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Les enseñaré una manera muy fácil: hagan su trabajo pensando que el trabajo también pertenece a Dios. No fijen su mente en la tarea, pensando "es mi trabajo". Piensen que todas las acciones que hacen, las hacen para Dios. Ofrézcanlo todo a Sus Pies. Crean, y díganselo a ustedes mismos, "todo lo que hago lo hago por amor a Dios".

Beneficios del Yoga durante el embarazo

Prepararnos para el momento del parto


 Hemos hablado muchas veces de que hacer yoga es muy beneficioso durante el embarazo y también para el post-parto.

 Además de prepararnos para el momento del parto, en cuanto a la respiración y las posturas, también nos ayudará a tener más fuerza y concentración. A continuación, en MadresHoy.com te damos un listado de los beneficios de realizar yoga durante el embarazo. 


Practica Yoga
Practica Yoga 
Produce una agradable sensación de bienestar general.
Ayuda a disminuir el cansancio.
Reduce la hinchazón y los calambres en las piernas.
Flexibiliza la columna vertebral; mejora la postura combatiendo las clásicas lumbalgias.
Las posturas (algunas modificadas especialmente de acuerdo con cada etapa de la gestación) le permiten al cuerpo adecuarse naturalmente a los cambios que va sintiendo.

 Ciertas asanas la preparan fisiológicamente para el parto.
La práctica regular del Yoga ayuda a mantener el peso y a estar más ágil; evita la formación de estrías y combate los clásicos dolores de cintura.

  La respiración yóguica es de mucha utilidad durante el embarazo y el trabajo de parto.
La meditación ayuda a la embarazada a enfrentar la ansiedad y los miedos naturales que se puedan presentar durante la gestación. Y, además, es un puente de comunicación entre la mamá y el hijo por nacer.

  El arte de la relajación es fundamental durante el embarazo y el trabajo de parto: brinda la paz y el equilibrio necesarios para disfrutar mejor del bebé.

¿Realizas yoga durante el embarazo? 


Practica Yoga
Practica Yoga 


Fuente: madreshoy.com/fitness


Aportes del yoga a nuestra salud

Vitalidad y Energía a nuestro cuerpo.


 Si bien se suele pensar que los ejercicios más beneficiosos para la salud son aquellos con fuertes niveles de desgaste físico y de cantidades de calorías gastadas, no siempre las grandes performances a nivel de velocidad y de movimiento son las mejores para el cuerpo, ni mucho menos las únicas buenas para nuestra salud.

 El yoga es justamente una de las prácticas que contradice esa creencia, ya que a nivel físico ha demostrado ser extremadamente eficaz en la mejora de diversos trastornos así como también en el aporte de vitalidad y energía a nuestro cuerpo.


Entre los beneficios más importantes del yoga cabe destacarse:


 Aumento de la flexibilidad: La disciplina del yoga implica la implementación de diferentes posturas corporales, las cuales actúan sobre distintas articulaciones y los diferentes músculos del cuerpo, incluso sobre aquellos que raramente ejercitamos. Por este motivo, el yoga constituye un gran ejercicio que aporta al aumento de la flexibilidad del cuerpo y al mantenimiento de los músculos y articulaciones en perfectas condiciones.


Practica Yoga
Practica Yoga 


 Aumento de la lubricación de las articulaciones, ligamentos y tendones: Las mencionadas posiciones que implica la práctica del yoga ayudan también a fomentar la lubricación de lo que podemos considerar las bisagras de nuestro cuerpo. Articulaciones, ligamentos y tendones "funcionan" mejor ya que la práctica asidua de esta disciplina ayuda a su lubricación y a una mejor movilidad.

 Diversas investigaciones han dado a conocer que incluso aquellas personas cuya movilidad corporal haya sido por un largo tiempo bastante rígida, comienzan a experimentar una notable flexibilidad al poco tiempo de comenzar a practicar yoga. Aparentemente las diferentes posiciones del yoga actúan sobre las distintas partes del cuerpo de manera interrelacionada y esto hace que trabajen en armonía y se vuelvan más flexibles.

 Masaje de todos los órganos del cuerpo: El yoga es quizás la única actividad física que masajea todas las glándulas y órganos internos del cuerpo de una manera completa. Esta estimulación beneficia sobremanera nuestra salud, ya que contribuye a alejar las enfermedades y asimismo a través de ellas podemos notar posibles inicio de enfermedades o trastornos.

 Uno de los beneficios de largo alcance del yoga es el misterioso sentido de la conciencia de nuestro cuerpo que desarrollamos con su práctica y que nos permite percibir y anticipar trastornos de nuestra salud.


 Desintoxicación completa: 


 El yoga, como hemos visto, implica el estiramiento suave de los músculos y de las articulaciones, así como también el masaje de los órganos. Esto, además de ser beneficioso de por sí, asegura un suministro óptimo de la sangre a las diversas partes del cuerpo y con ello ayuda a la eliminación de toxinas de todos los rincones, así como también a la alimentación de hasta la última de nuestras células. Los beneficios de esa buena irrigación sanguínea se traducen en el retraso del envejecimiento, en un aumento de la energía y un mayor entusiasmo y vitalidad.


 Excelente tonificación de los músculos: 


 Aunque suene extraño e increíble, el yoga ayuda a tonificar aquellos músculos que se han vuelto flácidos o débiles y además a eliminar el exceso de gordura y flacidez.

 A modo de cierre es bueno señalar que estos beneficios físicos son sólo un enorme "efecto secundario" de esta disciplina pues ésta tiene un alcance mucho más grande y abarcativo que lo meramente corporal. El yoga armoniza la mente con el cuerpo y esto se traduce en beneficios que dan estabilidad a nuestra vida y nos alejan del estrés que la vida diaria nos infringe.


Practica Yoga
Practica Yoga 

 Asimismo la práctica del yoga involucra la meditación y ayuda al logro de un equilibrio emocional generado por el desapego. Esto significa que la meditación crea las condiciones que nos permiten no vernos afectados por los acontecimientos a de nuestro alrededor, creando así para nosotros una calma extraordinaria y una actitud positiva, que tiene además enormes beneficios para la salud física del cuerpo y por ello y por todas las razones señaladas previamente, es sumamente recomendable el incorporar la práctica de esta disciplina milenaria a nuestras vidas.

Fuente: relajacionparavivir.blogspot


Aero yoga

 Esta modalidad de yoga es algo que se ha puesto muy de moda en los últimos tiempos.


 De los beneficios del yoga para nuestro organismo todos hemos oído hablar, y es que se trata de una actividad recomendable para todas las personas de cualquier edad, ya que no ayuda a conocer mejor nuestro cuerpo y adquirir un mejor equilibrio entre cuerpo y mente, además de mejorar notablemente el estado de nuestros músculos y articulaciones. Por ello en esta ocasión nos vamos a detener en una actividad derivada del yoga tal cual lo conocemos, se trata del aero yoga.

 Esta modalidad de yoga es algo que se ha puesto muy de moda en los últimos tiempos, y es que se trata de la realización de las diferentes rutinas del yoga pero suspendidos en el aire por medio de la ayuda de un arnés que será el medio sobre el que realizaremos toda la actividad. Se trata de una práctica que cada vez se está impartiendo en más centros deportivos, y por ello queremos ver los beneficios que nos aportará.


Practica Yoga
Practica Yoga 

 Antes de nada debemos tener claro que a pesar de tratarse de una variante del yoga los ejercicios son muy similares y las posturas que vamos a llevar a cabo se parecen mucho, solo que están adaptadas a un desarrollo en el aire, suspendidos del suelo. Esto es lo que hace que la perspectiva que vamos a tener sea muy diferente a la que estamos acostumbrados, y es que con esta actividad conseguiremos mucha más libertad y control de nuestro cuerpo al ejecutar cada rutina.


Beneficios


 Esta actividad tiene una serie de beneficios. En primer lugar es una manera diferente de practicar yoga que suelen utilizar personas que tuvieron dificultades a la hora de practicar yoga de manera convencional. Esta modalidad lo que permite es realizar los movimientos de manera más sencilla y controlada, ya que al permanecer suspendidos en el aire muchas de estas posturas se simplifican, siendo más fáciles de llevar a cabo.

 Al permanecer en el aire podemos utilizar mucho mejor todas las extremidades a la hora de ejecutar cada movimiento, lo que nos obligará a mantener un control total de nuestro cuerpo, algo que nos enseñará a conocernos mejor y saber nuestras limitaciones para así poder hacerles frente e ir mejorando poco a poco. Esto lo convierte en una buena actividad para retomar la fuerza en los músculos y las articulaciones, por lo que se utiliza mucho como una técnica de rehabilitación, ya que devuelve a los músculos su estado normal y su salud a causa de las diferentes posturas y estiramientos que llevamos a cabo en cada movimiento.

 La práctica de esta actividad no solo nos ayudará a mejorar el estado general de los músculos y las articulaciones, sino que además pondrá a funcionar nuestro cerebro, aumentando la actividad del mismo al implicar una serie de movimientos que hacen que esta parte del cuerpo trabaje para ejecutar correctamente cada ejercicio. Es una práctica que aumenta considerablemente nuestra atención y consigue que la actividad mental sea elevada.

 A esto debemos sumarle lo útil que nos será para el desarrollo de un entrenamiento con peso posterior, ya que nos ayudará a conocer mucho mejor el movimiento natural de nuestro cuerpo y utilizar este conocimiento a la hora de llevar a cabo cada uno de los movimientos necesarios para cada ejercicio de fitness. A esto hay que sumarle el menor riesgo de lesión debido al fortalecimiento de las articulaciones y el mejor estado general de la musculatura.


Practica Yoga
Practica Yoga 


 En el aero yoga podemos regular la intensidad de cada sesión adaptándola a nuestras necesidades y a nuestra condición física. Es importante que tengamos en cuenta que siempre debemos acudir a clases donde el guía sea una persona iniciada y experta en la materia.

Fuente: vitonica.com 


Yoga Para el dolor en la espalda baja

El yoga puede ayudar con el dolor crónico de espalda baja.

El yoga es un antiguo sistema de ejercicio, curación y relajación.



 Un estudio reciente sugiere que el yoga puede ser más beneficioso para los pacientes con dolor crónico de espalda baja que el tratamiento habitual.

 El yoga es un antiguo sistema de ejercicio, curación y relajación. El yoga ha sido objeto de muchos estudios científicos que han sugerido diversas teorías psicológicas y físicas. En la investigación hecha en humanos se ha demostrado que el yoga reduce la frecuencia cardíaca y la presión arterial, aumenta la capacidad pulmonar y el tiempo durante el cual se puede contener la respiración, mejora la relajación muscular y la composición corporal, causa pérdida de peso y aumenta la resistencia física en general. La investigación preliminar sugiere que el yoga podría reducir el dolor crónico de espalda, pero se necesita más investigación antes de sacar conclusiones definitivas.


Practica Yoga
Practica Yoga 

 En un nuevo estudio, los investigadores asignaron aleatoriamente (al azar) a 313 adultos con dolor crónico de espalda baja a un programa de 12 clases de yoga durante 3 meses o a la atención estándar (o habitual). Para determinar el resultado se incluyeron contestaciones del Cuestionario Roland-Morris de Discapacidad (RMDG), mediciones del dolor y mediciones generales de salud después de tres meses y nuevamente a los seis y 12 meses de seguimiento.

 Los investigadores encontraron que los pacientes en el grupo de yoga tuvieron una mayor mejora en cuanto al funcionamiento de la espalda que los del grupo de atención estándar. Además, las puntuaciones RMDG fueron en promedio 2,17, 1,48 y 1,57 puntos menos para los pacientes de yoga en los tres, seis y 12 meses, respectivamente.

 Los autores observaron que dos pacientes del grupo de atención estándar y 12 del grupo de yoga reportaron un aumento del dolor y otros efectos adversos. Además, faltaban datos de 21 pacientes en el grupo de yoga y de 18 en el grupo de atención habitual.

Los autores concluyeron que el yoga puede ser más beneficioso que la atención estándar para los pacientes con dolor crónico de espalda baja, sin embargo, debido a las limitaciones del estudio, se necesita más investigación antes de que se pueden establecer conclusiones firmes.

 Para más información sobre las terapias de integración con evidencia de beneficio para el dolor de espalda, como la quiropráctica, la corteza del sauce y la hidroterapia, y para obtener más información acerca de la yoga, por favor visita nuestro blog. 
Practica Yoga
Practica Yoga 


Fuente: Via vidaysalud.com
Fuente: relajacionparavivir.blogspot

Conferencias sobre el Zen - Osho

DANG, DANG, DOKO, DANG



Nunca finjas, ni siquiera respecto a una calavera 




FUGAI ERA UN MAESTRO CONSIDERADO COMO MUY SABIO Y GENEROSO,
AUNQUE  MUY SEVERO –
 TANTO CONSIGO MISMO, COMO CON SUS DISCÍPULOS.
SE FUE A LA MONTAÑA PARA CONSAGRARSE AL ZAZEN.
ALLÍ VIVÍA EN UNA CUEVA Y CUANDO TENÍA HAMBRE
SE IBA AL PUEBLO A POR RESTOS.
UN DIA UN MONJE LLAMADO BUNDO, ATRAÍDO
POR LAS AUSTERIDADES DE FUGAI,
LLEGÓ A LA CUEVA Y LE ROGÓ QUE LE PERMITIESE PASAR ALLÍ LA NOCHE.
EL MAESTRO PARECIÓ CONTENTO DE DARLE COBIJO,
Y A LA MAÑANA SIGUIENTE LE PREPARÓ  UNAS GACHAS DE ARROZ.
COMO NO TENÍA MAS QUE UN CUENCO,
 SALIÓ Y VOLVIÓ CON UN CRÁNEO
 QUE ENCONTRÓ ABANDONADO JUNTO A UNA TUMBA.
LO LLENÓ DE GACHAS Y SE LO OFRECIÓ A BUNDO.
EL HUESPED SE NEGÓ A TOCARLO
Y SE QUEDÓ MIRANDO A FUGAI COMO SI  ÉSTE SE HUBIERA VUELTO LOCO.
ANTE LO CUAL FUGAI SE ENCOLERIZÓ
Y LO SACÓ DE LA CUEVA A GOLPES.
“¡ESTÚPIDO!” LE GRITÓ MIENTRAS SE ALEJABAS, “¿CÓMO TÚ, CON TUS IDEAS MUNDANAS ACERCA DE  SUCIEDAD Y       PUREZA,
 PUEDES CONSIDERARTE BUDISTA?”
UNOS CUANTOS MESES MÁS TARDE, EL MAESTRO TETSGYU LE HIZO UNA VISITA
Y LE DIJO QUE LE PARECÍA UNA LÁSTIMA
QUE HUBIERA RENUNCIADO AL MUNDO.
FUGAI SOLTÓ UNA CARCAJADA Y DIJO:
“¡OH!, RENUNCIAR AL MUNDO Y CONVERTIRSE EN UN BONZO NO ES TAN DIFÍCIL;
LO DIFÍCIL ES,  A CONTINUACIÓN, LLEGAR A SER UN AUTÉNTICO BUDISTA”.
  

 La verdad es una, pero podemos acercarnos a ella de muchas maneras. La verdad es una, pero podemos expresarla de muchas maneras. 
Dos maneras son muy esenciales; todas las maneras pueden ser divididas en dos categorías. Será bueno entender esta polaridad básica. 

 O nos acercamos a ella desde la mente, o nos acercamos a ella desde el corazón. Por eso hay dos tipos de religiones en el mundo ? ambas verdaderas, ambas significativas, pero opuestas entre sí ? la religión de la mente y la religión del corazón. 

 La religión de la mente cree que si eliminas los pensamientos, si te libras de la mente,  llegas a la verdad. La mente es el  obstáculo, la no-mente será la puerta. Budismo, Jainismo, Taoísmo ? estas son las religiones de la mente. Son religiones del análisis profundo, religiones de la conciencia profunda, religiones de la iluminación. 

 Y luego tenemos las religiones del corazón: Judaísmo, Cristianismo, Islam, Hinduísmo. Creen que el camino discurre a través del corazón, que el corazón tiene que fundirse en el amado, en lo Divino. 
Zen
Zen 


 Las primeras religiones son las religiones de la meditación. La palabra “meditación” no es exactamente apropiada, pero no hay otra palabra para traducir DHYANA en inglés, pues como esta lengua nunca ha conocido una religión de meditación, la palabra no existe. Todas las lenguas occidentales, de hecho, sólo han conocido la religión del corazón, por lo que tienen la palabra perfecta para este método ? oración. Pero para DHYANA no tienen ninguna palabra, así que la única palabra que puede ser usada es meditación. De hecho, DHYANA tiene un significado exactamente opuesto; DHYANA significa lo contrario. 

 La palabra “meditación” viene de la raíz griega “medonai”, que significa pensar. La palabra “meditación” significa pensar y DHYANA, que nosotros traducimos como “meditación”, significa cómo no pensar, cómo estar en un estado de no-pensamiento, cómo llegar al punto en que uno está ahí, pero no hay pensamiento, un estado de no-mente, de conciencia pura. Pero meditación es la única palabra, así que la utilizaremos. 

 El zen es la cumbre de la búsqueda budista. El zen es la floración suprema del camino de la meditación. La palabra “zen” viene de DHYANA. DHYANA se convirtió en “chen” en China, y luego “chen” se transformó en “zen” en Japón. Recuerda ésto: el zen nació en la India, con Gautama Buda. Cuando Gautama Buda alcanzó su iluminación definitiva, el estado de no-mente, llegó al mundo el conocimiento del camino analítico, el camino del pensamiento correcto, el camino de la correcta memoria y el camino de cómo disolver todo pensamiento, volviéndose más y más consciente de los pensamientos. 



 Basta con observar los  pensamientos para que poco a poco vayan desapareciendo ? te conviertes en un mero observador, no te identificas con tu mentación, te mantienes aparte y sigues observando, como si estuvieras en pie junto a una carretera mirando el tráfico. La mente es como el tráfico, muy circular, se va moviendo en un círculo, muy repetitiva, casi maquinal. Vas haciendo lo mismo una vez, y otra, y otra. Toda tu vida no es sino una repetición prolongada, muy circular. La mente es un mandala, un círculo, y se mueve. Si observas, vas tomando conciencia del círculo, del círculo vicioso de la mente. Una y otra vez trae las mismas emociones: la misma cólera, el mismo odio, la misma codicia, el mismo ego... Y tú sigues. No eres  sino una víctima. 

 Una vez  has concienciado la mente y empiezas a observarla, el puente se ha roto, dejas de estar identificado con la mente. Cuando no estás identificado con la mente, la mente desaparece, porque necesita de tu cooperación para existir. 

 Durante los próximos diez días hablaremos del zen. Pero para entenderlo correctamente, también tenéis que entender su  opuesto ? lo opuesto se convierte en un contraste, un telón de fondo. 
El camino de la oración no analiza; no intenta mantenerse consciente, o alerta. Al contrario, el camino de la oración se disuelve completamente en la oración.  

 No debes ser un testigo, no debes ser un observador, debes estar borracho como un alcohólico y perdido, completamente perdido. 

 En el camino de la oración, el amor es el objetivo. Debes amar, debes estar tan lleno de amor que tu ego se disuelve en tu amor, se funde en tu amor. En el camino de la oración, Dios es una hipótesis necesaria. Lo llamo una hipótesis porque es una necesidad en el camino de la oración, pero no es una necesidad en el camino de la meditación. 

 En el camino de la meditación no es necesario ningún Dios: de aquí la influencia y el atractivo del zen en occidente. Dios se ha convertido en algo casi incomprensible. La mera palabra “Dios” parece sucia. En el momento en que dices “Dios” te pones a la gente en contra. De ahí el atractivo del zen en occidente. El cristianismo se está muriendo porque esta hipótesis se ha utilizado demasiado, se ha explotado demasiado. Otra cosa, justo lo opuesto, es necesario. 

En el camino de la oración tienes que emborracharte, en el camino de la meditación tienes que mantenerte alerta. De ambas maneras el ego desaparece. Si estás totalmente alerta no hay ego, porque en estado de total alerta te vuelves tan transparente que no creas sombra alguna. Si estas completamente borracho, profundamente enamorado de Dios, también desapareces ? porque en el AMOR no puedes existir. El resultado es el mismo: el ego desaparece. Y cuando no hay ego, empiezas a saber lo que es la verdad. 

 Nadie ha sido nunca capaz de decir lo que es; nadie será nunca capaz de decir lo que es. La experiencia es tan definitiva, tan vasta, que es indefinible. Es tan ilimitada que no puede ser puesta en palabras ? las palabras son muy mezquinas y la experiencia es tremendamente vasta. Pero por ambos caminos se llega al mismo final. La verdad es una. Los Vedas dicen: “La verdad es una, pero ha sido vista de diferentes maneras por los videntes”. 

 Así que recuerda esto. Todas las religiones conducen básicamente, intrínsecamente, al mismo fin. Incluso cuando parecen contradecirse, incluso cuando parecen diametralmente distintas, llevan al mismo final. 


Zen
Zen 

 Por lo que depende de ti qué camino prefieres escoger. Si sientes a Dios ? no creencia, la creencia sola no basta, la creencia es algo muerto ? si sientes a Dios, si al oír la palabra “Dios” notas un latido sutil, notas un temblor, te sientes inspirado, tu corazón comienza a latir más aprisa, si la simple palabra “Dios” te produce una gran impresión, en este caso puedes seguir el camino de la oración. En este caso, el zen no es para ti, en este caso simplemente tienes que  olvidar el zen, porque el zen sería un obstáculo. 

 Pero si la palabra “Dios” no tiene sentido para ti, si para ti de hecho ya ha muerto, si Dios está realmente muerto, no te provoca ningún sentimiento, ninguna emoción, no vibra en ti, no late en ti, no transporta tu ser hacia lo desconocido, en este caso el zen es para ti. Cada vez más gente tendrá que seguir el camino del zen, porque el cristianismo, el hinduísmo, el islam y el judaísmo ? todos ellos, de alguna manera, han sido demasiado explotados. Han perdido su atractivo. 

 El budismo está aún intacto, es aún fértil y para la mente moderna particularmente tiene un profundo atractivo ? porque la mente moderna está hecha de una actitud científica y el zen es absolutamente científico, super-científico. Llega a las mismísimas raíces de tu mente y no te pide que creas en nada. No tiene ninguna hipótesis. No te pide que creas en nada, no tiene ninguna superstición. 

 La palabra “superstición” es muy bella. Viene del latín “superstes”, que significa: lo que sobrevive, reliquias del pasado, cosas que se han vuelto fútiles pero persisten por ser habituales. Vas a la iglesia, pero vas sin emoción alguna y a lo mejor todas las noches rezas antes de meterte en cama ? pero es sólo un gesto impotente, porque no hay corazón en él. Te limitas a repetir con los labios; son palabras huecas. Quizás es una antigua costumbre, un viejo reflejo condicionado: te enseñaron a rezar en la primera infancia y  sigues haciéndolo. La mente va repitiendo lo que es familiar. 





Osho
Osho 



Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
Fuente: oshogulaab.com

El sendero del Tao - Osho

Una parábola taoísta:


Una estatua suya:


            Existe una estatua de Lao Tzu, el fundador del Tao.  Un joven lleva años pensando en ir a las montañas y conocer la estatua de Lao Tzu.  El joven ama las palabras, la forma en que Lao Tzu ha hablado, el estilo de vida que ha llevado, pero nunca ha visto una estatua suya.  No existen templos taoístas, así que hay muy pocas estatuas y todas están en las montañas, al aire libre, talladas en la misma montaña, sin techo, sin templo, sin sacerdote, sin culto.

            Pasan los años, y siempre muchas cosas se interponen.  Pero una noche decide finalmente que debe ir, además el lugar no está lejos, sólo queda a cien millas de distancia, pero como él es pobre tendrá que caminar.  A media noche –elige la noche porque al estar dormidos la esposa, los hijos y la familia no se le presentará ningún problema- coge una lámpara en sus manos, pues la noche es oscura, y se aleja del pueblo.


Lao Tzu
Lao Tzu


            Al salir del pueblo y dirigirse al primer mojón, surge en él un pensamiento: “¡Por Dios, cien millas, y sólo tengo dos pies!  Esto me va a matar.  Estoy pidiendo lo imposible.  Nunca he caminado cien millas,  y no hay carretera…”.  El camino es estrecho, de montaña, sólo para caminantes y también peligroso, así que piensa: “Vale la pena esperar a que amanezca.  Al menos habrá luz y veré mejor; de otro modo me despeñaré en algún punto de este estrecho sendero y desapareceré sin ver la estatua de Lao Tzu; sería el final, simplemente.  ¿De qué sirve suicidarse?”.

            Estaba en esas, sentado a las afueras del pueblo, cuando se le acercó un anciano a la salida del sol.  Vio al joven sentado y le preguntó:

-¿Qué estás haciendo aquí?
El joven se lo explicó.

El anciano rió.  Dijo:

-¿No has escuchado el viejo refrán?  Nadie es capaz de dar dos pasos al mismo tiempo.  Sólo puedes dar un paso a la vez: los poderosos, los débiles, los jóvenes, los viejos; no importa. Y el refrán continúa: “solamente paso a paso puede un hombre recorrer diez mil millas”, ¡y este camino sólo tiene cien!  No seas estúpido.  Además, ¿quién te está diciendo que sigas sin parar?  Puedes tomarte tu tiempo.  Éste es uno de los valles más hermosos y ésta es una de las más hermosas montañas, y los árboles están llenos de frutos, frutos que a lo mejor ni siquiera has probado.  De todas maneras, yo me dirijo allí.  Puedes venir conmigo.  He hecho este camino miles de veces; además tengo por lo menos cuatro veces tu edad.  ¡Levántate!

El anciano era muy autoritario.  Cuando dijo: “¡Levántate!”, el joven simplemente se puso en pie, además;

-Dame tus cosas.  Eres joven, inexperto; cargaré con tus cosas.  Tú sólo sígueme y ya descansaremos tanto como quieras.

Y lo que había dicho el anciano era verdad.  En cuanto se adentraron más profundamente en el bosque y las montañas, todo se fue volviendo más y más hermoso.  Y las frutas eran silvestres, jugosas.  Además, iban descansando: cada vez que el joven deseaba detenerse, el anciano accedía.  Le sorprendía que el anciano nunca dijera que era hora de descansar.  Pero, cada vez que el joven decía que era hora de descansar, el anciano esta dispuesto a hacerlo: descansaban un día o dos y luego retomaban la ruta.

De esta forma recorrieron sin problemas las cien millas y llegaron al final del sendero; entonces tuvieron acceso a una de las estatuas más hermosas de uno de los hombres más grandes que ha caminado sobre la tierra.  Incluso su estatua tenía algo; no era sólo una pieza de arte.  Había sido creada por artistas taoístas para representar el espíritu del Tao.

El Tao cree en la filosofía del dejarse llevar.  Cree que tú no tienes que nadar sino flotar en el río, simplemente debes permitir que el río te lleve a donde va, porque cada río llega finalmente al océano.  Así que no te preocupes; llegarás al océano.  No hay necesidad de estar tenso.

En aquel lugar solitario se alzaba la estatua y, precisamente junto a ella había una cascada, pues al Tao se le llama el camino de la corriente de agua.  Tal como el agua, sigue y sigue fluyendo sin manuales, sin mapas, sin reglas, sin disciplina… pero de una forma un tanto extraña, muy humildemente, porque siempre está buscando la posición más baja en todas partes.  Nunca va cuesta arriba.  Siempre va cuesta abajo, pero llega al océano, a su propio origen.

Toda la atmósfera del lugar era representativa de la idea taoísta del dejarse llevar.  El anciano dijo:
-Ahora empieza el recorrido.

El joven dijo:

-¿Qué?  Pero si yo creía que después de caminar estas cien millas la ruta había terminado.
-Así es precisamente como los maestros han estado hablando a la gente –contestó el anciano-.  Pero la realidad es ahora: desde este punto, desde esta atmósfera, comienza una ruta de mil y una millas.  Y no te voy a engañar, porque después de mil y una millas te encontrarás con otro anciano, posiblemente yo, que te dirá: “Ésta es sólo una parada, continúa”.  El mensaje indica continuar.

El recorrido mismo es la meta.
Es infinito.  Es eterno.


Lao Tzu
Lao Tzu




Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
Fuente: oshogulaab.com

Unión Mística Ahora los sutras - Osho

EL CAMINO SUFI


Puliendo el Espejo del Corazón


 Aquí te presento los sutras, la segunda parte del artículo Unión Mística Sufí, armé extrayendo la información de Osho que a mi criterio era importante para estos tiempos, sobre todo si nunca has leído Mística y te interesarías saber algo o quizás Iluminarte. Mi intención es que te sirva como guía para tu Espiritualidad y lo acompañes con el Yoga si así quisieras y tomes conciencia del conocimiento que nos brinda Osho. Namaste !



Segunda Parte: 
Ahora los sutras.


Tratamos de razonar nuestro camino hacia él:
no funcionó;
pero en el momento en que nos rendimos.
ningún obstáculo quedó.

 Hakim Sanai era un hombre de carácter, un hombre religioso. Lo había intentado intensamente, había probado todos los modos posibles de llegar a Dios. Era un hombre muy inteligente, con mu­chos conocimientos, conocido como un hombre sabio. Era una persona muy capaz y racional. Había tratado de llegar a Dios por medio de la razón de todos los modos posibles.

 Pero nadie ha llegado jamás a Dios por medio de la razón. Ésa no es la puerta hacia él, es la pared que te lo impide. La razón es perfectamente capaz de conocer lo superficial, pero no puede bu­cear en las profundidades. Sólo sabe nadar en la superficie. La ra­zón es perfectamente buena en lo que concierne al viaje hacia afue­ra, pero es totalmente impotente en lo que concierne al viaje hacia adentro.

 La razón es buena y adecuada si quieres saber acerca de la mate­ria. Pero es totalmente incapaz si quieres saber algo acerca de la consciencia. La razón puede medir, pero la consciencia no se puede me­dir. La razón puede pesar, pero la consciencia no tiene peso. La ra­zón puede ver, pero la consciencia es invisible. La razón tiene los cin­co sentidos a su servicio, pero la consciencia está detrás de los cinco sentidos. No la puedes tocar, no la puedes oler, no la puedes degus­tar, no la puedes oír, no la puedes ver: está detrás de estas cinco ven­tanas de los sentidos que se abren hacia fuera.

 Puedes ver la luz del sol, pero no puedes ver tu luz interior con tus ojos. Puedes oír cantar a los pájaros, pero no puedes oír cantar a tu propio corazón.
La razón es capaz de medir. Así es como la palabra «materia» co­menzó a existir. «Materia» significa lo que puede ser medido: «men­surable» es el significado de la palabra «materia». La razón mide, en­tonces cualquier cosa que pueda caer en la trampa de la razón es materia. Pero hay cosas que no son mensurables. ¿Cómo medir el amor? ¿Cómo medir la consciencia? Lo inconmensurable está allí. Pero si insistes en usar sólo la razón para conocerlo, permanecerás  ignorante de lo inconmensurable. Entonces permanecerás ignoran­te de Dios.

Hakim Sanai dice:

Tratamos de razonar nuestro camino hacia él:
no funcionó ...

No puede funcionar... su naturaleza es inadecuada. La lógica no puede sacar conclusiones acerca de lo incognoscible. La lógica en­tra en el mundo de lo conocido; la lógica no puede dar un salto cuántico hacia lo desconocido.

 ¿No lo has observado? Tu mente sólo puede pensar en lo cono­cido. ¿Cómo pensarías en lo desconocido? Si es desconocido, no hay modo de pensar en ello. El pensar está basado en lo conocido. Por eso pensar es repetitivo, se mueve en un círculo. Sí, puede se­guir refinando lo conocido, puede seguir refinándolo más y más, puede seguir puliendo lo conocido, pero nunca puede llegar a co­nocer lo desconocido.

 Como máximo, puede sacar conjeturas acerca de lo desconoci­do. Pero una conjetura es una conjetura, nunca puede volverse una certeza. Nunca te dará fe, no puede convertirse en confianza, por­que en el fondo sabes que es una conjetura, podría ser así, podría no ser así. No puede convertirse en una roca sobre la cual se puede levantar el templo de la vida. No, sigue siendo dudoso. Toda conjetura está enraizada en la duda: quizás sea así, quizás no.

Hay tres capas de existencia. Una es lo conocido: una parte ilu­minada muy pequeña, un punto iluminado muy pequeño que he­mos llegado a conocer. Luego, rodeándolo está lo desconocido in­finito, una gran noche de oscuridad. Pero acerca de lo desconocido podemos hacer unas pocas conjeturas, podemos inferir, porque lo conocido y lo desconocido no son cualitativamente diferentes. Lo que hoy es conocido ayer era desconocido, y lo que hoy es desco­nocido quizás se vuelva conocido mañana. Así que lo conocido y lo desconocido son correlativos; son de la misma familia.

 La ciencia vive en estos dos mundos, lo conocido y lo desconocido. Basas tu razonamiento, tu conjetura, tu inferencia en lo conocido, y en­tonces puedes deducir algo de lo desconocido y puedes llegar a entrar en la oscuridad e iluminar un poco más de territorio.

Pero hay algo más, el tercer reino: lo incognoscible. La lógica puede funcionar perfectamente en lo conocido; funciona sólo par­cialmente en lo desconocido, a manera de conjeturas; y no puede funcionar en absoluto en lo incognoscible. Lo incognoscible está más allá de la lógica, más allá de la razón, más allá del conocimien­to, más allá de la mente. Y lo incognoscible es Dios.
Sufismo
Sufismo


 Recuerda, Dios no es desconocido. Si Dios fuera desconocido entonces la ciencia lo conocería algún día. Dios es incognoscible. Sí, Dios puede ser experimentado y vivido pero no puede ser cono­cido, no se lo puede reducir a un conocimiento, no se lo puede re­ducir a una hipótesis, no se lo puede reducir a una fórmula como H2O.

 Dios sigue siendo un misterio. Hasta para aquellos que lo han experimentado, Dios sigue siendo un misterio. De hecho, cuanto más profundamente entras en él, más profundo se vuelve el miste­rio. Cuanto más penetras en él, más y más desapareces. Un día, no es que Dios es conocido, por el contrario, el conocedor desaparece. El conocedor se disuelve tal como una gota de rocío se desliza ha­cia el océano.

  En el mundo de la ciencia lo desconocido se transforma constan­temente en lo conocido. Y se tiene la esperanza de que un día lo des­conocido desaparecerá completamente y todo será conocido.

 En el mundo de la religión la historia es totalmente diferente, diametralmente opuesta. No es que desaparece lo desconocido sino que desaparece el conocedor. Y un día todo se vuelve incognoscible. Lo incognoscible es incognoscible, lo desconocido se vuelve incog­noscible, y lo conocido también se vuelve incognoscible. Entonces el misterio es total y absoluto.

Tratamos de razonar nuestro camino hacia él:
no funcionó;
pero en el momento en que nos rendimos.
ningún obstáculo quedó.

 Dios sucede en un estado de soltar, en la entrega. No puedes buscar a Dios... la búsqueda sigue siendo racional, toda búsqueda está basada en la mente. La mente es la gran buscadora. Y toda bús­queda, toda indagación está basada en la curiosidad.  

 Y en el fondo, detrás de toda tu búsqueda está el ego: «Quiero convertirme en un conocedor». No saber, duele; permanecer igno­rante, duele. El ego quiere gratificarse. Y el ego no puede conocer a Dios, porque el ego es la barrera. No estamos separados de la exis­tencia pero el ego nos ha dado la ilusión de estar separados. El ego significa simplemente la ilusión de estar separados de la existencia.

Entregarse es abandonar la ilusión de la separación. Soltar signi­fica: «yo no soy más». Soltar significa: «me disuelvo». Soltar signifi­ca: «abandono toda búsqueda, toda indagación». Soltar significa: «sólo estaré pasivo y disponible». Y entonces sucede. 

 Así es cómo le sucedió a Sanai. Mirando a los ojos a ese hom­bre, Lai-Khur, escuchando sus extrañas palabras, escuchando su ex­traña música, sintiendo su presencia... sucedió. Y Sanai había tra­bajado toda su vida y no se había acercado nada. Y luego, de la na­da, en la presencia del maestro Lai-Khur, simplemente sucedió por sí mismo.

 Debe haber sido un shock para él cuando Lai-Khur dijo: «¡Ha­kim Sanai, eres un ciego!». Nadie le había dicho eso nunca a Hakim Sanai. Era respetado y se pensaba que era un sabio; hasta reyes y emperadores solían pedir su consejo. ¡Y este loco, este mendigo, lo llama ciego! Debe haberle causado un shock. En ese shock su mente se detuvo. Fue casi como un shock eléctrico.

Si estás disponible para la energía del maestro, ésta es un shock eléctrico. Puede destrozar tu mente. Puede crear un caos: un caos hermoso, un caos del cual nacen estrellas. Y el impacto de Lai-Khur creó un caos así.

 Sanai desapareció. Por un momento no estuvo allí. Sólo el maestro y su presencia, y esas grandes olas que venían del maestro... él se ahogó. Fue un momento de soltarse. Y Dios vino en la forma de Lai-Khur. Dios vino a través de la flauta de Lai-Khur.

... pero en el momento en que nos rendimos
ningún obstáculo quedó
Él se presentó a nosotros...

 Cuando estás en un estado de soltarte, Dios viene. El hombre nunca llega a Dios. Éste es uno de los fundamentos del Sufismo siempre es Dios el que llega al hombre.
Dios está constantemente tratando de llegar a ti, pero no lo dejas. Estás muy cerrado, nunca dejas tus ventanas abiertas. Estás cerrado con fuerza, nada puede entrar en ti; estás cerrado herméticamente. Dios está intentando llegar a ti por todos los medios, como una madre que busca a su hijo. Pero tú no estás disponible, no estás presente. Tienes mucho miedo y estás muy a la defensiva.

 Sucede casi todos los días. Cuando te inicio en sannyas, trato de llegar a ti. Pero muy raramente aparece alguien que esté disponible. Muy raramente puedo encontrar un modo de llegar a tu corazón.

Pero cuando sucede, inmediatamente ya no eres el mismo. A veces sucede, una persona está disponible y abierta, no se está defendiendo, deja caer la armadura que todos llevamos siempre.
Tenemos tanto miedo de la gente, tenemos tanto miedo del amor, tenemos tanto miedo de los otros, que nos mantenemos a distancia. Eso se vuelve un hábito. Cuando llegas frente a un maestro, ese hábi­to está allí.

 Hace sólo dos noches había un joven sannyasin que volvía a su hogar. Le pregunté: «¿Cuándo te vas?», y no me contestó. Le pre­gunté: «¿Cuándo volverás?», y él no me respondió. Luego le pedí que se acercara, «así puedo tocar tu cabeza.» Él ni siquiera se acer­có a mí: totalmente cerrado, no me dio ninguna apertura.

 Éstos son sólo modos de encontrar una apertura. No importa cuándo te vas, si hoy o mañana. Sólo te pregunto para que me pue­das dar una pequeña apertura. Empiezo la comunicación para po­der convertirla en comunión.

 Pero él no estaba listo para decir nada. No hay nada de malo si no quieres decir nada, está perfectamente bien. El silencio puede ser inmensamente hermoso. Pero el silencio debe ser abierto, sólo entonces es hermoso; de otro modo es la cosa más fea que hay. Él tenía miedo de decir cualquier cosa, tenía miedo de pronunciar una palabra, porque si lo hacía, yo encontraría una entrada. Al menos para pronunciar esa palabra se tendría que haber abierto un poco.

 No habría estado tan mal si hubiera sido un silencio abierto; ha­bría sido tremendamente hermoso. Pero no fue un silencio abierto; si lo hubiera sido, él se habría acercado. Lo estaba llamando para que se acercara y él no lo hizo. Quería tocarlo, porque si las pala­bras no podían llegar a él quizás mi presencia hubiera podido. Pero él tampoco permitió eso.
Dios está tratando de llegar a ti. Y cuando estás en la presencia de un maestro, Dios está tratando intensamente de llegar a ti.

Dice Sanai:

El se presentó a nosotros por bondad ...

 Porque Sanai no iba en busca de Dios, él iba en un viaje de con­quista con el rey, sucedió de la nada, súbitamente. Ese canto, esa danza, la música de Lai-Khur: fue tomado de sorpresa. Imagínate, allí había mucha gente. El sultán estaba allí pero se lo perdió, no es­taba abierto. Hakim Sanai lo captó. Él estaba abierto, permitió que sucediera, no se resistió.

Él se presentó a nosotros por bondad ...

 Recuerda: Dios no viene a ti porque lo merezcas. ¿Qué mérito pue­des tener? No porque te lo hayas ganado, no porque lo merezcas, só­lo porque él es bondadoso. Él es Rahim, él es Rahman, él es compa­sivo. Estos son los nombres Sufis de Dios. Rahim significa compasivo, Rahman, nuevamente, significa compasivo, misericordioso, bondado­so. Él viene a ti por su bondad. Él no viene por tus esfuerzos; él viene por tu entrega.

¿De qué otro modo podríamos haberlo conocido?

Sanai dice: «Ahora puedo decir que no había modo de conocer­lo. Lo había intentado de todos los modos posibles; lo había bus­cado de todos los modos racionales». Si adhieres a la razón, inevi­tablemente te volverás ateo, tarde o temprano. O te volverás un hi­pócrita. Ésa es la gente que hay a tu alrededor. Aquellos que están tratando de llegar a Dios a través de la razón y de la mente inevi­tablemente caen en estas dos categorías: o se vuelven hipócritas, los así llamados religiosos, a esta gente la encontrarás en las iglesias, los templos, las mezquitas y gurudwaras, leyendo el Corán, el Gita y la Biblia. Éstos son los así llamados religiosos, los hipócritas. Son deshonestos; no han encontrado nada, pero ni siquiera están listos para aceptar que han fallado. No están listos para aceptar el fracaso de su ego y en consecuencia, han empezado a creer. No han encontrado nada pero creen. Esta creencia es falsa, hace que la per­sona sea falsa.


Sufismo
Sufismo  


  Por eso todas las personas así llamadas religiosas son falsas; son feas: una cosa en la superficie y en el fondo otra cosa totalmente di­ferente. En el fondo, mil y una dudas, y en la superficie tan solo una creencia pintada. No sale de su ser, no es parte de su vida. No ha crecido en ellos, no está basada en una experiencia existencial. Han creído por miedo, han creído por frustración. Creyeron porque no pudieron llevar adelante su investigación, estaban cansados, perdie­ron el coraje, estaban descorazonados. Y tampoco tienen la sufi­ciente autenticidad como para decir: «Hemos tratado y no lo he­mos encontrado. Entonces quizás él no existe».

 Ésa es la otra categoría: el ateo. El ateo al menos es verdade­ro; al menos es sincero y honesto. El teísta ni siquiera es hones­to. El teísta está en un dilema: cree en la honestidad, pero se basa en la deshonestidad.

Ahora en todo el mundo tus iglesias, tus sacerdotes, continúan enseñándote: «Sé honesto y cree en Dios». ¿Y has pensado alguna vez que estas dos cosas no pueden existir juntas? Sé honesto y cree en Dios: éste es un dilema, estás creando una contradicción. Si la persona tiene que ser honesta no puede creer en Dios porque, ¿qué significará la creencia para una persona honesta? O lo sabes o no lo sabes. Si lo sabes, no hay necesidad de creer: ya lo sabes. Si no lo sa­bes, ¿cómo puedes creer?

 Si la persona tiene que ser honesta, no puede creer, es necesario que no crea. Y si la persona tiene que creer, no puede ser honesta. Ahora has creado una contradicción en el ser de la persona. Esto es lo que reduce a todos a hipócritas. Entonces te conviertes en dos, o hasta en muchos. Entonces pierdes la integridad. Te vuelves dual: dices una cosa y haces otra, haces una cosa y dices lo contrario. Nunca eres uno. Y cuando no eres uno, nunca eres dichoso.

La dicha es producto de la unidad.

 La razón no lo puede encontrar. La razón no es la única puerta que hay en tu ser, en tu ser hay puertas más profundas. ¿No eres consciente del corazón? ¿No puedes sentir el latido del corazón? ¿No has visto que suceda nada a través del corazón? Cuando miras una flor de loto y sientes la belleza, ¿es por la razón? ¿Acaso la ra­zón puede probar que la flor es bella?

 La razón ni siquiera ha sido capaz de definir qué es la belleza. Para la mente racional no hay belleza. Pero sabes que la belleza exis­te y cuando la ves, te sobrecoge. La mente racional dice que no hay belleza, que es sólo una ilusión, una proyección, un sueño.

 La noche de luna llena: ¿es sólo una ilusión? Su esplendor hip­nótico, ¿es sólo una proyección de tu mente? No puede ser así por­que hasta el océano, que no tiene mente, es afectado. No puede ser así. Cuando el sol se levanta hasta los pájaros son afectados, no pue­de ser sólo la mente y su proyección.

La belleza existe. Pero la razón no tiene modo de acercársele, se siente desde el corazón. ¿Acaso no has sentido la belleza? El amor exis­te: eso tampoco sucede a través de la razón, eso también se siente des­de el corazón. Cuando te enamoras, ¿puedes justificarlo racionalmen­te? ¿Puedes decir qué es el amor? Nadie ha sido aún capaz de hacerlo.

 Dios es todas estas experiencias juntas: la experiencia de la belle­za, la experiencia de la bondad, la experiencia del amor, la experien­cia de la verdad. Todas estas experiencias suceden: no trates de al­canzarlas a través de la razón, suceden a través del corazón. Todas estas experiencias que vienen a través del corazón, la totalidad de ellas se llama Dios. Dios no es una persona sentada en algún lugar allá arriba en el cielo.

 Satyam, shivam, sundaram: ésa ha sido. la definición de Dios en Oriente. Satyam: él es verdad. Shivam: él es bondad. Sundaram: él es belleza.

Éstas san las experiencias que mueven tu corazón. Y Dios es la experiencia suprema a través del corazón. Conocer lo real a través del corazón es el significado. de experimentar a Dios. Conocer lo real a través de la mente es la experiencia de la materia.
La realidad es una.

 Nunca caigas en la falacia de pensar que hay das realidades: ma­teria y consciencia ... Dios y el mundo. No.

 La realidad es una; aquello que es, es uno. Pero te puedes acer­car a ese uno de dos maneras. Tienes dos enfoques posibles. Lo pue­des alcanzar a través de tu cabeza: entonces es materia, entonces la interpretación de la realidad viene en términos materialistas. O puedes alcanzado. a través del corazón, y entonces es consciencia o Dios.

 Éstas san nuestras interpretaciones. Y por cierto que la inter­pretación que viene del corazón es más elevada, más profunda, más honda. Y transforma tu vida: te transporta a otra dimensión de dicha, de bendición.

EL se presentó a nosotros por bondad:
¿De qué otro modo podríamos haberlo conocido?
La razón nos llevó hasta la puerta;
pero fue su presencia la que nos hizo entrar.

 Y recuerda una cosa más: el Sufismo no está en contra de la ra­zón. Ésa es la diferencia entre el enfoque Zen y el enfoque Sufi. El Zen es irracional, dice: abandona la razón, abandónala totalmente. El Sufismo no  es irracional, es supra-racional. Dice: usa la razón, pero sólo te llevará hasta la puerta. No te puede hacer entrar al tem­plo, solo te lleva hasta la puerta. Usa la razón, pero no te dejes atra­par por ella, no te quedes atascado en ella.

 Así es como le sucedió a Sanai. Había usado su razón hasta el máximo de su potencial. Por eso le fue posible a Lai-Khur hacerlo entrar al templo. El sultán se lo perdió porque ni siquiera había usa­do la razón hasta su punto óptimo. Otros también estaban allí, y ninguno lo captó. Solo Sanai lo captó. Él había usado su razón has­ta su punto óptimo, había visto que ésta llega hasta cierto límite, te lleva hasta cierto punto, y luego se queda atascada, luego se agota, y la realidad sigue esparciéndose más allá de ella, entonces la reali­dad es más grande que la razón.

 Usa la razón hasta donde ella puede llevarte, pero no te quedes  allí. Ve más allá de ella.
El Zen es irracional, el Zen es absurdo, ésa es su belleza. El Su­fismo es supra-racional, no es absurdo, ésa es su belleza. Los dos son puertas correctas hacia lo divino. Pero el Zen es negativo, dice: abandona el razonamiento. El Sufismo es positivo, dice: usa el ra­zonamiento pero recuerda siempre que hay algo más allá de él. Nunca olvides el-más allá.

 El Zen es vía negativa, el Sufismo es vía positiva. El Sufismo es totalmente positivo. Entonces, la gente que tiene una inclinación por lo positivo encontrará más fácil tener una afinidad con el Sufis­mo, y la gente que tiene un enfoque negativo y está sintonizada con lo negativo y lo disfruta, encontrará más fácil seguir el camino del Zen. Uno debe decidir. Uno debe observar sus inclinaciones, sus características.

 La razón nos llevó hasta la puerta;
pero fue su presencia la que nos hizo entrar.

 Usa la razón, llega hasta la puerta, y recuerda que lo real aún es­tá por ocurrir. Espera. Espera con tremenda apertura, permanece vulnerable. No te cierres, no empieces a sacar una conclusión. Una conclusión significa que te estás cerrando. Si la razón puede darte una conclusión, de este modo o de aquel, a favor o en contra de Dios, estás acabado; entonces no hay más allá.
Date cuenta de que la razón no es concluyente, y mantente sin sacar una conclusión y espera. Has llegado hasta la puerta, ahora su presencia te hará entrar.

 Éste es el significado de la gran máxima de que cuando el discípu­lo está listo, aparece el maestro. Es posible que Lai-Khur estuviera can­tando, bailando y tocando música sólo para Hakim Sanai. Los modos de obrar de la existencia son misteriosos. La trampa estaba lista para Hakim Sanai: ese hombre estaba listo, había llegado hasta la puerta.

 Lo mismo le sucedió a Ornar Khayyam, otro gran Sufi. Él era un matemático, un gran matemático, un genio. Había usado su ra­zón al máximo, y luego se le hizo entrar. Y el gran matemático se convirtió en un borracho, el gran matemático empezó a hablar de vino, de borracheras, y nació el gran Rubaiyat.

 Leyendo el Rubaiyat de Ornar Khayyam, uno no puede creer que él fuera un gran matemático. Uno no puede concebir qué tipo de matemático era ¡su poesía es tan pura! ¿Cómo puede un matemático alcanzar tal pureza en la poesía? Un matemático es un lógi­co, funciona por medio del silogismo; es muy práctico, muy obje­tivo. No permite que su subjetividad entre en sus observaciones; es muy desapegado. Y la matemática es la única ciencia perfecta en el mundo. 

 Todas las otras ciencias son más o menos, la matemática es la única ciencia perfecta. ¿Cómo puede un perfecto científico vol­verse un Sufi? Pero ahora puedes entender cómo sucedió. Cuando llegas al extremo de tu razón, y si aún estás disponible, si no estás cerrado, si aún no has llegado a una conclusión... de un modo u otro, si aún no re has convertido en un teísta o en un ateo, si aún tienes consciencia de que la razón nunca es concluyente, entonces su presencia te hará entrar. Él aparecerá como un maestro y te ha­rá entrar.

 Y entonces puede pasar en un momento. Cuando uno esta pa­rado en el límite, entonces en un momento puedes entrar en lo in­cognoscible.

 Pero, ¿cómo podrás nunca conocerlo
mientras seas incapaz de conocerte?

 Sólo puedes conocer a Dios si te has conocido a ti mismo. ¿Y dónde estás tú? No estás en tu cabeza, estás en tu corazón. La cabe­za puede caer en coma, y todavía estarás vivo. Hay gente que cae en coma y sigue en coma durante años.

 El corazón parece ser el punto de contacto entre tú y el universo. Es a través del corazón que estás conectado con el universo, y uno tiene que conocer su propio corazón: eso es el autoconocimiento, ése es el significado de «conócete a ti mismo». Porque sólo conociendo tu corazón conocerás el contacto con el universo. Entrando en tu co­razón, serás capaz de entrar en lo supremo.

Uno por uno es uno,
ni más, ni menos:
el error comienza con la dualidad;
la unidad no conoce el error.

 Tienes muchas mentes pero sólo un corazón. ¿Has observado es­te hecho? No tienes una mente; eres multipsíquico, tienes muchas mentes. Ellas cambian constantemente, tu mente cambia a cada momento. En un momento está llena de duda, en otro momento está llena de creencia, y en otro momento está nuevamente llena de duda. En un momento quiere dar el salto, en otro momento esca­pa. En un momento estás tan lleno de amor, en otro momento es­tás tan lleno de enojo y odio.

 Obsérvalo: tienes mil y una mentes, y van rotando. En tu ca­beza hay una especie de sistema de rotación. Por un momento una mente se vuelve el amo, y en ese momento decides algo y piensas que serás capaz de hacerlo. No serás capaz, porque en el momen­to siguiente el monarca se habrá ido. Es un sistema de rotación: ha surgido otra mente, ahora ha surgido otro rayo de la rueda. Y esta mente no sabe nada de la decisión que ha tomado la otra mente.

 Este yo no sabe nada del otro yo, y destruirá cualquier cosa que hayas decidido. En un momento decides no fumar nunca más, en otro momento estás sacando tu paquete de cigarrillos. Y te sorpren­des, hace un momento lo habías decidido, y la decisión parecía ser tan total, tan confiable. Y ahora todo se ha ido, se ha ido por com­pleto, no queda nada de ello. Y estás perfectamente dispuesto a fu­mar otra vez. Y otra vez esa vieja mente volverá y te torturará, y te arrepentirás y pensarás que eres culpable.

 Pero esto seguirá cambiando. La mente es un cambio continuo, es un continuum de muchas mentes. Por eso los que viven en la mente viven una vida desintegrada, fragmentada.

 El corazón es uno, siempre es uno. El corazón significa la consciencia observadora que hay en ti. ¿Quién es el observador de la ca­beza? Trata de meditar sobre esto. Viene el enojo, ¿quién está obser­vando? Sabes perfectamente bien que hay enojo; sabes perfecta­mente bien que está viniendo y creciendo, sabes perfectamente bien que pronto te abrumará. y luego se está yendo, retrocediendo, de­sapareciendo ... sabes que se ha ido. Se ha ido, se ha ido, ya no es­tá más allí. ¿Quién está observando?

  El amor va y viene. Viene la desdicha, viene la felicidad, todo vie­ne y todo se va. ¿Quién está observando? El observador permanece.

  Hay una sola cosa en ti que es constante, y es el observador. To­do cambia, sólo el observador permanece. Siempre está ahí, aun cuando estás profundamente dormido está observando los sueños, aun cuando no hay sueños está observando el sueño profundo. Cuando estás despierto está observando el mundo, cuando estás dormido está observando tu mundo interno, pero la observación continúa. Ni siquiera por un momento se detiene la observación. Esto es lo único eterno que hay en ti, lo único no temporal: tu co­razón. .. Los Sufis lo llaman el corazón... y es uno. Y conocer al uno es ir mas allá de todos los errores.

Uno por uno es uno,  
ni más, ni menos:
el error comienza con la dualidad;
la unidad no conoce el error.

 Esta unidad es llamada Unión Mística. Ésta es la unidad místi­ca. Ésta es la integración, la individuación, el centramiento del al­ma, y entonces puedes permanecer centrado aun cuando hay un ciclón rugiendo a tu alrededor. Entonces eres el centro del ciclón.

 Entonces puedes permanecer en el mundo sin ser del mundo. Todos los errores surgen de la dualidad. Y tú no eres solamente dual, eres una multiplicidad. Entonces, errores, errores y errores ... ¡te has dividido en tantos fragmentos! Eres una multitud, ése es tu problema, y la multitud está peleando constantemente. Y sigue pe­leando. Eres una guerra civil.

 Y en consecuencia tu vida pierde toda alegría, toda dicha y toda gracia.
Sé uno y repentinamente se alcanza la gracia. Repentinamente y sin esfuerzo te vuelves elegante. Entonces tu vida tiene una belleza propia. Es exquisita. Ya no es más esa vida común, fea, vulgar, mun­dana. Ahora es lo más santo de lo santo. Es sagrada, es divina.

El camino que debes recorrer tú mismo
consiste en pulir el espejo de tú corazón.

¿Cuál es el significado de «pulir el espejo de tu corazón»? Más y más, haz de tu corazón tu centro. Cae en tu centro más y más. To­da vez que te acuerdes, muévete al corazón, baja de la cabeza. Sé ob­servador, despierto.

 Pero debes estar despierto de un modo muy amoroso. De no ser así, también estar despierto puede volverse sólo parte de la mente. Si es estar despierto amorosamente, si es estar despierto del cora­zón, entonces lo será desde el centro de tú ser.

 Entonces, cuando estés consciente, sé también amoroso. Permi­te que el amor y la consciencia se encuentren y se mezclen; permite que tu consciencia sea bañada por el amor. Puedes observar una flor sin amor, la observación estará allí pero sin amor será un fenóme­no seco: Esta observación es posible aun a través de la cabeza, pero entonces no pulirá el espejo de tu corazón.

Observa y, sin embargo, sé amoroso. Observa amorosamente. Lentamente, tu observación y tu amor se vuelven uno: son dos as­pectos del mismo fenómeno. Entonces esto es pulir el corazón. El amor es el método de pulir el corazón. La consciencia te ayuda a lle­gar al corazón y el amor te ayuda a pulirlo. Y cuanto más se lo pu­le, mejor refleja la realidad.

El camino que debes recorrer tú mismo
consiste en pulir el espejo de tú corazón.
No es con rebelión y discordia...

 No es necesario que pelees contigo mismo, no es necesario que te impongas nada, no es necesario que estés en conflicto. Tienes que llegar a estar en armonía, no en discordia.
Por eso, el Sufismo no tiene nada que ver con el ascetismo. El asceta es un masoquista; no es una persona realmente religiosa. No se ama, se odia.

El Sufi se ama, el Sufi ama todo. El Sufi es amor.

No es con rebelión y discordia
como se pule el espejo del corazón,
liberándolo de la herrumbre de la hipocresía y la incredulidad.

 Recuerda, te dije que si actúas desde la mente las posibilidades son dos. Una es la hipocresía, la así llamada persona religiosa: hin­dú, musulmana, cristiana, jaina, judía, la así llamada persona reli­giosa, el hipócrita. Ésta es una posibilidad.

 La otra posibilidad es la incredulidad, el ateísmo: «No hay Dios. He buscado, he buscado hasta los límites mismos de mi razón y no he hallado a Dios. No hay Dios».

 Ambas actitudes son tontas. Uno debería permanecer sin sacar una conclusión. Uno debería permanecer en el límite de la razón sin conclusión alguna, simplemente silencioso, pasivo, disponible. Entonces la presencia de Dios te hace entrar.

Tu espejo es pulido por tu certeza:
por la pureza sin aleación de tu fe.

 Hay una certeza a la que se llega a través de la razón, pero esa certeza siempre está basada en la duda. La duda no puede ser des­truida por la razón ya que ésta se alimenta de duda, la razón co­mienza con la duda. La razón empieza cuestionando, razonar es bá­sicamente escéptico. Entonces, aun si llega a una conclusión, ésta será sólo hipotética. Será sólo temporaria. Si se revelan algunos he­chos nuevos, la conclusión deberá, ser cambiada.

 Es por eso que la ciencia nunca puede decir: «Ésta es la verdad». La ciencia sólo puede decir: «Hasta ahora, lo que conocemos pare­ce ser la verdad». Sólo puede decir: «Hasta el momento, hasta aho­ra, esto parece ser la verdad. No podemos decir nada sobre el ma­ñana. Vendrán nuevos hechos, se revelarán nuevos hechos, enton­ces tendremos que cambiar».

 Hoy en día, Newton está desactualizado. Pronto Albert Einstein estará desactualizado, pero Buda jamás estará desactualizado, Lai-Khur jamás estará desactualizado, Jesús jamás estará desactualizado. Porque nada de lo que dijeron está basado en la duda. No llegaron a ello a través de la razón, llegaron a la conclusión a través del corazón, y el corazón conoce lo eterno porque está en contacto con lo eterno. La cabeza sólo está en contacto con lo temporal, lo momentáneo.

Entonces, hay una certeza a la que se llega a través del amor, no a través de la lógica. Hay una certeza a la que se llega no por medio de la cabeza, no a través de la cabeza, no por medio de algún silogismo, sino por medio de un corazón que canta, un corazón que baila.

 ¿Has sentido alguna vez alguna conclusión, alguna certeza, algu­na certidumbre surgiendo de tu amor? Entonces entenderás el sig­nificado. Cuando dices: «Amo a esta mujer», ¿has llegado a esta conclusión a través de la razón? Si has llegado a ella a través de la razón, podrá desaparecer en cualquier momento.


Sufismo
Sufismo 


 Es por eso que en Occidente el amor se ha vuelto un fenómeno muy momentáneo. Hasta al amor se llega a través de la cabeza. Lle­gas a la conclusión: «Ésta parece ser la mujer más hermosa de todas las que conocido hasta ahora. ¿Quién sabe del mañana? Puede haber una mujer de nariz más larga, una mujer con cabellos más hermo­sos, una mujer con ojos de un brillo más profundo... ¿quién sabe? Nada puede decirse del mañana. Esta mujer podrá volverse desactualizada; siempre puedes encontrarte con una persona mejor.

 Si llegas a la conclusión a través de la cabeza, entonces el amor nunca llegará a ser profundo e íntimo. Será momentáneo, será sólo arbitrario. Esto es lo que está ocurriendo en el mundo. El amor se ha vuelto muy arbitrario y del momento; es sólo un arreglo del mo­mento.
Éste no es el modo de crecer profundamente en el amor. El amor requiere intimidad. El amor requiere una certeza a la que no se lle­ga a través de la cabeza sino a través del corazón. Cuando se llega a una certeza a través del corazón, es para siempre. No cambia.

 Benditas son aquellas pocas personas que aún pueden tener en su amor alguna certeza del corazón. Ahora son muy raros en la Tie­rra; esa tribu está desapareciendo, esa especie está desapareciendo. y ésa es una gran calamidad.

 Ahora, si vienes a mí y, al escucharme, al encontrarme lógico, atractivo para tu lógica y razón, te conviertes en discípulo, eso no llegará muy lejos. Mañana podré decir algo que sea contradictorio, que te deje perplejo. Eso creará dudas.

 Pero si es una relación del corazón: no oyendo lo que digo sino viendo lo que soy, no escuchando sólo mis palabras sino también mis silencios, no escuchando la filosofía que enseño sino la presen­cia que derramo sobre ti... entonces hay una certeza que es fe, que es confianza, que es para siempre.

Si llegas a través de tu razón, es sólo arbitrario. Nunca estarás en un estado de soltarte. Estarás siempre allí, observando por el rabillo del ojo: si algo va en contra de tu cabeza, entonces yo no soy para ti. Entonces tengo que estar siempre satisfaciendo tus expectativas, co­sa que no puedo hacer, cosa que ningún maestro puede hacer nun­ca. Y cualquier cosa que diga, siempre la interpretarás a tu modo.

el espejo del corazón es pulido por tu certeza:
por la pureza sin aleación de tu fe.
Libérate de las cadenas que has forjado a tu alrededor;
pues serás libre cuando estés libre de la arcilla.
El cuerpo es oscuro, el corazón brilla radiante;
El cuerpo es mero abono, el corazón es un jardín florido.

 Desidentifícate de tu cabeza y desidentifícate de tu cuerpo. Re­cuerda que no eres otra cosa que tu observación. Y esto no quiere decir que debas estar en contra del cuerpo. Los Sufis tampoco están en contra del cuerpo; aman al cuerpo porque el cuerpo es el abono. Puede volverse fragancia; debe ser transformado.

... el corazón es un jardín florido.

 El cuerpo debe funcionar como abono en el jardín del corazón. Uno no debe estar en contra del cuerpo o en contra de la cabeza. Usa la cabeza hasta llegar a la puerta, usa el cuerpo de manera que se convierta en el suelo.

 Pero recuerda siempre, la flor del corazón, la flor de estar des­pierto del corazón debe abrirse en ti. Y puede florecer en cualquier momento. Todo lo que se necesita es abandonar las cadenas que has forjado a tu alrededor: tus defensas, tu armadura, tus protecciones.

 Libérate de las cadenas que has forjado a tu alrededor;
pues serás libre cuando estés libre de la arcilla.

Nos hemos identificado demasiado con la tierra, con el cuerpo, con la arcilla. Nos hemos identificado demasiado con la materia, hemos olvidado que no somos nada más que un testimoniar. Este testimoniar es tu realidad última. Permite que se convierta también en tu realidad inmediata, y te convertirás en el jardín del corazón. y florecerás.

 Y a menos que florezcas convertido en un gran loto, en un gran loto dorado, tu vida será en vano.
Eso es lo que Lai-Khur le dijo a Sanai: «No malgastes tu vida es­cribiendo elogios para reyes tontos. Dios pronto te encontrará, y no serás capaz de responderle. No sigas siendo ciego. Haz algo: ¡Abre tus ojos!».

Sanai escuchó y fue transformado ... escúchame: tú también puedes ser transformado.

... Suficiente por hoy.  Osho 

Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
Fuente: oshogulaab.com



Unión Mística - Osho

EL CAMINO SUFI


Puliendo el Espejo del Corazón


Hola! Aquí te presento este artículo Unión Mística Sufí armé extrayendo la información de Osho que a mi criterio era importante para estos tiempos, sobre todo si nunca has leído Mística y te interesarías saber algo o quizás Iluminarte. Mi intención es que te sirva como guía para tu Espiritualidad y lo acompañes con el Yoga si así quisieras y tomes conciencia del conocimiento que nos brinda Osho. Namaste !


Primera Parte:

Tratamos de razonar nuestro camino hacia él:
no funcionó;
pero en el momento en que nos rendimos,
ningún obstáculo quedó.

El se presentó a nosotros por bondad:
¿De qué otro modo podríamos haberlo conocido?
La razón nos llevó hasta la puerta;
pero fue su presencia la que nos hizo entrar.

Pero, ¿cómo podrás nunca conocerlo
mientras seas incapaz de conocerte?

Uno por uno es uno,
ni más, ni menos:
el error comienza con la dualidad;
la unidad no conoce el error.

El camino que debes recorrer tú mismo
consiste en pulir el espejo de tú corazón.
No es con rebelión y discordia
como se pule el espejo del corazón,

liberándolo de la herrumbre
de la hipocresía y incredulidad.
Tu espejo es pulido por tu certeza:
por la pureza sin aleación de tu fe.

Libérate de las cadenas que has forjado a tu alrededor;
Pues serás libre cuando estés libre de la arcilla.
El cuerpo es oscuro, el corazón brilla radiante;
El cuerpo es mero abono, el corazón es un jardín florido.

Flor de Loto
Flor de Loto 


Hakim Sanai: para mí este nombre es tan dulce como la miel, tan dulce como el néctar. Hakim Sanai es único, único en el mun­do del Sufismo. Ningún otro Sufi ha sido capaz de alcanzar tal al­tura y de esperar una penetración de tal profundidad. Hakim Sanai ha sido capaz de hacer casi lo imposible.

Si tuviese que rescatar sólo dos libros de todo el mundo de los místicos, entonces los dos libros serían estos: uno sería del mundo del Zen, el camino de la consciencia: el Hsin Hsin Ming de Sosan. He ha­blado de él; contiene la quintaesencia del Zen, del camino de la consciencia y la meditación. El otro libro sería el Hadiqatu'l Haqiqat de Hakim Sanai: El Jardín amurallado de la Verdad; en pocas palabras, El Hadiqa: El Jardín. Éste es el libro en el que entraremos hoy.

El Hadiqa es la fragancia esencial del camino del amor. Así co­mo Sosan fue capaz de capturar el alma misma del Zen, Hakim Sa­nai fue capaz de capturar el alma misma del Sufismo. Libros así no son escritos, nacen. Nadie los puede componer. No son fabricados en la mente, por la mente; vienen del más allá... son un regalo. Na­cen tan misteriosamente como nace un niño, un pájaro o florece una rosa. Nos llegan, son regalos.

Entonces, primero entraremos en el nacimiento misterioso de este gran libro El Hadiqa, El Jardín. La historia es tremendamente hermosa.

El Sultán de Ghazna Bahramshah avanzaba con su gran ejército hacia la India en un viaje de conquista. Hakim Sanai, un famoso poeta de la corte, también estaba con él, acompañándolo en este viaje de conquista. Llegaron al lado de un gran jardín, un jardín amurallado.
Ése es el significado de firdaus: el jardín amurallado. Y de firdaus viene la palabra «paradise» (paraíso) en inglés.

Estaban apurados; el Sultán avanzaba con un gran ejército a conquistar India. No tenía tiempo. Pero sucedió algo misterioso y tuvo que parar, no hubo modo de evitado.
El sonido de un canto proveniente del jardín captó la atención del Sultán. Él era un amante de la música pero nunca había oído nada como esto. Tenía grandes músicos en su corte y grandes can­tantes y bailarines, pero nada que pudiera compararse a esto. El so­nido del canto, la música y la danza. .. lo había escuchado sólo des­de afuera pero tuvo que dar a su ejército la orden de detenerse.

Era tan extático. El sonido mismo de la danza, de la música y del canto era psicodélico, como si se vertiese vino dentro de él: el Sultán se embriagó. El fenómeno no parecía ser de este mundo. Ciertamente había en él algo del más allá: algo del cielo tratando de alcanzar la tierra, algo de lo desconocido tratando de comunicarse con lo conocido. Él tuvo que detenerse para escuchar esto.

Había éxtasis en ello, tan dulce y sin embargo tan doloroso: des­garraba el corazón. Él quería seguir adelante, estaba apurado; debía llegar pronto a India, aquel era el momento óptimo para conquistar al enemigo. Pero no había manera. En el sonido había un magnetis­mo tan fuerte, extraño e irresistible que a pesar suyo tuvo que entrar al jardín.

Era Lai-Khur, un gran místico Sufi, pero conocido por las masas sólo como un borracho y un loco. Lai-Khur es uno de los nombres más grandes en toda la historia del mundo. No se sabe mucho acer­ca de él; la gente como él no deja muchas huellas tras de sí. Excep­to esta historia, nada ha sobrevivido. Pero Lai-Khur ha vivido en la memoria de los Sufis a través de las épocas. Él siguió rondando en el mundo de los Sufis porque nunca más se vio un hombre como él.

Estaba tan ebrio que la gente no estaba equivocada al llamarlo borracho. Estaba ebrio las veinticuatro horas, ebrio de lo divino. Caminaba como un borracho, vivía como un borracho, totalmen­te abstraído del mundo. Y sus palabras eran simplemente una locu­ra. Éste es el pico más alto del éxtasis, cuando las expresiones del místico sólo pueden ser entendidas por otros místicos. Para las ma­sas comunes parecen irrelevantes, parecen gibberish.

Te sorprenderá saber que la palabra «gibberish» en inglés está basada en el nombre de un místico Sufi: Jabbar. La palabra inglesa «gibberish» surgió a causa de las palabras de Jabbar. Pero incluso Jabbar no era nada en comparación con Lai-Khur.
Para los ignorantes, sus palabras eran ultrajantes, sacrílegas, es­taban en contra de la tradición y en contra de todas las formalida­des, los amaneramientos y las etiquetas: contra todo lo que se co­noce y se entiende como religión. Pero para aquellos que sabían, no eran sino oro puro.

Él estaba disponible sólo para unos pocos escogidos, porque só­lo muy pocas personas podían elevarse a las alturas en las que él vi­vía. Él vivía en el Everest, el Everest de la consciencia, más allá de las nubes. Sólo los que eran suficientemente afortunados y suficiente­mente valientes como para escalar la montaña eran capaces de en­tender lo que él estaba diciendo. Para las masas comunes era un loco. Para los conocedores era simplemente un vehículo de Dios, y todo lo que iba llegando a través de él era pura verdad: verdad y só­lo verdad.

Él se había hecho deliberadamente una mala reputación. Ésa fue su manera de volverse invisible ante las masas. Los Sufis hacen eso; tienen un método muy extraño de volverse invisibles. Permanecen visibles, permanecen en el mundo, no escapan de él, pero crean de­liberadamente un cierto ambiente a su alrededor para que la gente deje de venir a ellos. 

Las multitudes, la gente curiosa, la gente estú­pida, simplemente deja de venir a ellos; los Sufis no existen para ellos, se olvidan de ellos completamente. Éste ha sido un antiguo método de los Sufis para poder trabajar con sus discípulos.

Puedes verlo aquí. Ustedes son mis Sufis. Yo soy casi invisible para la gente que vive en Poona. Estoy aquí y no estoy aquí: no es­toy aquí para ellos, estoy aquí sólo para ustedes. Aquí soy invisible hasta para los vecinos. Ellos ven y sin embargo no ven, oyen y sin embargo no oyen.
Lai-Khur se había hecho deliberadamente una mala reputación. 

Ahora, ¿puedes encontrar a un hombre que tenga más mala repu­tación que yo? Y es tan bueno... mantiene alejados a los tontos. Entonces él era visible sólo para los perceptivos. Un maestro, si real­mente quiere trabajar, si tiene la intención seria de hacer algo, tie­ne que volverse invisible para aquellos que no son auténticos bus­cadores.


Flor de Loto
Flor de Loto 


Eso es lo que solía hacer Gurdjieff, el debe haber aprendido al­gunas cosas de Lai-Khur. Gurdjieff había vivido con maestros Sufis por muchos años antes de volverse él mismo un maestro. Y cuando haya terminado esta historia verás muchas semejanzas entre Gurd­jieff y Lai-Khur.

Lai-Khur pidió vino y propuso un brindis «por la ceguera del Sultán Bahramshah».
Ahora, en primer lugar el gran místico pidió vino. Se supone que las personas religiosas no toman vino. Para un musulmán tomar vino es uno de los mayores pecados; está en contra del Corán, está en contra de la idea religiosa de cómo debería ser un santo. Lai­-Khur pidió vino y propuso un brindis «por la ceguera del Sultán Bahramshah».


El Sultán debe haberse vuelto loco. Debe haber estado furioso: ¿llamarlo ciego a él? Pero se encontraba bajo el gran impacto extá­tico de Lai-Khur. Entonces, aunque por dentro estaba hirviendo, no dijo ni una sola palabra. Esos hermosos sonidos y la música y la danza aún lo tenían hechizado, aún estaban allí en su corazón. Ha­bía sido transportado a otro mundo. Pero otros objetaron. Sus ge­nerales y sus cortesanos objetaron.

Cuando surgieron las objeciones, Lai-Khur se puso a reír loca­mente e insistió en que el Sultán merecía ser llamado ciego por ha­berse embarcado en un viaje tan tonto. Dijo: «¿Qué puedes con­quistar en el mundo? Todo quedará atrás. La idea de conquistar es estúpida, totalmente estúpida. ¿Adónde estás yendo? ¡Eres ciego! Porque el tesoro está dentro de ti. Y tú te vas a India; perdiendo el tiempo, haciéndole perder el tiempo a los demás. ¿Qué más se ne­cesita para llamar ciego a un hombre?».

Lai-Khur insistió: «El Sultán es ciego. Si no fuese ciego debería volver a su hogar y olvidar todo acerca de esta conquista. No cons­truyas casas con cartas, no hagas castillos en la arena. No vayas tras los sueños, no seas loco. ¡Vuelve! ¡Mira hacia adentro!».
El hombre que tiene ojos mira hacia adentro, el hombre ciego mira hacia fuera. El hombre que tiene ojos busca el tesoro adentro. ­

El hombre ciego se precipita por todo el mundo, mendigando, ro­bándole a la gente, asesinando, con la esperanza de encontrar algo que le falta. Nunca se encuentra de esa manera, porque no es afue­ra donde lo has perdido. Lo has perdido en tu propio ser: la luz debe ser llevada allí.
Lai-Khur insistía en que el Sultán era ciego. «Si no lo eres, da­me una prueba: ordena al ejército que retorne. Olvídate completa­mente de esta conquista y nunca más te embarques en ninguna otra    conquista. Todo esto es una insensatez».
El Sultán estaba impresionado, pero no fue capaz de volver. Debe haber sido la misma situación que había ocurrido antes, cuando Alejandro el Grande venía a conquistar India y otro místi­co, Diógenes, se rió de él. Y le dijo: «¿Por qué? ¿Para qué estás ha­ciendo un viaje tan largo? ¿Y qué ganarás con conquistar la India, o con conquistar el mundo entero?».
Y Alejandro dijo: «Quiero conquistar el mundo entero para así poder finalmente descansar, relajarme y disfrutar».

Y Diógenes se rió y le dijo: «Debes ser un tonto, ¡porque yo es­toy descansando ahora!». Y estaba descansando, relajándose a la ori­lla de un pequeño río. Era temprano en la mañana y estaba toman­do un baño de sol, desnudo en la arena. Dijo: «Estoy descansado y me estoy relajando ahora, y no he conquistado el mundo. Ni si­quiera he pensado en conquistar el mundo. 

No parece tener ningún sentido que trates de conquistar el mundo y volverte victorioso só­lo para después descansar y relajarte, porque yo estoy descansando sin haber conquistado nada. Y la orilla de este río es lo suficiente­mente ancha como para contenernos a los dos. Descansa aquí. Des­hazte de tus ropas y toma un buen baño de sol, ¡y olvida todo acer­ca de la conquista!                                                    
 «Y mírame: soy un conquistador sin conquistar el mundo. Y tú eres un mendigo.»
La situación debe haber sido la misma con el Sultán Bahrams­hah, y Lai-Khur debe haber sido otra vez el mismo tipo de hombre. En este mundo han habido sólo dos tipos de personas: las que sa­ben y las que no saben. Es la misma escena representada una y otra vez, la misma historia actuada una y otra vez. Una vez es Alejandro el Grande el que actúa de ciego y Diógenes el que trata de desper­tarlo. Otra vez es Lai-Khur el que está tratando de despertar al Sul­tán Bahramshah.

Alejandro dijo: «Lo siento. Puedo entender lo que dices pero no puedo volver atrás. Tengo que conquistar el mundo; si no lo con­quisto no podré descansar. Perdóname. Tienes razón, lo admito».

Y lo mismo sucedió con Bahramshah. Él estaba triste y avergon­zado. Pero dijo: «Perdóname, tengo que ir, no puedo regresar. India debe ser conquistada. No podré descansar o sentarme en silencio hasta que no la haya conquistado».

Luego Lai-Khur pidió un brindis «por la ceguera de Hakim Sa­nai», porque él era la persona más importante del grupo después de Bahramshah. Era su asesor, su consejero, su poeta. Era el hom­bre más sabio de su corte, y su fama había llegado también a otras tierras. Ya era un poeta consumado, un gran hombre sabio, bien conocido.

Luego pidió un brindis «por la ceguera de Hakim Sanai», lo que debió causarle al gran poeta una considerable sacudida. Ante esto hubo objeciones aún mayores, por la excelente reputación, sa­biduría y carácter de Sanai. Él era un hombre de carácter, un hom­bre muy virtuoso, muy religioso. Nadie podría haber encontrado ningún defecto en su vida. Había vivido una vida muy, muy cons­ciente, al menos ante sus propios ojos. Era un hombre de gran consciencia ética.

Surgieron más objeciones porque quizás el Sultán era ciego, co­dicioso, tenía una gran lujuria, gran deseo de poseer cosas, pero eso no se podía decir de Hakim Sanai. Él había vivido la vida de un hombre pobre aunque había estado en la corte. Aunque era el hom­bre más respetado de la corte de Bahramshah, había vivido como un hombre pobre: simple, humilde y con gran sabiduría y carácter. 

Pero Lai-Khur replicó que el brindis era aún mas apropiado ya que Sanai parecía no ser consciente del propósito para el que había sido creado; y cuando, a la brevedad, fuera llevado ante su hacedor y se le preguntara qué podía mostrar de sí mismo, él sólo sería capaz de mostrar algunos elogios estúpidos para reyes tontos, meros morta­les como él.
Lai-Khur dijo que era aún más apropiado porque de Hakim Sa­nai se espera mucho más que del Sultán Bahramshah.

Dijo:«Él tiene un potencial mayor y lo está desperdiciando, lo es­tá desperdiciando en hacer elogios para reyes tontos. Él no será ca­paz de enfrentarse a su Dios, estará en dificultades, no será capaz de responder por sí mismo. Todo lo que será capaz de mostrar será es­ta poesía, escrita en alabanza a reyes tontos como este hombre cie­go, Bahramshah.
Él es más ciego, totalmente ciego».

  Escuchando estas palabras y mirando a los ojos a aquel loco, Lai­-Khur, algo increíble le sucedió a Hakim Sanai: un satori, una súbi­ta experiencia iluminadora. Algo murió en él al instante, inmedia­tamente. Y algo nació, algo totalmente nuevo. En un momento, la transformación había ocurrido. Ya no era el mismo hombre. Este loco había penetrado realmente en su alma. Este loco había logra­do despertado.

En la historia del Sufismo, éste es el único caso de satori. En el Zen hay muchos casos; te he estado hablado acerca de estos casos. Pero en el mundo del Sufismo éste es el único caso de satori, iluminación sú­bita: no metodológica, no gradual; sucedió en un shock.
Lai-Khur debe haber sido un hombre de tremenda percepción.


Osho
Osho 

Hakim Sanai se inclinó, tocó los pies de este loco y lloró lágrimas de felicidad por haber llegado a casa. Murió y renació. Eso es un sa­tori: morir y renacer. Es un renacimiento.
Dejó al Sultán y se unió a una peregrinación hacia la Meca. El Sultán no estaba dispuesto a dejado ir, no estaba listo para hacerlo. Trató de impedírselo por todos los medios; hasta le ofreció a su única hermana en matrimonio, y la mitad del rei­no. Pero ahora todo carecía de sentido. Hakim Sanai simple­mente rió y dijo: «Ya no soy un ciego. Gracias, pero estoy ter­minado. Este loco me ha terminado de un plumazo, de un so­lo golpe».

Y se fue en una peregrinación a la Meca. ¿Por qué? Más tarde, cuando le preguntaron, dijo: «Tan sólo para absorber, para digerir lo que aquel loco me había dado tan súbitamente. ¡Fue demasiado! ­Fue desbordante. Fue abrumador. Necesitaba digerido. Él me ha­bía dado más de lo que yo merecía».

Entonces se fue a la Meca en una peregrinación, a meditar, a es­tar en silencio, a ser un peregrino desconocido, a ser anónimo. La cosa había sucedido pero tenía que ser absorbida. La luz había su­cedido, pero uno debe acostumbrarse a ella.

Y cuando se acostumbró a la nueva gestalt, a la nueva visión, volvió a Lai-Khur y le presentó este libro, El Hadiqa. Es lo que es­cribió en su camino de vuelta de la Meca.

Vertió su experiencia, su satori, en este libro. Estas palabras están saturadas de satori. Así es como nació este gran libro, como nace un niño: misteriosamente; como una semilla se convierte en un brote: misteriosamente; como un pájaro sale del huevo: misteriosamente. Como un capullo se abre temprano a la mañana, y se torna una flor, y la fragancia se esparce en los vientos.

Sí, este libro no fue escrito. Este libro es un regalo de Dios. Es­te libro es un regalo de Dios y una gratitud de Hakim Sanai a este extraño loco, Lai-Khur. Osho 

Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
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