑ Nrisimhadeva. Desde una distancia muy razonable Paramahansa Bābaji ofreció sus reverencias respetuosas a su divino maestro, quien lleno de la miel de la bondad divina salió a recibir a su discípulo con gran afecto para darle un abrazo y preguntarle acerca del estado y curso de su adoración. Después de un extenso y agradable discurso el Sannyāsῑ Thākura fue presentado al maestro divino. Śrῑ Pradyumna Brahmacārῑ lo felicitó por haber seleccionado a tan distinguido y genuino maestro, y lo alentó a que estudiara el Premavivarta bajo la sabia guía del bābaji, al citarle las escrituras: “Aquel que está bien versado en el conocimiento trascendental de Śrῑ Krishna, es un guru sin importar que este sea un brāhmana (sacerdote), un sannyāsῑ (renunciante) o un sudra (obrero)”. El Sannyāsῑ Thākura también ofreció sus más humildes cumplidos a los pies de loto del maestro de su maestro con estas palabras: “¡Oh señor!, usted es el asociado del Señor Supremo Śrῑ Caitanya; una mirada bondadosa de su parte puede santificar a cientos de sannyāsῑs arrogantes como este servidor. Tenga misericordia de mí”. El Sannyāsῑ Thākura no estaba familiarizado con las formas recíprocas protocolarias de uso en los círculos devocionales, pero pudo percibir las buenas reglas de vida que existen entre un guru y un paramaguru, para más tarde actuar en forma adecuada. Después de presenciar el aratrika (ceremonia de adoración) al anochecer en honor de la deidad de Śrῑ Nrisimhadeva, maestro y discípulo regresaron a Godruma. Las cosas se sucedieron de igual manera por algún tiempo hasta que el Sannyāsῑ Thākura sintió deseos de saber acerca de la verdad; se veía como un vaishnava en todos sus aspectos internos con excepción de su vestido, ya que había adquirido un perfecto estado de armonía espiritual al controlar tanto sus sentidos internos como externos (Brahmā bhuta). Pero por encima de todo se encontraba plenamente imbuido de la fuerte convicción acerca de los pasatiempos espirituales del Señor Supremo, aunada esta a una correspondiente humildad de corazón que automáticamente agraciaba su digno carácter. Una temprana mañana, cuando los ígneos rayos del sol coloreaban el horizonte occidental con sus tintes morados, Paramahansa Bābaji se sentó en el huerto de mādhavis con su rosario. Él mantenía atentamente la cuenta de sus rondas, mientras sus ojos profusamente anegados con lágrimas de amor al recordar los pasatiempos trascendentales de la pareja divina Śrῑ Śrῑ Rādha y Krishna, vislumbraban un episodio en donde ellos pretendían separarse. Esto produjo en el bābaji que perdiera la consciencia corporal y se absorbiera profundamente en servicio íntimo con su cuerpo espiritual. El Sannyāsῑ Thākura se encontraba próximo al bābaji y se impresionó sobremanera con estos sentimientos sāttvikos (trascendentales) de su maestro, quien de imprevisto le dijo: “¡Amigo!, ahuyenta a ese mono o sus gritos perturbarán el confortante sueño de la juvenil pareja divina, con gran desagrado de parte de mi amiga Lalita, de la cual me encuentro temeroso pues debido a mi negligencia me abrumará por esto; ¡mira!, también mi amiga Anangamañjari nos está haciendo señas por lo mismo, -tú eres una Raman mañjari- y este es el servicio que debes realizar; pon atención”. Al terminar de decir esto, el bābaji perdió la consciencia, y desde ese momento el Sannyāsῑ Thākura puso toda su atención en el servicio que realizaba con su cuerpo espiritual. El día se manifestó ampliamente y la luz del amanecer difundió su brillante lustre en el occidente; toda la atmósfera aparecía sobrecargada con los melodiosos cantos de los pájaros, mientras una suave brisa ventilaba los alrededores; la pintoresca belleza de la huerta de mādhavis en el Pradyumna Kunja (bosque) se hacía indescriptible al posarse el primer rayo de luz carmesí del sol que apareció en el umbral de la casa. Paramahansa Bābaji, sentado en una esterilla de cortezas de plátano comenzó a cantar el santo nombre después de recobrar la consciencia, mientras el Sannyāsῑ Thākura le ofrecía respetuosas reverencias a sus pies sagrados. Luego, ocupó un lugar cerca del bābaji y unió sus manos con respeto mientras le decía: “¡Oh señor!, ¿puede su humilde siervo aventurarse a exponerle una cuestión y esperar ser apaciguado con la refrescante respuesta emanada de su agraciado ser? Espero que misericordiosamente se complazca en verter el nectáreo líquido melifluo de Vraja dentro de este agonizante corazón abrasado por el fuego de los principios impersonales del brahman”. El Bābaji Mahārāja le respondió: “Tú mereces ser bendecido, y respuestas adecuadas obtendrás por tus preguntas”. El Sannyāsῑ Thākura dijo: “¡Oh señor!, al escuchar acerca de la celebridad de la religión por encima de cualquier cosa, he inquirido entre diferentes adeptos al amor religioso acerca de los verdaderos principios de ella, pero desafortunadamente las respuestas que obtuve de cada uno de estos diferían entre sí; le importaría decirme, ¿qué es la religión o cuál es la verdadera naturaleza de la jῑva?, ¿Por qué los maestros de las diferentes religiones están en desacuerdo unos con otros respecto a sus puntos de vista? Y si la religión es solo una, ¿por qué los maestros eruditos no se preocupan por buscarla?”. Sin dejar de contemplar los pies de loto del señor supremo Śrῑ Krishna Caitanya, Paramahansa Bābaji respondió: “¡Oh afortunado!, escucha el fundamento de la verdadera religión, yo te lo explicaré haciendo uso de lo mejor de mi conocimiento. La naturaleza eterna de una cosa, es su eterna religión. La naturaleza de algo se desprende desde su mismo constituyente o de lo que la hace ser lo que es. Cuando Śrῑ Krishna desea formar una cosa, una naturaleza concomitante va de la mano con la formación de esta, y tal naturaleza es su eterna característica”. “Cuando tal cosa es contaminada debido a algunos eventos inesperados o se pervierte por tener contacto con otras cosas, entonces su naturaleza también se pervierte o cambia. Este cambio o hábito pervertido se incrementa con el paso del tiempo al acompañar a la cosa con su apariencia y unirse a la naturaleza original y eterna de ella. Pero la apariencia no es su verdadera realidad o identidad. Este cambio o perversión no es innato o congénito en la cosa sino accidental o casual, y puede ser pasajero o le puede dar su sello a la cosa. Por ejemplo, el agua que es una cosa y cuya propiedad natural es su liquidez. Cuando le acontece un cambio que la transforma en hielo, la solidez o rigidez se vuelve su propiedad accidental o causal, y esta coexiste con su verdadera naturaleza. Pero es un hecho que lo causal o accidental tiene como origen algo temporal y no eterno, que se desvanece con la desaparición de su causa. Sin embargo, la naturaleza que surge en el momento de la conformación de la cosa es eterna y permanece latente aun cuando se encuentre pervertida o cambie, porque con el transcurrir del tiempo y debido a circunstancias favorables, la naturaleza de la cosa puede asumir su carácter original sin lugar a dudas. La naturaleza eterna de una cosa es su función eterna, y su accidente es su proceso causativo. Quien está bien versado acerca del conocimiento de alguna cosa, entiende adecuadamente la distinción entre la naturaleza real y la naturaleza causal de la cosa, y quienes están desprovistos de tal conocimiento, consideran lo accidental como real. Así mismo se confunden los ignorantes con respecto a la religión temporal, al considerarla eterna”.
Sannyāsῑ Thākura.- ¿Qué se debe comprender por las palabras vastu (cosa) y su naturaleza?
Paramahansa Bābaji.- El significado que se deriva de la palabra vastu se refiere a aquello que existe y por ende se le puede dar un significado que es de dos clases, es decir, real o irreal. La cosa que es real, es trascendental. Y las cosas irreales, junto con sus atributos, son mundanas. Las cosas reales tienen existencias eternas, y las cosas irreales tienen nombres, formas y apariencias de existencia, la cual es de alguna manera real pero también aparente. El Śrῑmad-Bhāgavatam menciona: “Cualquier cosa concebible aquí es real y ha surgido del ser total” (Bh.I.I.2.), lo cual significa que la cosa real es trascendental. El Señor Supremo es la única cosa real; su parte separada es conocida como jῑva o alma individual, y su potencia externa, como Māyā (energía material). Por lo tanto, vastu, esto es, la cosa real, denota tres objetos denominados como el Señor Supremo, la jῑva y Māyā. Conocer sus mutuas relaciones es conocimiento puro. De estas tres cosas se desprenden innumerables apariencias, las cuales son de naturaleza insustancial. El sistema vaisheshika está fundamentado en el estudio de la materia y sus cualidades, y por lo tanto se basa en meras especulaciones acerca de cosas irreales. La cualidad especial que caracteriza la cosa real es su naturaleza. La jῑva es un objeto eterno y su naturaleza es espiritualmente eterna.
Srila Bhaktivinoda Thakura - Vedanta
Sannyāsῑ Thākura.- ¡Oh señor!, gracias a usted ahora empiezo a comprender con plenitud este tema.
Paramahansa Bābaji.- Śrῑla Krishnadasa Kaviraj Goswāmῑ, fiel seguidor de Śrῑ Nityananda Prabhu, me mostró un manuscrito del Śrῑ Caitanya-caritāmrita, en el cual Śrῑ Caitanya deva nos da su enseñanza respecto al tema: “La naturaleza eterna de la jῑva es servir siempre a Śrῑ Krishna”. La jῑva es una porción de la potencia tatastha (línea fronteriza) de Śrῑ Krishna, la cual existe simultáneamente como entidad distinta y no distinta de Él. Cuando ella olvida a Śrῑ Krishna, siente aversión por su servicio, y por esto se dice que tal aversión no tiene comienzo, ya que esta se originó antes de su encarnación dentro de los cuatro muros del tiempo y del espacio. Por este acto de aversión a Dios, ella es encontrada culpable por Māyā, la energía ilusoria o potencia del Señor Supremo, y por ello, lanzada dentro del vórtice de las relatividades terrenales de felicidad, miseria, etc., como castigo. Śrῑ Krishna es el absoluto trascendental y el auto refulgente sol espiritual de la morada trascendental; las jῑvas son los innumerables rayos que emanan del sol Krishna, las cuales son Sus partes atómicas, mas no como pedazos de piedra desprendidos de una montaña, porque Śrῑ Krishna es trascendentalmente infinito y no existe la posibilidad de que decrezca ni un poco cuando las infinitesimales jῑvas emanan de Él, puesto que estas son comparadas con las innumerables chispas de un fuego abrasador. En los Vedas se encuentran muchas descripciones acerca de ellas, pero ninguna se puede comparar apropiadamente para plantearnos un claro concepto acerca de la verdadera naturaleza de la jῑva en una manera imparcial dentro de nuestra mente, hasta que la mundanalidad de estas comparaciones sea completamente eliminada. Śrῑ Krishna es el todo trascendental y las jῑvas son las partes atómicas del todo; ambos son similares respecto a la cualidad de la consciencia o animación, pero diferentes y eternamente distintos en cuanto al aspecto cuantitativo. Uno es el total y las otras son sus partes; uno es infinito y las otras infinitesimales. Śrῑ Krishna es el señor eterno de las jῑvas, quienes son sus eternas siervas debido a su naturaleza esencial. Śrῑ Krishna es la eterna atracción y las jῑvas son atraídas por Él. Śrῑ Krishna es el gobernador supremo del universo y las jῑvas son las gobernadas. Śrῑ Krishna es el Señor que observa y las jῑvas son observadas. Śrῑ Krishna es la totalidad completa y las jῑvas son pobres e inferiores. Śrῑ Krishna es el todopoderoso ser supremo y las jῑvas son impotentes en comparación, a menos que sean empoderadas por Él. Así, la servidumbre eterna aunada con la obediencia a Śrῑ Krishna, es la naturaleza eterna o religión de la jῑva. La omnipotencia de Śrῑ Krishna se encuentra plenamente manifiesta en la revelación del reino espiritual. Para manifestar el mundo de las jῑvas, Śrῑ Krishna despliega su tatastha shākti, una potencia especial que lleva a cabo su influencia para dar origen a los mundos imperfectos. Esta potencia es conocida como tatastha o marginal, y su función es la de crear entidades especiales, entre las cosas animadas e inanimadas, que puedan mantener contacto tanto con el reino espiritual como con el material. Sin embargo, una cosa puramente animada y espiritual siempre estará en una relación opuesta a las cosas inanimadas, pues de ninguna manera se pueden conectar en forma indefinida. Una jῑva es sin lugar a dudas, una parte espiritual atómica movida por algún poder divino para ponerse en contacto con el mundo inanimado, y por ello se le conoce como potencia tatastha. El fonema tata representa una línea imaginaria de demarcación entre la tierra y el agua, la cual no se encuentra ni en la tierra ni en el agua sino en ambas. Tal potencia divina que se encuentra en medio, esto es, entre el agua y la tierra, sustenta una entidad que posee ambas propiedades terráqueas (de tierra y de agua). Las jῑvas sin duda son entidades espirituales, pero en su conformación son tan infinitesimales que son propensas a absorberse en los principios de Māyā; su constitución no es absolutamente espiritual como la de las entidades trascendentales del reino espiritual, pero tampoco son absolutamente mundanas como cualquier fenómeno, debido a su aptitud o tendencia espiritual. Por esto, el fundamento de las jῑvas es completamente distinto del principio del espíritu supremo y de la materia. Esta es la causa de la eterna diferencia entre el ser supremo y la jῑva. El ser supremo es el amo de Māyā, quien depende en su totalidad de Él, y la jῑva está sujeta a ser subyugada por Māyā bajo ciertas circunstancias. Podemos concluir que el Señor Supremo Bhagavān, las jῑvas y Māyā, son los tres eternos principios espirituales, entre los cuales el señor supremo es la siempre trascendental y primordial verdad. Como lo confirma el himno védico: “Él es el eterno entre todos los eternos, la fuente consciente de todas las entidades conscientes”. Debido a su esencia natural, una jῑva es la sierva eterna de Śrῑ Krishna y una manifestación de su potencia tatastha; la jῑva es simultáneamente distinta y no distinta de Śrῑ Bhagavān y por lo tanto su manifestación diferente y no diferente. La jῑva está sujeta a Māyā bajo ciertas circunstancias especiales, pero Dios siendo el gobernador supremo de Māyā y de todas sus potencias, nunca está sujeto a Māyā.
Srila Bhaktivinoda Thakura - Vedanta
Dios y el alma individual son eternamente distintos; una jῑva es en esencia una entidad espiritual parecida a Dios pero subordinada como Su potencia, y por ello eternamente no distinta de Él. Si la eterna distinción y no distinción son simultáneas, entonces la primera es más importante. El servicio a Krishna es la naturaleza eterna de la jῑva, y cuando esta olvida su relación, es abrumada por la influencia de Māyā, la potencia ilusoria que descansa en la parte posterior del señor, desde la cual la jῑva puede manifestar su deseo por regresar al servicio del señor supremo Śrῑ Krishna, ya que la condición de retorno de la jῑva surge junto con su venida a este mundo de Māyā, y tratar de trazar su caída dentro de los límites del tiempo y del espacio está fuera de toda consideración. De ahí el significado de la expresión, “eternamente de regreso”; su función eterna en cuanto al servicio a Śrῑ Krishna ha sido pervertida desde su entrada en este plano tridimensional debido a su olvido, y cuando llega a tener contacto con Māyā, su naturaleza pervertida prevalece dando lugar a que se manifieste su función causal o accidental. La religión eterna es una y pura, mientras la religión accidental asume variadas formas bajo diferentes circunstancias y es descrita en formas distintas por diversos hombres con divergentes principios. Después de escuchar con alegría estas verdades trascendentales, el Sannyāsῑ Thākura ofreció sus reverencias respetuosas a los pies de loto de su divino maestro y le dijo: “¡Oh señor!, permítame reflexionar acerca de estas verdades por este día, mañana pondré ante sus pies cualquier duda que surja en mi mente, si este es el caso”. Aqui te dejo unos vídeos de Srila Bhaktivinoda Thakura lo quiero compartir con tigo espero que te gusten Namaste!
Hasta aquí hemos descrito los cuatro cuerpos y ahora vamos a ver como la consciencia
los ilumina.
Para captar un objeto desde el cuerpo físico (la vista), es necesario que los cuatros cuerpos estén presentes. Por ejemplo, si vemos un mango y sabemos que es un mango, el ojo físico, por si solo, no puede tener conocimiento de él. Detrás del ojo físico está el ojo sutil del intelecto que conoce el mango, pero este tampoco es suficiente, pues estos dos cuerpos deben de tener el soporte del cuerpo causal. Este cuerpo es el vacío, el espacio, la distancia étc, y para funcionar el intelecto tiene necesidad del espacio (vacío). Así pues, están el ojo, el intelecto y el cuerpo causal bajo la forma de espacio, pero si no está el “testigo” del cuerpo supra-causal para conectar todos estos estados, no puede haber conocimiento de nada. Así pues, para conocer los objetos, deben de estar presentes los cuatro cuerpos. Sin embargo no es necesario el cuerpo físico para conocer las modificaciones del cuerpo sutil (tales como la atracción o la repulsión), pues este conocimiento tiene necesidad del soporte del cuerpo causal y del supra-causal. El cuerpo físico y sutil tampoco son indispensables para que el conocimiento emerja del cuerpo causal, pues el soporte del cuerpo supra-causal le es indispensable. En efecto, el cuerpo sutil, es decir el mental, el intelecto, los sentidos y el soplo vital (Prana), no es de ninguna utilidad para el conocimiento del cuerpo causal, pues el campo del cuerpo causal es totalmente diferente y “nadie” puede entrar en él. Entonces, ¿cómo sería posible penetrar en el cuerpo supra-causal? El mental y el intelecto no pueden captar el cuerpo causal ni el cuerpo supra-causal, ya que están limitados al cuerpo sutil. El conocimiento del cuerpo supra-causal (Mahakarana) es autosuficiente y no espera ninguna ayuda de los otros cuerpos, este conocimiento es auto-luminoso. El ojo puede ver un objeto, pero el objeto no puede ver al ojo. Para ver el sol, no es necesaria una lámpara, de igual forma nadie puede ver al rey de la Consciencia-Conocimiento, que es el ojo del ojo. Prueba su existencia por su propia luz. Y aunque el ojo no puede verse a si mismo, el que tiene ojos no pone en duda que los tiene: en él hay la convicción de que ve porque tiene ojos. De la misma manera este conocimiento de si mismo debería subsistir en él, cuando observa todo lo que es otra cosa que él mismo. Si queremos ver nuestro ojo, necesitamos un espejo para que se refleje en él este ojo, pero este conocimiento del ojo no es más que el conocimiento de su reflejo. De hecho esta consciencia prueba su existencia siendo el testigo de todo lo que es diferente de ella. Ella no necesita ninguna otra prueba frente a esta evidencia. ¡Esta Consciencia-Conocimiento penetra todo y sin embargo permanece invisible para el ignorante para quien el cuerpo físico es lo más importante a sus ojos! Sin embargo, este cuerpo no es más que un granito en el océano, comparado con el cuerpo supra-causal. ¡Los caminos del mundo son tan extraños! Nos hemos acostumbrado, cuando miramos una cosa pequeña, a olvidarnos de la más grande, y hemos abandonado lo que se afirma por si mismo, para glorificar un artificio. Alabamos la luz eléctrica, pero no al sol. Cuando miramos una imagen olvidamos el muro en la que está puesta y si observamos el muro, olvidamos la casa. ¡Cuándo descubrimos objetos a plena luz, olvidamos la luz y cuando leemos las palabras sobre una hoja de papel, ya no somos conscientes del papel! Esto es lo que ocurre en este proceso: a pesar del hecho de que lo “Omnipenetrante” es infinitamente más grande, lo olvidamos cuando nuestra atención se focaliza en el objeto penetrado. El físico es penetrado por lo sutil y este es penetrado por el causal. El causal a su vez es penetrado por el supra-causal. El supra causal no puede ser “visto”, y por esto cada uno concentra su atención sobre el cuerpo físico. ¡Pero aquél, cuyo punto de vista se ensancha y se vuelve el “Omnipenetrante”, tiene entonces la revelación de esta verdad, de este conocimiento que se escucha en el conjunto del espacio y que incluso engloba a este! El conocimiento que prevalece en el cuerpo supra-causal, aunque aniquila la ignorancia del cuerpo causal, no puede destruir los cuerpos físico y sutil. El conocimiento superficial, adquirido por los cuerpos físico y sutil, no puede destruir la ignorancia. Solo el extraordinario y único Conocimiento del cuerpo supra-causal destruye la ignorancia. Por ejemplo, la madera contiene fuego(en potencia), pero este fuego no destruye la madera. La ignorancia es alimentada, incluso, por el conocimiento ordinario, y es solamente después de haber accedido a este conocimiento verdadero, cuando la ignorancia desaparece, pero las funciones del cuerpo físico y sutil no se detienen por eso. Como el ignorante, el ser realizado(Jnani) continúa recibiendo los impulsos del cuerpo físico y sutil. El objeto invisible en la oscuridad se vuelve visible a la luz de una lámpara, la luz destruye la oscuridad, pero no el objeto. Solo la oscuridad desaparece. La ignorancia es totalmente disipada a la luz del conocimiento de uno mismo, pero el cuerpo físico y sutil continúan recibiendo impulsos. ¿Los percibe el cuerpo causal? Reflexionemos. La ignorancia tiene varios aspectos: el error, el vacío, el espacio, la distancia, etc. como consecuencia del conocimiento de uno mismo, la ignorancia es aniquilada, pero como a este nivel de consciencia, los impulsos, deseos sutiles o físicos, se manifiestan en un espacio, no podrían existir sin que un espacio fuese creado. Para alcanzar el conocimiento de uno mismo, hemos progresado etapa por etapa, la una destruyendo a la otra. Ahora miremos atrás y observemos: primero está la consciencia del Si (Yo soy), luego el cuerpo causal (bajo la forma de espacio), luego el cuerpo sutil y después el cuerpo físico. Cada cuerpo surge fácilmente y coge forma. Incluso antes que los impulsos del cuerpo sutil y físico aparezcan, la ignorancia del cuerpo causal ha sido destruida, sin embargo este ha sido obligado a crear un espacio, un intervalo, entre el cuerpo sutil y el cuerpo supra-causal.
Sri Siddharameshwar Maharaj - Vedanta
La aparición del mundo.
Cuando la consciencia se desapega de si misma, permitiendo así que se exprese un impulso que no es ella misma, se crea el cuerpo supra-causal bajo la forma de chidakash (expansión o movimiento de la consciencia). Luego aparecen por este orden: el cuerpo sutil y el cuerpo físico. Hemos explorado sucesivamente los cuatro cuerpos en el siguiente orden: el cuerpo físico, sutil, causal y luego el supra-causal. Ahora el orden de esta secuencia debe de ser inverso, o sea: 1 – supra-causal, 2 – causal, 3 – sutil, 4 – físico. En vez de permanecer en paz en si misma, la consciencia comienza a agitarse , pero antes que los cuerpos sutil y físico aparezcan, el uno después del otro, el cuerpo causal, bajo la forma de chidakash (movimiento de la consciencia ) debe de ser franqueado. Las dos últimas etapas aparecen después, y es solamente a este nivel que se puede sentir la existencia del mundo. La consciencia de la existencia del mundo no ha podido suprimir enteramente la ignorancia, de igual forma que la luz aniquila la obscuridad, pero nos revela también los objetos, hasta entonces disimulados por la obscuridad. El mundo solo aparece porque es soportado por este cuerpo causal bajo la forma de espacio y hasta que no se siente la aparición del mundo, no se puede conocer los cuerpos sutil y físico, ya se trate de un ser despierto o de un ignorante. Así vemos que esta ignorancia o desconocimiento persiste de una forma u otra, pero para el ser despierto no aparece de la misma manera.
A menos que la consciencia/conocimiento no muera, la ignorancia no morirá.
Conocimiento e ignorancia son dos gemelos nacidos de Maya, la ilusión. Nacen y mueren juntos. Si el uno está ahí, el otro también está, si el uno desaparece, el otro desaparece igualmente. Veamos ahora cómo el conocimiento morirá. Antes que la consciencia del cuerpo supra-causal desaparezca, deben de morir los otros tres cuerpos en este orden: 1 – el cuerpo físico, 2 – el cuerpo sutil, 3 – el cuerpo causal. Cuándo miramos a un hombre morir, ¡no morimos con él! De la misma forma podemos mirar tranquilamente, cómo estos cuatro cuerpos mueren en nuestro interior. Un principio que concierne a la muerte, es este: “Cuando el crecimiento se detiene, comienza la disolución”. El sentido de esta afirmación es que cuando algo deja de crecer, comienza a desintegrarse y toma el camino de la muerte. No hay que hacer ninguna cosa en particular, para que el proceso de la muerte comience, pues la destrucción es inherente al crecimiento. En el nacimiento está la muerte y en la muerte está el nacimiento, es su naturaleza. Una cosa que nace, muere por su propia muerte, aunque parezca que esta tenga otras causas, la raíz de la muerte no es otra que el nacimiento. Estos cuatro cuerpos se han sobrepuesto a la pura naturaleza, por tanto ellos deben morir. ¿Cómo mueren? Eso es lo que vamos a ver. Partiendo del principio de que “todo lo que nace muere”, la muerte del cuerpo físico es inevitable. Si no es hoy, esto ocurrirá más tarde de aquí a cien años. El cuerpo crece hasta la edad de veinticinco años, luego comienza a declinar para avanzar por el camino de la muerte. Un día muere. Como el cuerpo grosero no es más que la forma física del cuerpo sutil, no hay una existencia independiente o separada. Un árbol, en su forma física, no es más que una prolongación de su semilla, que es el cuerpo sutil y este árbol acabará secándose. El cuerpo sutil es la semilla del nacimiento y de la muerte, pero la semilla no se destruye tan fácilmente como el árbol. Su propio crecimiento es enorme y esta no es destruida por el esfuerzo consciente del hombre, continuará proliferando eternamente. Este crecimiento se vuelve la causa de un número infinito de formas físicas, proyectando de esta forma al ser dentro del torbellino de los 84 millones de vidas . Mientras que el crecimiento del cuerpo físico se detiene automáticamente, el cuerpo sutil continúa creciendo, y es ahí cuando sentimos la necesidad de la ayuda de un Maestro para comprender como detenerlo. Para detener el crecimiento del cuerpo sutil y su séquito de sueños, voluntades y dudas, debemos renunciar al deseo. Los deseos, los sueños y los miedos son producidos por el mental y es, igualmente, por medio del mental cómo podremos desarraigarlos. Lo que es creado por el mental, no puede ser destruido por la mano y, al revés, lo que es creado por la mano, no puede ser destruido por el mental. Cuando intentamos suprimir estos sueños y estos deseos por la fuerza, parece que se multiplican, el mental es tan difícil de coger, que cuando se intenta dominarlo, se agita de lo lindo. El Maestro da la solución para detener su expansión: “Si intentáis apaciguaros interiormente, poco a poco la voluntad (sankalpa) y la duda (vikalpa) se disolverán”. Comprendemos, sin esfuerzo, lo que es la quietud, cuando observamos los ojos de un niño adormecido y con qué facilidad se desliza en el sueño profundo, ¡olvidándose de él mismo! Para nosotros es una buena lección de abandono y por el simple hecho de observarla, nos dejamos deslizar a un estado de olvido, sin sueños, sin deseos, ni inquietudes. Para quitar una espina utilizamos otra espina, de igual forma el mental no puede ser quebrado más que por el mental. La aparición y la desaparición, el nacimiento y la muerte son dos caras opuestas de un mismo estado de consciencia, cuando una cara aparece, la otra desaparece y viceversa. La muerte se produce en ella misma. Cuando las construcciones mentales son aniquiladas, el cuerpo causal se revela bajo la forma del puro olvido y el aspirante tiene conocimiento de este estado. Una duda puede subsistir aquí, pues aunque el mental haya sido quebrado y el estado de puro olvido alcanzado, ¿no puede éste volver a surgir? En efecto, el mental no muere, entonces la solución reside en la práctica asidua del Mantra dado por el Maestro. Una vez comenzada la empresa de detener la expansión del mental, éste tomará, inexorablemente, el camino hacia la muerte, hasta la extinción total, pero es necesario perseverar en el estudio como en la práctica del Mantra. Cuando un árbol comienza a secarse, todos los esfuerzos, que puedan hacerse por mantenerlo verde, serán vanos y un día acabará por desraizarse y caerá. El mental acabará agotándose si se frena constantemente su crecimiento, y se apagará automáticamente, pero el aspirante no debe dejar de practicar. El cuerpo causal se desvela después de la muerte del cuerpo sutil, pero veamos ahora cómo el cuerpo sutil se apaga él mismo. Cuando un estado aparece de forma imprevista, lo experimentamos, pero cuando desaparece guardamos su recuerdo. Cuando se produce esto, este estado es poderoso y se extiende, pero cuando su flujo disminuye su recuerdo se esfuma. Cuándo un hombre agotado por el calor del sol se refugia bajo la sombra de un árbol, inundado de repente por un apacible frescor, suelta un “¡ah!”, que revela que un flujo de paz lo inunda y lo sumerge. Sin embargo, un instante después, este “¡ah!” se olvida y el hombre descansa tranquilamente sin prestar atención a lo que le rodea. Así cuando lo más sutil del cuerpo sutil, con su agitación y sus luchas, se reabsorbe, el cuerpo causal, bajo la forma de olvido y de vida apacible, se desvanece automáticamente. Cuando se reniega de este estado negativo, de ello no resulta más que negación, y para destruirlo tampoco se necesita la espada del estado positivo: “yo soy”. Samartha Ramdas ha aclarado este punto con la afirmación: “lo negativo es negado por su propia negación”. Cuando el estado de olvido (vacío) se disuelve, el estado de conocimiento o Turiyavasta , cuarto estado en el que el alma se une a Brahman; se desvela. Pero este estado de conocimiento viene a la existencia al alimentarse de la ignorancia y, aunque desarrolla un gran poder, igualmente deberá desaparecer. Una vez alcanzado, el conocimiento debe de desaparecer, pues todo lo que aparece debe de desaparecer e igual que la ignorancia, el conocimiento ha aparecido. A la muerte del cuerpo supra-causal, “Eso”, que es inherente a los cuatro cuerpos, se desvela, es Parabrahman, el no-nacido, que nunca morirá. Aquel que ve la muerte de los cuatro cuerpos, permanece. Eso es nuestra naturaleza verdadera.
El ser humano y las castas.
El Señor Krishna ha dicho en la Bhagavad guita: “Yo he creado cuatro clases de castas”. Todo ser humano puede experimentarlas en él mismo. “Mi creación está dividida en cuatro partes, en función de las cualidades (atributos) y de los karmas: Brahman, Kshatriya, Vaishya y Sudra ”. Los cuatro cuerpos se reparten sobre la misma base: el cuerpo supra-causal se agrupa en el rango de los Brahmanes, el cuerpo causal al de los Kshatriyas, el cuerpo sutil al de los Vaishyas y el cuerpo físico al de los Sudras. Es de esta manera cómo el Supremo se ha dividido Él mismo. El cuerpo físico es pesado, es un instrumento de trabajo y de servicio, su rango es, pues, el de “Sudra”. Se llama “Vaishya” a aquél que, sentado confortablemente sobre cojines, tiene una balanza en la mano y dirige los asuntos del mundo. Su intelecto compara las cosas, una es juzgada buena, la otra mala, la una grande, la otra pequeña. Este mercader emplea al Sudra (el cuerpo físico) como servidor y desea que las cosas sean hechas según su voluntad, ya que él es el amo. ¡Ahora observemos el coraje del cuerpo causal! Establece su soberanía engullendo el mundo entero y sus riquezas, acumuladas por la fuerza de los deseos, de los sueños y de las dudas. ¡Avala incluso a los servidores que son el cuerpo físico y sutil! Su lógica es la de la destrucción total y es también la de un Kshatriya, así el estado causal corresponde a los “Kshatriyas”. En el cuerpo supra-causal, los otros tres son completamente ignorados: “Yo no tengo nada que ver con el cuerpo físico que sufre tanto trabajando y que es mortal” tampoco estoy concernido por este Vaishya, el intelecto, que comercia con los sueños y los pensamientos, desplegando el gran espectáculo del mundo. Tampoco tengo nada que ver con este Kshatriya del cuerpo causal, que se sienta tranquilamente como si nada hubiera pasado, después de destruir los cuerpos físico y sutil. Ellos pueden actuar, muy bien, como ellos entiendan, el cuerpo físico bajo el yugo del trabajo y el cuerpo sutil agitándose en el mundo, el cuerpo causal también puede declararles la guerra, pero ¿qué tengo yo de común con ellos?” “Dejar al mundo luchar y no pensar más que en Ram (Dios)”. Teniendo este conocimiento, el cuerpo supra-causal declama las palabras védicas: “Yo soy Brahman”, luego se instala tranquilamente en su propia morada. El cuerpo supra-causal ha alcanzado el estado de lo divino (Brahman). Este Brahmán es muy ortodoxo y no tolera que lo toquen, no puede soportar el contacto con los otros cuerpos, pero estos le tienen gran estima y se cubren el rostro con el polvo de sus pies. Desde el punto de vista del verdadero conocimiento (vignyana ) el cuerpo supra-causal es el más sagrado y aunque sea mancillado por el contacto con los otros cuerpos, permanece como el más grande de los tres mundos.
Los tres mundo: Swarga, Mrityu y Patala lokas.
(el paraíso terrestre, el mundo de los mortales y el mundo del olvido)
El cuerpo físico es el Swarga loka(mundo paradisiaco), el cuerpo sutil es el Mrityu loka(el mundo de la creación perpetua) y el cuerpo causal es el Patala loka(mundo del olvido). El cuerpo supra-causal es el reino de Brahma. Todos estos cuerpos son divididos según sus cualidades y son la herencia de estos mundos respectivos. El cuerpo físico es el mundo de Swarga, está encima de los otros mundos. Los maravillosos jardines y los bellos bosques han sido creados para este mundo y los hombres disfrutan de toda clase de placeres. La deidad que lo preside es Brahma Deva, cuya cualidad principal es Rajas(cualidad dinámica). El mundo que hay debajo es Mrityu loka. Es la gran fábrica de nacimientos y de muertes. Este proceso continuo de nacimiento y de muerte, no es otra cosa que la aparición de una modificación mental que es “nacimiento” y su declinar que es “muerte”. Cada uno debería examinar sus propios nacimientos y renacimientos, pues en un mismo día nacemos y morimos numerosas veces. Todo concepto produce una apariencia visible y cuando este se apaga, la apariencia visible también se desvanece, nosotros lo experimentamos continuamente en el cuerpo sutil. Cuando los conceptos se apagan, es el fin de una era o un kalpanta. Las Escrituras han aceptado los principios de creación y de apariencia, aquí se trata de la afirmación del mismo principio. En cuanto aparece una idea, aparece el mundo y cuando desaparece, el mundo desaparece. Hasta que el cuerpo sutil, bajo la forma de Mrityu loka, no sea totalmente aniquilado, una multitud de eras aparecerán y desaparecerán. Por tanto, sería necesario morir de tal forma que la necesidad de un renacimiento sea abolida, y luego residir en nuestra propia naturaleza, donde miedo y muerte no pueden existir. Lo que debe de suceder, sucederá… Pero podemos decir que, hasta ese momento, el Mrityu loka mantiene la boca muy abierta para absorber todo lo que pasa. La morada del cuerpo sutil es el sentido interno o mental (Antahkarana). La deidad que preside el Mrityu loka es Vishnu, el que alimenta al mundo. El mundo que está debajo es el Patala loka, el cuerpo causal bajo la forma de olvido total, de vacío. Este reino es el de la oscuridad y de la ignorancia, está regido por Mahesh , el destructor. La cualidad de esta deidad es Tamas. Más allá de estos tres mundos se encuentra el cuerpo supra-causal, que es el más grande de todos. La deidad que lo preside es la pura consciencia. Es el dios de todos los dioses quien gobierna aquí y todos los mundos son su creación. Se le llama el Señor de los tres mundos “trailokyanatha”, Brahma, el Maestro de todas las castas. Este Brahmán no deja aproximarse a la ignorancia ni a su sombra, además rechaza ser mancillado por el mental y el intelecto tanto que no imaginamos que pueda acoger el cadáver del cuerpo físico.
Este Brahmán ortodoxo, bajo la forma de la pura consciencia cósmica universal, no autoriza a ningún intruso que penetre en el cuerpo supra-causal, ya sea Kshatriya, Vaishya o Sudra, no pueden entrar en su morada. Sin embargo, ellos dependen del Brahmán y nada pueden hacer sin él, sin este conocimiento original “yo soy”. Todas sus acciones buenas o malas tienen su fundamento en este Brahmán. Él abandona su morada para realizar el trabajo de estas castas y luego se purifica antes de volver a su fuente.
Sri Siddharameshwar Maharaj - Vedanta
Comprensión del Conocimiento del Si (Vedo-Narayana-Atma Deva)
Este Brahmán es rico en conocimiento, por eso se le llama Vedo (Conocimiento) Narayana, o Dios del Conocimiento. Conoce el tiempo(pasado, presente y futuro), es el punto de unión entre dos estados o dos pensamientos (sandhya), es decir la Pura Consciencia en la ausencia del mental y de sus proyecciones. Adulado por todos es llamado Bhudeva. Sean cual sean las nacionalidades, castas o creencias, hindús o musulmanes, jainistas, parsis o budistas, todos Lo veneran. Cuando este Dios tiene hambre o sed, se le hacen ofrendas, cojines y camas se preparan para su reposo, si quiere viajar, coches, aviones, palanquines están a su disposición. Los árboles y las plantas florecen abundantemente para abastecerle con guirnaldas perfumadas. Todos los servidores están dispuestos a obedecerle, hogar y palacio están ahí para su placer, pues ellos también son su morada. Dios reside en el corazón de cada ser y recibe todas las atenciones de las que es objeto. A pesar de esto, persistimos en tomar el cuerpo por Dios y lo servimos exclusivamente. Toda nuestra comprensión se funda en este malentendido, y esta idea errónea nos separa de Dios. ¿Podemos extrañarnos de esto? Nuestras acciones, sean las que sean, no tienen otra finalidad que honrarlo. Este Mahadeva (el Dios Supremo) goza constantemente con los objetos de los sentidos (el sonido, la forma, el tacto, el gusto y el olfato), con los cinco sentidos de la acción y del conocimiento. Bienaventurado el discípulo que ha comprendido el secreto de Mahadeva, de forma natural le dedica hasta la más ínfima de sus acciones. Los pájaros, las abejas y hasta las hormigas honran a este Dios, pero no pueden comprenderlo pues no tienen intelecto, no se les puede censurar por eso. Pero, ¡qué reprobable es que un ser humano, dotado de inteligencia, no comprenda que hasta el más ínfimo de sus actos es hecho únicamente por este Dios! ¡ Qué triste que es, en verdad! Este Dios es el rey del Conocimiento (Consciencia), que gusta y saborea el alimento que avala, que distingue el perfume del mal olor y juzga que sonido es agradable al oído y cual no lo es, y también es Él quien distingue lo bonito de lo feo, lo suave de lo áspero. Es Omnipresente y reina en el corazón de todo ser humano. ¡Qué terrible malentendido nos hace adorar a otros dioses en vez de a Él! Reflexionemos a qué Dios, los cristianos se dirigen cuando veneran al Cristo, los hindús a Vishnu o a Shiva, los parsis a Zoroastro y los budistas a Buda. ¿Veneran cadáveres? Si les pedimos que nos describan su Dios, dirán: “Mi Dios es consciente, es todo Luz, omnisciente y omnipresente, tiene todos los poderes, da la vida a todo y todo le pertenece, que no nace ni muere” ¿Habrá alguno que diga que su Dios es una piedra, tierra o metal, que es vacío y sin consciencia, débil, ciego o sordo? Es claro que la naturaleza de Dios es plena consciencia, ya se trate de Cristo, de Vishnu, de Buda o de Zoroastro, Dios es Consciencia y tiene las cualidades de Dios. Si alguien posee todas estas cualidades es el signo de que es el Absoluto (Paramatman), Vasudeva en tanto que consciencia/conocimiento presente en el corazón de todos. Este Dios que reside dentro de Mohammed también está en el corazón del Cristo. Las cualidades de Vishnu, en tanto que protector, son sostenidas por este mismo Dios y no por “otro” Dios. Cualquiera que sea el Dios adorado por los fieles, es a este Ser interior único a quien veneran. La devoción a todos los otros dioses(exteriores a sí mismo), de hecho solo está destinada a este solo Dios, la Verdad Suprema, y sus formas múltiples no son más que los templos de este Dios único, Atmadeva. Todos los nombres son sus templos, pues Él está presente en lo más profundo de todas las formas de ser y reside en ellas. Él recibe la veneración que todos le testimonian. Las acciones del cuerpo físico y las ideas, sueños o deseos que atraviesan el mental se producen por amor de este Dios, por su placer. El autor de todas nuestras acciones, aquél que las aprecia y que goza de ellas no es otro que Dios y si reconoces este hecho en cada movimiento, tu tarea ha acabado. Todo acto, benéfico o no, es de esta forma dedicado a Brahman, el aspirante, en cuanto a él (al acto), queda absolutamente libre, esto es lo que significa “Dnyana-yadnya” o el sacrificio por el conocimiento. Mientras que vayas o vengas, hables o comas, des o tomes, estés sentado o de pie, o que hagas el amor, cualquiera que sea tu actividad, rechaza todo sentimiento de culpabilidad y piensa en Dios. Hemos visto que todo es el juego de la única consciencia y contemplar esto significa contemplar a Dios. La consciencia del cuerpo debe de ser transformada en consciencia del Ser y la liberación es comprender que el Ser es el único actuante. Es la vía aconsejada por Samartha Ramdas y Toukaram, que suplicaba a Dios que le concediese este favor: “¡Haz que no te olvide nunca!”. Nosotros no debemos olvidar nunca al Ser, la liberación está entonces a nuestro alcance. El mental, igual que una cuerda finamente tejida, está tejido en la única dirección de la consciencia del cuerpo, es necesario destejerlo en dirección opuesta, la de la consciencia del Sí. Una vez destejida la cuerda, sus hilos se dispersaran con el viento y ya no existirá como tal. Una inscripción atornillada en un muro, no puede retirarse si no es destornillada, es decir vuelta en sentido opuesto. Si el mental, guiado por el intelecto, es orientado en dirección opuesta a la consciencia del cuerpo, es decir hacia el Ser, será absorbido en el mismo Ser, igual que el mental concentrado en Rama es absorbido en Rama. El mismo mental se vuelve Rama y ya nada subsiste en tanto que mental, él es uno con Rama rupa (forma sutil de Rama). El aspirante puede experimentarlo.
Maya y Brahman.
Con el fin de comprender mejor el juego de la sola y pura Consciencia, hagamos una experiencia, salgamos, por ejemplo, de nuestra casa para ver la luna. ¡Con qué rapidez la pura consciencia se precipita sobre la luna! ¡En una fracción de segundo, ella abraza todo el cielo! ¿Tiene el mental esta rapidez? ¿Cómo va a tenerla, si es gracias a esta consciencia por lo que él se mueve? Allí donde va el mental, está primero presente la consciencia. Así que no podemos extrañarnos que el movimiento del mental sea bloqueado en el seno de esta consciencia. ¡Solo necesitamos abrir los ojos y la Consciencia/Conocimiento abraza todo el cielo, el brillo de las estrellas y la esfera de la luna! Mejor que decir que la consciencia abraza todo, es decir que el todo ya ha sido abrazado, pero que se experimenta después. Cuando la consciencia va del ojo a la luna, se trata del conocimiento/consciencia objetivo. En este ejemplo, la luna es el objeto y la consciencia toma esta forma en el momento que la reconoce como luna. Si una nube pasa delante de la luna, la consciencia toma la forma de nube y el objeto visualizado es la nube, así ella abraza la nube y la reconoce como objeto. Intentemos ahora ver la consciencia sin objeto, la pura consciencia sin reconocerla en un objeto cualquiera. No nos hemos dado cuenta de esa nada o ese vacío que se extiende desde el ojo hasta la luna, y sin embargo está ahí, residiendo en su propia naturaleza. Es la forma pura de la consciencia, pero si no detenemos en ella nuestra atención, este vacío se vuelve objeto de percepción en tanto que espacio. Lo que puede percibirse es Maya (ilusión), mientras que lo que no puede ser visto es Brahman. Mientras que mirábamos la luna, no hemos hecho un objeto de observación del espacio, por tanto es la consciencia sin objeto. Si este espacio vacío, se separa y se vuelve un objeto de percepción, esta pura consciencia se transforma en vacío (cero). La diferencia entre el espacio y la pura consciencia es la siguiente: percibir su propia naturaleza como algo separado es el espacio, mientras que abandonar la percepción (la observación) es el signo de la consciencia pura. Una vez conocida la pura consciencia, se la podrá distinguir incluso si está asociada a los objetos. Por ejemplo, el agua líquida se solidifica al contacto con el frío y se vuelve hielo. A pesar de esta densidad, se la reconoce siempre como siendo agua. Igualmente es fácil reconocer que la humedad del barro es agua. Una vez reconocida la pura consciencia, su permanencia en este mundo cambiante bajo la forma de Sat-Chit-Ânanda (Ser-Consciencia y Beatitud) también es conocida. El agua pura no tiene ni color, ni forma, ni gusto, ni olor, y si se comprende bien esto, siempre se podrá reconocer incluso cuando ella esté asociada a otra substancia o cuando su forma sea modificada. Ya esté en forma sólida en el hielo, ya adquiera un gusto picante, al mezclarse con una composición picante, un gusto azucarado en la caña de azúcar o se transforme en perfume en la rosa, fácilmente se puede reconocer el agua pura si hacemos abstracción de la forma, del gusto y del olor. La pura Consciencia puede reconocerse por este método de eliminación, incluso si está condicionada. Este condicionamiento se descubre al discernir los elementos dentro de la forma, entonces se comprende cómo la pura Consciencia penetra toda forma. Pero algunos, antes de alcanzar la pura Consciencia por el método de eliminación, comienzan a cotorrear sobre Dios, y adoptando el método de la enumeración repiten machacando: “Él abraza a todos los seres y todas las formas”, “Solo Rama existe”. “El mundo y su creador no son más que uno”, étc. Todo este bla-bla no tiene ningún interés y los que se contentan con repetir fórmulas profundas como: “Yo soy Brahman, los sentidos hacen su trabajo, yo no soy el autor, no existe en mi ni pecado ni virtud”, no realizan el Sí, sino que se ilusionan sobre ellos mismos. Estos autodidactas de la búsqueda del Sí pierden el gozo por este mundo y por el otro. Kabir decía de tal hombre: “Se ha ido como ha venido”. Estos hombres mueren en el mismo estado de consciencia en el que han nacido, no han avanzado ni un paso. Estos eruditos mundanos toman el sonido de la palabra por el verdadero conocimiento del Ser, pero ¿puede la verdad penetrar en el espíritu del ignorante? “Los sentidos hacen el trabajo de los sentidos, yo no soy los sentidos”. “Las cualidades del mental dependen del mental”, las cualidades del cuerpo, del cuerpo ¿En qué me conciernen? Yo no soy ellas”. No hay nada falso en estas afirmaciones, pero ¿quién comprende la verdad? ¿Quién experimenta la verdad? Solo aquél que verdaderamente sabe quien es, pero ¿cómo puede eso ayudar a los otros, si ellos mismos no lo experimentan? Cada uno debe experimentar su propia felicidad, y sobre esto Toukaram decía: “Cada uno por sí mismo”. Si se le enseña a un loro a repetir las palabras: “Brahman es la verdad, el mundo no es mas que apariencia”, él las repetirá, pero ¿podremos decir que ha comprendido a Brahman y lo que son la apariencia y la verdad? Sin la comprensión no se puede recibir la felicidad del conocimiento. El discípulo debe, pues, desconfiar de los que hablan bien y persistir en su búsqueda con el fin de alcanzar por medio del método de la eliminación, la comprensión de la pura Consciencia. El que busca no debe de seguir al predicador hipócrita. Primero debe saber, estudiando de manera continua, por medio del método de la eliminación, lo que es el conocimiento puro. Hay diferentes tipos de conocimiento: general, particular, objetivo, el de los fantasmas y las dudas, y el conocimiento sin pensamiento. Los conocimientos particulares, objetivos, oníricos o dubitativos son contradictorios con relación al conocimiento puro. Cuando a través de los ojos la pura Consciencia absorbe en ella un objeto exterior, ella toma la forma de ese objeto y se vuelve consciencia individual o particular. Si el objeto es físico, es una consciencia objetiva, si se trata de un pensamiento (lo que es sutil), es la consciencia conceptual o savikalpa. De esta manera la pura Consciencia toma la forma del objeto o de la idea y se puede colocar dentro de la categoría del conocimiento o consciencia particular. La consciencia individual o particular, al ser artificial, es por fuerza de naturaleza inestable y debe, esta es la regla, volver a la consciencia universal, la conciencia “Yo soy”. Caminamos, por ejemplo, con una cadencia normal, común a todos. De repente aceleramos el ritmo y comenzamos a correr, esta cadencia se vuelve entonces particular, pero sin embargo ¿cuánto tiempo podemos correr? Muy pronto volveremos a la velocidad natural. De la misma forma, interiormente todos somos amorosos, el amor del Ser es universal, común a todos. Pero cuando el amor se dirige hacia un hijo, un amigo o una casa, es un amor no natural, que desaparecerá como ha venido. El amor que “llega” es un amor particular, individual, es transitorio y perecedero. El placer que se obtiene de los objetos exteriores es, igualmente, un placer particular, que es temporal. Una cosa pequeña provoca la experiencia individual, mientras que lo que abraza Todo no puede ser experimentado, ya que él es infinito. Y nosotros somos ese Brahman omnipenetrante. Lo individual o particular es ilusión (maya) mientras que lo universal es Brahman, y nosotros somos Eso. No podemos, pues, experimentar el amor de nuestro propio Si y no gozamos de la dicha y de la felicidad de nosotros mismos. Ahora observamos lo que llamamos “la Consciencia universal” sin objeto ni concepto. Entre el objeto físico exterior y el ojo, u entre el intelecto y el pensamiento hay un pequeño espacio, un intervalo. Este vacío, aunque lo sentimos, realmente no es percibido, no tenemos consciencia de él. ¡Este vacío, esta grieta no percibida, siendo la misma consciencia, no puede ser el objeto de su propia consciencia! ¿Cómo podría el azúcar saborear su propio gusto azucarado? De la misma manera la consciencia no puede experimentarse a sí misma como objeto. De forma natural ella se extiende entre el ojo y el objeto y entre el intelecto y el pensamiento y si estamos vigilantes podremos remarcar de qué manera esta pura consciencia, común, universal, nos impregna espontáneamente antes de objetivizarse. Pero esta vigilancia no es la que consiste en decirse frente un objeto: “Yo soy quien percibe(el observador) o quien piensa una idea”, pues eso, realmente no puede ser visto mas que cuando el pensamiento “Yo soy el observador”, y la observación misma, son las dos abandonadas. El instrumento de la visión es el ojo y el del pensamiento, el intelecto. Si dejamos a un lado estos dos instrumentos, no se ve más que la pura consciencia. El ojo y el intelecto acaban por atrofiarse cuando son ignorados, entonces solo la consciencia permanece. Intentar conocer la pura consciencia por medio de la visión y el intelecto significa, de hecho, olvidar la pura consciencia (Yo soy), y dar acceso al intelecto. “Conocer significa no conocer, sabiendo esto, el aspirante se vuelve la pura consciencia”, nos dice Samartha Ramdas. Al intentar conocer la pura consciencia, nos separamos de ella, mientras que si no nos esforzamos en reconocerla, no existe separación. Este enigma es difícil de resolver y numerosos son los hombres avanzados, yoguis y ermitaños que han fracasado es esta prueba. Han interpretado mal lo observado y el observador, pues no se cansan de discurrir sobre la Consciencia universal (Paramatma): “Ella es así, como aquello, es parecida a la luz de un millón de soles, es resplandeciente” etc. Ellos han dicho todo lo que se les pasaba por la cabeza, perdiendo de vista la Consciencia de ese que afirmaba: “Ella es así, ella es asá”. ¡Tan ocupados en discurrir sobre el Despertar, han olvidado quién habla! El mismo observador es olvidado. El hombre con coraje marcha a la búsqueda de Brahman, pero lo observado (lo que es percibido) es el obstáculo que encuentra en su camino. La mayor parte de los buscadores topan con esta dificultad. “Entre la multitud del peregrinaje he perdido mi propio Si, e incluso buscando en mí, no he podido encontrarlo. Entonces me he dirigido a la comisaría para denunciar la pérdida de mí mismo. Un policía aproximándose a mí, me abofetea tan violentamente que mi mejilla se puso totalmente roja, él me pregunta: “¿Y quién es este tipo?”. Al instante tome consciencia de mí mismo y estaba muy contento de volverme a encontrar”. Esta es la situación del que siendo el mismo Brahman, está buscando a Brahman. ¿Dónde o cómo puedo encontrar a aquel que todo el mundo conoce, pero que no es conocido por nadie? Aquél que lo busca no conoce su propia naturaleza, que es pura consciencia, y anda errante por la jungla…¡Si que es raro! Más que desear el conocimiento, hay que centrarse en sí mismo, sin esto no se puede conocer a Brahman. Un idiota quería saber lo que era el sueño profundo. Cada vez que se adormecía le venía este pensamiento: ¡ah, ahora voy captar el sueño profundo! Y se frotaba las manos. Eso tenía como consecuencia el despertarlo completamente y después de múltiples tentativas, el pobre hombre, totalmente agotado, abandonó todo esfuerzo para captar el sueño. El proceso es el mismo en la tentativa de captar el Brahman, cuando se abandona todo esfuerzo para conocerlo nos volvemos el mismo Brahman. Rechazar el cuerpo físico y el cuerpo sutil provoca la desintegración del mental y del intelecto. El aspirante alcanza, entonces, el estado del cuerpo causal, que es un estado de puro olvido, de ignorancia, de vacío. Para aniquilar esta ignorancia es necesario adquirir el conocimiento del Brahman, con la ayuda del intelecto sutil y de esta parte de la consciencia que es puro conocimiento que el aspirante intentará conocerlo. Shankara ha calificado de loco a tal hombre, pues aquél que intenta conocer a Brahman con el intelecto sutil no hace más que acrecentar el campo del cuerpo sutil. Después de haber transcendido el cuerpo sutil, penetra en el cuerpo causal, pero si en este punto intenta aun conocer a Brahman con el intelecto, no se establecerá sólidamente en el cuerpo causal y corre el riesgo de volver a caer fracasado al nivel del cuerpo sutil con su cortejo de conceptos, de sueños y de dudas. Si el aspirante imagina que puede utilizar las palabras allí donde el mental y el discurso nunca pudieron penetrar, no progresará nunca y volverá a caer más bien a un nivel inferior. El buscador no debe de permanecer como buscador, sino que debe volverse un ser Despierto (Siddha) y para eso deberá franquear todas las etapas de los cuatro cuerpos. La práctica le permite penetrar sucesivamente en los cuatro cuerpos y purificarlos, solo entonces, “La Verdad del Sí” (Satya Narayana) será solícito y se establecerá en él. Hecho esto, es seguro que el aspirante se ha vuelto un ser Despierto. Hemos procedido al estudio de los cuatro cuerpos y los aspirantes deben de haber seguido este razonamiento. Para que algo brille por si mismo, es necesario afinarlo y pulirlo durante cierto tiempo, igualmente antes de volverse un ser realizado, el buscador deberá pulir sin descanso la consciencia del cuerpo supra-causal con el fin de que esté completamente pura. Sabemos que la Pura Consciencia es omnipenetrante, pero después de haberlo comprendido intelectualmente es preciso impregnarse de ella y una de las prácticas que favorecen esta asimilación es esforzarse por hacer felices a los que están a tu alrededor. Con este método el Si abraza a todas las cosas y a todos los seres, el mundo entero ya no es más que consciencia, el conocimiento del Sí se establece entonces firmemente. La tesis de los Vedas es de esta forma probada y verificada. Es la vía de la devoción saguna (con cualidades), es decir la devoción del Supremo (Paramatman) en Su Manifestación. Toda forma de vida (insecto, cerdo o perro) es amor del Sí (Brahmananda), pues el Si está presente en todo. Paramatman, el No Manifestado, el sin Forma y sin cualidad, se manifiesta con cualidades bajo la forma del universo. Ciertamente está presente en lo inanimado, pero puede experimentarse claramente en los seres animados, por eso es preferible venerar un Dios vivo antes que a un ídolo de piedra o de metal sin vida. El Dios vivo habla y camina, experimenta claramente las cualidades de la consciencia, él es saguna. ¿Dónde están estas cualidades en un ídolo de piedra? ¿Podemos encontrar en él una de las tres cualidades (sattva rajas, tamas)? En los seres animados, por el contrario, encontramos estas cualidades. Todos los seres son formas de Dios. ¡El sabio que posee el conocimiento (Sattvaguna) colma nuestros anhelos, si se lo pedimos sinceramente, pero si censuramos su manifestación física (tamas guna), solo recibiremos una experiencia negativa que nos llamará al orden! “Venerad el Dios que habla y camina, pues la piedra no es de ninguna utilidad”, Kabir nos lo ha aconsejado claramente. Desde que la palabra “devoción” es murmurada, las flores, el incienso y el kumkum nos viene al espíritu, pero la verdadera devoción consiste más bien en honrar a todos los seres y a hacerlos felices. Shankara ama las hojas de betel, el Dios Matuti ama el sindur y Vishnu las hojas de tulsi… Cada deidad debe de ser venerada con lo que le conviene, pues honrarlo con otra cosa sería pura malicia y no-devoción. Aunque Paramatma (el supremo) sea uno, los fieles veneran a Dios de diferentes maneras en función del condicionamiento al que este Dios está unido. Dios reside, igualmente, en un asno, pero sería una broma pesada a la mirada del Supremo el rezarle con las manos juntas delante de un asno. ¿Estaría contento si le rezases así? Para honrar realmente a Dios que se manifiesta en el asno, es preferible darle agua y yerba muy verde. Satisfacer el Dios que ha tomado forma humana alimentándole es también veneración por el Supremo, pero si hay un error en la ofrenda y el alimento del hombre es dado al asno y viceversa, eso es igual que dar el toro de Shankara a Maruti y el Sindur a Shankara. Para estar plenamente satisfecho, cada uno debe recibir lo que desea. La serpiente y el escorpión son igualmente dios, pero honrarlos consiste en mantenerlos a distancia. Eso significa debéis de dejarlos vivir tranquilamente su vida, pues si intentáis abrazarlos con devoción, este Dios serpiente os morderá, ¡probandoos de esta forma que abrazarla no es honrarla! Alguno se puede preguntar que por qué dejarlos escapar significa honrarlos, pues: “estas criaturas son peligrosas y se las debe de matar”. La respuesta es que una serpiente o un escorpión solo muerden cuando se les toca o están en peligro, pero el hombre siempre está dispuesto a matarlos aunque estén lejos. ¿No es la naturaleza del hombre la que es dañina y no la de la serpiente o el escorpión? En efecto, ya que vosotros tenéis el deseo de matarlas. Dejaros penetrar por el sentimiento de que “Serpientes y escorpiones son mi propia naturaleza”, y se producirá un milagro. El Si de la serpiente o del escorpión no es una piedra. Cuando vuestro Si se establezca en él, se volverá uno con vuestro propio Si y ya no tendrá ningún deseo de morderos, pero mientras que le consideréis como a una serpiente, ella os considerará también como su enemigo. En un espejo veis la misma expresión que tiene vuestro rostro, ¿acaso es culpa del espejo si la expresión es amarga? Si sonreís delante de un espejo, no tenéis ninguna necesidad de ordenar al reflejo que sonría. ¿Por qué os roban los ladrones? Porque constantemente tenéis el deseo de robar a los otros para llenar vuestra casa. Cuando desarrollamos el sentimiento de renunciación, se difunde en el exterior y, aunque no pidamos nada, la gente está predispuesta a dar todo lo que ellos tienen, mientras que aquél que mendiga no recibirá nada. Todo esto puede sembrar la turbación en el aspirante y puede decir: “Maharaj, vuestra manera de pensar parece justa, pero en el momento en que vemos una serpiente o a alguien que nos pone la mano en el bolsillo para robarnos la cartera, es difícil de considerarlos Dios y no actuar”. “Querido aspirante, te comprendo bien, eso te parece imposible a causa de la costumbre alimentada vida tras vida”. En efecto no se llega a esto de golpe, pero, por ejemplo, es posible comenzar la experiencia por los insectos de la casa antes que con las serpientes y los escorpiones. Se puede estudiar la unidad del Sí en todas las cosas y en todas las criaturas, a través de esta pequeñita acción que es no matar los insectos. La experiencia de la unidad de todos los seres, incluso los más molestos, se produce entonces, naturalmente y poco a poco, la confianza en uno mismo se desarrolla. “No hay que matar a los insectos, hay que dejarlos tranquilos”. Tampoco es este el pensamiento que se deberá tener, sino este: “Ellos provienen de mi propia naturaleza y de sus formas, su felicidad es la mía”. Una madre tiene un gran gozo al satisfacer el deseo de su hijo de alimentarse de su seno. Deberíamos experimentar este mismo gozo al dejar que los insectos succionaran nuestra propia sangre. Es un comienzo en el camino que conduce al sentimiento de unidad de todos los seres y persistiendo en esta práctica, la tierra entera pronto no tendrá ni un solo enemigo. Entonces estaremos libres de todo miedo. La temeridad será nuestra compañera. Liberado de la duda, el aspirante alcanza el conocimiento del Sí, pero aun no puede experimentar el gozo de la verdadera liberación. La riqueza es una cosa, pero el sentimiento de gozo que se saca de ella es otra cosa. Su conocimiento no se acrecentará más que si el sentimiento de unidad con todas las cosas nace en él o, al igual que el hombre rico pero avaro, no saboreará la felicidad que emana de la liberación durante su vida. La plenitud de la felicidad es el estado sin miedo pero, aquél que tiene el conocimiento del Sí sin experimentar el sentimiento de unidad, no está liberado del miedo. El miedo es el compañero de la dualidad, es el gran obstáculo que sobreviene en el camino de la felicidad que brota de la liberación. El aspirante deberá venerar al Supremo después de haber realizado el conocimiento del Si, el conocimiento en bruto será así moldeado por la devoción. Un jalebi (dulce hindú) frito en mantequilla se vuelve blando una vez remojado en un jarabe de azúcar. De la misma forma, el ser realizado saborea plenamente la vida a través de la devoción que brota del conocimiento. En un juego llamado “sufarti”, el jugador debe de ir de una casa a la otra, de la más pequeña a la más grande, y cada vez debe de llevarse a la suya, lo que encuentra en cada casa. Entonces el juego termina. De la misma forma, primero se debe de transferir la consciencia del cuerpo físico al cuerpo supra-causal y luego volver a su propia casa (el cuerpo físico) con el tesoro de la pura Consciencia. La experiencia de que “el mundo no es más que consciencia” es en sí misma consciencia (conocimiento) que se vuelve la Realidad Final (vignyana ). Pero a causa del sentimiento que existe alguien más que “yo”, nos afanamos día y noche por proteger a nuestra mujer, nuestra riqueza todas nuestras posesiones de la influencia de ese “otro”. Nos transformamos en centinelas vigilantes reivindicando una propiedad. Pero aquél que se deja penetrar por el sentimiento de unidad con todos: “Yo soy omnipresente y abrazo todas las cosas”, de “gasti” o guardian, se transforma en “Agasti”, el Sabio que avala el océano de los cinco elementos de un solo trago. Así es como el aspirante se libera del miedo en este mismo cuerpo y saborea plenamente el fruto de lo que se llama “liberación”
Sri Siddharameshwar Maharaj - Vedanta
Realización de la verdadera naturaleza del hombre.
Hasta el momento hemos estudiado las diferentes etapas del conocimiento del Sí, después la devoción que sigue al conocimiento. Hemos alcanzado la etapa en que el discípulo se vuelve un Gnyani, consciente de él mismo. El fin de todo conocimiento del cuerpo supra-causal desemboca en el hecho de considerar al mundo como uno mismo. Aunque esto sea cierto, sin embargo Samartha Ramdas ha denominado a esta consciencia del cuerpo supra-causal el “Brahman inconstante” en relación con Parabrahman (más allá de Brahman) que es inmutable. Parabrahman es diferente del Brahman manifestado y no manifestado de cuatro cuerpos, por tanto Él es no- consciencia. La Escrituras dicen: “no es ni esto ni aquello” (neti, neti), eso quiere decir que no es ni la consciencia/conocimiento, ni la ignorancia. Lo Inmutable, que no cambia, Parabrahman o Paramatman es la única verdad, la esencia y la raíz de todo lo que es transitorio, Él es la substancia. Esta es la conclusión de Samartha Ramdas (capítulo II del “Dasbodh”). ¿Por qué es inestable esta consciencia? Porque tiene muchos nombres, masculinos, femeninos o neutros: Satchitananda (la naturaleza divina en su primera expresión: Ser, Consciencia, Beatitud, Ahamkara (ego), Narayana (uno de los nombres de Vishnu), Shiva (el Ser primordial) etc, son de género masculino. Sakthi (Energía), Prakriti (naturaleza original), Shruti (pulsación original “Yo soy”) etc, son de genero femenino. Nija rupam (nuestra propia naturaleza), Mahakarana (cuerpo supra-causal), la pura Consciencia, Brahman etc, son de género neutro, como todos los nombres dados al conocimiento del Si. Lo que no entra en ninguna de estas categorías es el Eterno, el Inmutable, Parabrahman. La cualidad de consciencia del cuerpo supra-causal es ciertamente superior a la del cuerpo físico. Esta consciencia se puede alcanzar con el método de la eliminación, luego con el trabajo deductivo, se mezcla de nuevo con el cuerpo físico. Sin embargo, no se puede decir que este doble movimiento de consciencia sea el signo de que el aspirante haya alcanzado la última Realidad, Parabrahman. Parabrahman es el punto sin retorno. La consciencia es llamada “consciencia”, pero Brahman no tiene nombre en realidad. En la consciencia (yo soy) hay una asociación a la forma del mundo, la inteligencia (Chitta) sufre la modificación, el movimiento, y la consciencia también. La modificación o el cambio es un estado y Parabrahman está más allá de todo cambio. Hay, pues, la misma diferencia entre el conocimiento (gnyana), la consciencia “yo soy”, y el Absoluto como entre la oscuridad y la luz. “Cuando hay contacto entre lo Inmutable y lo cambiante, el intelecto se turba” nos dice Samartha Ramdas, y es así como se desliza el último malentendido. Antes de que aparezca el conocimiento “Yo soy”, el puro olvido se cree, equivocadamente, que es conocimiento. De la misma manera, si este conocimiento (gnyana), no es desarrollado suficientemente, igualmente será mal interpretado y confundido con el supremo Conocimiento (Vignyana) o Parabrahman, que es la ausencia total de modificación, y el aspirante se estancará en ese nivel. Samartha Ramdas ha comparado al sabio (gnyani) que no ha alcanzado el objetivo final, a un hombre despierto dentro de un sueño, que piensa que realmente está despierto, mientras que continúa roncando. ¡ “Pensáis que se trata del Despertar, pero aun estáis dentro de la ilusión!”. Este es el aviso que Samartha Ramdas ha dado a los sabios que se ilusionan de su realización. El cuerpo físico y sutil son como un sueño para el cuerpo supra-causal, pero él mismo es también un sueño dentro de la Realidad Suprema (vignyana). En la ignorancia hay esclavitud y en el conocimiento la Liberación, pero cuando las dos desaparecen, cómo podrá subsistir la idea de la esclavitud y de la Liberación. Las Escrituras no van más allá del cuerpo supra-causal, y hasta allí, todo es teoría. Pero dentro del campo del conocimiento, más allá del cuerpo supra-causal, la conclusión se impone por si misma y es aquí donde todo lo que anteriormente ha sido desarrollado, ahora es borrado. Cuando se aniquila el orden fenomenal, lo que queda es vuestra verdadera naturaleza. Es imposible describirlo con palabras, ya que el conocimiento verbal es en si mismo ignorancia, el que la consciencia se vuelve no-consciencia, y que los remedios prescritos por las Escrituras no son más que obstáculos. Solo por vosotros mismos podéis ver cómo alcanzar la cima. El Maestro os conduce hasta el umbral y os empuja al interior, pero no puede mostraros la belleza del espectáculo interior. ¡Debéis encontrar el tesoro vosotros mismos! Desde ahora ya nada más puede ser transmitido por las palabras, y lo que ellas no han podido alcanzar os ha sido confiado. ¡Podemos incitaros a volveros buscador pero solo vosotros podéis volveros un ser Despierto! Este libro se termina y las palabras ahora son superfluas, el canto del Maestro es límpido: “Hari Om Tat Sat” (Tú eres Eso). Aqui te dejo unos vídeos de conversación sobre texto de Sri Siddharameshwar lo quiero compartir con tigo espero que te gusten Namaste!
Durante la búsqueda del “yo”, hemos examinado los cuatro cuerpos, pero no hemos podido encontrar ni rastro de él. En efecto, el “yo”, silenciosamente, ha desaparecido más allá de los “cuatro cuerpos”, allí en donde ni siquiera existe la noción de “yo” o de “tú”. Sin embargo, no será sumergiéndonos en el silencio cómo obtendremos resultados. En la exposición que hemos hecho hasta aquí, los cuatro cuerpos (físico, sutil, causal y supra-causal) han sido descritos de forma superficial, y ahora, es necesario estudiar detalladamente todos sus aspectos. Mientras que el discípulo no haya comprendido bien y no haya integrado esta comprensión, no podrá alcanzar el silencio profundo. Recordemos bien que estos cuatro cuerpos son etapas que hay que franquear para alcanzar la quinta, “Nihshabda” (Silencio, donde la palabra se vuelve silencio). Quién avanza paso a paso, puede alcanzar la meta del viaje, pero si se salta un peldaño y pasa al siguiente, corre el riesgo de perder el equilibrio y caer hacia atrás. Así pues, solo cuando el primer cuerpo haya sido totalmente comprendido, es cuando el discípulo podrá ver lo que es el siguiente, ya que si sube los peldaños muy deprisa, caerá en la confusión. Siendo el mismo estado en el sueño profundo y el samadhi , o en la ignorancia y el conocimiento, la verdadera diferencia no será percibida en medio de todo este caos y el discípulo podría confundir el sueño profundo con el samadhi y la ignorancia con el conocimiento. Hay una similitud entre un trompo en reposo y un trompo que parece inmóvil debido a la velocidad, igual que entre la obscuridad total y el efecto cegador causado por una luz intensa. A pesar de la similitud de su apariencia, hay una gran diferencia entre estos dos estados, por eso es necesario ir paso a paso, para evitar toda confusión. Ahora, sería prudente llamar la atención del discípulo sobre otro punto. Se trata de quitar las dudas, que las aparentes contradicciones del método de exposición adoptado por las Escrituras, podrían suscitar en su espíritu. Primero examinemos el método adoptado por las Escrituras. Para explicar un punto al discípulo, se le describe insistiendo sobre su importancia, luego se le dice que si él lo comprende bien, recogerá el fruto. Antes de pasar al punto siguiente, se le remarca la futilidad del punto que había comprendido. Entonces se le explica la gran importancia del siguiente punto. La lógica de este método reside en el principio de que no se experimenta ninguna atracción sobre algo, si primero no se señala su importancia y si no se entrevé la tentación de una recompensa. Una vez asimilado el punto, se expone su futilidad de la misma forma y el discípulo renuncia a él automáticamente, deseoso de conocer la siguiente etapa. La Shruti (Vedas) tiene en consideración la sicología del discípulo y primero lo incita a trabajar por su subsistencia, diciéndole que esta es “Brahman”. Le da tiempo de cuidar de su cuerpo, insistiendo en el hecho de que el mismo cuerpo físico es “Brahman”. Ella precisa después, que sea cual sea el gozo que atraviesa al cuerpo físico, de hecho es el cuerpo sutil quien lo saborea. Este cuerpo grosero no es más que un cadáver, y un cadáver no puede gozar de nada si no contiene el cuerpo sutil. Así se demuestra la futilidad del cuerpo físico. Luego la Shruti da importancia al cuerpo sutil: la mente, el intelecto, la energía vital son Brahman. Después viene el cuerpo causal, más denso y más grande, que absorbe al mismo cuerpo sutil. El cuerpo causal es glorificado en tanto que Brahman, y la Shruti dice al discípulo: “Tú mismo te has vuelto el cuerpo causal”. Siendo el cuerpo causal la ignorancia original, la oscuridad total, el discípulo es forzado a continuar hacia el cuerpo supra-causal, al conocimiento del Si (Âtman), de donde emana la voz que dice: “Yo soy el testigo”. Después de haber desechado cada cuerpo, la Shruti afirma que todo es Brahman, pero para explicar al inalterable Brahman, Ella finge ignorancia y repite esta frase: “Ni esto, ni eso”. Lo que no es la ignorancia, es Brahman, lo que no es el conocimiento, es Brahman. Procediendo negativamente, la Shruti describe a Brahman como “Eso”, que está más allá de los cuatros cuerpos. Su principio es, pues, el siguiente: cuando se dice que el uno es más grande que el otro, eso no significa que es “el” más grande. Por ejemplo, si comparamos una aguja de coser sacos de Yute con una aguja ordinaria, podemos decir que es más grande, pero no puede ser más grande que una barrena utilizada para sondear el suelo… Las cualidades como “grande” o “pequeño” no son inherentes a la cosa, pues les son impuestas al compararlas con otras cosas. La misma regla se aplica aquí. Después de haber descrito cada estado como siendo Brahman, teniendo el siguiente más importancia que el precedente, el principio consiste en decir que ninguno de ellos puede ser “el” Brahman, y que Parabrahman es absolutamente único. Guardando este razonamiento en el espíritu, debemos comprender claramente lo que se puede describir como siendo “Brahman”, por qué se le puede describir así y hasta dónde se le puede describir. Y por fin, por qué se puede afirmar que el Brahman es esto, para negarlo después. Por ejemplo, a aquél que quiere cocinar arroz, se le dice que primero encienda el fuego debajo del recipiente que lo contiene, y luego que lo apague después de un cierto tiempo. El debutante puede asombrarse con esta contradicción, pero el maestro le explica que el fuego es necesario hasta que el arroz está cocido, pero que después hay que apagarlo si no se quiere que se vuelva carbón. Por esta razón es por lo que se practica un método solo hasta que el resultado es alcanzado, bajo pena de agotarse y no alcanzar nada. Así cuando el cuerpo sutil es llamado Brahman, comprendemos dónde reside la importancia de este cuerpo, luego pierde su valor en tanto que Brahman y la búsqueda de la siguiente etapa se muestra, entonces, necesaria. El precio que hay que pagar para obtener resultados no esta ligado forzosamente con el valor exacto de la cosa. El ser humano está enfrentado al sufrimiento, porque ha olvidado su verdadera naturaleza. Debe de liberarse de esta calamidad. Prisionero de un cocodrilo, puede escaparse adulándolo, diciéndole, por ejemplo, que su espalda es dulce, etc., pero ¿quiere decir eso que su espalda es realmente dulce? De igual manera, es solo para liberarse del dominio de los cuatro cuerpos, por lo que son llamados Brahman durante cierto tiempo. Guardando este razonamiento en el espíritu, vamos a describir los cuatro cuerpos.
Sri Siddharameshwar Maharaj - Vedanta
La naturaleza del cuerpo físico o grosero es bien conocida. Es una masa de carne y de sangre que se puede tocar. Todo el mundo lo conoce y lo utiliza. El cuerpo físico es “yo”, las pasiones y los deseos que atraviesan este cuerpo son “míos”. El color de este cuerpo, las etapas de la infancia, de la juventud y de la vejez “me” pertenecen. Lo que rodea a este cuerpo, la casta, la religión, la casa, los bienes y las riquezas también son “mías”. Cada ser humano ha aprendido esta lección en el curso de numerosas vidas y se la conoce de memoria. De hecho, esto está tan anclado en él, que incluso en sueños os diría que es fulano o mengano. Por tanto no es necesario repetírselo, pues está profundamente anclado en él. Todo ser humano está sólidamente arraigado en el plano del cuerpo físico. El estado de este cuerpo es el de “vigilia”, compartido entre olvido y memoria. La cualidad “rajas guna ” predomina en este cuerpo. Esta explicación debe de ser suficiente para la comprensión del cuerpo físico. Pasemos ahora a la etapa siguiente, es decir al cuerpo sutil. Es un conjunto compuesto por los sentidos, la mente, el intelecto, el soplo vital(Prana) y el ego o Antahkarana, el cual crea un falso mundo mental cuando el mundo desaparece al cerrar los ojos. Profundizando en el tema, nos damos cuenta hasta qué punto el cuerpo sutil es algo extraño. Todos los movimientos del cuerpo físico son comandados por el cuerpo sutil que produce toda clase de informaciones contradictorias. Oscila sin parar entre la determinación(sankalpa) y la duda(vikalpa), su estado es el del sueño. La memoria continua es el signo del cuerpo sutil y la cualidad “sattva guna ” predomina en este cuerpo. Después de haber sido introducido en este nivel, el discípulo se identifica con el cuerpo sutil. Cuando un pie se ha apoyado en un escalón, el otro pie puede dejar el anterior, así el cuerpo físico es abandonado y el discípulo debe desapegarse de él. Cuando salimos de los límites de un país, franqueamos la frontera de otro país y nos movemos por este nuevo país dejando detrás el otro. De igual manera, para comprender esta nueva etapa del cuerpo sutil, es imprescindible dejar atrás el cuerpo físico o grosero.
Esta tarea no es tan fácil como parece, ya que para franquear todas estas etapas, el ser humano solo dispone de dos soportes. El primero es el del aprendizaje y el segundo, la puesta en práctica de lo que ha aprendido. Pasar del cuerpo físico al cuerpo sutil significa “transcender” el cuerpo físico. Cuando se abandona la identificación al pequeño cuerpo físico, se toma posesión del cuerpo sutil, y es, solo entonces, cuando el cuerpo sutil es aceptado como “yo”. Este “yo” ya no mantiene una relación con el cuerpo físico y las variantes que afectan a este último ya no son “mías”. Ninguna cualidad del cuerpo físico me pertenece, pues yo soy el cuerpo sutil. “Yo” soy la mente y el intelecto. Si el discípulo profundiza en esto, se establece firmemente en la segunda etapa y pierde todo sentimiento de propiedad hacia su cuerpo físico, entonces se vuelve indiferente al estado de este cuerpo y de sus condicionantes. La tercera etapa es el cuerpo causal o ignorancia, es un estado de puro olvido, su cualidad es “tamas ”. En este estado no existe el pensamiento de bienestar, ni siquiera el del cuerpo físico ni del sutil, no hay conocimiento de ninguna cosa. Así es el cuerpo causal, es un estado parecido al sueño profundo(sin sueños) pero que no es el sueño profundo. Es importante comprender este estado. Los que han experimentado el principio “cero” del cuerpo causal (donde no existe nada, que es puro vacío) regresan después de haber alcanzado este punto diciendo: “Más lejos de esto no existe nada”. Desde el punto de vista de los filósofos occidentales, se trata del estado de “lo incognoscible”. Este estado sin pensamientos, ni deseos, libre de toda duda es el “samadhi ” y “Nirvikalpa Brahman” (el Brahman sin atributos), pero cuando este vacío es alcanzado, existe el riesgo de ilusionarse y decir: “Hoy he comprendido a Brahman”. El estado de vacío o de puro olvido es ese intervalo entre dos pensamientos, justo antes de que un nuevo pensamiento aparezca, o ese intersticio entre el estado de vigilia y de sueño profundo. Este estado de “estar totalmente en blanco, sin recuerdo” es llamado “Anandamayakosha ” por la Escrituras. En el estado del cuerpo causal, la lucha, la confusión y el flujo incesante de los pensamientos han desaparecido. Comparando este cuerpo con los otros dos, la paz predomina en él y el discípulo se sumerge en el gozo, pero no debe de olvidar que no es la paz última, la plenitud real. El cuerpo causal es el estado natural de los dioses, de los demonios y de los seres humanos y su característica principal es el vacío, el olvido total. El sueño profundo sin sueños solo se da cuando hay “olvido”, y si decimos: “He dormido, pero puedo recordar algo”, eso es lo mismo que decir: “No he dormido”, pues estar en sueño profundo significa no recordar nada. “Dormir” estando en estado de vigilia, quiere decir entrar dentro del cuerpo causal, que es el estado natural del hombre. No “saber” nada es este estado. Ni los mismísimos grandes eruditos comprenden la naturaleza humana y aun menos la naturaleza divina. Para explicar este estado vamos a estudiar este intervalo o pausa. Si existe alguna cosa difícil, es el establecerse bien en este estado de “vacío”, “de olvido total”; el discípulo deberá hacer un gran esfuerzo para llegar a él. En el intervalo entre dos estados, no hay otra cosa más que la “consciencia pura”. En el estado de “Mouni” (hombre silencioso) la palabra no aparece, y si surge es sin su significación; no hace más que insinuarse. Cuando la palabra aparece y se le autoriza a imprimir su sentido en el corazón, nace el mundo. Si se la deja pasar sin permitirle que imprima su sentido en la mente, significa la supresión del mundo. Cuando la mente ya no es alimentada por la palabra, no queda más que la pura energía de la consciencia y la experiencia continua de este estado es lo que se llama “el estado de silencio”. El discípulo que ha puesto el pie en el peldaño de la tercera etapa, después de haber franqueado la primera y la segunda, siempre tiene la impresión de que es un estado de puro vacío, aunque se le haya dicho que es el estado de la pura consciencia. Tomando este “vacío” por el Brahman, es incapaz de ser el testigo de este vacío, pero se dirige hacia la cuarta etapa y si se vuelve para ver la tercera, no verá nada. Se preguntará cómo su Maestro ha podido guiarle hacia una etapa que no existe. De hecho cuando la pura consciencia es conocida, no puede existir señal de lo que se llama ignorancia. No se puede comprender lo que es el estado del olvido total, pues en él, no aparece ninguna modificación en el mental, salvo el de la pura consciencia. La consciencia o conocimiento se presenta al discípulo de dos maneras. La primera ocurre cuando un objeto se presenta en la consciencia, es la consciencia objetiva. En el segundo caso, no se presenta ningún objeto en la consciencia, entonces se trata de la “pura consciencia”. Estas son las dos modificaciones mentales que se presentan al discípulo y de su punto de vista, la palabra “ignorancia” o “vacío” no tiene sentido. El olvido total no puede existir para él, ya que todo lo que es, es consciencia, que puede ser con o sin objeto. Presentar el estado del cuerpo causal como siendo ignorancia, vacío, estado de olvido total en donde nada puede captarse, es el hecho de la pura consciencia. Para explicar a sus alumnos, que un punto no tiene ni longitud ni espesor, el profesor pinta con una tiza en la pizarra un punto, que tiene longitud y espesor. Y esto aquí es igual, y si no se procede de esta forma, la próxima etapa no puede ser explicada. ¿Se puede proceder de otra forma? El discípulo debe de tener una gran fe en su Maestro y aceptar totalmente que existe un estado de puro olvido, debe proseguir sin descanso su práctica y aprender a olvidar todas las cosas. El cuerpo causal es la causa de los dos primeros. En un escenario de teatro, hay un telón sobre un costado por donde los actores aparecen y desaparecen. El estado natural del hombre es parecido a este bastidor, es el estado de olvido total, de ignorancia. La memoria surge de detrás del telón y luego desaparece. Cuando decimos que habíamos olvidado una cosa justo antes de recordarla, significa que esa cosa estaba en el estado de olvido total, y luego emerge de este mismo estado. Inversamente, cuando decimos que hemos olvidado alguna cosa, eso quiere decir que la cosa que estaba en la memoria ha desaparecido en el bastidor del olvido. La aparición y desaparición de todas las ideas está en la matriz de este puro olvido que es uno. Es el campo común a todos los seres humanos. Todos se llaman ignorantes a causa de este estado de olvido, también se esfuerzan por sacar algunos conocimientos. Pero la mayoría de estos infortunados se dirigen hacia los conocimientos “mundanos”, y pasan de esta forma por alto el conocimiento de su verdadera naturaleza. Es por esta razón por lo que el Maestro dice a su discípulo: “Querido discípulo, tú no eres ni el cuerpo físico, ni el cuerpo sutil, identifícate al cuerpo causal”. El discípulo debe de sumergirse en este estado de olvido. Esto significa: “Yo no soy el cuerpo físico, ni siquiera el cuerpo sutil, por tanto todos estos sueños y estas dudas, que nacen con su contacto, no residen en mí, yo soy puro olvido, desnudo de todo concepto. El nacimiento y la muerte del cuerpo, la miseria y la tentación, el placer y la dulzura, e incluso el hambre y la sed, que brotan de la fuerza vital, nada de eso me puede alcanzar. Las nociones de honor y deshonor pertenecen al mental, el color de la piel al cuerpo, yo soy no-apegado. Nada puede apegarse a mí, yo soy puro Olvido”. Cuando esto está firmemente establecido en el corazón, el estado de puro olvido, libre de todo concepto y apego, se vuelve nuestra propia naturaleza despojada de todas las cualidades de los cuerpos físico y sutil. Por medio de esta práctica mental, el discípulo franquea la tercera etapa y entonces puede pisar el siguiente escalón que es el Mahakarana , o cuerpo supra-causal. Antes de ir más lejos, debemos precisar, que a pesar de su parecido con el sueño profundo, el cuerpo causal difiere de este. En el sueño profundo, todos los sentidos están en reposo, con la consecuente ausencia de los objetos. Todo ser disfruta de la felicidad de su propia naturaleza en este estado, pero no conoce su verdadera naturaleza. Al despertar, resume su experiencia en esta frase: “He dormido tranquilamente, no tenía consciencia de nada”. Así expresa la felicidad de su propia naturaleza, pero también su ignorancia por el tema. Solamente revela el conocimiento de su ignorancia, pues el hecho de haber tenido la experiencia de su propia naturaleza, no quiere decir que la conozca. Un pobre, que ignora haber heredado un tesoro, continúa mendigando su subsistencia, pues para él ese tesoro no existe. De la misma forma, cada ser humano sale y entra en su propia naturaleza, penetra en ella profundamente y tiene la experiencia de la felicidad, pero continúa ignorándola. Por esta razón el sueño profundo no puede ser un medio de conocimiento del Si. En sueño profundo el discípulo no tiene posibilidad de estudiar este estado, mientras que puede hacerlo en el estado del cuerpo causal. Estudiar el puro olvido significa disfrutar del estado de sueño profundo estando en vigilia. El Maestro enseña cómo llegar a esto. No es más que naciendo dentro de su especie que se puede comprender cómo el pez puede dormir en el agua, o por qué no le molesta el agua que entra en sus ojos. De igual manera, ¿cómo se puede disfrutar del estado de sueño profundo estando despierto? Esto solo es comprendido cuando uno se vuelve un verdadero “Guru Pitra” o hijo del Maestro. El cuerpo causal no es otra cosa que el sueño profundo. Pero lo que hemos descrito es el silencio interior, creado conscientemente durante el estado de vigilia. No es el sueño profundo que viene inconscientemente, pues en este último nada puede ser conocido. En el estado de puro olvido que es cultivado conscientemente, la naturaleza del Si es conocida. Esta es la diferencia entre el sueño profundo y el Samadhi. Aunque se sepa que el puro olvido no es más que el puro olvido y que nada puede ser conocido en este estado, el hecho de que el conocimiento (la consciencia) permanezca después que todo sea olvidado, no puede ser comprendido más que después del estudio de este “puro olvido”. Este estado es absolutamente real. El sueño profundo y el puro olvido son los dos el resultado de Tamas Guna (olvido, tinieblas, ignorancia). El análisis del carbón y del diamante revela que los dos están compuestos por carbono. Aunque eso sea cierto, no es necesario decir que existe una gran diferencia entre su valor respectivo. Si están hechos de la misma materia, ¿por qué el diamante brilla, mientras que el carbón no tiene brillo y es negro? Eso se debe a las diferentes proporciones del mismo componente: el carbono. De la misma manera, entre el sueño profundo y el estado de puro olvido, es la proporción de ignorancia la que marca la diferencia, densa en el sueño profundo y débil en el estado de puro olvido. En el momento que la profundidad del sueño profundo disminuye, se produce el despertar a la vigilia, pero el hombre, que sale del sueño profundo, aun se encuentra dentro de las brumas del sueño profundo. Este estado es el resultado del sueño profundo que se vuelve cada vez más superficial mientras que el despertar a la vigilia emerge. El sueño profundo es como una espesa cortina negra que recubre la luz del Si, mientras que el cuerpo causal o estado de puro olvido que examinamos, es un ligero velo transparente. La beatitud es la misma en el sueño profundo y en el cuerpo causal (estado de puro olvido), pero desde el punto de vista del conocimiento de su naturaleza, el sueño profundo es tan inútil como una relación sexual con una mujer estéril. El estudio de Anandamayakosha, o envoltura de beatitud, bajo la forma del estado de puro olvido, procura un gozo intenso, siendo esto un signo que anuncia el conocimiento de su propia naturaleza. Vamos a estudiar el Mahakarana o cuerpo supra-causal que viene después del estudio del puro olvido, pero antes se muestra necesaria una precisión para los discípulos que siguen la vía trazada por Bhausaheb Maharaj . En este grado puede surgir en ellos una duda, pues si el estudio del cuerpo causal significa el olvido de todas las cosas, ¿quiere decir eso que hay que olvidar también la Mantra dada por el Maestro? ¿E igualmente abandonar las formas y los colores visualizados por el Maestro? En efecto, incluso esto debe de olvidarse, pues el discípulo deberá de asegurarse, de ahora en adelante, que toda agitación mental ha cesado completamente. Concentrándose sobre la punta de la nariz, los ojos semicerrados, nada debe de aparecer a parte de la encantación, de los colores y las formas visualizadas en la meditación. Una vez establecido completamente en este estado, es verdad que incluso esto debe de ser olvidado. Cuando la casa ha sido limpiada, no continuáis con la escoba en la mano, también debéis dejarla. Es como disciplina que el Maestro da una Mantra al discípulo. Le da un útil bajo la forma de mantra, para limpiar la suciedad, que son la duda y la inquietud, los sueños y los conceptos acumulados en el cuerpo y la mente, vida tras vida. Así vemos hasta dónde se debe de conservar el útil y cuando es preciso abandonarlo.
Veamos ahora qué es el cuerpo Mahakarana o cuerpo supra-causal, el padre de los otros tres cuerpos.
Sri Siddharameshwar Maharaj - Vedanta
El rey Janaka (creador, productor) era Videhi, que quiere decir sin cuerpo. Tenía una hija llamada Janaki (conocimiento). En nuestra mitología, el rey Janaka representa el cuerpo supra-causal, que es un estado de consciencia sin el cuerpo, a pesar del hecho que el cuerpo todavía existe. Es el estado de consciencia del cuerpo Mahakarana. Este es el rey Janaka. Janaki, la facultad de conocer, es creada. Aunque sea llamado cuerpo Mahakarana, si se lo compara con los otros tres cuerpos, se trata de un estado sin cuerpo, pues no tiene atributos y es no condicionado. El cuerpo supra-causal es el conocimiento o consciencia, pero eso no quiere decir que esté ausente en los otros tres cuerpos. La consciencia es la misma, esté perturbada o serena, siempre es pura, sea cual sea su condición, incluso cuando está totalmente sumergida en la zona pantanosa de la consciencia objetiva. La consciencia es “una”, sea cual sea su estado o condición, pero dentro de los tres cuerpos, es considerada como algo alterado o como consciencia objetiva condicionada. El cuerpo supra-causal es el estado de equilibrio referente a las cualidades (gunas), es la experiencia de la pura consciencia. La consciencia es una, en la ecuanimidad o en la confusión, pero un ser inexperimentado, que se identifica a los condicionamientos, verá diferencias y separaciones dentro de la misma consciencia. La dulzura de un laddú, de un jilebi o de un basundi (diferentes dulces hindús) no es debida más que al azúcar, pero a causa de su forma diferente decimos, “el laddú es dulce”, “el jibeli es dulce” y “el basundi es dulce”. Si el azúcar no es mezclado a ningún ingrediente deberemos decir sin embargo “el azúcar es dulce”. Pero si damos a alguien un laddú para hacerle descubrir lo que es el azúcar, no podrá conocer la verdadera naturaleza del azúcar.
Solo la podrá conocer si prueba el azúcar puro.
En todos los otros estados, la consciencia siempre está condicionada, no puede ser experimentada en su estado original, mientras que la consciencia del cuerpo supra-causal brilla en su pura naturaleza. Por esta razón el discípulo debe de ser conducido hasta el cuerpo supra-causal. Una vez conocida la pura consciencia, aunque esté mezclada con otros tipos de consciencias objetivas, el discípulo sabrá discernir y no le vendrá a la mente que existe una entidad llamada mundo separada de la consciencia del Si. Mientras que cada estado aparece y desaparece, el testigo de este estado nunca ha aparecido y nunca desaparece. El testigo de la infancia, de la juventud y de la vejez del cuerpo físico ha sido quien ha examinado todos los sueños y dudas del cuerpo sutil. El mismo testigo también ha visto el cuerpo causal, donde no existen sueños ni dudas. Aquél que ha sido testigo de todos estos cuerpos (o envolturas), está despierto siempre. Una mujer tenía la extraña particularidad de dar a luz hijos que morían siempre antes de haber podido conocer a su madre. Nunca veían la cara de un hermano o de una hermana, pues ya estaban muertos. Ella tuvo varios hijos que morían todos de la misma manera. La mujer era siempre la misma después de haber enterrado a sus hijos. Ni uno solo de ellos había podido ver la cara de otro, pero la madre había visto la cara de todos y se recordaba de cada uno de ellos. Los cuatro cuerpos han nacido del cuerpo supra-causal, bajo la forma de Mahamaya (o la gran ilusión) y ellos nunca ven la cara de los otros cuerpos ni la de su madre. Incluso cuando un estado penetra en otro, la consciencia, que viaja por todos, nunca es alterada. El cuerpo supra-causal es el hilo que mantiene todas las perlas del collar unidas, y aunque las perlas no se penetran unas a otra, el cuerpo supra-causal penetra todos los otros estados (vigilia, sueño y sueño profundo). En el cuerpo supra-causal el estado de consciencia es la llama del Si, la cual se descubre después de procurar que la misma ignorancia sea olvidada. Cuando la naturaleza de la consciencia testigo es conocida, el estado de ignorancia se desvanece completamente. Pero eso no quiere decir que la apariencia de lo que es visto, manifestado, desaparezca igualmente, solo cambia la actitud del discípulo. Gracias a su intensa búsqueda, experimenta todo lo que ve y todo lo que aparece en tanto que consciencia. En el momento en que comprendemos que la joya solo es oro, el objeto en si mismo no es destruido. De la misma forma, una vez que el Señor del universo es conocido, el universo no desaparece. A la luz de una lámpara la oscuridad se disipa, sin embargo no hace desaparecer los objetos ahora iluminados. La naturaleza de los objetos se revela con la luz. Mientras que nosotros percibimos y sentimos el mundo a ciegas en la oscuridad de la ignorancia, el Maestro ilumina nuestra visión y, cuando brota la llama del conocimiento en nuestro corazón, extiende su luz alrededor de ella y la oscuridad desaparece. El mundo permanece tal cual es, mientras que su verdadera naturaleza es desvelada. Después de haber adquirido el verdadero conocimiento, nuestro punto de vista sobre el mundo cambia. La percepción de un espejismo es diferente según el punto de vista de un hombre o de un ciervo. Cuando una roca es calentada por los rayos del sol, las ondulaciones del vapor que se elevan, parecen, para quien las observa, un arroyo de agua. Esta ilusión se llama espejismo. En Marathi el espejismo se llama mrugjala (el agua del ciervo). El ciervo, ilusionado por el espejismo del agua, se precipita para saciar su sed, creyendo que es verdaderamente agua. Cuando se da cuenta que no hay agua, queda decepcionado. Esta es la actitud del ciervo que toma como agua la apariencia de agua. Mientras que el hombre, comprendiendo que se trata de una espejismo, no le hace caso y por tanto no es decepcionado. Esto se debe al intelecto humano. Desde el punto de vista del sol el espejismo no existe. Entonces, ¿de dónde viene esta apariencia del espejismo? La actitud del hombre ordinario, la del aspirante y la del Siddha , u hombre liberado, son diferentes. El hombre ordinario no se entrega más que a las tareas prácticas, pues considera que el mundo es real. El aspirante, que realiza el conocimiento del Sí, ve el mundo como una ilusión, una apariencia, mientras que el hombre realizado, aquél que es uno con el Si y el Todo, no ve, en absoluto, el mundo . En la primera parte de la exposición, hemos estudiado los cuatro cuerpos, desde el cuerpo físico o grosero al cuerpo supra-causal. Entrando dentro del cuerpo supra-causal, el aspirante no puede ser llamado Siddha, aunque haya obtenido el conocimiento del Si, pues aun no es más que un sadhaka , solo un aspirante. El ser liberado reside más allá del cuerpo Mahakarana o supra-causal, dentro del campo de Vidjnana (Conocimiento de la Realidad). Este tema no lo vamos a tratar ahora, mejor vamos a estudiar el Mahakarana o cuerpo supra-causal de forma detallada. Hemos dicho que el cuerpo supra-causal es la supresión del estado de ignorancia, pero la ignorancia o el estado de puro olvido no existe más que en relación con el cuerpo físico y el cuerpo sutil, y por tanto, no tiene existencia propia. Su existencia relativa debe anularse por la adquisición del conocimiento, aunque sea ridículo decir que “lo que no existe” debe de ser destruido. Rama tiene un aro, Govinda no lo tiene, ¿acaso la ausencia de un aro denota la existencia de alguna cosa llamada aro? No. Exactamente de la misma manera, el estado de puro olvido, que no existe, solo ha aparecido en relación con el cuerpo físico y sutil, es, pues, un estado imaginado. Samartha Ramdas, en su obra monumental, “Dasbodh”, ha demostrado que “este estado de ignorancia bajo la forma de puro olvido es un estado en el que lo que no era se vuelve no-existente”. ¿Existe verdaderamente el estado de conocimiento del Si? El testigo de la ausencia de los sueños y de las dudas, como en el estado de puro olvido y el que sabe que estos no existen, es Dnyanadeva, el Señor del conocimiento, el testigo de la disolución de las modificaciones de la consciencia. El preside el cuerpo supra-causal. Este conocimiento o consciencia observadora, no obstante, es un parásito de la pura naturaleza del Si, que no es más que un remedio para la ignorancia del cuerpo causal. En el momento que la consciencia observadora abandona el cuerpo y el estado causal, comienza a mirarse a si misma. La observación de su propio Si, no puede llamarse estado de testigo, ya que solamente cuando olvida su Si y ve alguna cosa diferente de él, que el observador puede ser llamado “testigo”. Cuando comienza a verse a él mismo, permanece en esta consciencia. Esta consciencia es de la naturaleza del Absoluto. En esta soledad, hay un gusto por repetirse “Aham Brahmasmi, Yo soy Brahman”, pero incluso esta consciencia con esta voz, que se eleva del interior, se encuentra presa y apegada al cuerpo supra-causal. Este “Aum” (Om) es la gran ilusión, Mahamaya, que pertenece a los tres gunas (los tres constituyentes de la naturaleza original) y para desembarazarse definitivamente de la gran ilusión, este murmullo debe de desaparecer también. “Yo soy Brahman”, esta clase de “Yo” sobrepuesto a la naturaleza del Sí (Yo o Âtman), realmente es la ausencia de ego o de un si separado, pues este “yo” sutil es parecido a una partícula de sal dentro de la leche y por tanto debe de ser suprimido. Tomar lo falso por lo verdadero es una actitud malsana, mientras que discernir lo verdadero de lo falso es la actitud justa. El cuerpo físico es “yo”, el cuerpo sutil es “yo”, y el cuerpo causal es también “yo”. Mientras que el hombre mantenga su ego en estos tres cuerpos, se trata de un orgullo malsano, pero cuando este conocimiento que considera “yo” es tenido como Brahman, puede ser llamado “sin ego”, porque este sentimiento de ser está dentro de la verdad. Esto es exacto, pero si la verdad canturrea sin cesar: soy verdad, soy verdad, entonces se eleva la duda sobre lo que él llama verdad. Si un brahmán repite a alguien que le escucha: “¡Yo soy un brahmán, yo soy un brahmán!”. Aquél que lo escucha, pensará: “Si este hombre es un brahmán, ¿por qué lo repite tanto? Seguro que debe de ser de una casta inferior”. De la misma manera, la repetición de la fórmula “Yo soy Brahman”, parece demostrar, que esta consciencia del cuerpo supra-causal no está liberada de la duda en cuanto a su propia naturaleza. Desde este punto de vista, incluso la memoria de “Yo soy Brahman”, que recuerda al hombre su Si, debe de ser borrada. La consciencia del cuerpo supra-causal, de esta manera, se estabilizará en un estado que no es ni la memoria ni el olvido. Entonces el aspirante estará en la naturaleza de la Pura Consciencia y de la pura felicidad. Si se la considera nuestra experiencia física cotidiana, estamos en un estado natural sin recuerdo ni olvido. Se puede hacer esta experiencia: “¿Me he olvidado de mí mismo?” o ¿me recuerdo de mí mismo? ¿Alguien ha intentado probar de esta forma su existencia? Nosotros no nos olvidamos de nosotros mismos nunca y tampoco es necesario acordarse de uno mismo. Estamos en este estado natural que está más allá de los estados de recuerdo y de olvido. Es nuestra verdadera naturaleza real. El recuerdo y el olvido siempre conciernen a algo que no es nosotros mismos. A partir de esta verdad, podemos decir que todo lo que es olvidado o recordado no es “yo”. Deberéis estar firmemente convencidos de que, lo que se puede recordar o lo que se puede olvidar, en absoluto sois vosotros mismos. Cuando no hay memoria ni olvido de uno mismo, sino solamente el hecho de ser Uno mismo, es lo que se llama “Iluminación de Si mismo”. No sois el cuerpo físico, tampoco el cuerpo sutil, ni el cuerpo causal, sois de la naturaleza de la consciencia del cuerpo supra-causal (el conocimiento “Yo soy”). Por el método de eliminación, que acabamos de ver, el aspirante ha adquirido la convicción de que su verdadera naturaleza es la pura consciencia “Yo soy”. Las Escrituras (Shruti) considerando los cuatro cuerpos, proceden ahora por deducción. Hasta aquí ha sido demostrado que no sois los tres cuerpos, y volviendo atrás, las Escrituras declaran que todo esto no eres tú y que toda apariencia visible, es decir el mundo, es el juego de tu consciencia. La demostración es la siguiente: una cosa producida es parecida a la cosa de donde proviene. Por ejemplo, el hielo siempre es agua, pero para aquél que mira superficialmente, el agua es líquida y el hielo es sólido. El agua no tiene forma, pero el hielo sí, sin embargo son una sola y misma cosa. El mundo y su Señor (Dios) son uno, es el mensaje de los Vedas. La tierra, el agua, el fuego (la luz), el aire, el cielo, parecen diferentes desde el punto de vista físico, pero eso es debido a sus diferentes combinaciones. Igual que el hielo al fundirse se vuelve agua, la tierra se disuelve en el agua, el agua se evapora con el calor o la luz, el calor(fuego) reside en el aire y se funde en el cielo hasta desaparecer en él. Debido a que el Si es la matriz de los cinco elementos, todos desaparecen en el Si. Si todos estos principios fueran diferentes, no se disolverían nunca el uno en el otro, pero ya que pueden ser disueltos sin que quede ningún residuo, los cinco elementos, el cuerpo físico y el cuerpo sutil, únicamente son el Si. El Si se manifiesta en una gran variedad de especies y de caracteres. Cuando un pintor pinta diferentes elementos como: un árbol, una vaca, un río, el cielo, Dios, los demonios y los seres humanos, todo está pintado con una sola y única cosa llamada pintura. De igual manera el espectro del mundo con su infinidad de variadas formas, no es otra cosa que la pura consciencia (el Si). Es la conclusión convincente del método deductivo. Aquí es preciso decir, que no es importante que se adopte el método de eliminación, el de la deducción o cualquier otro método que podría parecer contradictorio, pues la finalidad es la de dispensar el conocimiento del Si. Cuando los estudiantes resuelven un problema de matemáticas con métodos diferentes, solamente importa que la respuesta sea buena. Solo cuenta el resultado, el método es secundario. Las Escrituras (Shruti) han aceptado cualquier método que podría explicar al aspirante la naturaleza de su Si verdadero.
Sri Siddharameshwar Maharaj - Vedanta
Sin embargo, una dificultad aparece cuando se quiere probar la naturaleza idéntica del agua y del hielo, del mundo y de Dios, del oro y de la joya. A través del método de la deducción, aunque el oro y la joya tienen la misma naturaleza, hasta que el joyero no trabaje el oro, la joya no puede aparecer. El agua solo puede transformarse en hielo si hace frío. Aunque el mundo y Dios no son más que uno, el razonamiento presupone que ha habido una transformación de Dios y que se ha solidificado en tierra o que se ha fundido en agua, y que luego se ha vuelto fuego, étc. Esto supone que al principio Dios se ha vuelto los cinco elementos y que así se ha formado el mundo. Es el defecto del método deductivo y podemos levantar una crítica sobre este punto, pero Samartha Ramdas lo ha recusado con esta frase: “¡Oh hombre! ¿Por qué te interrogas sobre algo que no existe? El mundo no ha llegado a existir, mientras que solo el Absoluto (Parabrahman) existe”. Olvidarse de su Si es el nacimiento de Maya (Ma: no es, ya: que), “lo que no es” es algo que no existe. ¿Cómo describir esta mujer (Maya es de género femenino) que no existe? ¿El hijo de una mujer estéril es blanco o negro? ¿Qué edad tiene? ¿Cuál es su altura, su casta? Étc. ¿Cómo responder a estas preguntas? Para que un niño deje de llorar, se le dice: “Va a venir el coco”. Y se calma gracias al coco que no existe. Después le pregunta a su padre: “¿Cómo es el coco? ¿Tiene el hocico muy largo y los dientes muy grandes?”, étc. Entonces, él se ve forzado a explicar que su hocico es enorme y que sus pies llegan hasta las comarcas lejanas, étc. Se inventa todo lo que se le pasa por la cabeza, haciendo un retrato terrorífico del coco y diciendo al final: “¡Así más o menos es el coco, así que pórtate bien!” Esta clase de descripción es ideal para Maya, la ilusión. Maya, no-existente, existe y crea el mundo. Los Vedas han intentado explicar a los buscadores de verdad, según su capacidad de comprensión, cómo fue creado el mundo y de qué clase de ilusión se trata. En cierta manera las Escrituras han encontrado el origen de la ilusión y del mundo: “Esto se produce espontáneamente”. El razonamiento de deducción puede contradecir otra teoría. Pero en lugar de acusar a los Vedas de engaño, de decir una cosa a uno y otra cosa al otro, es más justo considerar que los Vedas han dispensado el conocimiento del Si a todos. Aspirantes y buscadores, al utilizar el intelecto a través de sus propios filtros, se equivocan al tratar de la naturaleza real de este mundo, y los Vedas han barrido esta ilusión. Una madre dará gachas a uno de sus hijos, mientras que a otro, que sufre indigestión, le dará una torta hecha con otra clase de cereales. ¿Diremos que esta madre es injusta? Ella sabe el alimento que conviene a cada uno de sus hijos. Podemos decir la misma cosa de los métodos utilizados por los Vedas: métodos diferentes para aspirantes diferentes. Las diferencias son de orden intelectual, pero todos sufren de la idea de lo creado, de la manifestación (Sansara ), y de la idea de que el mundo ha sido creado. Para curar esta enfermedad, los Vedas han tenido que aplicar diferentes métodos, en función de la capacidad de comprensión de los aspirantes. La fiebre es un único y mismo síntoma, pero el médico con experiencia dará diferente tratamiento en función del estado físico del enfermo, buscando siempre la misma meta, que es el curar al enfermo. La meta es la misma, pero los medios para llegar a ella son diferentes. Un medicamento puede ser conveniente para un enfermo, pero no para otro que tenga una condición física diferente. De la misma manera, el conocimiento dispensado a un aspirante que tenga cierta cultura, no tendrá utilidad para otro que tenga una cultura más amplia o más pobre. No hay, pues ninguna falta en los métodos adoptados por las Escrituras, la falta se encuentra más bien en el mental del aspirante. La meta de la Madre Shruti es que todos sus hijos comprendan lo que es el conocimiento del Si. El aspirante debe, pues, abandonar su actitud crítica y realizarse a través del conocimiento del Si.
Aqui te dejo unos vídeos de Maharaj habla de conocer a su maestro Siddharameshwar Maharaj. Un satsang muy agradable. lo quiero compartir con tigo espero que te gusten Namaste!