Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio
Lo primero que debes comprender es qué significa la conciencia. Vas
andando. Eres consciente de muchas cosas: de las tiendas, de la gente que pasa
a tu lado, del tráfico, de todo. Eres consciente de muchas cosas, solo eres
inconsciente de una cosa... y esa cosa eres tú. Vas andando por la calle, eres
consciente de muchas cosas, ¡y solo no eres consciente de ti mismo! A esta
conciencia de uno mismo, Gurdjieff la llama «recordarse a uno mismo». Dice
Gurdjieff: «Constantemente, estés donde estés, recuérdate a ti mismo.»
Hagas lo que hagas, por dentro debes seguir haciendo una cosa
continuamente: ser consciente de que tú lo estás haciendo. Si estás comiendo,
sé consciente de ti mismo. Si estás andando, sé consciente de ti mismo. Si
estás escuchando, si estás hablando, sé consciente de ti mismo. Cuando estés
irritado, sé consciente de que estás irritado. En el momento mismo en que
aparezca la ira, sé consciente de que estás irritado. Este constante acordarse
de uno mismo crea en ti una sutil energía, una energía muy sutil. Empiezas a
ser un ser cristalizado.
Normalmente, no eres más que una bolsa floja. No hay cristalización, no
hay verdadero centro... solo algo líquido, solo una floja combinación de muchas
cosas sin ningún centro. Una multitud que cambia se mueve constantemente, sin ningún jefe. La
conciencia es lo que te convierte en jefe... y cuando digo jefe no me refiero a
un controlador. Cuando digo jefe me refiero a una presencia... una presencia
continua. Hagas lo que hagas, y aunque no hagas nada, una cosa debe estar
constantemente en tu conciencia: que tú eres.
Conciencia y Centrado - Osho |
Esta simple sensación de ser uno mismo, de que uno es, crea un centro,
un centro de quietud, un centro de silencio, un centro de dominio interior. Es
una potencia interior. Y cuando digo «una potencia interior» quiero decir eso
al pie de la letra. Por eso los budas hablan del «fuego de la conciencia». Es
un fuego. Si empiezas a hacerte consciente, empiezas a sentir en ti una nueva
energía, un nuevo fuego, una nueva vida. Y gracias a esta nueva vida, nuevo
poder, nueva energía, muchas cosas que te estaban dominando se disuelven. Ya
no tienes que luchar con ellas.
Tienes que luchar con tu ira, con tu codicia, con tu sexo, porque eres
débil. En realidad, la codicia, la ira y el sexo no son los problemas; el
problema es la debilidad. En cuanto empiezas a ser más fuerte por dentro, con
una sensación de presencia interior -cuando sientes que eres-, tus energías
se van concentrando, cristalizan en un punto único y nace un yo. Recuerda, no
un ego, sino un yo. El ego es una falsa sensación del. yo. Sin tener ningún
yo, sigues creyendo que lo tienes... eso es el ego. El ego es un falso yo...
no eres un yo, pero aun así crees que eres un yo.
Malungputra, un buscador de la verdad, acudió a Buda. Buda le
preguntó:
-¿Qué andas buscando?
-¿Qué andas buscando?
-Busco mi yo: Ayudame -dijo Malungputra.
Buda le pidió que prometiera hacer todo lo que se le indicara.
Malungputra se echó a llorar y dijo:
Malungputra se echó a llorar y dijo:
-¿Cómo voy a prometer nada? No soy. Todavía no soy,- así que
¿cómo puedo prometer? No sé lo que voy a ser mañana. No tengo ningún yo
que pueda prometer, así que no me pidas imposibles. Lo intentaré. Eso es lo
máximo que puedo decir, que lo intentaré. Pero no puedo decir que haré lo que
tú me digas, porque ¿quién va a hacerlo?
Lo que busco es eso que puede prometer y cumplir una promesa. Todavía no lo soy.
-Malungputra -dijo Buda-, te he pedido eso para oír esto. Si hubieras prometido, te habría rechazado. Si hubieras dicho: «te prometo que lo haré», yo habría sabido que no eres un auténtico buscador de la verdad, porque un buscador debe saber que aún no es. De lo contrario, ¿qué sentido tendría buscar? Si ya eres, no hay necesidad; ¡No eres! Y si uno puede sentir eso, el ego se evapora.
Lo que busco es eso que puede prometer y cumplir una promesa. Todavía no lo soy.
-Malungputra -dijo Buda-, te he pedido eso para oír esto. Si hubieras prometido, te habría rechazado. Si hubieras dicho: «te prometo que lo haré», yo habría sabido que no eres un auténtico buscador de la verdad, porque un buscador debe saber que aún no es. De lo contrario, ¿qué sentido tendría buscar? Si ya eres, no hay necesidad; ¡No eres! Y si uno puede sentir eso, el ego se evapora.
El ego es un concepto falso de algo que no está ahí. «YO» significa un
centro que pueda prometer.
Este centro se crea estando continuamente consciente, constantemente
consciente. Sé consciente de que estás haciendo algo... de que estás sentado,
de que te vas a dormir, de que te está llegando el sueño, de que estás cayendo.
Intenta ser consciente en todo momento,
y entonces empezarás a sentir que en tu interior nace un centro. Las cosas han
empezado a cristalizar, se están centrando. Ahora todo está relacionado con un
centro.
No estamos centrados. A veces nos sentimos centrados, pero son momentos
en los que una situación nos hace conscientes. Si de pronto se produce una
situación muy peligrosa, empezarás a sentir un centro dentro de ti, porque
cuando estás en peligro te vuelves consciente. Si alguien va a matarte, en ese
momento no puedes pensar; en ese momento no puedes seguir inconsciente, Toda tu
energía está centrada, y ese momento se vuelve sólido. No puedes moverte hacia
el pasado, no puedes moverte hacia el futuro... este momento concreto se
convierte en todo. Y entonces no solo eres consciente del asesino, sino que te
haces consciente de ti mismo, el que va a ser asesinado. En ese sutil momento
empiezas a sentir un centro en tu interior.
Por eso los deportes peligrosos tienen su atractivo. Pregúntale a
alguien que haya subido a la cima del Gourishankar, del monte Everest. Cuando
Hillary llegó allí por primera vez, debió de sentir de repente un centro. Y
cuando alguien llegó por primera vez a la luna, debió de experimentar una
repentina sensación de centro. Por eso el peligro tiene atractivo. Vas
conduciendo un coche, cada vez a más velocidad, hasta que la velocidad se
convierte en peligrosa. Entonces no puedes pensar; los pensamientos cesan.
Entonces no puedes soñar. Entonces no puedes imaginar. Entonces el presente se
vuelve sólido. En ese momento peligroso, cuando la muerte es posible a cada
instante, te haces súbitamente consciente de un centro en tu interior. El
peligro tiene atractivo únicamente porque en algunas situaciones peligrosas te
sientes centrado.
Nietzsche dijo en alguna parte que la guerra debe continuar porque solo
en la guerra se siente a veces el yo -se siente un centro-, porque la guerra es
peligro. Y cuando la muerte se convierte en una realidad, la vida se vuelve
intensa. Cuando la muerte anda cerca, la vida se vuelve intensa y tú estás
centrado. En cualquier momento, cuando te haces consciente de ti mismo hay un
centrado; pero si es una situación lo que lo ha provoca desaparecerá cuando
cese la situación.
No debe ser algo situacional, debe ser interior. Así pues, procura
estar consciente en toda actividad normal. Inténtalo cuando estés sentado en
tu butaca: sé consciente del que está sentado. No solo de la bútaca, no solo de
la habitación, de la atmósfera que te rodea... sé consciente del que está
sentado. Cierra los ojos y siéntete; profundiza y siéntete.
Eugen Herrigel estaba aprendiendo con un maestro zen. Estuvo tres años
aprendiendo tiro con, arco, y el maestro siempre le decía: «Bien. lo que haces
está bien hecho, pero no es suficiente.» Herrigel se convirtió en un maestro
arquero. Su puntería llegó a ser perfecta al cien por cien, y el maestro
seguía diciéndole: «Lo haces bien, pero no es suficiente.»
-¡Con una puntería cien
por cien perfecta! -decía Herrigel-. Pero ¿qué esperas de mí? ¿Cómo puedo
mejorar más? Con una puntería cien por
cien perfecta, ¿cómo puedes esperar más?
Se dice que el maestro zen le respondió:
-A mí no me interesa tu pericia con el arco ni tu puntería. Me interesas
tú. Te has convertido en un técnico perfecto. Pero cuando tu flecha sale del
arco no eres consciente de ti- mismo, así que no sirve de nada. No me interesa
si la flecha da en el blanco. ¡Me interesas tú! Cuando la flecha sale
disparada del arco, también por dentro debe dispararse tu conciencia.
Aunque no acertaras en el blanco, no tendría importancia, pero donde no debes fallar es en el blanco interior, y en ese estás fallando. Te has convertido en un técnico perfecto, pero eres un imitador.
Aunque no acertaras en el blanco, no tendría importancia, pero donde no debes fallar es en el blanco interior, y en ese estás fallando. Te has convertido en un técnico perfecto, pero eres un imitador.
Pero para una mente occidental o, mejor dicho, para una mente moderna
-y la mente occidental es la mente moderna-, es muy difícil concebir esto.
Parece un absurdo. En el tiro con arco lo que interesa es la eficiencia de
puntería del individuo.
Con el tiempo, Herrigel se desanimó y un día dijo:
-Lo dejo. Me parece imposible. ¡Es imposible! Cuando apuntas a un
blanco, tu conciencia va al blanco, al objeto, y si quieres ser un buen
arquero, tienes que olvidarte de ti mismo, recordar solo el objetivo, el
blanco, y olvidarte de todo. Solo debe existir el blanco.
Pero el maestro zen le forzaba continuamente a crear otro blanco en su
interior. La flecha debe ser una flecha doble: que apunte hacia el blanco
exterior y apunte continuamente al blanco interior... al yo. Herrigel dijo:
-Me marcho. Me parece imposible. No puedo cumplir tus condiciones.
Y el día de su partida, Herrigel estaba sentado. Había ido a despedirse
del maestro, y el maestro estaba apuntando a otro blanco. Había otro aprendiz,
y por primera vez Herrigel no estaba implicado; solo había ido a despedirse y
esperaba sentado. En cuanto el maestro terminara su lección, él se despediría y
se marcharía. Por primera vez no estaba implicado.
Conciencia y Centrado - Osho |
Pero entonces, de
pronto, se hizo consciente del maestro y de la conciencia de doble flecha del
maestro. El maestro estaba apuntando. Durante tres años, Herrigel había estado
continuamente con el mismo maestro, pero estaba más interesado en sus propios
esfuerzos. No había visto nunca a este hombre, lo que estaba haciendo. Por
primera vez vio y comprendió... y de pronto, espontáneamente, sin esfuerzo, se
acercó al maestro, le quitó el arco de las manos, apuntó al blanco y disparó la
flecha. Y el maestro dijo:
-¡Muy bien! por primera vez lo has hecho. Estoy contento. ¿Qué había
hecho? Por primera vez se había centrado en sí mismo. El blanco estaba allí,
pero también él estaba allí, presente. Así pues, hagas lo que hagas -cualquier
cosa, es necesario que tires con arco-, hagas lo que hagas, aunque sea estar
sentado, sé dos flechas. Recuerda lo que está pasando fuera y recuerda también
quién está dentro.
Una mañana, Lin-chi estaba dando una conferencia y de pronto alguien
preguntó:
-Respóndame una sola pregunta: ¿Quién soy yo?
Lin-chi bajó del estrado y se acercó al hombre. Toda la sala guardó
silencio. ¿Qué iba a hacer? Era una pregunta bien simple. Podía haberla
respondido desde el estrado. Lin-chi llegó hasta el hombre. Toda la sala estaba
en silencio. Lin-chi se quedó parado ante el hombre, mirándole a los ojos. Era
un momento muy penetrante. Todo se detuvo. El hombre empezó a sudar. Lin-chi no
hacía más que mirarle a los ojos. Y entonces, Lin-chi dijo:
-No me preguntes. Entra y descubre quién pregunta. Cierra los ojos. No
preguntes: «¿Quién soy yo?» Ve adentro y descubre quién ha preguntado quién es
ese preguntador interior. Olvídate de mí. Encuentra la fuente de la pregunta.
¡Penetra hasta el fondo!
Y se dice que el hombre cerró los ojos, guardó silencio y de pronto se
iluminó. Abrió los ojos, se echó a reír, tocó los pies de Lin chi y dijo:
-Me has respondido. Les he hecho esta pregunta a muchos y me han dado
muchas respuestas, pero ninguna era una auténtica respuesta. Pero tú me has
respondido.
«¿Quién soy yo?» ¿Cómo
se puede responder a esa pregunta? Pero en esta situación particular -mil
personas calladas, un silencio en el que se habría oído la caída de un alfiler-,
Lin-chi bajó con ojos penetrantes y simplemente le ordenó al hombre: «Cierra
los ojos, entra y descubre quién pregunta. No esperes que yo te responda.
Descubre quién ha preguntado.» Y el hombre cerró los ojos. ¿Qué ocurrió en esa
situación? Se centró De pronto estaba centrado, de pronto se hizo consciente
del núcleo más interior.
Esto hay que descubrirlo, y hacerse consciente es el método para
descubrir este núcleo interior. Cuanto más inconsciente estés, más alejado
estás de ti mismo. Cuanto más consciente, más te acercas a ti. Si la conciencia
es total, estás en el centro. Si hay menos conciencia, estás cerca de la
periferia. Cuando estás inconsciente, estás en la periferia, donde el centro
está completamente olvidado. Así pues, estas son las dos manerasposibles de
moverse.
Puedes moverte hacia la periferia, y entonces te mueves hacia la inconsciencia.
Te sientas a ver una película, te sientas en alguna parte a escuchar música, y
te olvidas de ti mismo. Entonces estás en la periferia. Leyendo el Bhagavad
Gita o la Biblia o el Corán, te puedes olvidar de ti mismo... entonces estás en
la periferia.
Hagas lo que hagas, si puedes recordarte a ti mismo, estás más cerca del
centro. Y un buen día, de pronto, te encuentras centrado. Entonces tienes
energía. Esa energía es el fuego. Toda la vida, toda la existencia, es energía,
es fuego. Fuego es el nombre antiguo; ahora lo llaman electricidad. El hombre
le ha aplicado muchos, muchos nombres, pero «fuego» está bien. La electricidad
parece un poquito muerta; el fuego parece más vivo.
Actúa con mucho cuidado. Es un viaje largo y dificultoso, y se hace difícil mantenerse consciente aunque solo sea un momento; la mente
está parpadeando constantemente. Pero no es imposible. Es arduo difícil, pero
no es imposible. Es posible... es posible para todos. Solo se necesita
esfuerzo, y tiene que ser un esfuerzo sincero. No hay que hacer excepciones; no
hay que dejar sin tocar nada del
interior. Todo debe ser sacrificado a la. Conciencia solo entonces descubrirás
la llama interior. Está ahí.
Si uno se pone a buscar la unidad esencial entre todas las religiones
que han existido o puedan llegar a existir, encontrará esta única palabra:
conciencia.
Conciencia y Centrado - Osho |
Jesús cuenta una parábola. El dueño de una gran mansión se marcha y les
dice a sus sirvientes que estén en constante alerta, porque puede volver en
cualquier momento. O sea, que tienen que estar alerta veinticuatro horas al
día. El señor puede llegar en cualquier momento... ¡en cualquier momento! No
hay un momento prefijado, un día fijo, una fecha fija. Si hubiera una fecha
fija, podrías echarte a dormir; después podrías hacer lo que quisieras, y estar
alerta solo en esa fecha determinada, porque el señor va a llegar. Pero el
señor ha dicho: «Volveré en cualquier momento. Tenéis que estar alerta día y
noche para recibirme.» "
Es una parábola de la vida. No puedes aplazarlo; el señor puede llegar
en cualquier momento. Hay que estar alerta continuamente. No hay fecha fija; no
se sabe nada sobre cuándo llegará el momento. Solo se puede hacer una cosa:
estar alerta y esperar.
Adquirir conciencia es la técnica para centrarse, para alcanzar el fuego
interior. Está ahí, oculto; se puede encontrar. Y una vez que se encuentra,
solo entonces, somos capaces de entrar en el templo. No antes, nunca antes.
Pero podemos engañamos a nosotros mismos con símbolos. Los símbolos
sirven para indicamos realidades más profundas, pero también podemos usarlos
como engaños. Podemos quemar incienso, podemos realizar cultos con cosas
exteriores, y después nos sentimos satisfechos por haber hecho algo. Nos
sentimos religiosos sin habernos vuelto religiosos en modo alguno. Esto es lo
que está ocurriendo; en eso se ha
convertido el mundo. Todo el mundo cree ser religioso solo porque está
siguiendo símbolos exteriores, sin fuego interno.
Esfuérzate por mucho que fracases. Estás empezando. Fracasarás una y
otra vez, pero hasta los fracasos te servirán de ayuda. Cuando dejas de ser
consciente, aunque haya sido un momento, sientes por primera vez lo
inconsciente que estás.
Vas andando por la calle Y no puedes dar más que unos cuantos pasos sin
volver a la inconsciencia. Una y otra vez te olvidas de ti mismo. Te pones a
leer un cartel Y te olvidas de ti mismo. Pasa alguien, lo miras y te olvidas de
ti mismo.Tus fracasos te
ayudarán. Pueden demostrarte lo inconsciente que estás. Y con el mero hecho de
hacerte consciente de que estás inconsciente, has ganado una cierta conciencia.
Si un loco se da cuenta de que está loco, está en camino hacia la cordura. Osho
Aqui te dejo dos vídeos con reflexiones de Osho uno trata sobre El arte de estar centrado. Y otro vídeo sobre la Vos Interior, espero que te gusten en esta entrada a mi blog lo quiero compartir con vos. Namaste!
Fuente: Texto extraído del libro/Osho/Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio
Fuente: Video www.youtube.com
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Aqui te dejo dos vídeos con reflexiones de Osho uno trata sobre El arte de estar centrado. Y otro vídeo sobre la Vos Interior, espero que te gusten en esta entrada a mi blog lo quiero compartir con vos. Namaste!
Fuente: Texto extraído del libro/Osho/Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio
Fuente: Video www.youtube.com
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