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Les enseñaré una manera muy fácil: hagan su trabajo pensando que el trabajo también pertenece a Dios. No fijen su mente en la tarea, pensando "es mi trabajo". Piensen que todas las acciones que hacen, las hacen para Dios. Ofrézcanlo todo a Sus Pies. Crean, y díganselo a ustedes mismos, "todo lo que hago lo hago por amor a Dios".

Ashtavakra Gita 1

EL SER COMO TESTIGO OBSERVADOR DE TODO

CAPÍTULO I


Janaka dijo:

1. ¿Cómo se adquiere la sabiduría, cómo nos aseguramos el renunciamiento? Por favor dímelo ¡Oh maestro!.                                                                                                                

Ashtavakra respondió:

2. Hijo mío, si deseas la liberación, debes rehuir los objetos de los sentidos como si fueran veneno, y buscar como agua de vida la caridad, la rectitud, la misericordia, el contentamiento y la verdad.
3. Tú no eres tierra, tú no eres agua ni fuego, aire ni éter. Sabe que eres el Yo supremo, y que la naturaleza de tu emancipación es el Yo y el testigo.
4. Si puedes reposar en la conciencia, habiéndote separado del cuerpo, en ese mismo momento alcanzarás la felicidad, el contento de la paz y la libertad de las cadenas.
5. Tú no perteneces a la casta brahmánica ni a ninguna otra; de ninguna orden formas parte; objeto no eres de la percepción sensual. Por completo desapegado, sin forma, tú eres el que todo lo ve: ¡sé, por ello, feliz!
6. Bien y mal, placer y dolor en la mente están, no en ti ¡oh Señor! Ni el que hace ni el que goza eres tú. En verdad, tú reinas para siempre en libertad.
7. Tú, el que todo lo ve, en verdad moras libremente. La única cadena que te ata es esta: que percibes al Ser de forma diferenciada.
8. Mordido por la gran serpiente negra de la vanidad, piensas: "Yo soy el que obra"; al beber el antídoto de la fe y pensar: "Yo no soy el que obra", serás feliz.
9. Piensa: "Soy la pura inteligencia"; y con este fuego de la fe, quema la densa selva de la ignorancia; al liberarte del dolor, serás feliz.
10. Aquello donde el universo parece existir como la serpiente en la cuerda, es la Dicha, la Dicha Suprema; tú, al ser esa conciencia, serás feliz.
11. Quien se imagina prisionero, en verdad está aprisionado; quien se imagina libre, en verdad no sufre
cárcel.
12. El Yo es el testigo, el que todo lo impregna; el cabal, el libre, el único; inteligencia desprovista de acción, de apego, de deseo, mora siempre en paz. La ilusión hace que Él parezca pertenecer al mundo.
13. Aprende a entender tu Yo como la eterna Inteligencia, el Uno sin segundo, una vez abandonada la ilusión de que tu ser es un reflejo del Yo, y que las condiciones externas o las condiciones internas lo rozan.
14. Largo tiempo, hijo mío, has estado sujeto por el lazo de pensar: "Yo soy el cuerpo". Corta el lazo de esta ilusión con la espada de la sabiduría que dice: "Soy el conocimiento", y serás feliz.
15. Desapegado, inmóvil, autoiluminado, sin mácula, tal eres tú. En verdad, ésta es la única cadena que debes cargar en tu búsqueda del conocimiento.
16. Tú todo lo impregnas; en verdad, todo en ti se entrelaza. Tú eres la Conciencia Pura. Que tu ánimo no decaiga.
17. Autogobernado, libre de máculas, siempre cabal, así eres tú, en la impasible felicidad interior. De insondable inteligencia, sin agitaciones, imperturbable, tal eres tú. Debes, para ello, tener tan sólo tu mente dirigida a la conciencia.
18. Sabe que cuanto tiene forma es falso, que lo sin forma es lo único permanente. En verdad, con esta enseñanza no hay posibilidad de renacer.
19. Al igual que una imagen en el espejo no es distinta al objeto que refleja, así el Alma, el Señor del Cuerpo, es el mismo adentro y afuera.
20. Al igual que el espacio que todo lo penetra es el mismo, dentro y fuera de una vasija, así es el Eterno, el Uno que mora en todos los seres.


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 EL GOZO EN EL SER 


CAPÍTULO II


El discípulo dice:

1. ¡Ah! Inmaculado, pacífico soy, el Yo de inteligencia que trasciende la materia. Hasta ahora he sido burlado por la ilusión de los fenómenos.
2. Al igual que ilumino este cuerpo, así ilumino el universo. Por ello, mío es el universo entero, o nada es mío.
3. Puesto que he renunciado al mundo y al cuerpo, de algún modo percibo ahora al Yo supremo, mediante la sabiduría adquirida, merced a las enseñanzas del Maestro.
4. Al igual que las olas, la espuma y las burbujas nada son sino el agua de la que provienen, así ocurre con el mundo emanado del Yo supremo: nada es sino el Yo supremo.
5. Al igual que el azúcar impregna el jugo de la caña y la dulzura impregna el azúcar, así ocurre con el mundo que me ilusiona, en tanto Yo impregno el mundo.
6. El mundo parece existir porque se ignora el Yo. El conocimiento del Yo hace que no resulte real. La serpiente parece existir porque se ignora que es una cuerda; al percibirse la cuerda como tal, la serpiente cesa de existir.
7. La luz es mi más profunda naturaleza; nada soy, sino luz. Al iluminarse el mundo, soy Yo que lo ilumino.
8. ¡Ah! El mundo me envuelve en su ilusión, y existe en mí merced a la ignorancia, como la plata en la madreperla, la serpiente en la cuerda y el agua del espejismo a la luz del sol.
9. El mundo que de mí ha emanado en mí se resuelve, como la vasija en el barro, la ola en el océano y el brazalete en el oro de que está compuesto.
10. ¡Ah! ¡De maravilla soy! A mi propio Yo reverencio, que no conoce la decrepitud, y que sobrevive a la destrucción del mundo entero, desde Brahma hasta una hoja de hierba.
11. ¡A! De maravilla soy! Ante mi propio Yo me inclino, que sigue siendo Uno, aún unido a un cuerpo; que de ninguna parte viene, a ninguna parte va, y todo lo impregna.
12. ¡Ah! ¡De maravilla soy! A mi propio Yo reverencio. Nadie en sabiduría me supera a mí, que sin ser rozado por el cuerpo, llevo no obstante al mundo en mí, para siempre.
13. ¡Ah! ¡De maravilla soy! A mi propio Yo saludo, al que nada de aquí le pertenece, aun cuando le
pertenezca cuanto se halle dentro del alcance del discurso y el pensamiento.
14. El conocimiento, el conocedor y lo conocido, en realidad no existen. Eso, en lo cual estas tres cosas parecen existir en razón de la ignorancia, Eso soy Yo, el inmaculado.
15. ¡Oh! El pesar clava sus raíces en la dualidad. Ninguna cura existe para ello, excepto el comprender que soy la Dicha, la Inteligencia y la Pureza.
16. Tan sólo el conocimiento Soy; a mi propio Yo le he puesto límites en razón de la ignorancia. He reflexionado constantemente y el descanso hallé en Eso, que está más allá de la mente.
17. La libertad y las cadenas ya no son mías. La ilusión incesante se ha desvanecido. ¡Ah! el mundo se halla en mí, o en verdad en mí no está.
18. El mundo y el cuerpo nada son: esto he descubierto. El Yo es la Pura Conciencia misma. ¿Por qué, entonces, el uno se superpondría a la otra?
19. Cuerpo, infierno y cielo, libertad, esclavitud y miedo, todas éstas son meras imaginaciones. ¿Qué debería hacer Yo, cuya naturaleza es la Conciencia?
20. ¡Ah! A mí, que no veo ninguna dualidad, aun en una multitud, a mí, que me está reservado un bosque, ¿a qué me he de adherir?
21. No soy el cuerpo, ni el cuerpo es mío. El yo individual no soy, soy la Conciencia. En verdad, tal es mi esclavitud: estar adherido a la existencia personificada.
22. Ah! En Mí, el océano ilimitado, al levantarse el viento de la muerte, forma olas que toman la apariencia de innumerables mundos de figura diversa.
23. Al cesar el viento de la muerte, la barca del infortunado mercader, el yo personificado, se desvanece en Mí, el gran océano insondable.
24. En mí, el gran océano insondable, las olas de los diversos yoes particularizados se elevan, golpean entre sí, juegan y desaparecen de modo magnífico.


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 LA PRESENCIA DEL SER EN TODO Y TODO EN EL SER

CAPÍTULO III

1. Al saber que tu Yo es el Yo único e indestructible, ¿cómo puedes tú, un sabio,  un conocedor del Yo, continuar en la búsqueda de riquezas?
2. ¡Discípulo mío! el apego a los objetos, que son por esencia ilusorios, surge por la ignorancia del Yo, al igual que el deseo; así como el confundir un trozo de madreperla con la plata, surge por el desconocimiento de la madreperla.
3. Puesto que sabes que eres Aquello en que el mundo parece existir como las olas en el océano, ¿por qué corres como un desvalido?
4. Puesto que sabes que el Yo es la Pura Conciencia y Belleza, ¿por qué eres esclavo de la codicia y la impureza?
5. De maravilla es que, aun en el sabio que ve el Yo en todos los seres y a todos los seres en el Yo, perdure todavía el sentido de "lo mío".
6. De maravilla es que, aún quien habita en la unidad suprema y tiene el designio de la liberación, perdure en la sujeción al deseo y en la agitación por los deleites sensuales.
7. Al conocer la naturaleza del gran enemigo de la sabiduría, ¿cómo puede el sabio, que ve aproximarse su fin, abrigar afecto por los objetos sensuales?
8. ¡De maravilla es que, hasta aquel que no siente apego por los objetos de este mundo o el otro, que discierne entre lo eterno y lo no-eterno, que está empeñado en la emancipación, siente temor por esa misma emancipación!
9. Alabado o denigrado, el sabio de mente dominada, ve sólo el yo y por nada siente ira o agrado.
10. Al ver su propio cuerpo moverse como si fuera ajeno, ¿como podría esa gran alma estar perturbada por el elogio o la censura?
11. Al ver el mundo como una ilusión, cesada toda curiosidad, ¿cómo habrá de temer nada el hombre de mente dominada, aún la proximidad de la muerte?
12. Esa grande alma cuya mente está desprovista de deseo, aún por lo que está más allá del deseo, que encuentra la paz en la autocomprensión, ¿tiene algo con que pueda comparársele?
13. El hombre de mente fuerte, sabedor de que lo visible es por esencia una mera nada, no ve nada que deba alcanzarse ni nada que deba evitarse.
14. El que se ha quitado toda impureza interna, que libre está de cualquier idea de diversidad, y se ha elevado por sobre la esperanza, el uso de los objetos sucediéndose en su curso natural, no le depara placer ni dolor.




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 LA GLORIA DE LA AUTO REALIZACIÓN

CAPÍTULO IV


1. ¡Oh alegría! La comparación no cabe entre el sabio que conoce su Yo y transita el mundo de los sentidos, y las bestias de carga que, uncidas, están al yugo del mundo.
2. ¡Oh alegría! El asceta que mora donde Indra y los demás Dioses desearon en vano, no ostenta soberbia alguna.
3. Bien y mal no rozan el Yo interior de quien Aquello conoce. El espacio, aunque parece estar cubierto por el humo, en verdad ni siquiera es tocado por aquel.
4. El hombre de grande alma sabe que todo esto es sólo el Yo; ¿habrá entonces quien pueda prohibirle moverse como desee?
5. En el mundo compuesto de las cuatro clases de criaturas, desde Brahma hasta una hoja de hierba, el que conoce el Yo es el único que tiene la fuerza de renunciar al placer y el dolor.
6. El liberado, el que conoce su propio Yo, emancipado está de la dualidad, como el Señor del Mundo. Tal como conoce, obra. Alguien semejante no sufre los embates del miedo por parte alguna.



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LOS CUATRO MODOS DE  ABSORCIÓN EN EL SER

CAPÍTULO V

El maestro dice:

1. No te apegues a nada que llames tuyo; puro eres, ¿a qué anhelas renunciar? Al disolver el agregado corporal en el Ser, has de encontrar la absorción en tu propio Yo.
2. El mundo surge en ti como las burbujas en el océano. Así, al saber que el Ser es Uno, has de encontrar la absorción en tu propio Yo.
3. El mundo, aunque presente a los sentidos, en realidad no está en ti, el Puro. Se halla como la serpiente en la cuerda. Por ello has de encontrar la absorción en tu propio Yo.
4. Idéntico en el placer y el dolor, cabal, parejo en la esperanza y la decepción, imperturbable ante la vida y la muerte, has de encontrar la absorción en tu propio Yo.