Sólo en el ruido puedes existir como ego.
El ruido es el alimento para que existas como ego.
Amado Maestro ¿Por qué es tan difícil ser silencioso? Mis palabras son
tan mecánicas y están tan usadas, una repetición continua de historias, el
mismo viejo pasado que ya no existe más. ¿Cómo es que todavía no estoy cansado
de él?
Ser silencioso es difícil porque en el silencio uno desaparece. Sólo en
el ruido puedes existir como ego. El ruido es el alimento para que existas
como ego; vives de él, prosperas con él. De aquí la dificultad para volverse
silencioso.
Cuando la gente empieza a pensar en volverse silenciosa, tiene la idea
de que cuando venga el silencio ellos estarán allí y disfrutarán el silencio.
Esa idea está totalmente equivocada; no tienes noción alguna de las cosas
reales. Cuando venga el silencio, tú no estarás allí; tú y el silencio no
pueden existir juntos. Tú eres el ruido. Entonces, cuando el silencio viene,
hay sólo silencio.
No hay nadie que sea silencioso, no hay nadie que pueda estar allí
disfrutando el silencio. El silencio no es una experiencia porque no hay un
experimentador. El silencio es completo; no hay nadie.
Los Sufis lo llaman fana: disolución. Buda lo ha llamado nirvana:
extinguir la vela. Todo se ha ido y hay sólo nada, un tipo de estado de
ausencia de cosas.
No serás capaz de encontrarte como un yo. De allí la dificultad. Para
volverte silencioso tendrás que morir... y, ¿quién quiere morir? Queremos el
silencio también como una decoración, como una medalla, para poder jactarnos
de que: «No sólo tengo dinero, también tengo meditación”, para poder jactarnos
de que: «No sólo soy rico externamente, también soy rico internamente». El
primer interés por buscar el silencio surge del ego. Y el ego mismo es la
barrera.
Entonces, cuando entras en contacto con un maestro o con un campo de
energía, con una escuela donde las cosas se hacen, realmente se hacen, no sólo
se piensa en ellas, entonces surge el miedo. Entonces te das cuenta del
fenómeno de que al desaparecer el ruido, tú también desaparecerás. ¿Estás listo
para arriesgarte tanto?
Dices: ¿Por qué es tan difícil ser silencioso?
Porque estás impregnado de ruido.
Dices: Mis palabras son tan mecánicas y están tan usadas, una repetición
continua de historias, el mismo viejo pasado que ya no existe más.
La mente no es nada más que pasado. Es sólo registros del pasado; es un
mecanismo de grabación. Es tu historia, es aquello que ya no es, es memoria.
Pero esa memoria te mantiene vivo como ego, y tienes que seguir repitiendo esa
memoria una y otra vez, eso ayuda y sostiene al ego. Tienes que ir una y otra
vez a tu pasado para revivir tu ego: éste es el modo en que lo nutres.
Si dejas completamente tu pasado... Piensa simplemente por un momento:
si por una varita mágica dejas tu pasado por completo, en este momento, ¿quién
eres? ¿Serás capaz de decir «yo»? Al desaparecer el pasado, el “yo” habrá
desaparecido con él. Serás, pero no serás capaz de decir «yo». Serás sólo un
silencio, una tela vacía, una meditación, una paz, una quietud, pero no habrá
«yo».
Piensa simplemente: lenta, lentamente, en un minuto abandonas tu
pasado. Abandona tu pasado y luego piensa: ¿qué queda? No queda nada. O sólo
queda la nada. Ésa nada eres tú. Ésa nada es tu realidad, tu esencia.
Entonces éste es un mecanismo para hacer que el ego continúe. Tendrás
que repetirlo: tendrás que pasar nuevamente por las mismas palabras y las
mismas memorias y la nostalgia, una y otra vez, y mejorarás y pulirás esas
memorias. Inventarás cosas que nunca han existido; harás que tu pasado se vea
muy hermoso y dorado, cosa que no fue así. Dejarás todo lo que es feo y
seguirás proyectando una y otra vez.
La gente inventa también su pasado. Lo hacen tan hermoso y rico como
sea posible porque es allí donde existe su ego.
Todos piensan que su infancia fue muy hermosa. La infancia fue hermosa,
pero esa infancia no la recuerdas en absoluto. El útero fue hermoso, pero eso
no lo recuerdas en absoluto. Y después del nacimiento, los primeros dos o tres
años fueron hermosos pero tampoco eso lo recuerdas en absoluto.
La infancia que recuerdas es después del cuarto año, y eso no fue
hermoso en absoluto. Ése fue uno de los tiempos más difíciles de tu vida,
porque estabas siendo forzado, tironeado y empujado dentro de la estructura
social. Eras cortado de este y aquel modo, estabas siendo ajustado a la
máquina. Fuiste casi destruido. Fuiste manipulado. A ningún niño le gusta eso.
Todo niño se resiste, se enoja, se rebela, pero es impotente. Y finalmente
los padres ganan y la sociedad gana.
Esos días fueron desagradables, recuérdalo otra vez. No hay nada de
dorado en ellos. Pero más tarde, todos piensan que esos días fueron hermosos.
Ésa es tu invención. La gente no sólo proyecta el futuro, proyecta también el
pasado: va tiñéndolo, puliéndolo, retocándolo una y otra vez. Y lentamente
hacen de su pasado un país de las hadas, y entonces se sienten muy bien; el ego
es sostenido por su hermoso pasado. El ego se vuelve hermoso a través de un
hermoso pasado.
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Mira solamente las autobiografías que escribe la gente. En las
autobiografías no encontrarás nada que sea verdadero. O si a veces encuentras
algo verdadero será acerca de los demás, no acerca de la persona que ha escrito
la autobiografía. Será acerca de otros pero no acerca de sí mismo.
Todas las autobiografías son una especie de ficción. La gente las
inventa. Las autobiografías deberían ser consideradas como ficción, nada más
que eso, porque escribes acerca de tu infancia más tarde. Esa infancia es sólo
una invención: creas una infancia con todas tus experiencias, con todo tu
conocimiento, con toda tu vida vivida. Creas la infancia que te habría gustado
vivir. Es una hermosa ficción.
Y recuerda una cosa: uno tiene que repetirlo, las mentiras tienen que
repetirse una y otra vez, si no las olvidarás. Por eso se dice que si quieres
mentir necesitas una buena memoria. Un hombre que dice la verdad no necesita
tener una buena memoria. No hay necesidad; la verdad es la verdad. La persona
que está mintiendo constantemente realmente necesitará una buena memoria. Las
mentiras deben ser repetidas, sólo entonces pueden vivir; de otro modo
desaparecerán.
Me preguntas: «¿Por qué voy mecánicamente al mismo pasado una y otra
vez, repitiendo viejos hábitos?».
Porque ése es el modo en que puedes mantenerlo vivo. De no ser así
desaparecería por sí mismo. Y esto es algo que hay que entender. Si dejas de
cooperar con tu pasado, si cuando el pasado se repite como un hábito mecánico,
lo observas, no cooperas con él, verás que le habrás sacado la energía. Lentamente,
al observarlo, empieza a desaparecer. Una vez que tu observación se ha vuelto
total, el pasado desaparece.
Y la desaparición del pasado es satori, porque tu personalidad, tu yo,
tu ego, existen en el pasado. Todos desaparecen al desaparecer el pasado, y
eres arrojado de nuevo al centro mismo de tu ser. Eres inocente de nuevo, eres
nuevamente un niño. A eso se refiere Jesús cuando dice: «A menos que sean como
niños pequeños no entrarán en el reino de Dios». ¿De qué reino está hablando?
Está hablando del reino que está dentro de ti: el centro, la esencia, o puedes
llamarlo de cualquier modo que quieras. Una rosa es una rosa, no importa con
qué nombre la llames.
La infancia puede ser recuperada, redescubierta. Esa inocencia; esa
inocencia hermosa puede ser tuya otra vez. Y será mucho más rica de lo que era
porque ahora estarás completamente alerta a ella. Y además serás consciente.
Ser un niño conscientemente es ser un santo.
Hay una historia de un niñito de
seis años que, junto con su novia de cinco años, se acercó a su madre con la
noticia de que se iban a casar.
«y qué van a hacer para
conseguir dinero?», le preguntó la madre.
«Bueno», dijo el niñito, «a mi
me dan diez centavos por semana y a
María le dan cinco centavos por semana».
«¿ y dónde van a vivir tú y
ella?».
«Bueno, pensamos que una semana
viviremos en nuestra casa y la semana siguiente viviremos en la de María».
«¿Qué van a hacer cuando tengan
hijos?», preguntó la madre.
«Bueno -replico el niñito- toco
madera ¡hasta ahora hemos tenido mucha suerte!».
Esa inocencia todavía está en ti en algún lugar. Esa totalidad, esa
ignorancia hermosa todavía está en ti en algún lugar, oculta detrás de muchas
capas de la personalidad. Y esas capas siguen repitiéndose a si mismas.
Observa la cualidad repetitiva de tu mente. Aun si a veces cambia las
palabras, sigue repitiendo lo mismo. Aun si a veces cambia los hábitos...
podrás dejar de fumar, entonces empiezas a mascar chicles. Es lo mismo, es el
mismo juego con diferentes juguetes. Observa la naturaleza totalmente no
original de tu mente. La consciencia es original: la mente siempre es
repetitiva y no original.
Llegó un telegrama al cuartel del ejército. La madre del Cabo Jones había
muerto. Esa noche en el patio de prácticas el sargento mayor les gritó a los
hombres: «¡Atención! Jones, su madre está muerta. Muy bien, hombres, rompan
filas».
El pobre cabo Jones tuvo un
colapso, muy perturbado. A la mañana siguiente el comandante llamó al sargento
mayor a su oficina. «Bueno, sargento mayor, unas palabras acerca de la muerte.
Cuando el padre de alguno de los hombres fallece, se va al más allá para
encontrarse con su hacedor, por así decirlo, pienso que sería mejor para la
moral de la tropa si diese la noticia con un poco más de gentileza. Sea un poco
más sutil ¿entiende lo que quiero decir? Un abordaje diferente, ¿entiende lo
que quiero decir? ¡Puede irse ahora!».
Ahora, sucedió que un mes más tarde el padre del pobre Jones también
falleció. El sargento mayor, recordando lo que su oficial le había dicho,
pensó: «Bueno, ahora: un abordaje diferente, sutil ¡un poco de gentileza!».
Esa noche llamó a los hombres: «¡Atención! Todos los que tengan padre
que den un paso al frente. Jones, ¿a dónde diablos cree que está yendo?».
No hay mucha diferencia. La mente es repetitiva, la mente es sólo un
viejo disco grabado. Puedes cambiar las palabras, puedes cambiar los hábitos,
ella sigue siendo la misma.
He observado a muchos de tus santos y no he visto absolutamente ninguna
diferencia. Todavía están en el mundo aunque vivan en el monasterio. Sólo han
cambiado las formas, las formas superficiales, pero su mente es exactamente la
misma, sin ninguna diferencia. Están jugando los mismos juegos con nuevos
nombres, y están totalmente satisfechos.
Siempre he sentido una profunda compasión por tus así llamados santos;
son verdaderamente dignos de lástima. Toda vez que veo un así llamado santo, en
lo profundo digo: «pobre hombre», porque él piensa que es un ser cambiado. No
lo es. Primero estaba corriendo tras el dinero, ahora corre huyendo del dinero,
pero la carrera continúa. Primero estaba ansiando continuamente esa mujer y
aquella otra, ahora tiene miedo continuamente de las mujeres. Pero sigue
estando obsesionado con la misma idea; que sea a favor o en contra no hace
ninguna diferencia. Está enfocado en el mismo blanco. Primero estaba en la
lujuria, ahora está en la anti-lujuria, pero el objeto de la lujuria o la
anti-lujuria es el mismo.
Entonces, sea que desees el mundo o que renuncies a él no habrá mucha
diferencia, a menos que entiendas los modos de obrar de tu mente, cómo funciona
repetitivamente. Observa. No hay que hacer nada más: sólo observa. Observa
todos los modos sutiles en que la mente se mueve hacia los viejos surcos,
simplemente sigue observando... y lenta, lentamente surge el observador, el
observador sobre las colinas. Y la mente se deja muy atrás.
Abajo, en lo profundo del valle, ésta continúa, sigue reproduciendo la
cinta grabada. Pero tú ya no eres ella, no estás más en ella. Puedes usarla
toda vez que sea necesario, y puedes olvidarte todo acerca de ella toda vez que
no la necesites.
Al hablar contigo, tengo que usar la mente; no hay otro modo de hacerla.
Pero en el momento en que me vaya mi habitación la apago. Es sólo una cuestión
de prenderla y apagarla. Es un buen mecanismo, puede usarse de manera
beneficiosa. El problema sólo surge cuando se vuelve el amo y empieza a usarte
a ti.
Y eso es lo que está sucediendo. La mente se ha vuelto el amo y la
consciencia está completamente perdida. Recupera tu consciencia, vuélvete más
alerta y atento. Y lo mejor es estar atento a tu propia mente. Observa
simplemente sus métodos sutiles y delicados, cómo va jugando juegos.
Y no estoy diciendo que cambies
esos juegos, porque si te interesas en cambiar, te olvidarás de observar. Es
por eso que no les digo a mis sannyasins: «Dejen el mundo». Les digo: «Vivan
donde sea que estén». A veces hasta parece extraño...
Hace pocos meses estuvo aquí una prostituta francesa. Ella quería.
tomar sannyas pero también tenía miedo, tenía miedo de que si yo llegaba a
saber que ella era una prostituta podría no darle la iniciación. Pero ella era
realmente un alma sincera, no pudo ocultarlo. Y eso es lo que llamo santidad.
Ella dijo: «No debo ocultarlo de ti, tengo que decirte que soy una prostituta.
¿Puedes iniciarme en sannyas aun así?».
Le dije: «Podría haberte rechazado antes, pero ahora no puedo rechazarte.
Tu inocencia, tu sinceridad... nadie te lo estaba preguntando, lo dijiste por
ti misma. Eso es hermoso. Te iniciaré».
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Entonces otro problema surgió en su mente. Cuando después de unos pocos
meses ella se iba de regreso, preguntó: «¿Qué se supone que haga ahora? Soy una
prostituta y ésa es la única profesión que conozco. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Me
darás alguna indicación?». Le dije: «¿Quién soy yo para darte cualquier
indicación? Ve simplemente, y sigue haciendo lo que sea que hayas estado
haciendo. Sólo sé observadora de aquí en adelante».
Ella dijo: «¿Quieres decir que
puedo seguir siendo una prostituta?». Le dije: «Ése no es el asunto, si
continuas como prostituta o no. Aun si lo dejas y te vuelves una monja, tu
mente seguirá siendo la misma que la de la prostituta. No es una cuestión de
dónde estás: en una monasterio como monja o en el mundo como una prostituta.
Ése no es el asunto en absoluto. El asunto, todo el asunto, consiste en una
sola cosa, y es ésta: donde sea que estés, observa tu mente. Ahora vuélvete
alerta. Permite que esta luz de la observación esté siempre allí. Y si alguna
transformación sucede a través de esta observación, eso es otra cosa».
Y sucedió. Pero eso no es renuncia, eso no es renunciar a nada. Algo
simplemente se marchita, algo se vuelve totalmente estúpido y desaparece. Algo
simplemente cae; no puedes sostenerlo más porque es muy estúpido.
Mis sannyasins tienen que permanecer en el mundo tal como son. Todo lo
que enseño es: vuélvete más alerta, consciente y observador. Y si algo sucede
a partir de esa observación, es bueno. No es tu elección, sucede sin elección.
Dices: ¿ Por qué es tan difícil ser silencioso?
Porque todavía te estás aferrando a tu ego con miedo de morir.
Dices: Mis palabras son tan mecánicas y usadas.
Las palabras de todos son mecánicas y usadas.
Dices: Una repetición continua de historias, el mismo viejo pasado que
no existe. más.
Sí, así es con todos. No te preocupes por eso, no estás sufriendo de
nada especial. Es sólo la enfermedad común del hombre, la enfermedad común
llamada «mente»; muy común y normal.
Dices: ¿Cómo es que todavía no estoy cansado de ello?
Porque todavía la estás inventando. ¿Cómo puedes estar cansada? Sigues
mejorándolo. Sigues pintándolo aquí y allá, decorándolo y refinándola un poca
más. Todavía estás trabajando en él; ésta es tu creación. La pintura todavía no
está terminada, está en camino... Por eso todavía no estás aburrida de él. Y
no te aburrirás si sigues trabajando en él, mejorándolo, refinándolo,
haciéndolo más delicado y hermoso; nunca te aburrirás.
Deja de cooperar con él. Y el modo de dejar de cooperar es volverte
alerta. entonces, inmediatamente la cooperación desaparece.
Simplemente inténtalo. Hay enojo: date cuenta del enojo. No estoy
diciendo que detengas el enojo, que dejes el enojo; simplemente date cuenta. Ve
que el enojo está allí y observa que está surgiendo, que estás rodeado por él,
que está clamando a tu alrededor como una nube y que te sofoca. Sigue
observando, sin hacer nada. En el momento en que haces algo, has perdido tu
estada de observación. Hacer significa que te involucras, hacer significa que
cooperas. Y hay dos tipos de cooperación: puedes estar a favor o estar en contra. Ambos son
cooperación. De ambos modos te enredas.
Evita estar a favor o en contra. No estés a favor del enojo, no estés en
contra del enojo. Está allí, es un hecho. Sólo observa sin ningún juicio, y te
sorprenderás: pronto habrás encontrado una clave de oro. Observando,
lentamente desaparece. Y desaparece sin dejar rastros en ti. Entonces tienes la
clave; úsala entonces para todo tipo de pensamientos.
Un día te habrás vuelto alerta del proceso secreto de la observación,
que la observación destruye la mente, te desconecta de la mente. Observar
apaga la mente. Y una vez que te hayas elevado por encima de la mente, como un
pico del Himalaya, tú serás el amo.
Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/Fuente: oshogulaab.com