Cuándo entenderemos
Cómo entenderemos
Amado Osho, nos haces entender de tantas maneras, pero todavía no
entendemos. ¿Por qué no entendemos? ¿Cuándo entenderemos? ¿Cómo entenderemos?
El entendimiento no es algo que sepa de ningún «cuando». No es del
tiempo, por lo tanto no es predecible. No puedo decir «hoy» o «mañana» o
«pasado mañana». Puede suceder en este mismo momento, puede no suceder por
varias vidas... es impredecible.
Es impredecible porque no puede ser causado. Sucede cuando sucede: el
entendimiento viene a ti. Todo lo que puedes hacer es no crearlo: tú no puedes
crearlo. Y el entendimiento que sea creado por ti tampoco será realmente un
entendimiento. Entonces no preguntes «cómo», no hay «cómo» con respecto a él.
«Cómo» significa alguna técnica, algún método para que podamos crear
entendimiento. El entendimiento no es algo que se pueda fabricar. ¿Qué es
entonces? Ya existe. Entiendes, pero el entendimiento va en contra de tus
intereses. Cualquier cosa que yo diga es tan simple que es imposible no
entenderla. No estoy hablando de cosas difíciles, no estoy hablando de
filosofía. Estoy haciendo declaraciones simples, tales como «dos y dos son
cuatro»: no es necesario que seas un gran genio para entenderlas.
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Y entiendes perfectamente bien. No es que no entiendas: la cuestión es
otra. No quieres entenderlo. Entiendes pero no quieres entenderlo. Quieres
evitarlo, quieres posponerlo; de allí que preguntes: «¿Cuándo? ¿Cómo?» Esos
son trucos, estrategias para posponerlo hasta mañana.
Yo digo: ¡Ahora! No preguntes cuándo. Y no preguntes cómo porque «cómo»
hace entrar el futuro. Entonces dices: «Practicaré; no puede suceder ahora
mismo. Practicaré mañana, pasado mañana, y lentamente, gradualmente, un día
sucederá». Y mientras tanto, sigues siendo el mismo. Es un truco.
Lo que estoy diciendo es muy obvio, pero va en contra de tus intereses.
Has invertido demasiado en tu ignorancia. Hasta ahora toda tu vida ha sido
vivida por un tipo de mente totalmente equivocada, y has invertido todo lo que
tenías, tu vida entera. Ahora, repentinamente, ves la verdad: y te da miedo.
Verla significa que hasta ahora has sido un tonto. Verla significa que hasta
ahora todo ha sido inútil, que hasta ahora realmente no has vivido. Esto es
demasiado, no te lo puedes tragar. Creas un nuevo truco, dices: «Trataré de
entender».
Tú has entendido. Ya está allí. Ahora, por favor, no hagas juegos. Y
recuerda, si no puedes vivir este entendimiento que te está sucediendo hoy,
tampoco serás capaz de vivirlo mañana, porque mañana la inversión se habrá
vuelto aún mayor. Habrás invertido un día más en tus actitudes equivocadas, en
las estructuras equivocadas; se volverá cada vez más difícil. Es por eso que
se vuelve difícil. Cuanto más viejo eres, más difícil se vuelve.
¿Por qué ves tanta gente joven que viene a mí? La razón es que su
inversión no es tan grande. Todavía pueden tener la esperanza de cambiar su
vida y vivir. Cuando vienen personas viejas, su inversión es demasiado grande.
A menos que sean muy valientes y realmente jóvenes por dentro, no serán capaces
de dar el salto. Han vivido de un modo durante toda su vida; ahora, de pronto,
les estoy mostrando que hay que seguir un camino diferente. Es tan nuevo que
será incómodo, inconveniente e inseguro. Y ahora no queda mucho: están
envejeciendo, viene la muerte. Se vuelve difícil arriesgarse en un momento así.
Entienden perfectamente bien, pero no quieren entender. Quieren seguir soñando,
quieren continuar el sueño.
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Una noche Mulla Nasrudín soñó que Khidr, el maestro Sufi oculto, estaba
parado delante de él y le preguntaba: «¿Qué quieres Nasrudín?».
El pobre Nasrudín no podía pedir mucho. Así son las personas. Si Dios se
te aparece de pronto y te pregunta: «¿Qué quieres?». Piensa simplemente, ¿qué
viene a tu mente? Una casa, un auto, una cuenta bancaria... ni siquiera puedes
pedir algo que valga la pena.
Mulla dijo: «Un billete de cien
rupias». Pobre hombre, eso era lo mejor que podía imaginar. Pero Khidr le
dijo: « Te daré una rupia. Dos.»
Mulla dijo: «¡No, cien!».
«Tres.»
Y así siguieron, así siguió este
regateo en el sueño. Llegó a noventa y nueve, y Khidr era inquebrantable. Dijo:
«No te daré ni un centavo más. ¡Noventa y nueve! ¡Tómalo o déjalo!».
Y Mulla dijo: «¡ Tomaré cien! ¡Y
qué miserable que eres! ¡Por una rupia! ¿Por qué no me das cien?».
Y la pelea se volvió tan ardiente que Mulla se despertó. Abrió los ojos,
Khidr desapareció, los billetes desaparecieron. La esposa estaba sentada a su
lado porque él estaba hablando tan fuerte que se había despertado y estaba
escuchando. Había un gran regateo y se hablaba de dinero, y ella también estaba
interesada. Y no quería molestarlo, algo grandioso estaba sucediendo.
«Ochenta, ochenta y uno, ochenta y dos ...», y se guía: «... noventa y nueve.»
Y Mulla decía: «¡Noventa y nueve no! ¡Cien! ¡Sólo tomaré cien!».
Y entonces, repentinamente abrió
los ojos y la esposa le dijo: «¿Qué está sucediendo?». Y Mulla le respondió:
«¡ Tú quédate callada!».
Cerró los ojos de nuevo y dijo:
«Muy bien, dame noventa y nueve.» Pero el sueño se habla ido; ya no habla
Khidr ni había nadie.
Y dijo: «¡Muy bien, digo noventa y nueve! ¿Dónde estás? ¡Noventa y ocho!
¡Noventa y siete!». Y empezó a bajar pero ya no habla nadie y no había ni
siquiera una rupia. Y se enojó mucho y dijo: «¡Que tonto que soy! Debería haber
aceptado noventa y nueve. Por una sola rupia ... Este Khidr es un miserable. Y
yo también soy un tonto; ahora no puedo encontrarlo».
Ésa es la situación. Si me entiendes, el sueño se romperá. Y siempre
estás cerca de noventa y nueve. Mañana va a suceder, un día más, un poco más de
esfuerzo... y el billete de cien rupias está allí, colgando frente a ti como
una zanahoria.
Me dices: «Espera Osho. Déjame intentarlo un poco más. Y me puedes
seguir diciendo, me puedes seguir enseñando, pero dime cuándo y cómo». Y sigues
trabajando duro para conseguir ese billete de cien rupias que está siempre
allí a la vuelta de la esquina pero que nunca está en tus manos. Nunca estará
en tus manos. Y tú no estás listo para despertar de tu dulce sueño.
No es una cuestión de entender, es tan simple. Pero has vivido una
cierta vida, tus hábitos se han vuelto fijos, tus estructuras se han vuelto
congeladas. Aun cuando entiendes, tu mente es lo suficientemente astuta como
para distorsionarlo, para crear significados que no están ahí. Puede proyectar
en él sus propias ideas.
Lo que estoy diciendo es simple, completamente simple. Cualquiera que
tenga una mente inocente puede entenderlo. Pero el problema es que tienes
prejuicios, tienes tus propias ideas. Te gustaría entender de acuerdo con
ellas, de acuerdo con tus propios prejuicios.
El buen Padre se encontró con Pat, la vergüenza del pueblo, que estaba
muy embriagado, zigzagueando hábilmente del poste del teléfono a la puerta de
entrada y de allí al poste nuevamente.
«Pat, Pat, ¡otra vez borracho!» «¿ Usted? yo también, Padre».
«Por favor, no es momento para frivolidades. Estás en esta condición
detestable, Pat, después de prometerme fielmente hace dos semanas que no
beberías nunca más, y jurar que no lo harías. Es una vergüenza terrible para
ti, y un pecado contra Dios y la Iglesia, y siento mucho verme obligado a
decirte esto».
«Padre Daly», dijo Pat en un tono medio achispado, medio risueño.
«¿Dijo que lo siente por verme así?».
«Sí, por cierto, lo siento”.
«¿Está seguro de que lo siente mucho?”.
«Sí, lo siento mucho, mucho”.
“Bueno, Padre Daly, entonces si lo siente mucho, mucho, mucho, lo
perdono”.
Es así como siguen las cosas: yo digo algo, tú te las ingenias para que
quiera decir algo distinto. Y lo estás haciendo y sabes que lo estás haciendo.
No es una cuestión de cuándo y cómo: es ahora o nunca.
Un joven escocés de buena familia y de buena posición social tenía gran
afición por la bebida. Su familia y sus amigos habían hecho todo lo posible
para que rompiera el hábito, pero sin éxito. Un amigo sugirió que tratasen de
darle un shock severo. Como medio para esto consiguieron un ataúd, y la vez
siguiente que llegó a su casa bajo la influencia del alcohol lo vistieron como
a un cadáver, oscurecieron la habitación, pusieron unas pocas velas prendidas
alrededor del ataúd y dejaron a un amigo en el lugar para que lo observara.
Poco después se despertó y pareció estar muy intrigado por lo que lo rodeaba;
entonces, al ver a alguien en la habitación, preguntó: «¿Dónde estoy?» «Estás
muerto», fue la solemne respuesta.
«¿Muerto?», exclamó. «¿Cuánto tiempo he estado muerto?».
« Tres días».
«Ah, bueno», reflexionó. «¿ Tú también estás muerto?».
«Si, yo también estoy muerto», dijo el compañero.
«¡Qué raro! ¿Por cuánto tiempo has estado muerto?».
«Tres semanas», replicó el otro tristemente.
El borrachín se animó
considerablemente y dijo: «Bueno, si has estado muerto tres semanas y yo sólo
he estado muerto tres días, debes conocer el lugar mejor que yo. ¿Adónde
podemos ir a conseguir un trago?».
La mente vieja, la estructura vieja, los hábitos viejos siguen persistiendo.
Te seguirán hasta en la muerte. Eso es exactamente lo que sucede: sólo cambias
tu cuerpo, tu mente continúa. Tu mente entra en otro útero, con todo su pasado
podrido. Y empiezas a vivir otra vez la misma vida repetitiva.
No me preguntes cuándo vas a entenderme: tú me has entendido. Ahora,
por favor, no lo pospongas más. ¡Ya ha sucedido! Es algo tan simple, no te
estoy dando acertijos, te estoy dando verdades puras y desnudas. Y no es una
cuestión de cómo.
Escuchándome, no interfiriendo con lo que estoy diciendo, no
distorsionando lo que estoy diciendo, el entendimiento surgirá por sí mismo,
está surgiendo. Pero irá en contra de aquello en lo que has invertido, eso es
verdad. Y a menos que te atrevas, no serás capaz de salir de tu viejo pasado,
no serás capaz de salir de tu viejo ego.
Se necesita gran osadía; no entendimiento sino coraje, el entendimiento
ya está sucediendo. ¿Y qué es el coraje? El coraje significa simplemente estar
listo para arriesgar lo conocido por lo desconocido. Si lo conocido no te ha
dado nada, ¿por qué tener miedo de lo desconocido? Probémoslo. No vas a perder
nada porque no tienes nada. ¿Por qué no probarlo? O consigues algo o no
pierdes nada; de ninguna de las dos maneras serás un perdedor.
Pero la gente piensa que tiene algo. Piensan que han vivido una vida
tremendamente hermosa, una vida de riqueza. Ésas son sólo tus creencias. Sólo
te has estado arrastrando por la vida. Tu vida ha sido gris y chata; en ella
nunca ha habido poesía, nunca ha habido danza. No has conocido nada de la
belleza y la grandeza de la existencia. No has tocado la divinidad de este
hermoso universo ni siquiera por un momento.
No has conocido nada de Dios, y sólo eso importa. Sólo eso da riqueza,
sólo eso significa vida. Si no has tocado lo divino, si no has sido tocado por
lo divino, si no has sido movido por lo divino, si no has sido penetrado por lo
divino, si no has permitido que Dios te suceda, todo lo que ha sucedido es sólo
un sueño.
Al ver esto, uno salta fuera del sueño. Esto es coraje, saltar fuera del
sueño conocido hacia lo desconocido. Es un riesgo. ¿Quién sabe lo que va a
suceder en lo desconocido? Pero una cosa es cierta: al cambiar de lo conocido a
lo desconocido habrás crecido, te habrás vuelto más rico.
Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
Fuente: oshogulaab.com
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Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
Fuente: oshogulaab.com