Ni Masculino Ni Femenino
La consciencia no es ni masculina ni femenina, porque no le pertenece al
cuerpo; está suspendida por encima del cuerpo. La gente viene a mí y me
pregunta: “¿Dónde está localizada la consciencia?”. No puede localizarse, porque no forma parte
del cuerpo. Está suspendida en algún lugar por encima de ti. No se encuentra exactamente en el cuerpo, no
puede ser ubicada. Y una vez que lo
percibas, tú también estás suspendido sobre tu cuerpo. Tú no estás en el cuerpo
–este es el significado de la palabra inglesa “éxtasis”. Éxtasis quiere decir estar fuera de uno
mismo, ecstasy –estar fuera.
Cuando eres consciente, te vuelves extático. Estás fuera de ti mismo. Te transformas en un observador en las
alturas.
No existe una consciencia correcta porque no hay ninguna posibilidad de
una consciencia equivocada.
La consciencia es correcta. Por
tanto, no preguntes qué es una consciencia correcta, simplemente pregunta qué
es la consciencia. La consciencia es
simple, muy inocente. Todo el mundo la tiene, por tanto, no es una cuestión de
conquista. Ya la posees.
Cuando ves la puesta de sol, ¿no te das cuenta? Cuando ves una rosa, ¿no te das cuenta? Aprecias la bonita puesta de sol, percibes su
belleza de la rosa; todo lo que necesitas es poner tu atención en tu
consciencia también. Esto es lo único
que tienes que añadir, el único refinamiento.
Eres consciente de los objetos. Tienes que ser consciente de tu
subjetividad.
Todo el arte consiste en cómo funcionar desde la parte femenina de la
mente, porque lo femenino está unido al Todo y lo masculino no está unido con
el Todo. Lo masculino es agresivo, lo
masculino está constantemente en lucha –lo femenino está continuamente en rendición,
en profunda confianza. Por eso el cuerpo
femenino es tan bello, tan redondo.
Tiene una inmensa confianza y una gran armonía con la naturaleza. La mujer vive en profunda rendición –el
hombre está siempre peleando, enojado, haciendo esto y aquello, tratando de
demostrar algo, intentando llegar a ninguna parte. La mujer es feliz, no intenta llegar a
ninguna parte. Pregunta a las mujeres si
les gustaría ir a la Luna.
Simplemente se quedarán asombradas. ¿Para qué? ¿Con qué motivo? ¿Por qué tomarse semejante molestia? El hogar es perfectamente válido. La mujer no está interesada en saber qué está pasando en Vietnam, en Corea o en Israel. A lo sumo, le interesa saber qué pasa en el vecindario, o como mucho, en quién se ha enamorado de quién, quién se ha escapado con quién… en los cotilleos, no en la política. Está más interesada en lo inmediato, aquí y ahora, y esto le da una armonía, una gracia. El hombre está tratando continuamente de demostrar algo, y si quieres demostrar, desde luego que tienes que luchar, competir y acumular.
Simplemente se quedarán asombradas. ¿Para qué? ¿Con qué motivo? ¿Por qué tomarse semejante molestia? El hogar es perfectamente válido. La mujer no está interesada en saber qué está pasando en Vietnam, en Corea o en Israel. A lo sumo, le interesa saber qué pasa en el vecindario, o como mucho, en quién se ha enamorado de quién, quién se ha escapado con quién… en los cotilleos, no en la política. Está más interesada en lo inmediato, aquí y ahora, y esto le da una armonía, una gracia. El hombre está tratando continuamente de demostrar algo, y si quieres demostrar, desde luego que tienes que luchar, competir y acumular.
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La experiencia de la infancia es lo que obsesiona a las personas
inteligentes durante toda su vida.
Quieren volver a tenerla –la misma inocencia, la misma curiosidad, la
misma belleza. Ahora es un eco lejano;
parece como si lo hubieras visto en un sueño.
Pero toda la religión nace de la infancia, de su obsesionante
experiencia de fascinación, de verdad, de belleza, de la vida danzando
maravillosamente alrededor. Con el canto de los pájaros, los colores del arco
iris, la fragancia de las flores, el niño en lo profundo de su ser sigue
recordando que ha perdido el paraíso.
Actuando con consciencia, dondequiera que te encuentres, está el
paraíso. Una vez lo hayas aprendido, no
preguntarás: “¿Qué es la virtud?”. Preguntarás: “¿Qué es poner atención?”. ¿Qué es la consciencia?”. Cuestionarás: “¿Qué es meditación?” –porque
eso hará que estés consciente y alerta.
Lo que trae infelicidad es pecado.
Lo que aporta alegría es virtud.
La consciencia nunca se pierde.
Sencillamente se enreda con el otro, con los objetos.
Así pues, lo primero que hay que recordar es que nunca se pierde, es tu
naturaleza, pero puedes enfocarla en cualquier cosa que desees. Cuando te canses de dirigirla hacia el
dinero, el poder, el prestigio, y llegue a tu vida ese gran momento en el que
quieres cerrar los ojos y conducir tu consciencia hacia su propio origen, hacia
el punto de donde procede, hacia su raíz –en medio segundo tu vida se
transforma.
Y no preguntes cuáles son los pasos a seguir; solamente hay uno. El proceso es muy simple. Solamente hay que
dar un paso que consiste en volver hacia dentro.
La evolución de la consciencia atraviesa muchos altibajos. Es un sendero momentáneo. No te has equivocado –simplemente es que no
estás familiarizado con el camino. Muchas veces la cuesta solo desciende para
subir más alto que antes. Cruza valles
para alcanzar la cima, y cada cumbre no es más que el principio de un nuevo
peregrinaje, pues enfrente se encuentra un pico más alto. Pero para alcanzar la cúspide más alta,
tendrás que volver a bajar otra vez. Una
vez hayas comprendido que esto es lo natural, toda tu miseria, todas tus nubes
simplemente se dispersarán.
Uno tiene que aprender no solo a disfrutar durante el día, sino también por la noche –tiene su propia belleza. Las cumbres tiene su gloria, los valles su riqueza. Pero si te vuelves un adicto solamente a las alturas, estás empezando a elegir, y toda consciencia cuando empieza a elegir crea problemas. Mantente sin preferencias y, lo que quiera que llegue, disfrútalo como parte del crecimiento natural.
Uno tiene que aprender no solo a disfrutar durante el día, sino también por la noche –tiene su propia belleza. Las cumbres tiene su gloria, los valles su riqueza. Pero si te vuelves un adicto solamente a las alturas, estás empezando a elegir, y toda consciencia cuando empieza a elegir crea problemas. Mantente sin preferencias y, lo que quiera que llegue, disfrútalo como parte del crecimiento natural.
La noche puede ser todavía más negra, pero cuanto más negra sea, más
cerca está el amanecer. Así pues,
disfruta del oscurecer de la noche, y aprende a ver la belleza de la oscuridad,
de las estrellas, porque durante el día no encontrarás esas estrellas. Y nunca compares lo que ha sido, lo que
debería ser y lo que es.
No es coincidencia que todas las religiones del mundo contienen en sus
parábolas la idea de que en algún momento el hombre vivió en el paraíso y que,
de alguna manera, por alguna razón, fue expulsado de él. Son diferentes historias, distintas parábola,
pero que significan una sencilla verdad: que cada hombre nace en el paraíso y
que después lo pierde. Los retardados, los faltos de inteligencia lo olvidan
por completo.
Pero los inteligentes, los sensibles, los creativos siguen obsesionados
con ese paraíso que una vez conocieron y del que ahora solo les queda una vaga
e increíble memoria. Empiezan a buscarlo
otra vez.
La búsqueda del paraíso es la búsqueda de la infancia otra vez. Desde luego tu cuerpo ya no será el de un
niño, pero tu consciencia puede ser tan pura como la de un niño. Este es todo el secreto del sendero místico:
hacer de ti un niño otra vez, inocente, no contaminado por ningún conocimiento,
no sabiendo nada, alerta aún de todo lo que te rodea, con una enorme
fascinación y sentido de un misterio que no puede ser desmitificado.
Naciste. Llegaste al mundo con vida, con consciencia, con una tremenda
sensibilidad. Fíjate solamente en un
niño pequeño –observa sus ojos, su frescura. Todo ello ha sido encubierto por
una falsa personalidad.
La consciencia (*) es un fenómeno natural. Naces con ella; pero está rodeada por el duro
caparazón en el que se ha convertido la conciencia (**) y no la deja
fluir. La conciencia es una roca que
bloquea la pequeña fuente de la consciencia.
Retira la roca y el manantial empezará a manar. Y con ese brote tu vida
empieza a funcionar de una forma totalmente distinta que nunca antes habías
imaginado siquiera, que nunca hubieras soñado.
Y todo comienza a entrar en armonía con la existencia. Y estar en armonía con la existencia es estar
en lo correcto –no estar en armonía con la existencia es incorrecto.
Así pues, la conciencia como tal es la causa raíz de todo lo equivocado,
porque no te permite estar en armonía con la existencia. Y la consciencia siempre está en lo cierto de
la misma manera que la conciencia siempre está equivocada.
(*) Se refiere a la consciencia en sí mismo.
(**) Se refiere a la conciencia como adquisición moral condicionada.
Mira por un momento a un niño recién nacido: tiene ojos, tiene
consciencia. Lo mira todo a su
alrededor, ve todos los colores, las flores, la luz, la gente, sus caras, ¿pero
crees que el niño reconoce el color verde como verde? ¿Piensas que discrimina entre un hombre y una
mujer? ¿O que esto es bonito y aquello
es feo?
Tiene una consciencia no discriminatoria. Simplemente ve todo lo que
allí está, pero no tiene ningún juicio sobre ello. No puede tenerlo –aún no le han presentado el
color denominado verde o el color llamado rojo.
Le llevará algo de tiempo aprender a discriminar.
De hecho, toda nuestra educación no es más que la creación de una
consciencia discriminatoria en cada persona.
Cada persona nace con una consciencia no discriminatoria –esto es, una
consciencia testigo. Nace con eso que el
sabio finalmente alcanza. Es un fenómeno
muy misterioso que aquello que el sabio consigue como fin supremo, el niño lo
posee desde el mismísimo principio.
No es una coincidencia que distintos místicos de diferentes épocas se
hayan percatado del hecho de que la iluminación final no es más que la recuperación
de la infancia. La misma consciencia que
tenías en un primer momento cuando naciste tiene que volver a ser
conquistada. No es que consigas algo
nuevo, es el redescubrimiento de algo ancestral, eterno.
Te pierdes en el mundo… existen todas las posibilidades para que te
pierdas, porque el mundo necesita todo tipo de discriminaciones, de juicios, de
evaluaciones, la idea del bien y del mal, la idea de lo bueno y de lo malo
–toda clase de deberías y no deberías.
El mundo lo necesita y adiestra a cada niño para ello. El niño se pierde cada vez más en el
lenguaje, en las palabras, los pensamientos, y finalmente llega a un punto
desde el que no puede encontrar el camino de regreso a casa.
Naciste únicamente con consciencia, y todo lo demás lo has ido
acumulando después. Todo aquello que tu mente ha acumulado después de tu
infancia, déjalo a un lado –y dejarás de interponerte en el camino. Con esta
simple comprensión encontrarás abiertas las puertas del templo de tu ser.
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Un cuento:
Un rey japonés envió a su hijo para que un místico, un maestro, le
enseñara a ser consciente.
El rey era anciano y le dijo a su hijo: “Pon toda tu energía en aprender
porque, salvo que seas consciente, no vas a sucederme. No voy a darle mi reino a alguien que está
dormido e inconsciente. No es una
cuestión entre padre e hijo. Mi padre me
lo dio a mí solamente después de haber alcanzado la consciencia. Yo no era la
persona adecuada porque no era su hijo mayor, era el menor. Pero mis otros dos
hermanos, mayores que yo, no podían alcanzarla.
“Lo mismo va a ocurrirte a ti. Y
el problema es aún más complicado porque yo solo tengo un hijo: si tú no
alcanzas la consciencia, el reino irá a parar a manos de cualquiera. Tú serás un mendigo de la calle. Por tanto, para ti es una cuestión de vida o
muerte. Ve con ese hombre, él ha sido mi maestro. Ahora ya es muy mayor, pero sé que si alguien
puede enseñarte, ese hombre es él. Dile:
“Mi padre está enfermo, viejo, puede morir cualquier día. Queda poco tiempo y tengo que ser totalmente
consciente antes de que muera, de lo contrario perderé el reino”.
Un cuento también muy simbólico: Si no eres consciente, pierdes el
reino.
El hijo del rey fue a ver al viejo maestro de las montañas. Le dijo: “He sido enviado por tu discípulo,
el rey”.
El maestro era muy anciano, más que su padre. Le contestó: “Recuerdo a ese hombre. Era realmente un auténtico buscador. Espero demuestres tener la misma calidad, el
mismo genio, la misma totalidad, la misma intensidad”.
El joven príncipe afirmó: “Lo haré todo”.
A lo que el maestro respondió: “Entonces, empieza por limpiar en la
comuna. Y recuerda una cosa: que te
golpearé en cualquier momento. Quizá cuando estés limpiando el suelo yo me
acerque por detrás y te golpee con mi vara; así pues, mantente alerta”.
Él replicó: “Pero yo he venido a aprender consciencia…”.
Y el maestro le contestó: “Así es como aprenderás”.
Pasó un año. Al principio recibía
muchos golpes cada día, pero poco a poco empezó a estar más consciente. Hasta incluso las pisadas del viejo…, podía
encontrarse haciendo cualquier cosa, por muy absorto que estuviera en su
trabajo, inmediatamente se daba cuenta de que el maestro estaba
rondándolo.
El príncipe estaba preparado. Después de un año el maestro lo golpeó por la espalda mientras estaba muy enzarzado hablando con un compañero del ashram. Pero el príncipe continuó conversando y, aún así, pudo esquivar la vara antes de que le alcanzara el cuerpo.
El príncipe estaba preparado. Después de un año el maestro lo golpeó por la espalda mientras estaba muy enzarzado hablando con un compañero del ashram. Pero el príncipe continuó conversando y, aún así, pudo esquivar la vara antes de que le alcanzara el cuerpo.
El maestro le dijo: “Está bien. Este es el final de la primera
lección. Esta noche empezamos la
segunda”.
El príncipe contestó: “Creí que esto era todo. ¿Esto es solo la primera lección? ¿Cuántas más quedan?”.
El anciano respondió: “Depende de ti.
La segunda lección consiste en que ahora te golpearé mientras duermes y
tienes que mantenerte alerta cuando estés dormido”.
Él replicó: “Dios mío. ¿Cómo
puede uno estar alerta dormido?”.
El viejo aclaró: “No te preocupes. Miles de discípulos han pasado la
prueba. También tu padre la pasó. No es imposible. Es difícil, pero es un reto”. Y desde entonces, cada noche recibía golpes en seis, ocho o doce
ocasiones. Era difícil dormir. Pero a los seis meses empezó a sentir dentro
de él una cierta consciencia. Llegó un
día que, justo cuando el maestro iba a golpearlo, con los ojos cerrados le
dijo: “No te molestes. Eres demasiado
viejo. Me duele que estés tomándote
tantas preocupaciones. Soy joven, puedo
sobrevivir a los golpes”.
A lo que el anciano contestó: “Bendito seas. Has superado la segunda lección. Pero hasta ahora he estado golpeándote con mi
vara de madera. La tercera lección
consiste en que ahora empezaré a golpearte, desde mañana por la mañana, con una
espada auténtica. ¡Mantente alerta! Un solo momento de inconsciencia y estás
acabado”.
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Por la mañana temprano, el maestro solía sentarse en el jardín, escuchar
a los pájaros cantando…, ver las flores abrirse, el sol naciendo. El príncipe
pensó: “¡Ahora va a ser peligroso! Una vara de madera era dura, difícil, pero
no iba a matarme. Una espada
auténtica…”. Él mismo era un espadachín,
pero no se le daba la oportunidad de protegerse; su única protección sería
permanecer consciente.
Entonces se le ocurrió una idea: “Este viejo es realmente
peligroso. Antes de empezar la tercera
lección le gustaría comprobar si él mismo puede pasar la tercera prueba o no. Si
va a poner en riesgo mi vida, no puedo permitirle hacerlo sin haber comprobado
si es merecedor de ello o no”. Esto eran
solo pensamientos que se le ocurrían mientras yacía en la cama. La mañana era
fría.
El maestro le ordenó: “¡Sal de debajo de tu manta, idiota! ¿Quieres
golpear a tu propio maestro con una espada¿
¡Avergüénzate! Puedo escuchar las
pisadas de tus pensamientos.., abandona esa idea”. Lo había escuchado; aunque no le había dicho
ni hecho nada.
Los pensamientos también son cosas. Los pensamientos, al moverse,
también hacen ruido, y quienes están completamente alerta pueden leer tus
pensamientos. Aun antes de que tú los percibas, ellos pueden advertirlos.
El príncipe estaba realmente avergonzado. Cayó a los pies del maestro y
dijo: “Perdóname. Soy un auténtico
estúpido”.
Pero ya que se trataba de un problema de espada, una espada de verdad,
empezó a ser consciente de todo lo que le rodeaba, incluso de su propia
respiración, del latido de su corazón.
Se daba cuenta de la más mínima brisa pasando entre las hojas, de una
hoja caída volando en el viento. El
maestro lo intentó unas cuantas veces pero siempre lo encontró preparado. No pudo golpearlo con la espada porque no
podía sorprenderlo inconsciente, despistado.
Siempre estaba alerta. Era una cuestión de vida o muerte –no puedes permitirte estar de ninguna otra
manera que no sea alerta.
Durante tres días el maestro no pudo encontrar ni un solo momento, ni un
solo resquicio. Y después del tercer
día, le llamó y le dijo: “Ahora ya puedes marcharte y comunicar a tu padre que
el reino es tuyo, aquí tienes una carta de mi parte”.
Estar alerta es el proceso de mantenerse cada vez más despierto. Osho
Aqui te dejo unos vídeos de Osho que me gustaron muchos, sobre: He estado manteniendo un secreto Mi Vida Entera! y otro video sobre Osho: La mente es siempre miedo! en esta entrada a mi blog lo quiero compartir con vos espero que te sirva de algo para un mayor crecimiento espiritual. Namaste!
Fuente: Texto extraído del libro/Osho/Conciencia Femenina Experiencia Femenina
Fuente: Video www.youtube.com
Fuente: Video www.youtube.com