HOLAAA

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Les enseñaré una manera muy fácil: hagan su trabajo pensando que el trabajo también pertenece a Dios. No fijen su mente en la tarea, pensando "es mi trabajo". Piensen que todas las acciones que hacen, las hacen para Dios. Ofrézcanlo todo a Sus Pies. Crean, y díganselo a ustedes mismos, "todo lo que hago lo hago por amor a Dios".

Conecta tu mente y Corazón con Yoga

Anusara Yoga


 El yoga tiene una amplia relación con nuestra mente y cuerpo. La razón es que muchas cosas ocurren a nuestro alrededor y necesitamos “hacer algo” que nos ayude a canalizar nuestras experiencias de vida. En este sentido, Anusara yoga, es una de las ramas de esta disciplina que te otorga bienestar, relajación, fortaleza física y mental.

 En entrevista, Ashleigh Altman, experta en Anusara yoga  explica que practicar esta técnica te permite lograr una conexión contigo mismo; tu mente y cuerpo trabajan con un sólo propósito: hecerte sentir mejor:

 “Para disfrutarlo necesitas venir, tomar clases. Sientes una conexión cuando practicas yoga, especialmente el anusara. Lo experimentas cuando extiendes tus manos sobre tu mat (tapate), tus pies en el piso, en cada movimiento de tu cuerpo”.

Practica Yoga Meditación
Practica Yoga Meditación 


 “Con esta disciplina, sentirás múltiples emociones en tu cuerpo, por lo que debes estar concentrada; en ocasiones las posutras son muy difíciles, pero no debes asustarte, porque hay instructores que están al pendiente de ti. Tienes que ir a tu ritmo; sin presionarte. Necesitas abrir tu mente y corazón”.

 En este sentido, Altman afirma que el yoga es básico para despejar la mente de todas las cosas que pasan en el momento. Es un mecanismo para regresar a los orígenes y estar en contacto con nosotros, darnos un espacio en donde nos sentimos mejor y renovarnos de energía en tributa a nuestra salud:

“Lo que necesitas es abrirte a la energía, experimentar y permitir que los cambios positivos en tu vida ocurran. La gente debe darse esa oportunidad y disfrutar de todos los beneficios que genera”.

¿En qué consiste?


 Anusara yoga es una práctica fuerte de Hatha Yoga combinada con filosofa tántrica, que está simbolizada como una celebración del corazón. Es un término sánscrito proveniente del Kularnava Tantra que significa  "fluir con gracia; seguir al corazón".

 Esta disciplina se basa en el amor, belleza y honestidad. La idea es estar abiertos a cambios continuos y reestructuración. Actualmente Anusara Yoga es uno de los estilos de yoga más populares y de mayor crecimiento en el mundo, con más de mil 200 profesores afiliados y 100 mil alumnos alrededor del mundo.

Practica Yoga Meditación
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Fuente: enforma.salud180.com

Yoga es sinónimo de bienestar y belleza pop como Madonna

Yoga en la batalla anti Envejecimiento


 Al parecer el yoga está de moda. El Occidente finalmente ha aceptado su práctica y le ha permitido un acercamiento global como una alternativa holística para la salud y el bienestar.

 Gracias a ídolos del , quien abiertamente ha hecho saber al público que practica yoga, las masas han entendido que este tipo de costumbres promueven la juventud y ayuda a eliminar los signos prematuros de envejecimiento.

 Sin embargo, ¿qué tan cierta y efectiva es la práctica de yoga en la batalla anti envejecimiento? Bueno, ya que en el centro de la práctica está la promesa de ser capaz de trascender las limitaciones físicas del cuerpo y su predisposición al envejecimiento prematuro, como resultado del estrés y los elementos que la tensión añade a nuestras vidas.

 Para muestra, un botón...

 Al adentrarse en la práctica de yoga se conoce un modo de holístico que conduce a promover la juventud. La gente comienza a sentirse más saludable y nota los cambios en su cuerpo y en su estado anímico.

Practica Yoga Meditación
Practica Yoga Meditación 


 Además de una motivación a llevar una dieta más saludable, el yoga es el tipo de ejercicio físico que promueve niveles óptimos de energía. Cualquier clase de ejercicio aeróbico es bueno para el sistema circulatorio y también provee al cuerpo del muy necesitado oxígeno.

 La diferencia entre el ejercicio aeróbico usual y el yoga, en este último es necesario hacer poses y movimientos que requieren de contraer o expandir partes del cuerpo, la sangre y el oxígeno se concentran en las áreas que se están ejercitando.

Mayor concentración, sinónimo de más beneficios


 De la misma forma, las posiciones de yoga necesitan de mucha concentración, esto significa que al mismo tiempo que se ejercita el cuerpo y a la mente. La nutrición adecuada y el ejercicio mental promueven el bienestar y la juventud, por lo que la práctica de yoga es uno de las opciones más populares del anti envejecimiento.

 Más allá de eso, lo que hace la práctica de yoga única, es el cambio de estilo de vida y el desafío que le permite a la mente, desenvolverse para creer que es posible alcanzar lo que parece imposible.

 En esta realización, quien practique el yoga eventualmente logrará la trascendencia de las limitaciones del cuerpo. Esta travesía de trascendencia es lo que regularmente se usa exitosamente como arma anti envejecimiento.


Practica Yoga Meditación
Practica Yoga Meditación 




Fuente: enforma.salud180.com


Ejercicios de Pilates o Yoga para adelgazar. ¿Cuál es mejor?

 ¿Cuál método funciona mejor?


Los ejercicios pilates te bajan de peso?


 En esta técnica encontrarás una forma apasionante de conservarte en forma y recuperar el vigor de tu organismo. Son ejercicios no fatigosos, con técnicas adecuadas de respiración que obligan a mejorar notoriamente, a mantener la postura correcta del cuerpo y la alineación pélvica. El programa es fácil de aprender y con la práctica constante los beneficios comenzarán a sentirse, sobretodo, a la hora de enfrentar y manejar el estrés cotidiano. Además, tu cuerpo recuperará o adquirirá fuerza muscular sin necesidad de verte musculosa ya que la técnica del pilates se encarga de elongar los músculos y por ende de mejorar su elasticidad y movilidad, evitando que se lesionen fácilmente.

 Los resultados se notarán en pocas semanas, con un abdomen plano y una espalda fuerte, sin contar con que sentirás como mejora la flexibilidad muscular y la postura. 


Yoga Pilates
Yoga Pilates 


Con el yoga puedes perder peso?

 Con el yoga alcanzarás un equilibrio tanto físico como mental. Su práctica diaria le regresará a tu cuerpo la flexibilidad perdida gracias a que motiva la lubricación de las articulaciones, tendones y ligamentos. Con el yoga descubrirás la única forma de masajear todas tus glándulas y órganos internos del cuerpo; aprenderás a desintoxicarte de manera natural y a mantener la tonificación de tus músculos. Serás la principal beneficiaria de este balance al mantener tu cuerpo sano y lejano de las enfermedades.

Yoga
Yoga


Pilates y yoga: dos técnicas que pueden reducir kilos


 Ambas técnicas son tan benéficas para el organismo y  la salud mental que a la hora de escoger cuál practicar puede haber confusión. Sin embargo, esto depende del tipo de persona que seas, de tus necesidades emocionales y físicas.

 Ten en cuenta, que el Pilates ofrece principalmente un programa de ejercicios simples pero sustanciosos, mientras que el Yoga, es un poco más complejo en cuanto a exigencia física y espiritual. Así que al momento de optar por una de estas dos corrientes debes poner primero en claro cuáles son tus objetivos.

Yoga Pilates
Yoga Pilates 

 También debes saber que los dos pueden ser complementarios, las técnicas de respiración del pilates y el espíritu meditativo del yoga son un dúo perfecto para eliminar las tensiones diarias y sobrellevar positivamente las cargas cotidianas.

 Lo mejor de todo, es que no hay que preocuparse por efectos secundarios negativos, obviamente deben ser practicados de manera correcta y con orientación al menos al inicio de la práctica.

 Millones de seres en el mundo se han beneficiado de estas técnicas que tienen origen en civilizaciones sabias y antiguas, aunque cabe destacar que ambos ejercicios se pueden practicar en casa, por ello para beneficiarse aun mejor es importante acudir a instructores y centros calificados que puedan iniciarte de manera correcta en su práctica y de acuerdo a tus necesidades. Son rutinas que pueden introducirse en tu vida para siempre porque su único objetivo es tu bienestar.

Aqui un video de rutinas de ejercicios para adelgazar con yoga:




Fuente: comobajardepesoymas.com


El Arte Del Manejo De La Espada - Zen - Osho

El Secreto Esencial



Yagyu Tajima no Kami Munenori era profesor del shogun
en el arte del manejo de la espada.
Uno de los guardas personales del shogun fue un día a
Ta­jima no Kami pidiendo ser adiestrado en el arte de la
Espada.
«Como he podido observar, tú mismo pareces ser un maes­tro de
este arte -dijo el profesor-. Por favor, dime a qué es­cuela
 perteneces antes de que entremos en una relación de profesor
y pupilo».
El guarda dijo: «No pertenezco a ninguna escuela, nunca
estudié el arte».
«De nada sirve que intentes engañarme -dijo el profesor-.
Mi ojo juicioso es infalible».
«Siento desafiarle, su señoría -dijo el guarda-, pero
real­mente no sé nada».
«Si tú lo dices, debe de ser verdad, pero estoy seguro de
que eres maestro en algo, así que háblame de ti».
«Hay una cosa -dijo el guarda-. Cuando era un niño pen­sé que
un samurai nunca debería tener miedo a la muerte, me esforcé
 por resolver
el problema, y ahora el pensamiento de la muerte
ha dejado de preocuparme».
«¡Eso es! -exclamó el profesor-. El secreto esencial del
arte de la espada consiste en haberse liberado de la idea de
la muerte. No necesitas ninguna enseñanza técnica, tú ya eres
un maestro».


 El océano no sólo está oculto tras las olas, también se mani­fiesta a sí mismo en las olas. Está tanto en la superficie como en la profundidad. La profundidad y la superficie no son dos cosas separadas, son dos polaridades del mismo fenómeno. El centro forma parte de la circunferencia; está tanto en la circunferencia como en el centro.

 Lo divino no es sólo lo oculto, también es lo manifiesto. Lo divino no es sólo el creador, también es la creación. Está tanto en este mundo como lo está en el otro.

 Precisamente la otra noche, un nuevo sannyasin me preguntó: «Osho, ¿puedes mostrarme la forma de lo divino?». Le dije: «To­das las formas son divinas. No he visto ni una sola forma que no sea divina. Toda la existencia es divina, no la dividas en profana y sagrada».  
    
 ¿Qué es lo que estoy haciendo todo el tiempo? Mostrar la for­ma divina. ¿Qué es lo qué estás haciendo tú? Mostrar la forma di­vina. ¿Qué es lo que está sucediendo en toda la existencia? Lo di­vino está extendido por todas partes. Tanto en lo pequeño como en lo grande; tanto en una brizna de hierba como en una estrella remota.

 Pero la mente piensa en dualidades. Piensa que Dios está oculto, así que trata de negar lo manifiesto y busca lo oculto.

 Ahora bien, así te estás creando a ti mismo un conflicto innece­sario. Dios está aquí, ahora tanto como en cualquier otro lugar. Dios está tanto en el buscador como en lo buscado. Se está mani­festando a sí mismo. Por eso digo que el océano está en las olas. Profundiza en las olas, profundiza en la forma, y encontrarás lo sin forma.

 Que tú no puedas verlo no significa que Dios no esté mani­fiesto, sólo significa que todavía estás ciego. Todavía no tienes los ojos que pueden ver lo obvio. Dios es lo obvio. Y lo mismo sucede en todos los niveles del ser: quienquiera que seas, vas irradiándolo a tu alrededor. No puedes ocultarlo. Nada, absoluta­mente nada, puede ocultarse. Hay un dicho Zen: «Todo está tan claro como la luz del día, no importa que esté escondido desde la antigüedad». Pero para ti no todo está tan claro como la luz del día. Eso no significa que la luz del día no exista; simplemente significa que tienes los ojos cerrados. Abre los ojos un poquito y la oscuridad comenzará a desaparecer. Abre los ojos dondequie­ra que estés e inmediatamente serás capaz de ver la profundidad de la existencia. Una vez que tus ojos se hayan abierto, todo se volverá transparente.

 Cuando me miras, solamente ves la superficie, las olas. Cuan­do me oyes, sólo escuchas las palabras, no el silencio que se oculta tras ellas. Ves exactamente aquello que no vale la pena y te pierdes todo aquello que tiene valor e importancia. Cuando yo te miro, no es la forma, no es la imagen que tú ves en el espejo. Cuando te miro, te veo a ti.

 Y estás mostrándote a ti mismo en cada uno de tus gestos, en cada uno de tus movimientos. Tu forma de caminar, tu forma de hablar, tu forma de permanecer en silencio sin hablar, tu forma de comer, tu forma de sentarte; todo ello te está poniendo de mani­fiesto. Cualquier persona perceptiva será capaz de ver si tu inte­rior está oscuro o si has encendido la llama.

 Es tan fácil como cuando pasas delante de una casa por la no­che, una noche oscura, y la casa está iluminada en su interior. ¿Hay acaso algún problema en saber si está iluminada? No, porque pue­des ver la luz saliendo por las ventanas y las puertas. Si, por el con­trario, la casa está oscura y no hay ninguna luz alumbrando en su interior, entonces, por supuesto, te das cuenta. Es obvio.

 Lo mismo está sucediendo contigo: en cada momento estás mostrando todo lo que eres. Muestras tu neurosis, también tu ilu­minación. Muestras tu meditación, también tu locura. No puedes ocultarlo. Todos los esfuerzos por ocultarte son inútiles. Son es­túpidos, ridículos.  

 Leí un libro de Edmund Carpenter. Él estuvo trabajando en Borneo, en un proyecto sociológico de investigación. Escribe: «En una pequeña ciudad en Borneo, me encontré escribanos pro­fesionales sentados tras ventanas abiertas, leyendo y escribiendo. Como la gente es analfabeta y no saben ni leer ni escribir, ni sus cartas, ni sus documentos, ni nada, necesitan la ayuda de lectores y escritores profesionales. Y me quedé muy sorprendido al ver que uno de ellos se tapaba los oídos con los dedos mientras leía en voz alta. Pregunté el motivo y me dijeron que lo hacía a peti­ción del cliente que ¡no quería compartir su carta con el lector!».

 ¡Por eso el lector se tapaba los oídos con los dedos y leía la carta en voz alta!
Pero esto es lo que está sucediendo en la vida de todo el mun­do. Tú sigues escondiéndote, pero todo está siendo declarado constantemente en voz alta. Todo está siendo emitido, eres una emisora con programación ininterrumpida. Incluso mientras es­tás durmiendo sigues emitiendo. Si un Buda te viene a ver mien­tras duermes, se dará cuenta de quién eres. Incluso durante el sueño estás hablando, haciendo gestos, caras, movimientos. Y to­das esas cosas dicen algo de ti, porque el sueño es tuyo y lleva inevitablemente tu firma.

 Si uno se vuelve un poco alerta, deja de ocultarse. Es inútil, es ridículo. Entonces uno simplemente se relaja. Al ocultarte te mantienes tenso, constantemente asustado de que alguien pueda saber algo de ti. Nunca te expones, nunca vives desnudo... quie­ro decir espiritualmente. Nunca vives desnudo, siempre estás asustado. Este miedo te atenaza, te paraliza.

 Una vez que entiendes esto, todo se manifestará irremisible­mente -ya se está manifestando-; el centro está llegando a la cir­cunferencia en cada momento, el océano está en el ondular de las olas y la divinidad está en todas partes, diseminada en toda la existencia y tú estás diseminado en todas tus actividades, no tie­ne sentido ocultarse. Desde la antigüedad nunca ha habido nada oculto; todo es tan claro como la luz del día, entonces ¿por qué preocuparse?

 Cuando uno se relaja, la ansiedad, la tensión, la angustia, de­saparecen. De repente te haces vulnerable, ya no estás cerrado. De repente estás abierto, de repente te vuelves receptivo. Y esto es lo que tienes que comprender: que cuando te hayas expuesto ante los demás sólo entonces te expondrás ante ti mismo. Si te es­tás ocultando a los demás, todo lo que les estés ocultando irá des­cendiendo poco a poco al sótano de tu mente inconsciente. Los demás no lo sabrán y poco a poco tú también te olvidarás de ello.

 Pero siempre que entras en la visión de un hombre perceptivo, todo es revelado. Ésta es una de las razones básicas por las que, en Oriente, la relación entre un discípulo y un maestro es tan va­lorada: porque el maestro es como un rayo de luz, como unos ra­yos X, y el discípulo queda expuesto. Y cuanto más penetra y sabe el maestro sobre del discípulo, más consciente se hace el discípulo cada vez de sus propios tesoros ocultos.

 Tratando de ocultarse de los demás, se ha hecho tan experto en esconderse, que también se esconde de sí mismo.

 No sabes mucho de ti mismo. Sólo conoces una parte de ti, la punta del iceberg. Tu conocimiento sobre ti mismo es muy limi­tado; no sólo limitado, ¡es casi irrelevante! Es tan parcial, es tan fragmentario que, a menos que lo pongas dentro de un contexto, con todo tu ser, no tiene sentido. Es casi un sinsentido.

 Por eso continúas viviendo sin conocerte a ti mismo. ¿Y cómo puede uno vivir sin conocerse a sí mismo? Y sigues proyectando cosas en los demás que no tienen nada que ver con ellos; podrían ser fuerzas ocultas en tu interior. Pero no sabes que están ocultas en tu interior y las proyectas en los demás. Alguien te parece un egoísta: quizás eres tú el egoísta y estas proyectando. Alguien te parece muy enfadado: la rabia podría estar en tu interior y el otro no ser más que una pantalla; y eres tú el que está proyectando.

 A menos que te conozcas exactamente, no serás capaz de sa­ber qué es real y qué es proyección. Y no serás capaz de saberlo de otros tampoco. El autoconocimiento se convierte en la puerta de todo el conocimiento; es su base. Sin estos cimientos todo el conocimiento es sólo aparente; en lo más profundo es ignorancia.

 He escuchado una anécdota.

  La señora Jones, muy preocupada, fue a consultar a un psi­quiatra:
-Mi marido -dijo-, está convencido de que es un pollo. No para de dar vueltas rascándose constantemente y duerme en una barra larga de madera que ha colocado a modo de percha.
-Ya veo -dijo el psiquiatra pensativo-. ¿Y cuánto tiempo lle­va su marido sufriendo esta fijación?
-Ahora hace casi dos años.
El psiquiatra frunció ligeramente el entrecejo y dijo:
-Pero ¿por qué ha esperado hasta ahora para buscar ayuda? La señora Jones se sonrojó y dijo:
-¡Ah, bueno, estaba tan bien tener un suministro regular de huevos!

 ¡Esta mujer es una neurótica! Se cree que su marido es el neu­rótico: siempre que pienses algo sobre otra persona, observa. No tengas prisa, primero mira dentro de ti. La causa podría estar en tu interior. Pero no te conoces a ti mismo y por eso sigues con­fundiendo las realidades externas con tus propias proyecciones. Es imposible conocer nada real a menos que antes te hayas cono­cido a ti mismo. Y la única manera de conocerse uno mismo es vivir una vida vulnerable, abierta. No vivas en una celda cerrada. No te ocultes detrás de tu mente, sal afuera.

 Una vez que sales afuera, te irás haciendo consciente poco a poco de millones de cosas que hay en ti. No eres un apartamento de una sola habitación, tienes muchas habitaciones: eres un pala­cio. Pero te has acostumbrado a vivir en la entrada y te has olvi­dado completamente del palacio. Existen muchos tesoros ocultos en ti y estos tesoros te están constantemente llamando, invitán­dote. Pero estás casi sordo.


Zen
Zen

 Hay que romper esta ceguera, esta sordera, esta insensibilidad, y nadie más que tú puede hacerlo. Si alguien ajeno a ti lo intenta, te ofenderás, sentirás que se están entrometiendo. Sucede cada día: si intento ayudarte, sientes que te he invadido. Si intento decirte algo verdadero de ti, te ofendes, te sientes humillado, te sientes he­rido, tu orgullo se hiere. Quieres escuchar cómo cuento mentiras sobre ti; quieres escuchar algo que ayude a la imagen fija que tie­nes de ti mismo. Tienes una imagen dorada de ti mismo que es fal­sa. Hay que romperla en pedazos, porque una vez desecha, la rea­lidad emergerá. Y si no acabas con ella seguirás aferrándote.

 Crees que eres religioso, te crees un gran buscador: tal vez no seas religioso en absoluto, podrías sencillamente tener miedo a la vida. En tus templos y en tus iglesias, se ocultan los cobardes, con miedo a la vida. Pero aceptar que uno tiene miedo a la vida es muy humillante, por eso no dicen que tienen miedo a la vida, sino que han renunciado: «La vida no vale nada. La vida es sólo para las mentes mediocres». Han renunciado a todo por Dios; es­tán buscando a Dios. Pero observa ...están temblando. Están re­zando de rodillas, pero su oración no es de amor, su oración no es de celebración, su oración no es una fiesta; su oración nace del miedo. Y el miedo lo corrompe todo, nadie puede dirigirse a Dios a través del miedo.

 Tienes que acercarte a la verdad a través de la valentía. Pero si estás escondiendo tu miedo detrás de la religiosidad, entonces será muy difícil acabar con él. Eres avaricioso, miserable, pero sigues contando que vives una vida muy sencilla. Si te estás ocul­tando tras una racionalización sobre la sencillez, entonces te será muy difícil darte cuenta de que eres un miserable. Un miserable se equivoca tremendamente porque la vida es para aquellos que comparten, la vida es para aquellos que aman, la vida es para aquellos que no están demasiado aferrados a las cosas, porque entonces se hacen disponibles a las personas.

 Aferrarse a un objeto es aferrarse a algo que está por debajo de ti. Y si te sigues aferrando a objetos que están por debajo de ti, ¿cómo puedes subir alto? Es como si estuvieras aferrándote a unas rocas y tratando de volar en el cielo. O como si estuvieras llevando rocas en la cabeza e intentaras subir al Everest. Tienes que tirarlas, tienes que tirar esas rocas. Tendrás que aligerarte.

 Edmund Hillary, el primer hombre que alcanzó la cima del Everest, dice en su autobiografía: «A medida que nos íbamos acercando, tuve que dejar cada vez más cosas detrás. En el últi­mo momento, tuve que dejarlo casi todo, porque todo se había convertido en una gran carga».

Cuanto más alto subas, más ligero necesitas estar. Por eso un miserable no puede subir muy alto. Un miserable no puede volar alto en el amor, o en la oración, o en la divinidad. Se queda pe­gado a la tierra, permanece casi enraizado en la tierra. Los árbo­les no pueden volar. Si quieres volar, necesitas estar desarraiga­do. Necesitas ser como una nube blanca; sin raíces en ninguna parte; un viajero.

 Pero puedes ocultar lo mísero de tu ser. Puedes ocultar tus en­fermedades detrás de bonitas palabras y bondadosos términos. Pue­des ser muy articulado y muy racional. Hay que romper todo esto.

 Y si sigue ocultándote, entonces no sólo ocultas tus enfermeda­des, también ocultas tus tesoros. Este esconder se convierte en una fijación, se convierte en un hábito, en una obsesión. Pero créeme, delante de un hombre perceptivo, delante de un maestro que se ha conocido a sí mismo, serás completamente radiografiado. No te puedes ocultar de alguien que tiene ojos. Te puedes esconder de ti mismo, te puedes esconder del mundo, pero no te puedes esconder de alguien que ha conocido lo que es la claridad, lo que es la per­cepción.

 Para un hombre así, estás totalmente en la superficie.
He escuchado la historia de una pareja americana que pasea­ba a lo largo de las orillas del Sena, a la sombra de Notre Dame.    

 Él estaba absorto, en silencio. Ella dijo por fin:
-¿Qué estás pensando cariño?
-Estaba pensando, querida, que, si nos pasara algo a alguno de los dos, me gustaría pasar el resto de mi vida en París.

 Puede que él no se de cuenta de lo que está diciendo, tal vez lo diga con absoluta inconsciencia. Déjame que lo repita. Él dice: «Estaba pensando, querida, que, si nos pasara algo a alguno de los dos, me gustaría pasar el resto de mi vida en París». Quiere que su mujer muera a pesar de que no lo está diciendo claramen­te. Pero lo ha dicho.

 Continuamente estamos emitiendo, de muchas maneras. Hace sólo unos días, el presidente norteamericano dio una fiesta en honor del embajador egipcio en los Estados Unidos. Pero cuando estaba haciendo los brindis se le olvidó completamente y algo de su subconsciente emergió -"le traicionó la lengua", decimos; pero no es sólo que la lengua le taicion~. Levantó su vaso y dijo: «En ho­nor de la gran nación de Israel». ¡A los egipcios! Entonces por su­puesto trató de arreglarlo, de componerlo; pero era demasiado tarde. En el fondo, quería que Israel venciera a los egipcios; desde su sub­consciente ese deseo subió a la superficie, emergió.

 Sucedió en una fiesta. Un invitado, un hombre muy tímido murmuró a su anfitriona cuando se marchaba: «La comida estaba deliciosa, lo que quedaba de ella». Dándose cuenta de la expre­sión herida de la anfitriona, el invitado enrojeció y se apresuró a decir: «Ah, ah. Y había montones de comida».

 Éstas son afirmaciones inconscientes; te salen cuando no es­tás en guardia. Normalmente, estás en guardia. Por ello la gente está tan tensa, constantemente en guardia, protegiéndose. Pero hay momentos en que la tensión es demasiada y uno se relaja; uno tiene que relajarse, uno no puede estar en guardia las veinti­cuatro horas. En esos momentos, estas cosas salen a la superficie.

 Eres más autentico cuando has bebido un poco más de la cuenta y empiezan a salir a la superficie cosas de tu inconscien­te. Bajo la influencia del alcohol eres más auténtico de lo normal, porque el alcohol te hace bajar la guardia. Entonces empiezas a decir cosas que siempre quisiste decir, nada te preocupa y no es­tás tratando de causar buena impresión: estás siendo sencilla­mente auténtico. Los borrachos son gente hermosa, más verdade­ros, más auténticos. Es una ironía que sólo los borrachos sean auténticos.

 Cuanto más listo y astuto, más falso te vuelves. No te ocultes detrás del telón. Sal a la luz del sol. Y no tengas miedo de que tu imagen se vaya a hacer pedazos. Si te da miedo que se rompa, no vale la pena que la guardes. Es mejor que tú mismo la rompas. Coge un martillo y destrúyela.

 Esto es lo que significa ser un sannyasin: agarras un martillo en tus manos y destruyes tu vieja imagen. Y empiezas una nueva vida de cero, desde el principio otra vez, como si acabaras de na­cer. Es un renacimiento.

 Luego poco a poco, si te relajas, y si no estás demasiado preo.. cupado por tu imagen ante los demás, tu auténtico rostro, tu rostro original, aparece: el rostro que tuviste antes de nacer y el rostro que volverás a tener cuando te mueras; el rostro original, no la máscara cultivada. Con ese rostro original verás la divinidad en todos los lugares, porque con tu rostro original puedes reunirte con lo original, con la realidad.

Con una máscara, sólo te encontrarás con otras máscaras. Con una máscara, nunca podrá existir ningún diálogo con la realidad.

 Con una máscara, permaneces en la relación entre el "yo" y el "eso". La realidad permanece detrás. Cuando desaparece la más­cara y has regresado a casa, ocurre una tremenda transformación. La relación con la realidad ya no es de "yo-eso" es la de "yo-tú" Ese "tú" es la divinidad.

 La realidad adquiere una personalidad: tú aquí vuelves a la vida, la realidad allí vuelve a la vida. Siempre ha estado viva, sólo tú estabas muerto. Es como si hubieras tomado cloroformo: cuando regresas, y la influencia del cloroformo va desaparecien­do poco a poco, ¿cómo te sientes? Es una hermosa experiencia. Si nunca has estado en una mesa de operaciones, ve, ¡sólo por la experiencia! Durante unos instantes estás completamente en ninguna parte, y entonces emerge la consciencia. De repente, todo está vivo, nuevo. Estás saliendo del útero. Sucede exactamente lo mismo cuando decides vivir una vida auténtica. Entonces, por primera vez, entiendes que ahora has nacido. Hace sólo un mo­mento estabas pensando y soñando que estabas vivo, pero no lo estabas.

 Un gran matemático, Herr Gauss, estaba velando a su esposa enferma en el piso superior de su casa. Y mientras pasaba el tiem­po, se encontró dándole vueltas a un profundo problema matemático...

 La gente tiene surcos en sus mentes y se mueven en esos mis­mos surcos una y otra vez. Un matemático tiene un cierta mane­ra de funcionar. Su esposa se está muriendo, los médicos le han dicho que ésta va a ser su última noche, él estaba velándola; pero su mente comenzó a funcionar, siguiendo por supuesto su viejo patrón. Empezó a pensar en un problema matemático. Sólo fíjate: la esposa no estará ya más allí, es su última noche, pero la mente está fabricando una cortina con las matemáticas. Se ha ol­vidado por completo de su esposa; se ha ido, se ha ido muy lejos, de viaje.

 Mientras pasaba el tiempo se encontró empezando a darle vueltas a un profundo problema matemático. Sacó papel y lápiz y comenzó a dibujar diagramas. Un criado se le acercó y le dijo deferentemente: «Señor Gauss, su esposa se está muriendo». Y Gauss, sin levantar los ojos, dijo: «Sí, sí. Dígale que espere a que acabe» .

 Incluso las mentes más grandes son tan inconscientes como tú. En lo que respecta a consciencia, grandes, pequeñas y medio­cres, todas están en el mismo barco. Incluso las mentes más gran­des viven bajo el influjo del cloroformo.

 Sal de ahí, hazte más consciente, concentra tus fuerzas. Per­mite que una sola cosa se convierta en tu centro, en una constan­te acción de centrarte, y que esto sea el despertar, la consciencia. Sigue haciendo lo que estás haciendo, pero hazlo consciente­mente. Y poco a poco la consciencia se acumula y se convierte en una reserva de energía.

 Ahora la historia Zen.

 "Yagyu Tajima no Kami Munenori era profesor del shogun en
el arte del manejo de la espada.

 En el zen, y sólo en el Zen, ha sucedido algo de gran impor­tancia: y esto es, que no hacen ninguna distinción entre la vida ordinaria y la vida religiosa. En su lugar, han levantado un puen­te entre las dos. Y han empleado como métodos de meditación técnicas muy corrientes, como upaya. Esto tiene una importancia tremenda. Porque si no usas la vida ordinaria como método de meditación, tu meditación acabará convirtiéndose en algo esca­pista.  

 En la India ha sucedido y el país lo ha pagado caro. La mise­ria que ves por todos lados, la pobreza, su horrible fealdad, se debe a que la India siempre ha pensado que la vida religiosa es­taba separada  de la  vida  ordinaria.  Por  eso  las  gentes  que  se habían interesado por Dios renunciaron al mundo. Las gentes que se interesaron en Dios cerraron sus ojos, se sentaron en cuevas en los Himalayas y trataron de olvidar que el mundo existía. Inten­taron crear la idea de que el mundo es simplemente una ilusión, apariencia, maya, un sueño. Por supuesto, la vida ha sufrido mu­cho por culpa de esto.
Todas las grandes mentes de este país se volvieron escapistas, y el país quedó para los mediocres. Ninguna ciencia ni tecnolo­gía pudieron evolucionar.

 Pero en Japón, el Zen ha hecho algo muy hermoso. Por eso el Japón es el único país donde se encuentran el Este y el Oeste: en Japón la meditación oriental y la razón occidental se encuentran en profunda síntesis. El Zen ha creado allí toda esta situación. En la India no se puede concebir que el arte de la espada pudiera convertirse en upaya, un método de meditación, pero en Japón lo han hecho. Y veo que han aportado algo muy nuevo a la cons­ciencia religiosa.

Cualquier cosa puede convertirse en meditación, porque todo consiste en consciencia. Y por supuesto, en la esgrima se necesi­ta más consciencia que en cualquier otro lugar porque la vida está en juego constantemente. Cuando estás luchando con una espa­da, tienes que estar constantemente alerta; un solo momento de inconsciencia y se acabó. De hecho, un espadachín auténtico no funciona con su mente. No puede hacerlo, porque la mente nece­sita tiempo: piensa, calcula. Y cuando estás luchando con la es­pada, ¿dónde está el tiempo? No hay tiempo. Si pierdes una sola fracción de segundo pensando, el contrario no perderá esa opor­tunidad: su espada atravesará tu corazón o te cortará la cabeza.

 Por eso no es posible pensar. Uno tiene que funcionar desde la no-mente. Uno tiene simplemente que funcionar, porque el peli­gro es tan grande que no te puedes permitir el lujo de pensar. Para pensar necesitas una silla cómoda. Simplemente te relajas en ella y despegas en tus viajes mentales.

 Pero cuando estás luchando y tu vida está en peligro y la es­pada está brillando al sol, en cualquier momento, al más mínimo despiste, el contrario no perderá la oportunidad, te irás para siem­pre; ahí no existe espacio para que aparezca un pensamiento, uno tiene que funcionar desde el no-pensamiento. Esto es meditación.

 Si puedes funcionar desde el no-pensamiento, si puedes fun­cionar desde la no-mente, si puedes funcionar como una unidad orgánica total, no desde la cabeza; si puedes funcionar desde tus agallas... te puede suceder a ti también. Estás caminando una no­che y de repente una serpiente cruza el camino. ¿Qué haces? ¿Te sientas allí a pensar? No; saltas fuera del camino. De hecho no decides saltar: no piensas en un silogismo lógico: aquí hay una


 serpiente, y siempre que hay una serpiente hay peligro, por eso, ergo, debo saltar. ¡Esa no es la manera! ¡Simplemente saltas! La acción es total. La acción no está corrompida por el pensamien­to; viene desde el mismo centro de tu ser, no de la cabeza. Por su­puesto, cuando has saltado fuera del peligro te puedes sentar de­bajo de un árbol y pensar acerca de lo ocurrido. ¡Eso es otro asunto! Entonces te puedes permitir el lujo.

 La casa se incendia, ¿qué haces? ¿Piensas si tienes que salir o no afuera, ser o no ser? ¿Consultas las escrituras acerca si vas a hacer lo correcto o no? ¿Te sientas en silencio y meditas acerca de ello? ¡Simplemente sales de la casa! Y no te preocuparás de modales y etiquetas, te limitarás a saltar por la ventana.

 Hace sólo dos noches una chica entró aquí a las tres de la ma­ñana y comenzó a chillar en el jardín. Asheesh saltó de su cama, corrió; y sólo entonces se dio cuenta de que estaba desnudo. En­tonces regresó. Eso fue una acción desde la no-mente, sin ningún pensamiento: simplemente saltó de la cama, los pensamientos llegaron más tarde. El pensamiento siguió, detrás, rezagado. Él estaba por delante del pensamiento. Por supuesto, lo pilló de modo que perdió una oportunidad. Se habría convertido en un sa­tori, pero regresó y se puso su túnica. ¡Falló!

 El arte del manejo de la espada se convirtió en una de las upa­yas, una de las metodologías básicas, porque el tema en sí mismo es tan peligroso que no permite pensar. Te puede llevar hacia una manera diferente de funcionar, un tipo distinto de realidad, una realidad separada. Sólo conoces una manera de funcionar: pri­mero pensar y después actuar. En la esgrima, un tipo diferente de existencia se abre para ti: primero actúas y luego piensas. El pen­sar no es ya prioritario, y ésta es la belleza: cuando pensar no es prioritario, no te puedes equivocar.

 Has escuchado el proverbio: "Errar es humano". Sí, es ver­dad; errar es humano porque la mente humana es propensa a errar. Pero cuando funcionas desde la no-mente ya no eres huma­no, eres divino, y entonces no existe posibilidad de error. Porque la totalidad nunca se equivoca, sólo la parte se equivoca. La divi­nidad nunca se equivoca, no puede hacerlo. Es la totalidad. Cuando empiezas a funcionar desde la nada, sin silogismos, sin pensamiento, sin conclusiones -por supuesto tus conclusiones son limitadas, dependen de tu experiencia y tú puedes errar, pero cuando pones a un lado tus conclusiones, estás poniendo a un lado también tus limitaciones-, entonces funcionas desde tu ser ilimitado y nunca te equivocas.



Osho
Osho


 Se cuenta que ha habido ocasiones en Japón en que se han en­frentado dos adeptos del Zen que habían alcanzado el satori a tra­vés del manejo de la espada. No podían ser derrotados. Ninguno podía salir victorioso porque ninguno podía errar. Antes de que uno atacara, el otro había hecho los preparativos para defenderse. Antes de que la espada del contrario fuera a cortarle la cabeza, él se había preparado ya para contrarestar el ataque. Y lo mismo su­cedía con sus arremetidos. Dos personas que han alcanzado el sa­tori pueden seguir luchando durante años, pero es imposible, no pueden errar. Nadie puede ser derrotado y nadie puede salir vic­torioso.

 Yagyu Tajima no Kami Munenori era profesor del shogun en
el arte del manejo de la espada.

 Uno de los guardas personales del shogun fue un día a Taji-
ma no Kami pidiendo ser adiestrado en el arte de la espada
«Como he podido observar, tú mismo pareces ser un maestro
en este arte -dijo el profesor».

 “Como he podido observar...” dijo el maestro. En la India, cuando vivía el Buda, uno de sus contemporáneos fue Mahavira. Entre los discípulos de ambos ha existido desde entonces una discusión. La discusión es acerca de la consciencia de la persona iluminada. Los seguidores de Mahavira, los jainas, dicen que cuando una persona se ha iluminado, siempre conoce todo sobre el pasado, el presente y el futuro. Se ha vuelto omnisciente, lo sabe todo. Se ha convertido en un espejo de toda la realidad.

 Los seguidores del Buda dicen que esto no es así. Dicen que es capaz de conocer cualquier cosa si observa. Si trata de focali­zarse en cualquier cosa, será capaz de saber todo acerca de ella. Pero no sucede como dicen los seguidores de Mahavira, que afir­man que, se enfoque o no, él sabe.

 Para mí también, el punto de vista budista me parece mejor y más científico. De otra manera un hombre como Buda se volve­ría prácticamente loco. Imagínate: sabiéndolo todo sobre el pasa­do, el presente y del futuro. No, esto no me parece correcto. La actitud budista me parece más acertada: se ha vuelto capaz de co­nocer. Ahora, siempre que quiere utilizar esa capacidad, se enfo­ca, manda su rayo de luz. Coloca algo en el fluir de su meditación y ese algo le es revelado. De otra manera le sería imposible des­cansar. Aún durante la noche estaría continuamente conociendo,  conociendo el pasado, el presente y el futuro. Y no sólo el suyo, ¡el de todo el mundó! Solamente piensa su total imposiblidad. No, no es posible.

 «Como he podido observar...», dijo el maestro. El discípulo ha venido y ha pedido ser enseñado en el arte del manejo de la es­pada. El maestro dijo: «Como he podido observar...». Él enfoca su rayo de luz, su antorcha, hacia el discípulo. Ahora su discípulo está bajo su meditación. Él ve a través hasta que el discípulo se hace transparente. Eso es lo que sucede cuando llegas a un maes­tro: simplemente su luz te penetra hasta tu mismo centro.

 «...tú mismo pareces ser un maestro en este arte», dijo el pro­fesor».

 No pudo encontrar nada incorrecto en este hombre. Todo es­taba como tenía que estar, armonizado, vibrando. Este hombre era una hermosa canción, ya estaba realizado.

 «...Por favor, dime a qué escuela perteneces antes de entrar en
una relación de profesor y pupilo.»

 Esa es la relación más elevada del mundo, más grande que las relaciones amorosas, más grande que cualquier otra relación, porque la rendición tiene que ser total. Incluso en una relación amorosa, la rendición no es total, es parcial; el divorcio es posi­ble. Pero de hecho, si te has convertido alguna vez en discípulo de un maestro, si realmente te has vuelto un discípulo, si has sido aceptado, si te has rendido, entonces no existe la posibilidad del divorcio. No hay camino de vuelta, es un punto sin retorno. En­tonces las dos personas no están mas allí. Existen como una, dos aspectos de una, pero no son dos.

 Por eso el maestro dice: «Antes de que entremos en una rela­ción de profesor y pupilo, me gustaría saber dónde aprendiste este arte. ¿Cómo estás tan armonizado? Ya eres un maestro».

 El guardián dijo: «No pertenezco a ninguna escuela, nunca
estudié el arte».

«De nada sirve que intentes engañarme, -dijo el profesor-, tu
ojo juicioso nunca falla».

 Ahora, escucha esta paradoja: los ojos juiciosos aparecen sólo cuando has dejado atrás todos los juicios. En la meditación tienes que dejar todo juicio: que es bueno, que es malo; tienes que aban­donar toda división. Simplemente mira. Mira sin ningún juicio, sin ninguna censura, sin ninguna apreciación. No evalúas, sim­plemente miras. La mirada se vuelve pura.

 Cuando esta mirada te sucede y se ha convertido en algo inte­grado en tu ser, alcanzas una capacidad que nunca falla. Una vez que te has vuelto uno en tu interior y has ido más allá de la mo­ralidad, del dualismo -bueno y malo, pecado y virtud, vida y muerte, hermoso y feo-, una vez que has ido más allá del dualis­mo de la mente, alcanzas el ojo juicioso.

Ésta es la paradoja: tienes que abandonar todos los juicios, en ese momento alcanzas el ojo juicioso. Entonces nunca falla. Sim­plemente sabes que es así y no existe alternativa. No es una elección de tu parte, no es una decisión. Es una sencilla revelación de que es así.

 «De nada sirve que intentes engañarme -dijo el maestro-. Mi
ojo juicioso nunca falla».
«Siento desafiarle, su señoría -contestó el guarda-, pero real­-
mente no se nada».
«Si tú lo dices, debe de ser verdad, pero estoy seguro de que
eres maestro en algo...».

 Ahora este punto tiene que ser entendido: no hace ninguna di­ferencia respecto a la materia en qué eres maestro, el sabor de la maestría, el aroma es el mismo. Puedes convertirte en maestro de tiro al arco o en maestro en el manejo de la espada o en maestro de una ordinaria ceremonia del té, no hay diferencia. La única re­alidad es que te has vuelto un maestro. El arte ha entrado tan pro­fundamente en ti que ya no es un peso; el arte ha entrado tan pro­fundamente que ahora no tienes necesidad de pensar en él, forma parte de tu naturaleza.

 «...pero estoy seguro de que eres maestro de algo...». Quizás no seas un maestro en el manejo de la espada, pero eres un maestro, «por eso dime algo de ti».

 «Hay una cosa - dijo el guarda-. Cuando era un niño pensé que un
samurai nunca debería tener miedo a la muerte. Me esfor­cé en resolver
el problema, y ahora el pensamiento de la muerte ha cesado de
preocuparme».

 ¡Pero esto es todo de lo que trata la religión! Si la muerte no te preocupa, te has vuelto un maestro. Has probado algo de la inmor­talidad, esto es, algo de tu naturaleza más interior. Has conocido algo de lo eterno. Conocer la inmortalidad es todo el por qué de la vida: la vida es una oportunidad para conocer lo inmortal.

 «...ahora el pensamiento de la muerte ha cesado de preocuparme».
«¡Eso es! -exclamó el profesor-. El secreto esencial del arte de la
espada consiste en estar liberado de la idea de la muerte.


 No necesitas ninguna enseñanza técnica, tú ya eres un maestro».

 ...Porque cuando estás luchando con la espada, si tienes mie­do a la muerte, el pensamiento continuará.

 Ahora déjame que te diga una verdad básica: pensar surge del miedo. Todo pensamiento surge del miedo. Cuanto más asustado estás, más piensas. Siempre que no hay miedo, el pensamiento se detiene. Si te has enamorado de alguien, sabrás que hay momen­tos con tu amado o tu amante donde el pensamiento se detiene. Sentados a la orilla del lago, sin hacer nada, agarrados de las ma­nos, mirando la luna o las estrellas, o simplemente contemplando la oscuridad de la noche, a veces los pensamientos se detienen, porque no hay miedo. El amor disuelve el miedo igual que la luz disuelve la oscuridad.

 Si incluso durante un momento has estado enamorado de al­guien, habrás experimentado que el miedo desaparece y el pen­samiento se detiene. Con miedo, el pensamiento continúa. Cuan­to más asustado estás, más tienes que pensar, porque pensando crearás seguridad; pensando crearás una ciudadela a tu alrededor. Pensando te las ingeniarás o tratarás de ingeniártelas, para luchar.

 Un samurai, si tiene miedo a la muerte, no puede ser un sa­murai de verdad porque el miedo le hará temblar. Un pequeño temblor en su interior, un mínimo pensamiento y no será capaz de actuar desde la no-mente.

 Hay una historia.

 Un hombre en China se convirtió en el mejor arquero y le pi­dió al rey:
-Declárame como el arquero más grande del país. El rey esta­ba a punto de decidirse y satisfacer la petición cuando un viejo siervo del rey dijo:

 -Espera, señor. Conozco a un hombre que vive en el bosque y nunca viene a la ciudad; es un gran arquero. Deja que este joven vaya a verlo y aprenda de él por lo menos durante tres años. No sabe lo que está pidiendo. Es como un camello que todavía no ha cruzado una montaña. Los arqueros no viven en las capitales, los verdaderos arqueros viven en las montañas. Yo conozco uno y sé con seguridad que este hombre no es nada.

 Por supuesto, el hombre fue enviado. Él fue. No podía creer que hubiera un arquero mejor que él. Pero encontró al anciano y ¡lo era! Durante tres años aprendió de él. Entonces un día, cuan­do había aprendido todo, surgió en él este pensamiento: «Si mato a este anciano, seré el arquero más grande».

 El anciano había ido a cortar leña y cargándola sobre su cabeza. El joven se ocultó detrás de un árbol, esperándole para matarlo. Lanzó una flecha. El anciano agarró una maderita y la arrojó. Gol­peó la flecha y la flecha se volvió e hirió al joven profundamente.

El anciano se acercó a él, le quito el arco, y dijo:

 -Lo sabía. Sabía que un día u otro ibas a hacer esto. Por eso no te enseñé mi secreto; el único que me he guardado para mí. No hay necesidad de matarme, no soy un competidor. Pero una cosa debo decirte: mi maestro todavía vive y no soy nada comparado con él. Tendrás que ir y adentrarte en las montañas. Ese hombre tiene ciento veinte años, es muy viejo, pero mientras él esté vivo, nadie puede pretender, ni debe siquiera pensar en declararse el mejor arquero. Debes estar con él por lo menos treinta años. Y es muy viejo, de modo que ¡ve rápido! ¡Encuentra al anciano!

 El joven emprendió el viaje, ahora muy desesperado. Parecía imposible convertirse en el arquero más grande del país. Encon­tró al viejo. Era muy anciano, ciento veinte años, completamente encorvado, no podía ponerse derecho. Pero el joven se sorprendió porque no tenía arco, ni flechas con él. Y le preguntó:

 -¿Eres el anciano considerado el arquero más grande?
El hombre dijo:
-Sí.
-¿Pero dónde están el arco y las flechas?
El anciano contestó:
-Ésos son juguetes. Los arqueros auténticos no los necesitan una vez han aprendido el arte. Son simplemente estratagemas para aprender; una vez has aprendido, los tiras. Un gran músico tirará su instrumento porque ha aprendido lo que es la música. Desde ese momento cargar con el instrumento es una tontería, es infantil. Pero si realmente estás interesado en convertirte en un arquero, entonces ven conmigo.

 Lo llevó a un precipicio. Había una roca mirando el profundo valle. El anciano siguió por delante del joven y se paró justo en el mismo borde. Con un pequeño temblor se tambaleó hacia el va­lle. Llamó al joven para que se le acercara, y éste comenzó a su­dar y a temblar; era tan peligroso estar allí. A medio metro de allí dijo:
-No puedo acercarme tanto.
El anciano se echo a reír:
-Si tiemblas tanto de miedo, ¿cómo vas a ser un arquero? Pri­mero tiene que desaparecer el miedo totalmente, sin dejar ningún rastro detrás.

El joven dijo:

-¿Pero cómo puedo conseguirlo? Tengo miedo a la muerte.
-Abandona la idea de la muerte -contestó el anciano-. En­cuentra a alguien que pueda ensañarte qué es una vida inmortal y te convertirás en el arquero más grande; hasta entonces no podrás conseguirlo.

 El miedo crea el temblor. El miedo crea el pensamiento. El pensamiento es una especie de temblor interior. Cuando uno se vuelve firme, la llama de la consciencia permanece ahí, sin dis­traerse, sin temblar.

 «¡Eso es! - exclamó el profesor».
«El secreto esencial del arte de la espada consiste en haber­se liberado
de la idea de la muerte. No necesitas ninguna ense­ñanza técnica,
tú ya eres un maestro».

...Pero él no era consciente de su propia maestría. Él podría haber estado ocultando muchas otras cosas y por eso estaba ocul­tando sus tesoros también. Una vez expuesto a un maestro, se dio cuenta. Y el maestro le dijo: «No necesitas ninguna técnica. Ya eres un maestro».

 Y lo veo en ti, todo el mundo está llevando la inmortalidad en su interior. Podrías saberlo o podrías no saberlo -ése no es el asunto-, pero la estás llevando en tu interior. Ya está ahí, éste es el caso. Con sólo un poco de comprensión tu vida puede trans­formarse. Y entonces no hay necesidad de ninguna técnica. La re­ligión no es tecnología.

 Todo el mundo nace con un tesoro secreto, pero sigue vivien­do como si hubiera nacido mendigo. Todo el mundo nace empe­rador, pero continúa viviendo como un mendigo. ¡Realízalo! Y esta realización te llegará sólo si poco a poco abandonas tu mie­do a la muerte.  

 Por eso siempre que el miedo te llega, no lo contengas, no lo reprimas, no lo evites, no te ocupes con algo para poder olvidar­lo. ¡No! Cuando llegue el miedo, obsérvalo. Ponte cara a cara con él. Encáralo. Miralo profundamente. Asómate al valle del miedo. Por supuesto sudarás, temblarás, será como una muerte y tendrás que vivirlo muchas veces. Pero poco a poco, cuanto más claros se vuelvan tus ojos, cuanto más alerta esté tu consciencia, cuanto más enfocado estés en el miedo, éste desaparecerá como una niebla.  ­

 Y una vez que el miedo desaparece, algunas veces, incluso sólo por un momento, de repente eres inmortal.

 No hay muerte. La muerte es la ficción más grande que exis­te, es el mito más grande, -una mentira. Si por un solo momento puedes ver que eres inmortal, entonces no es necesaria la medita­ción: Entonces vive esa experiencia. Entonces actúa desde esa experiencia y las puertas de la vida eterna están abiertas para ti.

 Mucho se pierde por culpa del miedo. Estamos demasiado aferrados al cuerpo y seguimos creando más y más miedo por culpa de este apego. El cuerpo va a morir. El cuerpo es parte de la muerte, el cuerpo está muerto. Pero tú estás más allá del cuer­po. Tú no eres el cuerpo, eres lo incorpóreo. 

 Recuérdalo, realíza­lo. Despierta a esta verdad de que tú estás más allá del cuerpo. Tú eres el observador, el que ve. Entonces la muerte desaparece, el miedo desaparece, y ahí surge la tremenda gloria de la vida, lo que Jesús llama "vida abundante" o "el reino de Dios".
El reino de Dios está dentro de ti.


Osho
Osho


Basta por hoy.

Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
Fuente: www.oshogulaab.com


Terapia y el Yoga - Osho

Yoga es también una terapia. ¡No lo es!



 El Yoga es disciplina. Es un esfuerzo de tu parte por cambiarte a ti mismo. Hay muchas más cosas que han de ser comprendidas. El Yoga no es una terapia. En Occidente están ahora en Yoga muchas terapias psicológicas y muchos psicólogos occidentales piensan que el Yoga es también una terapia. ¡No lo es! Es una disciplina. ¿Y cuál es la diferencia? Esta es la diferencia: se necesita una terapia si estás enfermo, se necesita una terapia si tienes una enfermedad, se necesita una terapia si tienes una patología. Se necesita una disciplina aunque estés sano. En realidad, solamente cuando estás sano puede una disciplina ayudarte. 

 No es para casos patológicos. El Yoga es para aquellos que están completamente sanos, normales, por lo que respecta a la ciencia médica. No  son esquizofrénicos, no están locos, no están neuróticos. Son gente normal, gente sana sin ninguna patología determinada. Y aún así son conscientes de que sea lo que sea esa normalidad, es algo fútil, sea lo que sea, la salud no sirve de nada. Se necesita algo más, se necesita algo más grande, se necesita algo más sagrado y más total.

Practica Yoga Meditación
Practica Yoga Meditación 

 Las terapias son para la gente enferma. Las terapias pueden ayudarte a llegar al Yoga, pero el Yoga no es una terapia. El Yoga es para una clase de salud superior, para una clase de salud diferente, para una clase de ser y de totalidad diferente. La terapia puede, a lo sumo, reajustarte. Freud dice que no podemos hacer más. Podemos hacer de ti un miembro normal, adaptado a la sociedad. Pero si la sociedad en sí misma es patológica, entonces ¿qué? ¡Y es así! La sociedad está enferma. Una terapia puede normalizarte en el sentido de que te ajusta a la sociedad, ¡pero la sociedad está en sí misma enferma!

 Por eso, a veces sucede que en una sociedad enferma una persona que está sana es considerada enferma. Jesús es considerado un enfermo y se hacen todos los esfuerzos posibles para reajustarlo. Y cuando descubren que es un caso sin esperanzas, entonces lo crucifican. Cuando descubren que no pueden hacer nada, que este hombre es incurable, entonces lo crucifican. La sociedad está enferma en sí misma porque la sociedad no es más que tu colectividad. Si todos los miembros están enfermos, la sociedad está enferma y cada uno de los miembros ha de adaptarse a ella. 

Practica Yoga Meditación
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Fuente: www.oshogulaab.com/Yoga La ciencia del alma/
Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/

Yoga para que sirve y qué beneficios tiene

Forma de vida y de Espiritualidad


 El yoga es una disciplina oriental que consiste en la búsqueda de un equilibrio entre cuerpo y mente para favorecer la relajación y la concentración de quien la practica. Esta práctica fue desarrollada por antiguos sabios de la India que preparaban sus cuerpos para la meditación. En pos de cumplir con ese objetivo, crearon una rutina de “asanas” (posturas y ejercicios) para conseguir una mayor concentración durante las meditaciones.

 El Yoga busca conseguir una comunicación plena entre individuo y alma, y éstos con la deidad (o Dios). Muchos de los que practican Yoga niegan que esta disciplina esté ligada a la religión, aunque es una forma de vida y de espiritualidad que propone, mediante posturas y ejercicios de respiración, aprender a vivir de forma armónica.

 Hay cuatro textos hindúes que sientan las bases del Yoga. Estos son: el Yoga Darshana Upanishad,  el Gheranda Samhita, el Bhagavad Gita, los Yoga sutras (de Patañjali), y el Hatha Yoga Pradipika. Los practicantes de yoga saben que deben tener:

Salud y actividad,
Poder y conocimiento 
Felicidad y paz.

 Cuando lo consiguen, estas personas encuentran la armonía que estaban buscando. El yoga, como sabiduría milenaria que es, también ayuda a una persona en su evolución personal.


Practica Yoga Meditación
Practica Yoga Meditación 


 Es necesario advertir que no hay un solo tipo de Yoga, sino que también hay muchas variantes en los ejercicios que tienen que ver directamente con los mencionados textos. Podríamos nombrar 4 tipos de yoga, que son los que más se practican en la actualidad. Estos son:

 Hatha Yoga. Este Yoga es el que generalmente se enseña en los centros de aprendizaje de esta disciplina. Se enseñan las posturas más populares al igual que técnicas para mejorar la respiración.

 Bhakti Yoga. Esta variante consiste en técnicas y posturas para conseguir una meditación profunda.

 Mantra Yoga. En este caso la relajación se consigue a través de la repetición de palabras específicas que suelen ser alternadas con sonidos y cantos hindúes. Se cree que la repetición de las frases promueve los efectos curativos.

 Kundalini Yoga. Este Yoga  tiene como objetivo la liberación de la energía y los impulsos creativos propios del ser humano. Este propósito se busca a través de las posturas y la meditación, y además se complementa con los mantra o cantos.

Los beneficios del Yoga en la salud y en la belleza de quienes los practican podrían resumirse en:


 Mejora del sistema inmunológico. Estudios recientes recomiendan el Yoga como práctica complementaria para pacientes con HIV.
Mejoras de los efectos negativos del estrés y de la depresión.
Ayuda en la circulación de la sangre y del oxígeno.
Promueve la flexibilidad y el estiramiento de los músculos.
Elimina las toxinas del cuerpo con mayor facilidad.
El Yoga es una disciplina que, una vez aprendida, puede realizarse en casa. Para lograr una mejor relajación, puede combinarse las posturas y la respiración con otras técnicas alternativas de relajación como la aromaterapia.


Practica Yoga Meditación
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Fuente: www.salud-belleza.com


Yoga y Control de Peso

Reducción de peso 


 El yoga es una disciplina que nos motiva a adoptar hábitos más sanos de ejercicio y alimentación. Facilita que la gente sedentaria emprenda una práctica física regular, pues incrementa algunas capacidades físicas. Además, nos ayuda a desarrollar la propiocepción, para estar más conectados con nuestro cuerpo, por lo tanto, somos más capaces de comer cantidades más racionales, buscar comida saludable y percibir la señal de saciedad.


El yoga nos alerta a estar más saludables y atentos al estrés, previniendo así, que comamos compulsivamente.

 La práctica de las asanas coordinadas y las respiraciones, mejoran la oxigenación de la sangre y del cerebro, esto beneficio la producción de la dopamina y otros neurotransmisores, que mejoran nuestro estado anímico, reduciendo el estrés e incrementando nuestra conciencia. Si las células están bien oxigenadas y energizadas, se incrementa la capacidad corporal para quemar grasa.



Practica Yoga Meditación
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 El yoga ayuda a disminuir los niveles de las hormonas del estrés y el cortisol, estos últimos en niveles altos, producen la acumulación de grasa alrededor del abdomen.

 El yoga ofrece diferentes estilos; los vigorosos contribuyen a quemar grasa, reducir talla y reafirma la piel. Otros estilos son más suaves y meditativos, permitiendo a quien lo practica, mayor contacto con las señales corporales, ayudando en la relajación y brindando numerosos beneficios a los sistemas circulatorio, nervioso y endocrino.


Los estilos más recomendables para perder peso son:


• Bikram Yoga o yoga caliente.
• Ashtanga Yoga
• Vinyasa Yoga
• Yoga dinámico

 Y aunque perder peso no es el propósito central del yoga, es una buena herramienta para ayudar a administrar el peso corporal. Se recomienda su uso con cualquier dieta o programa para bajar de peso.

 Se puede iniciar con un estilo dinámico y vigoroso, con asanas que ayuden a quemar calorías y a estimular el metabolismo. Posteriormente, se pueden ensayar estilos de yoga que usen las técnicas tradicionales de respiración yóguica (pranayama) para recibir los beneficios de una buena oxigenación, la generación de neurotransmisores asociados al bienestar y el incremento de la capacidad natural para quemar la grasa corporal.



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Fuente: ciudadyoga.com


La cantidad de calorías que se queman por hora con el yoga

El Yoga y las Calorías 



 Según el "Yoga Journal", la mayoría del yoga que se practica en los Estados Unidos es de la disciplina hatha. Las prácticas de yoga dentro de este género mencionado varían en intensidad, lo que afecta las calorías que quemas en una hora.

Consideraciones


 El yoga vinyasa quema más calorías que otras formas de yoga hatha. Este incluye el poderoso y el ashtanga e incorpora una secuencia intensa de posturas con respiración rítmica. Según el Consejo americano de ejercicio, el estilo vinyasa proporciona un ejercicio intenso de fuerza y flexibilidad.


Practica Yoga Meditación
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Identificación


 El Consejo americano de ejercicio informa que una sesión típica de 50 minutos de hatha yoga quema aproximadamente 144 calorías, mientras que 50 minutos de una más intensa de yoga poderoso o de ashtanga quema cerca de 237 calorías. Esto significa que puedes quemar unas 172 calorías en una hora de hatha yoga menos intenso y 284 calorías en una hora de yoga poderoso.

Efectos


 El Centro de Control y Prevención de Enfermedades considera al yoga como un ejercicio aeróbico de intensidad moderada. Para obtener lo máximo de tu régimen de ejercicios debes entrenar, con una intensidad moderada, por lo menos cinco días a la semana.


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Fuente: www.ehowenespanol.com


El sentido de la madurez - Zen - Osho

La primera pregunta:


Me dijiste que mi mente es inmadura.

¿Qué significa tener una mente madura?


 Pensar que sabes es ser inmaduro. Funcionar desde los cono­cimientos, desde la conclusión, es ser inmaduro. Funcionar des­de el no-conocimiento, sin conclusiones, sin un pasado, es ma­durez.

Madurez es tener una profunda confianza en tu propia cons­ciencia; la inmadurez es desconfiar de tu propia consciencia. Y cuando desconfías de tu consciencia estás confiando en tu cono­cimiento, pero es un sustituto y un sustituto muy pobre. Trata de entenderlo, es importante.

 Has vivido, has experimentado tantas cosas; has leído, has es­cuchado, has pensado. Ahora todas esas conclusiones están ahí. Cuando surge una situación determinada puedes funcionar de dos maneras. Puedes funcionar a través de todo lo acumulado en el pa­sado; en concordancia con esto -esto es lo que quiero decir cuan­do digo funcionar a través de un centro, a través de conclusiones, a través de experiencias pasadas, muertas-, entonces, hagas lo que hagas, tu respuesta no será una respuesta, será una reacción. Y ser reaccionario es ser inmaduro.      

 Si puedes funcionar ahora mismo, aquí en este momento, a través de tu consciencia, siendo consciente, dejando a un lado todo lo que has conocido esto es lo que yo llamo funcionar a tra­vés del no-conocimiento. Esto es funcionar a través de la ino­cencia. Y esto es la madurez.
Estaba leyendo una anécdota:

 Le pareció al señor Smith que ahora que su hijo había cum­plido trece años era importante tratar con él esos asuntos que un adolescente debe conocer sobre la vida. Así que una tarde llamó al muchacho al estudio, cerró la puerta cuidadosamente y con una dignidad impresionante le dijo:
-Hijo, me gustaría hablar contigo de los hechos de la vida.
-No faltaba más, papá- dijo el chico-.¿Qué quieres saber?

 La mente es inmadura cuando no está lista para aprender. El ego se siente muy satisfecho cuando no necesita aprender nada de nadie; el ego se siente ensalzado cuando siente que ya sabe. Pero el problema está en que la vida sigue cambiando, nunca es la misma -sigue fluyendo, es un fluir- y tu conocimiento siem­pre es el mismo. Tus conocimientos no están evolucionando con la vida, están atascados en algún lugar del pasado y siempre que reaccionas a través de ellos pierdes la perspectiva, porque no ha­rás exactamente lo que hay que hacer. La vida ha cambiado, pero tus conocimientos permanecen los mismos y sigues actuando a partir de esos conocimientos. Esto significa que encaras el pre­sente con los conocimientos de ayer. Nunca serás capaz de estar vivo. Cuanto más funcionas a través de tus conocimientos, más inmaduro te vuelves.

 Deja que te cuente una paradoja: todo niño inocente es madu­ro. La madurez no tiene nada que ver con la edad porque no tie­ne nada que ver con tener experiencia. La madurez tiene que ver con la sensibilidad, la frescura, la virginidad, la inocencia. Por eso cuando uso la palabra "maduro" no quiero decir que cuando hayas tenido más experiencias serás más maduro. Esto es lo que la gente normalmente quiere expresar cuando usa esta palabra; yo no quiero decir eso. Cuanto más conocimiento acumulas, más inmadura se vuelve tu mente. Y cuando tengas setenta u ochenta años serás completamente inmaduro, porque tendrás que funcio­nar a través de un rancio pasado. Observa a un niño pequeño... sin saber nada, sin tener experiencia, funciona en el aquí y ahora.

 Por eso los niños pueden aprender más que los adultos. Los psicólogos dicen que si a un niño no le obligas a aprender, no le obligas a disciplinarse, puede aprender cualquier idioma en tres meses. Déjale sólo con gente que conozca ese idioma y se pondrá al día en tres meses. Pero si le obligas a aprender le costará casi tres años, porque cuanto más le obligues, más tenderá a funcio­nar a través de lo que ha aprendido, a través del conocimiénto del ayer. Si le dejas a él solo, va libre, espontáneamente; el aprendi­zaje sucéde fácilmente, por sí mismo, por su propio impulso.

Cuando el niño alcanza la edad de ocho años ha aprendido casi el setenta por ciento de lo que va a aprender en toda su vida. Puede que viva ochenta años, pero con ocho ya ha aprendido el setenta por ciento -sólo aprenderá un treinta por ciento más y cada día que pase su capacidad de aprender se irá reduciendo-. Cuanto más sabe, menos aprende. Cuando la gente usa la palabra "madudez" quiere decir más conocimientos; cuando yo uso la pa­labra "madurez" quiero decir la capacidad de aprender, no de sa­ber sino de aprender. Y son diferentes, completamente diferentes, son cosas diametralmente opuestas.

 Los conocimientos son algo muerto. La capacidad de aprender es un proceso vivo: simplemente permaneces capaz de aprender, per­maneces disponible, permaneces abierto, listo para recibir. Aprender es receptividad. Los conocimientos te hacen menos receptivo por­que piensas que si ya sabes, ¿qué te queda por aprender? Cuando ya sabes, te pierdes muchas cosas, cuando no sabes nada, no te puedes perder nada.        
          
 Sócrates dijo en su vejez: «¡Ahora no sé nada!». Esto era ma­durez. Y antes de morir dijo: «No se nada».
 La vida es tan inmensa. ¿Cómo puede esta mente diminuta conocerla? A lo sumo tienes unos vislumbres y eso ya es mucho.
La existencia es tan vasta e infinita, sin principio, sin fin... ¿cómo puede esta diminuta gota de consciencia llegar a conocer­la? Ya es bastante que tengas algún vislumbre, que se abra algu­na puerta, pues son pocos los momentos en los que entras en con­tacto con la existencia. Pero esos momentos no se pueden convertir en conocimiento. Y tu mente tiende a hacerlo; por eso se vuelve cada vez más inmadura.      

 Lo primero es que deberías ser capaz de aprender y que tu ca­pacidad de aprend¡zaje nunca debería estar cargada de conoci­mientos, nunca debería estar cubierta de polvo. El espejo del aprendizaje debería permanecer limpio y fresco de modo que pueda reflejar.

 La mente puede funcionar de dos modos. Puede funcionar como una cámara fotográfica: la expones una vez, se acabó, la película inmediatamente queda repleta de conocimientos y pier­de su capacidad de aprender. La expones una vez y ya sabe: aho­ra es inservible, ya no es capaz de aprender más. Si la usas una y otra vez se hará más confusa. Por eso la gente que sabe demasia­do siempre tiene miedo de aprender, porque se confundirán. Ya son películas veladas.

 Por eso hay otro tipo de aprendizaje: aprender como un espe­jo. Expón el espejo las veces que quieras, no importa; si te pones frente a un espejo, eres reflejado, si te quitas, el reflejo desapare­ce. El espejo nunca acumula.

 La película de una cámara inmediatamente acumula; es mise­rable, atrapa, agarra. Pero el espejo simplemente refleja: te pones delante, estás ahí; te quitas, ya no estás.

 Ésta es la manera de seguir siendo maduro. Todo niño nace maduro y casi todo el mundo muere inmaduro. Puede parecer muy paradójico, pero no lo es. Permanece inocente y permanece­rás maduro.

 Lo segundo es que la mente inmadura está siempre interesada en trivialidades. La mente inmadura está siempre interesada en objetos: dinero, casas, coches, poder, prestigio... todo trivial, todo podrido. La mente madura está interesada sólo en la exis­tencia, en el ser, en la vida en sí misma. De este modo cuando digo que tienes una mente inmadura quiero decir que todavía es­tás interesado en cosas, no en personas, interesado en el exterior, no en el interior, interesado en los objetos, no en lo subjetivo; in­teresado en lo finito, no en lo infinito.



Osho Zen
Osho Zen


 Sólo observa tu mente, adónde va, cuáles son sus fantasías. Si te encuentras un valioso diamante en la carretera y justo ahí mis­mo ha florecido una rosa, ¿en qué estarás interesado, en la rosa o en el diamante? No serás capaz de ver la rosa si estás interesado en el diamante. Pasarás por alto la rosa, no tiene valor. Tus ojos estarán cegados por el diamante. Toda tu mente estará enfocada en el diamante y pasarás por alto otro diamante que estaba más vivo: la rosa.   
                             
Dicen que en el paraíso hindú las rosas no son rosas normales, están hechas de diamantes. No lo sé, pero yo sí he visto rosas. Si puedes ver rosas hechas de diamantes, aquí en la tierra, ¿por qué ir tan lejos? Sin ir al paraíso, puedes verlas aquí y ahora...

Una vez que aprendes cómo ver una rosa no existe nada com­parable. Y una vez que puedes ver la rosa podrías olvidarte com­pletamente del diamante.
Resulta que Mulla Naruddin vino a verme el otro día. Estaba muy preocupado y me dijo:      
 -Oh, pobre señor Jones. Osho, ¿has oído lo que le pasó? Se tropezó en lo alto de las escaleras, cayó rodando hasta abajo, se golpeó en la cabeza y se mató.
Asombrado le pregunté:
-¿Se mató?
-Se mató, -repitió con énfasis-, ¡y además se le rompieron las gafas!

 La mente inmadura está más interesada en las gafas que en la: vida, la muerte o el amor; más interesada en cosas, casas, coches. Cuando te digo que tienes una mente inmadura, quiero decir que todavía estás interesado en aquello que no tiene valor, lo no esen­cial. Como mucho se puede usar, como mucho puede convertirse en algo decorativo, pero no puede reemplazar a la vida, no puede sustituirla, no puede convertirse en la vida misma. Y hay mucha gente que ha hecho de esto su vida.
Conozco a algunas personas ricas que viven unas vidas tan pobres que uno no se lo puede ni imaginar.

 Conocía a un hombre en Delhi que tenía seis bungalós, todos alquilados. Y él vivía en una pequeña celda oscura, sin hijos ni esposa. En una ocasión le pregunté:
-Tienes suficiente. ¿Por qué sigues viviendo en esta oscura y pequeña celda? ¿Por qué te has impuesto esta prisión? ¿Qué tipo de penitencia estás cumpliendo?
Me dijo:
-Ninguna. Siempre he vivido de este modo y es perfectamen­te hermoso. Y hay gente viviendo en esos seis bungalos.
Él va a los bungalós sólo para cobrar el alquiler. Le pregunté:
-¿Por qué nunca te has casado?
-Soy un hombre pobre y las mujeres son muy caras. No pue­do permitírmelo -me dijo.

  Si te encuentras a este hombre serás incapaz de reconocer que es dueño de seis grandes casas y que gana mucho dinero. ¿Qué le há sucedido? Está mas interesado en el dinero que en sí mismo; está más interesado en el dinero que en el amor; está más intere­sado en el poder que acompaña al dinero, pero jamás ha compartido nada con nadie.

 Estas personas no son raras, son muy corrientes. Todo el mun­do tiene esta tendencia en su interior. Y la gente sigue racionali­zando. El hombre es muy listo, dice: «Esto no es avaricia. No me malentiendas. Soy un hombre sencillo, vivo una vida sencilla. Soy un hombre religioso y me gusta la vida sencilla».

 Si estás demasiado interesado en los objetos eres inmaduro. Cambia tu atención, interésate cada vez más en las personas en vez de en ti mismo.

 Tengo aquí una sannyasin, Nisha. Ella se enamora siempre de gente pobre y es riquísima. Hace sólo unos días, vino y pregun­tó: «Osho, ¿por qué sigo enamorándome de gente pobre y que está casi en la calle?». Conozco la razón: con un mendigo no ne­cesita preocuparse de su dinero. Se cree que está ayudando a esa gente porque les da de comer, por cosas pequeñas. De hecho nun­ca se ha enamorado. Está tan enamorada del dinero que no puede enamorarse de las personas. Ella compra a esa gente con dinero; no le cuestan nada, no corre ningún riesgo. Y ellos se sienten obligados porque ella les da comida, ropa, cobijo; se sienten obli­gados de modo que fingen que están enamorados de ella y ella continúa aparentando que se ha enamorado. Éste es un modo de proteger su dinero y de permanecer cerrada, miserable.

 Está sufriendo, está dolorida, pero no puede verlo. Tiene que aprender a compartir. Si sabes compartir, eres maduro. Si no sa­bes cómo compartir, eres inmaduro.
Este compartir ocurre a todos los niveles, en todas las direc­ciones, en todas las dimensiones. Comparte todo lo que tengas. Y por eso una de las cosas más básicas que tienes que entender es que cuanto más compartes algo, más crece en ti. Comparte todo lo que tengas y crecerá; apégate a ello, ten miedo a compartir, a la amistad, al amor, y se encogerá. La vida sólo conoce una ley y esa ley es la de la expansión, la de compartir.

 Mira la naturaleza. La naturaleza es tan derrochadora. Cuan­do se necesita una flor, mil y una flores brotarán. Cuando haces el amor a una mujer o a un hombre, en cada orgasmo se liberan millones de células. Una habría sido suficiente porque como mu­cho se puede concebir un niño, pero se liberan millones de células; Un solo hombre podría poblar toda la tierra. iUn solo hom­bre! Un hombre corriente tiene por lo menos cuatro mil relaciones en su vida -un hombre corriente-, y en cada relación se liberan millones de células. Todo el mundo, toda la población que existe ahora mismo, podría ser producida por un solo hom­bre. Y sin embargo ese hombre, si está en Occidente, sólo será  padre de dos o tres niños; si está en Oriente de doce, catorce, quince, nada más. Para que sean concebidas quince personas, se liberan millones de células.

 La naturaleza es derrochadora. Cuando se necesita una flor produce millones. Un árbol producirá... Mira este gulmohr, tie­ne listas millones de semillas. Todas caerán y unas pocas -una, dos, cuatro, cinco, veinte, un centenar- podrían convertirse en ár­boles. ¿Por qué tantas semillas? Dios no es un miserable. Si pides uno, te da millones. iSólo pide! Jesús ha dicho: «Llama y se te abrirán las puertas, pedid y se os dará». Recuerda, si pides uno, se te darán millones.

 En el momento que te vuelves un miserable te estás cerrando a los fenómenos básicos de la vida: expansión, compartir. En el momento que comienzas a apegarte a las cosas, has errado el ob­jetivo. Has fallado, porque el objetivo no son los objetos, tú, tu ser más interno, es el objetivo; no una casa hermosa, sino un tú hermoso, no mucho dinero, sino tú lleno de riqueza, no muchas cosas, sino un ser abierto, disponible a millones de cosas.

 Cuando digo que eres inmaduro, quiero decir que te preocu­pan demasiado los objetos y todavía no has aprendido que la vida consiste en consciencia, en seres, no en cosas. Las cosas están para usarse, son necesarias, pero no empieces a vivir para ellas. No sólo de pan vive el hombre: si sólo vives de pan, sólo de co­sas, es que ya estás muerto.

 Y lo tercero: la madurez es siempre espontánea. No hace pla­nes, no ensaya.
 La gente viene a mí... Justo la otra noche había alguien que me dijo: «Preparo tantas preguntas cuando vengo a verte, pero cuando llego aquí me olvido. ¿Qué me haces?».
¡No estoy haciendo absolutamente nada! Todo eres tú. En el momento que preparas algo ya estas diciendo que es falso. La rea­lidad no necesita prepararse. En la vida, no son necesarios los en­sayos, son necesarios en el teatro. El teatro es algo falso. Si tienes que preparar tus preguntas quiere decir que esas preguntas no son tuyas. Si estas sediento y vienes a mí, ¿te olvidarás de que tienes sed y de que te gustaría saciarla? ¿Cómo te puedes olvidar? De he­cho, cuando llegas a la orilla de un río, la sed te quemará más in­tensamente, porque en el momento que ves el agua corriendo y es­cuchas el sonido del gorgoteo, inmediatamente todo lo que habías estado reprimiendo emergerá. Todo tu ser responderá; dirá: «iEs­toy sediento!». Si estás sediento no te olvidaras.

 Pero tú preparas las preguntas. Te preparas para ir al río y di­ces: «Tengo mucha sed». ¿Qué sentido tiene prepararse? Si tie­nes sed, tienes sed. Si no tienes sed, cuando llegues al río, te ha­brás olvidado.
Cuando digo que eres inmaduro, quiero decir que preparas las preguntas, tus cuestiones. Son cosas de la mente, no vienen de tu corazón. No tienen relación contigo, no están arraigadas en ti.
                                 
 Se cuenta en la biografía de George Bernard Shaw que una vez, en el estreno de una de sus obras, al terminar salió a saludar con obvia complacencia, para aceptar los crecientes aplausos del gentío. A pesar de todo, había un discrepante, que encontró la ocasión, en un momento en el que el público dejó de aplaudir, para gritar de un modo desaforado: «¡Shaw, tu obra apesta!».

 Hubo un momento de horrorizado silencio, pero Shaw, im­perturbable, exclamó desde el escenario: «Amigo mío, estoy to­talmente de acuerdo con usted, pero ¿quiénes somos nosotros dos -en ese momento señaló con la mano hacia el público- en contra de la gran mayoría?».
Y los aplausos sonaron aun con más entusiasmo que antes.

 No puedes preparar algo así, es imposible. Es una respuesta espontánea, de ahí su belleza. No puedes prepararte para estas cosas. Y la vida es un proceso tan continuo: o actúas o se pasa la ocasión. Más tarde, encontrarás mil y una respuestas -podrías haber dicho esto o aquello-, pero no sirven de nada.

 Mark Twain regresaba a su casa con su mujer desde una sala de conferencias, donde acababa de dar una hermosa charla. Su mujer no había estado presente, sólo había ido a buscarle.
Por el camino le preguntó:
-¿Cómo ha ido el discurso?
Mark Twain dijo:
-¿Cuál de ellos? El que he preparado, el que he dado, o el que ahora estoy pensando que tendría que haber dado? ¿Cuál de ellos?

 Si lo preparas, esto es lo que pasará. Permanece consciente, alerta, despierto y actúa desde tu espontaneidad. Y no solamente los demás verán la vitalidad de tu respuesta, tú también te estre­mecerás de emoción con tu propia respuesta. No sólo los demás se sorprenderán, tú mismo te sorprenderás.

 Llamo a una mente madura, cuando conserva la capacidad de sorprenderse. Una mente es madura si continúa siendo capaz de ser sorprendida, por otros, por sí misma, por todo. La vida es una constante maravilla: no tiene planes preparados o respuestas prefa­bricadas. Nunca sabe qué va a suceder, va hacia lo desconocido en cada momento. Nunca se adelanta a sí misma, ni nunca se queda rezagada. Permanece sencillamente ella misma, esté donde esté.

 Y lo último y más importante: cuando digo que tienes una mente inmadura, básicamente quiero decir que tienes mente. La mente en sí misma es inmadura. Sólo la no-mente es madura.
La madurez no tiene nada que ver con la mente, porque men­te significa todo lo que tu conoces. Mente significa tus experien­cias, mente significa tu pasado, tus ensayos, tus preparaciones. Todas estas cosas están implícitas en la palabra "mente". La mente no es algo en particular, es toda la acumulación, toda la ba­sura, todo la montaña de tu pasado muerto.

 Cuando digo: «Sé maduro», quiero decir conviértete en no­-mente. Si actúas espontáneamente, actuarás desde la no-mente. Si te mantienes capaz de aprender, continuarás siendo capaz de ser no-mente, una y otra y otra vez; la mente nunca almacenará. Si eres capaz de permanecer alerta y espontáneo, capaz de sor­prenderte con la vida y contigo mismo, poco a poco, te irás inte­resando cada vez más en lo más interno de tu vida, en la esencia de la vida. Cuando mires a una persona, no verás sólo el cuerpo; tu mirada se hará penetrante, tu mirada será como unos rayos X. Captará a la persona, la consciencia que hay allí, la luz interior en esa otra persona. El cuerpo es sólo una morada: te encontrarás a la persona; os daréis la mano, pero no sólo la mano, saludarás a la persona, os encontraréis.  

 Y en tu propia vida, poco a poco, te irás haciendo consciente de que el cuerpo es sólo la vestimenta exterior: tienes que cui­darlo, no debes desatenderlo, es valioso, pero no lo es todo. Tú eres el maestro, no el sirviente. Y poco  a poco, cuanto más te adentres en tu interior, verás que la mente también es una vesti­menta, más íntima, más valiosa que el cuerpo, pero no más va­liosa que tú. Tú permaneces como el valor supremo.

 Una vez que sabes que tú eres el valor supremo, has madurado. Y una vez que conoces tu valor supremo, conoces el valor supremo de todo. Todos los seres son budas, nadie es menos que eso; toda la vida es divina, siempre estás caminando en suelo sagrado.

 -Se dice que cuando Moisés fue a la montaña a reunirse con Dios, el matorrál estaba ardiendo y proveniente del matorral escu­chó una voz: «¡Detente! Quítate los zapatos. Esto es suelo sagra­do». Siempre me ha gUstado. Pero todo suelo es suelo sagrado y en todos los matorrales Dios está ardiendo. Si todavía no has visto esto, no has comprendido nada. Mira otra vez... en todos los mato­rrales Dios está ardiendo y de cada matorral viene el mandamiento: «¡Detente y quítate los zapatos. Estás caminando en suelo sagra­do!». Todos los suelos, toda la tierra, toda la existencia es sagrada. Cuando tengas este sentimiento dentro de ti, te llamaré maduro, no antes de eso. Una mente madura es una mente religiosa.


La segunda pregunta:


¿Por qué hago montañas de un grano de arena?


 Porque el ego no se siente bien; no se siente cómodo, con gra­nos de arena, quiere montañas. Incluso si es una miseria, no debe­ría ser un grano de arena, debería ser el Everest. Incluso si es una miseria, el ego no quiere ser ordinariamente miserable, ¡quiere ser extraordinariamente miserable!

 Se cuenta que Bernard Shaw dijo: «Si no voy a ser el primero en el cielo, me gustaría ir al infierno... pero me gustaría ser el primero».

 En la cristiandad existe sólo un infierno y Bernard Shaw nun­ca supo que en la India tenemos el concepto de siete infiernos. Si hubiera oído hablar sobre los infiernos hindúes hubiera escogido el séptimo, porque en el quinto se hubiera sentido humillado, ya que otros están muy por delante de él en el séptimo. ¡Los pecadores de verdad, los grandes pecadores, están en el séptimo! De una manera o de otra, uno quiere ser el primero. Por eso uno si­gue haciendo montañas de un grano de arena.

 Una mujer hipocondriaca murió. Toda la ciudad, toda la pro­fesión médica se sintió liberada, porque era un constante proble­ma en la cabeza de mucha gente, en todas partes, por todos lados. La familia, los doctores, los médicos; había molestado a todo el mundo y nadie pudo ayudalar. Y se aficionó a la idea de que na­die sabía nada sobre el tipo de enfermedad que padecía, era una enfermedad extraordinaria. De hecho no había enfermedad.

 Cuando se murió casi hubo una fiesta en la ciudad. Pero cuan­do abrieron el testamento, donde ella había escrito que su volun­tad debía ser atendida eficazmente, leyeron que consistía en que se colocara en su tumba una lápida con una inscripción labrada con estas palabras: «¿Os creeréis ahora que estaba enferma?».
De esta manera continuaría persiguiendo a toda la ciudad otra vez.

 La gente continúa creando grandes problemas a partir de la nada. ¡He hablado con miles de personas acerca de sus proble­mas y no me he encontrado todavía un problema que fuera real! Todos los problemas son fingidos, tú los creas, porque sin pro­blemas te sientes vacío. Entonces no hay nada que hacer, nada con lo que luchar, ningún lugar adonde ir. La gente va de un gurú a otro, de un maestro a otro, de un psicoanalista a otro, de un gru­po de terapia a otro, porque si no van, se sienten vacíos y de re­pente sienten que la vida no tiene significado. Creas problemas para poder sentir que la vida es una gran tarea, un crecimiento, y tienes que esforzarte mucho.  

 El ego sólo puede existir cuando se esfuerza, recuerda: cuan­do lucha. Si te digo: «Mata tres moscas y te iluminarás», no me creerás. Dirás: «¿Tres moscas? No es mucho pedir. ¿Y me ilumi­naré? No parece probable». Si te dijera que tienes que matar a se­tecientos leones, por supuesto, ¡eso es otra cosa!

 Cuanto mayor es el problema, mayor el desafío, y con el de­safío tu ego asciende, vuela alto. Tú creas los problemas, los pro­blemas no existen.

 Y ahora si me lo permites, ni siquiera hay un grano de arena. Eso también es un truco tuyo. Dices: «Sí, podrían no ser monta­ñas, sino un grano de arena...». No, ni siquiera hay un grano de arena, ésas son tus creaciones. Primero creas un grano de arena a partir de la nada, después creas montañas a partir de un grano de arena. Y los sacerdotes, psicoanalistas y gurús están felices por­que todo su negocio existe gracias a ti. Si no creas un grano de arena de la nada y no conviertes el grano de arena en montañas, ¿qué sentido tendrán los gurús ayudándote? Primero tienes que dar el perfil para que te puedan ayudar.  

 Los verdaderos maestros han estado diciendo otra cosa. Han dicho: «Por favor mira lo que haces, qué tontería estás haciendo.

 Primero te creas el problemá, luego vas a la búsqueda de una so­lución. Sólo observa por qué estás creando el problema. Exacta­mente al principio, cuando estás creando el problema, está la so­lución. ¡Deja de crearlo!». Pero esto no te atraerá, porque de repente esto te confronta contigo mismo. ¿Nada que hacer? ¿Sin iluminación? ¿Sin satori? ¿Sin samadi? Y te quedas profunda­mente inquieto, vacío, tratando de llenarte con cualquier cosa, no importa qué.     
           
 No tienes ningún problema; sólo tienes que entender esto. En este mismo momento puedes dejar caer todos tus problemas por­que son tus creaciones. Echa otra mirada a tus problemas, cuanto más profundamente los mires, más pequeños te parecerán. Sigue mirándolos y poco a poco comenzarán a desaparecer. Sigue mi­rándolos y de repente encontrarás que hay un vacío... un hermo­so vacío te rodea. Nada que hacer, nada que ser, porque tú ya eres eso.

 La iluminación no es algo que haya que alcanzar, sólo tiene que ser vivida. Cuando digo que he alcanzado la iluminación, simplemente quiero decir que he decidido vivirla -¡hasta aquí hemos llegado!- y desde entonces la he vivido. Decides que ya no estás interesado en crear más problemas; esto es todo. Decides terminar con toda esta tontería de ir creando problemas y encon­trando soluciones.

 Es un juego que juegas contigo mismo: tú mismo te estás es­condiendo y tú mismo te estás buscando, eres ambas partes. ¡Y lo sabes! Por eso cuando lo estoy diciendo sonríes, te ríes. No estoy diciendo nada ridículo, tú lo entiendes. Te estas riendo de ti mis­mo. Sólo obsérvate riendo, mira tu propia sonrisa: lo estás enten­diendo. Tiene que ser así porque es tu propio juego: te estás ocul­tando y estás esperando que tú mismo seas capaz de buscar y encontrarte.

 Te puedes encontrar a ti mismo en este momento porque eres tú el que se esconde. Por esto los maestros Zen siguen golpean­do. Siempre que alguien llega y dice: «Me gustaría ser un Buda», el maestro se enfada mucho. Porque está pidiendo tonterías, ya que él es un Buda. Si el Buda llega a mí y me pregunta cómo ser un Buda, ¿qué es lo que se supone que debo hacer? Le golpearé en la cabeza: «¿A quién te crees que estás engañando? Tú eres un Buda».

 No te crees problemas innecesarios. Y comenzará a surgir una comprensión si observas cómo haces un problema cada vez más grande, cómo lo haces girar y cómo ayudas a la rueda a moverse cada vez más rápido. De repente estás en la cima de tu miseria y necesitas de la compasión del mundo entero.
Una sannyasin, Marga, me escribió una carta. Me dijo: «Osho, estoy muy triste porque cuando hablas miras a todo el mundo menos a mí».  

 Yo no estoy mirando a nadie, pero tengo ojos, o sea que tienen que estar en algún lugar. No es que esté mirando a alguien; no es­toy mirando a nadie. Y puedes ver en mis ojos que están vacíos, están ausentes. Pero si estás tratando de encontrar tu reflejo en ellos y no lo encuentras, te pones muy triste. Ahora hay un nue­vo problema. Ahora el ego se siente herido. ¡Mirando a todo el mundo excepto a ti! Sólo observa cómo has hecho de ti misma una excepción; te has convertido en extraordinaria. Yo miro a todo el mundo, a todo el grupo, excepto a ti. Te has vuelto única. Si miro a Marga -cosa que no voy a hacer; desde que recibí su carta, no he vuelto a mirarla-, entonces el ego podría tener otro problema: la estoy mirando sólo a ella. ¡Entonces eso creará un problema!

 Eres un gran creador de problemas. Sólo entiende esto y de repente los problemas desaparecen. Tú estás en perfectas condi­ciones. Has nacido perfecto: éste es todo el mensaje. Has nacido perfecto, la perfección es tu naturaleza más intima. Únicamente tienes que vivirla. Decídete y vívela.
 Pero si todavía no te has hartado del juego puedes continuar.

 Pero no preguntes la razón, porque ya la sabes. La razón es muy sencilla: el ego no puede existir en el vacío, necesita luchar con algo. Incluso un fantasma en tu imaginación servirá, pero necesi­tas luchar con alguien. El ego sólo existe en conflicto. El ego no es una entidad, es una tensión. Siempre que hay un conflicto la tensión surge y el ego existe; cuando no hay un conflicto la ten­sión desaparece y el ego desaparece. El ego no es una cosa, es sólo una tensión.
Y por supuesto nadie quiere tensiones pequeñas, todo el mun­do quiere grandes tensiones. Si tus propios problemas no son su­ficientes comienzas a pensar en la humanidad, el mundo, el futu­ro; socialismo, comulfismo y toda esa basura. Comienzas a pensar en ello como si el mundo entero dependiera de tu consejo.

 Entonces piensas: «¿Qué es lo que va a pasar en Israel? ¿Qué es lo que va a pasar en África?». Y sigues dando consejos y creas problemas. La gente se preocupa mucho, no puede dormir por­que hay alguna guerra, se pone nerviosa. Su propia vida es tan corriente que las personas buscan lo extraordinario en otro lugar. La nación tiene problemas, entonces se identifican con la nación. La cultura tiene problemas, la sociedad tiene problemas, existen grandes problemas, pues tú te identificas. Eres hindú y la cultura hindú está en dificultades; eres cristiano y la Iglesia está en difi­cultades. El mundo entero está en juego: ahora te engrandeces a través de tu problema.



Osho Zen
Osho Zen


 El ego necesita problemas. Si entiendes esto, esa misma com­prensión convierte de nuevo las montañas en granos de arena, y después los granos de arena también desaparecen. De repente se hace el vacío, puro vacío a tu alrededor. Esto es la iluminación: la comprensión profunda de que no existe ningún problema.

 Entonces, cuando no tengas que resolver ningún problema, ¿qué harás? Inmediatamente empezarás a vivir. Comerás, dormi­rás, amarás, tendrás tus conversaciones, cantarás, bailarás... ¿Qué más puedes hacer? Te has convertido en un dios, has co­menzado a vivir.

 Si es que Dios existe, una cosa es segura: no tendrá ningún problema. Por lo menos esto es seguro. ¿Entonces qué hace con todo su tiempo? Sin problemas, sin psiquiatra al que consultar, sin gurú al que visitar y rendirse... ¿Qué está haciendo Dios? Debe de estar volviéndose loco, girando. ¿Qué es lo que hará? No, él está viviendo; su vida está totalmente llena de vida. Está comiendo, durmiendo, bailando, teniendo una aventura amorosa, pero sin problemas.

 Comienza a vivir este momento y verás que cuanto más vives, menos problemas hay, porque ahora que tu vacío está florecien­do y viviendo, ya no son necesarios. Cuando no vives, esa misma energía se agria. La misma energía que se podría haber converti­do en una flor se estanca. Sin permitírsele florecer se convierte en una espina en el corazón; es la misma energía.

 Obliga a un niño pequeño a sentarse en una esquina y dile que se quede totalmente inmóvil, sin moverse. Observa lo que suce­de... sólo unos minutos antes, estaba perfectamente bien, fluyen­do; ahora su cara se ha puesto roja porque tiene que dominarse, controlarse a sí mismo. Todo su cuerpo se ha puesto rígido y tra­ta de agitarse aquí y allá y quiere saltar fuera de sí mismo. Has forzado la energía: ahora no tiene un sentido, un significado, un espacio para moverse; sin lugar para crecer y florecer, está atas­cada, helada, rígida. El niño está sufriendo una pequeña muerte, una muerte temporal.

 Si no permites al niño correr otra vez, moverse alrededor del jardín y jugar, comenzará a crear problemas, fantaseará, creará problemas en su mente y comenzará a luchar con esos proble­mas. Verá un perrazo y se asustará o verá un fantasma y tendrá que luchar y escapar de él. Ahora está creando problemas. La misma energía que hasta hace un momento fluía a su alrededor, en todas las direcciones, está atascada y se está agriando.

 Si la gente pudiera bailar un poco más, cantar un poco más, ser un poco más loca, su energía fluiría más y sus problemas poco a poco irían desapareciendo.        
      
 Por eso insisto tanto en el baile. ¡Baila hasta el orgasmo! Deja que toda tu energía se convierta en danza y de repente verás que no tienes cabeza: la energía atascada en la cabeza se está moviendo a tu alrededor, creando hermosas formas, imágenes, movimientos. Y cuando bailas llega un momento en el que tu cuerpo deja de ser algo rígido; se vuelve flexible, fluido. Cuando bailas, llega un mo­mento en el que tus límites dejan de ser tan claros; te disuelves y te haces uno con el cosmos, las fronteras se diluyen.    

 Observa a un bailarín. Verás que se ha convertido en un fenó­meno de energía, ya no es un forma fija, ya no está dentro de un marco. Está fluyendo, saliéndose fuera de ese marco, fuera de su forma y haciéndose más vivo, cada vez más vivo. Pero sólo si tú mismo bailas sabrás lo que sucede en realidad: la cabeza en tu in­terior desaparece, de nuevo eres un niño. Entonces no creas nin­gún problema.

 Vive, baila, come, duerme, hazlo tan totalmente como sea po­sible. Y recuerda una y otra vez: siempre que te sorprendas a ti mismo creando algún problema, salte de ahí, inmediatamente. Una vez que te metes en un problema necesitarás una solución. E incluso si encuentras una solución, de esta solución surgirán otra vez mil y un problemas. Una vez que equivocas el primer paso, has caído en la trampa. Siempre que veas que te estás metiendo en un problema, cázate a ti mismo, corre, salta, baila, pero no te metas en el problema. Haz algo inmediatamente de modo que la energía que estaba creando los problemas se vuelva fluida, líqui­da, se disuelva, regrese al cosmos.

 La gente primitiva no tiene muchos problemas. Me he encon­trado con grupos primitivos en la India que dicen que no sueñan en absoluto. Freud no hubiera creído que esto fuera posible. No sueñan, pero si en alguna ocasión alguien sueña -es un fenóme­no muy raro-, todo el pueblo ayuna, reza a Dios. Algo ha ido mal, algo malo ha ocurrido... un hombre ha soñado.

 Nunca sucede en su tribu porque viven tan totalmente que no se les queda nada en la cabeza para completar durante el sueño. Todo lo que dejes incompleto tiene que completarse en tus sue­ños; todo lo que no hayas vivido permanece como una resaca y se completa a sí mismo en la mente; en esto consiste el sueño. Du­rante todo el día piensas. El pensamiento simplemente muestra que tienes más energía de la que usas para vivir, tienes más ener­gía de lo que eso que tú llamas vida necesita.

 Te estás perdiendo la vida real. Usa más energía, así fluirán nuevas energías. Pero no seas un miserable. Úsalas hoy, deja que el presente se complete a sí mismo; el mañana se ocupará de sí mismo, no te preocupes acerca del mañana. La preocupación, el problema, la ansiedad simplemente muestran una cosa: que no estás viviendo correctamente, que tu vida no es todavía una cele­bración, un baile, una festividad. De ahí todos los problemas.

 Si vives, el ego desaparece. La vida no conoce el ego, conoce sólo vivir y vivir y vivir. La vida conoce no-ser, no-centro; la vida no conoce la separación. Inhalas, la vida entra en ti, exhalas, tú entras en la vida. No hay separación. Comes y los árboles en­tran en ti a través del fruto. Después un día mueres, eres enterra­do en la tierra, y los árboles te absorben y te conviertes en frutos. Tus hijos te comerán otra vez. Te has estado comiendo a tus an­tepasados, los árboles los han convertido en frutos. ¿Y tú crees que eres vegetariano? No te dejes engañar por las apariencias, to­dos somos caníbales.      

 La vida es una. Sigue moviéndose, viene a tu interior, pasa a través de ti. De hecho decir que la vida viene a tu interior no es correcto, porque entonces parece como si la vida llega a ti y pasa a través de ti. Tú no existes, sólo esta vida llegando y marchán­dose lo hace. Tú no existes, sólo la vida existe en sus formas tre­mendas, en su energía, en sus millones de delicias. Una vez que lo entiendas, deja que esta comprensión sea tu única ley.

 Y comenzad a vivir como Budas desde este mismo momento.
Si decides de otro modo, es cosa tuya. Pero como yo lo veo, es una decisión: «No me voy a engañar a mí mismo nunca más. Ahora comienzo a vivir como un Buda, en el vacío. No voy a tra­tar de encontrar ocupaciones innecesarias. Me disuelvo».


La tercera pregunta


Me he dado cuenta de que en el fondo quiero ser amadoy aceptado como el hombre más grande de la tierra,que quiero ser la persona más famosa.Y me siento herido cuando alguien me rechaza.¿Qué puedo hacer con estos sueños?


 Si entiendes que son sueños entonces mójate la cara y tómate una taza de té. ¿Por qué tienes que hacer algo? Los sueños son sueños, ¿por qué molestarse? Pero tú no comprendes que son sueños.

 Esto es prestado. Sabes que no son sueños, por eso estás preo­cupado. De otra manera, ¿por qué te preocupas? Si en un sueño ves que te has puesto enfermo, ¿vas al doctor cuando te despiertas por la mañana? En mi sueño estaba muy enfermo y ahora necesi­to medicinas. Nunca vas. Por la mañana te das cuenta de que era un sueño, ¡se acabó! ¿Qué sentido tiene visitar a un doctor?
Pero todavía no has entendido que son sueños. Para ti son relidades, de ahí el problema.    

 «Me he dado cuenta de que en el fondo quiero ser amado». Si quieres ser amado, ¡ama!, porque cualquier cosa que das te es de­vuelta. Si quieres ser amado, olvida el querer ser amado. Ama y el amor vendrá a ti de mil maneras. La vida refleja, la vida resue­na, la vida se hace eco de todo lo que le lanzas. Por eso si quieres ser amado olvida el querer y el ser amado; ya que no es eso en ab­soluto. Entonces la regla simplemente es: ama.

 Y si quieres ser aceptado como el hombre más grande de la tierra, empieza aceptando a todo el mundo como si fueran los hombres más grandes de la tierra. De otro modo, ¿cómo te van a aceptar a ti como el más importante? Ellos están en el mismo via­je. No te van a aceptar a ti como el más grande porque entonces ¿qué les pasará a ellos? Si tú eres el más importante, ¿quiénes son ellos? Nadie quiere ser otra cosa.

 Sucedió una vez. Un amigo de Mulla Nasruddin le estaba ha­blando. Se habían encontrado después de muchos años. Ambos eran rivales acérrimos... ambos eran poetas. Ambos empezaron a jactarse sobre los progresos que habían hecho en sus carreras.

-No  tienes idea,  Nasruddin,  de  cuánta  gente lee  ahora mi po­esía
-fanfarroneó el amigo-. Mis lectores se han doblado.
-¡Dios mío, Dios mío! -gritó Nasruddin-. ¡No tenía ni idea de que te habías casado!

 Todo el mundo está en el mismo viaje. Si quieres que la gente te acepte como el hombre más grande de la tierra, haz tuya esta regla: todo lo que quieras que los demás hagan por ti, hazlo por ellos. Pero éste es el problema. El ego quiere que seas el hombre más impor­tante de la tierra y nadie más. Entonces te sentirás herido, porque to­dos están en el mismo viaje. ¿Puedes entender algo tan simple? Es­tán esperando que tú también les aceptes como los grandes hombres.

 Escuché a Mulla Nasruddin una vez. Estaba dando un discur­so político.
Dijo: «Me dirijo con una gran turbación a una audiencia de gente más inteligente que yo; esto es, si hacemos la suma de to­dos ellos».


 Todos están tratando de estar en la cima del mundo; luego es­tás compitiendo con el mundo entero; Recuerda, vas a ser derro­tado. Un solo hombre luchando contra todo del mundo, ésa es la situación.
Si lo entiendes, hay dos maneras. Una, olvida este viaje, sé normal, sencillo, quienquiera que seas. No hay necesidad de ser especil, lo único necesario es ser real. Ser el más grand, es una meta errónea. Ser real..           
                                                                     
 Me he encontrado un eslogan hippy: «Sé realista, planea un milagro». Sí, así es. Si eres realmente realista, comienzas a vivir el milagro. Y el milagro es, si eres real, no quieres que te moles­ten con la competición, con la comparación. ¿A quién le impor­ta? Disfrutas comiendo, disfrutas repirando, disfrutas de la luz del sol, disfrutas de las estrellas, disfrutas de la vida, disfrutas de estar vivo: estás perfectamente sintonizado, en armonía con la to­talidad. ¿Qué sentido tiene ser un gran hombre? El gran hombre, los llamados grandes hombres, son casi siempre falsos. Tienen que serlo. No pueden ser personas reales. Son de plástico. Porque han escogido una meta equivocada. Ser grande es una meta del ego, ser real es existencia!

 Si quieres ser el más grande, estarás continuamente en con­flicto.Y por supuesto todo el mundo te perjudicará. No es que todo el mundo esté intentando perjudicarte, ellos están en su propio viaje; tú te estás cruzando en su camino innecesaria­mente.

 Abandona esa carrera de ratas. Siéntate debajo de un árbol al lado del camino. Es tremendamente hermoso y silencioso. De otra manera prepárate a que te hagan daño.

 Un político solía venir a verme. En una ocasión fue el presi­dente del Congreso Nacional indio, un gran hombre en la India.
Y me dijo:
-Soy un hombre muy sencillo. ¿Por qué la gente va difun­diendo cosas desagradables sobre mí? ¿Por qué la gente quiere perjudicarme?
Le respondí:                      
-Nadie quiere perjudicarte. Estás cruzándote en su camino sin necesidad. Ellos también quieren ser presidentes de grandes par­tidos. Estás obstaculizando su camino. Tienen que quitarte de en medio. Le dije: «Sólo recuerda lo que le hiciste al presidente an­terior. Lo mismo están tratando de hacer contigo, te están toman­do el pelo».

 Una vez que estás en un puesto de poder te empujan y tiran de ti. Tiene que ser así.      
Ramakrishna solía contar una bonita historia:

 Un pájaro volaba con un ratón muerto y veinte o treinta pája­ros le iban persiguiendo. El pájaro estaba muy preocupado. «¿Por qué? No les estoy haciendo nada, sólo esto llevando mi ratón muerto. ¿Porqué todos me persiguen?».
Y le pegaron fuerte, y en el conflicto, en la lucha, el pájaro abrió la boca y el ratón cayó. Inmediatamente todos volaron ha­cia el ratón, todos se olvidaron de él.    
Entonces se sentó en un árbol y meditó entristecido.

 No estaban en su contra, estaban también en el mismo viaje: querían el ratón.
Si la gente te está haciendo daño, abre la boca. ¡Debes de es­tar llevando un ratón muerto! ¡Suéltalo! y siéntate, si puedes, siéntate en el árbol o debajo del árbol y medita tristemente. Y de repente verás que se han olvidado de ti. No les interesas. Nunca les interesaste. El ego es un ratón muerto.

 La hija mayor de Jones acababa de dar a luz a un hermoso bebé y Jones estaba siendo felicitado. Parecía de todos modos abatido y un amigo le dijo: «¿Cuál es el problema, Jones? ¿No te gusta la idea de ser abuelo?». Jones dejó escapar un enorme sus­piro. «No -dijo-. No, eso no me molesta tanto. Pero es tan humi­llante tener que meterte en la cama con una abuela».

 Observa tu mente, cómo crea problemas. La mujer sigue sien­do la misma, pero ahora que se ha convertido en abuela uno se siente humillado.

 Son tus ideas las que están creando tu humillación. Si estás real­mente preocupado en tu propio bienestar entonces nadie te está ha­ciendo daño: son sólo tus propias ideas. Déjalas caer.
O, si te sientes bien con ellas, no te preocupes de las heridas. Carga con ellas. Pero toma una decisión en tu interior: si escoges el viaje del ego, si quieres ser el hombre más grande del mundo, todos te van a demostrar que eres el peor hombre del mundo. En ese caso ten el coraje y el corazón para sufrir todo esto. Es inútil, pero si escoges este camino, es tu elección. Si realmente quieres tu bienestar, tu calma interior, silencio y felicidad, entonces estas heridas son indicativas: dentro de ti estás cargando con algunas ideas erróneas.

Abandónalas.

La última pregunta...


No tengo preguntas,sólo un sentimiento de desesperación.No puedo creerme mis preguntas. Tengo lasensación de que vienen de algo frágil e irreal.


 «No tengo preguntas, sólo un sentimiento de desespera­ción...». ¿Cómo surge la desesperación? Debes de estar esperan­do demasiado. Surge por tener demasiadas esperanzas.
Si no esperas, desaparece toda desesperación. Si esperas demasiado, la frustración está garantizada. Si estás tratando de te­ner éxito, estás destinado a fracasar. Con todo lo que intentas con demasiado empeño, sucede justamente lo contrario.

 Debes de haber estado intentando realizar con demasiado em­peño alguna esperanza, por eso llega la desesperación. Si real­mente quieres liberarte de la desesperación -y todo el mundo lo quiere-, entonces libérate de la esperanza. Abandona toda espe­ranza y de repente verás que, al desaparecer la esperanza, desa­parece la desesperación. Entonces uno llega a una tranquilidad interna donde no existe ni esperanza, ni desesperación. Uno está simplemente calmado, tranquilo y recogido, como una gran re­serva de energía, una fuente de energía, imperturbable.

 Pero para esto tienes que sacrificar la esperanza. La pregunta muestra que todavía estás esperando. Vete un poco más al fondo y más lejos: si estás realmente desesperado, la desesperación de­saparecerá...

 Déjame que te lo explique de otra manera. Siempre que una persona dice que está desesperada está diciendo que todavía está aferrada a esa misma esperanza que se ha demostrado vana, o de la que no hay indicación de que se vaya a realizar en absoluto. Pero todavía sigue manteniéndola, esperando a pesar de todo. La desesperación continua.

 No esperes nada. No hay necesidad, porque todo lo que pue­des esperar ya ha sido dado. ¿Qué más puedes esperar?

 Estás aquí, todo está aquí: el ser lo es todo. Pero tú no lo aprecias, estás pidiendo un ratón muerto, un viaje de poder, un viaje del ego, un éxito a los ojos del mundo. Éstos no se van a realizar; incluso Alejandro Magno fracasó. Incluso Alejandro Magno mu­rió como un hombre pobre, un mendigo, porque todo aquello que acumulas te es arrebatado, te vas con las manos vacías. Con las manos vacías llegas, con las manos vacías te vas.

 Entonces, ¿por qué preocuparte del éxito, las riquezas, el po­der, ya sea material o espiritual? Simplemente sé... Y ser es el milagro más grande. Vuélvete hacia tu interior -lo que el Buda llama paravritti-. Da un giro completo, un giro total y de repen­te estás tan lleno de alegría que no necesitas nada más. De hecho tienes tanto que te gustaría derramarlo sobre los demás.
Pero las cosas siguen oscilando de un extremo al otro. Si espe­ras, entonces poco a poco el péndulo se desplaza hacia la deses­peración. Si estás demasiado enamorado de la vida, poco a poco vas hacia el suicidio. Si eres demasiado religioso, poco a poco te vas moviendo y te vuelves antirreligioso. El péndulo sigue mo­viéndose hacia el opuesto. En algún lugar en el medio uno tiene que parar.

 Y si te paras en el medio, el tiempo se detiene contigo. Y cuando el tiempo se detiene, toda esperanza, todos los deseos se han detenido. Comienzas a vivir. Ahora es el único momento y aquí es el único espacio.            
                                                            
 Déjame que te cuente una historia. Es una anécdota judía muy hermosa.

 El joven Sammy Moskowitz se acababa de comprar un scoo­ter; pero había sido educado de un modo ortodoxo y no estaba muy seguro de si estaría bien que un judío ortodoxo fuera en sco­oter. Pensó que la mejor manera de arreglarlo era que su venera­do rabino le enseñe una barucha, una oración tradicional de bendiciones, para cantársela a su scooter antes de conducirlo. Se­guro que esto lo purificaría y podría usarlo.

 Así pues, se dirigió a su rabino y dijo:
-Rabino, he comprado un scooter y desearía saber si puedes enseñarme una barucha para decírsela cada mañana.

 El rabino dijo:                            
 ¿Qué es un scooter?
Sammy se lo explicó, y el rabino agitó la cabeza.
Por lo que yo sé, no hay ninguna barucha apropiadá para la ocasión y tengo grandes sospechas de que conducir un scooter es pecado. Te prohíbo que lo uses.

 Sammy se deprimió mucho, pues desde lo más profundo de su alma quería conducir ese scooter, que además le había costado una suma considerable. Se le ocurrió una idea. ¿Por qué no bus­car una segunda opinión, quizás más liberal, de un rabino que no fuera ortodoxo sino simplemente conservador?

 Encontró a un rabino conservador que, a diferencia del rabino ortodoxo consultado con anterioridad, no llevaba en absoluto el tradicional abrigo largo sino que vestía un traje oscuro de ejecu­tivo. El rabino conservador dijo:
-¿Qué es un seooter?
Sammy se lo explicó. El rabino pensó por un momento y en­tonces dijo:
-Supongo que no hay nada malo en conducir un scooter, pero de todos modos no conozco ninguna barucha apropiada, y si tie­nes mala consciencia, es mejor que no lo conduzcas.
Viajó a los suburbios y se encontró con el rabino Richmond Ellis, en pantalón corto, y a punto de irse a jugar a golf en su scooter.

 Sammy se puso nerviosísimo:
-¿Es correcto para un judío conducir su scooter? -le dijo- Tengo uno pero no estoy seguro de que esté bien que lo utilice. Claro chaval -dijo el rabino-. No hay nada malo en un scoo­ter. Condúcelo con cuidado.  
-Entonces dame una barucha para el scooter.
El rabino reformado quedó pensativo y luego dijo:
-¿Qué es una barucha?

 ¡Las cosas van de un extremo al otro! El ortodoxo no sabe qué es un scooter y el progresista no sabe qué es una barucha. Por culpa de la religión, de demasiada religión dogmática, la gente se vuelve demasiado irreligiosa. Cuando dejan la iglesia, se van con la prostituta.  
En alguna parte se necesita un profundo equilibrio. Justamen­te entre los dos, exactamente entre los dos, está la trascendencia.

 Tú has vivido con esperanza: ahora la esperanza ha fallado y estás viviendo en la desesperación. Ahora deja que la desespera­ción también fracase; deja caer la esperanza y la desesperación a la vez. Simplemente trasciende esa actitud que vive en el futuro.

¡Vive aquí y ahora! Vivir en la esperanza es vivir en el futuro, que es en realidad posponer la vida. No es una forma de vivir, sino una forma de suicidio. No se necesita ninguna esperanza: y no es necesario sentirse desesperado. Vive aquí y ahora. La vida es tre­mendamente maravillosa, está colmándote aquí y tú estás miran­do hacia otro lugar. Está justo delante de tus ojos, pero tus ojos se han ido muy lejos, están mirando al horizonte. Está dentro de ti, pero tú no estás ahí.      
 No estoy a favor de la esperanza, no estoy a favor de la de­sesperación. Estoy en contra de todo extremismo. Todo exceso es inútil.

 Buda solía decir: «Mi camino es el camino de en medio».
majjhima pratipada. Ése es el camino de la trascendencia.

Basta por hoy.


Osho Zen
Osho Zen


Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/