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Desmantela­miento de las libertades democráticas - Osho

Me llama­ron un escapista.


Uno puede escapar de la realidad.


 Amado Osho, cuando dejé mi trabajo como periodista polí­tico para venir a Poona, algunos de mis amigos que están involucrados en la lucha contra la guerra atómica, el poder atómico, la destrucción del medio ambiente, el desmantela­miento de las libertades democráticas, etcétera, me llama­ron un escapista. iA veces me pregunto si tienen razón. ¿La tienen?

 Tienen razón, pero tienen razón en un sentido totalmente dife­rente del cual no son conscientes.
Uno puede escapar de la realidad, uno también puede escapar a la realidad. Y lo que sucede es lo segundo. Cuando entras en medi­tación o en sannyas, eso es escapar a la realidad, no de la realidad, dado que lo más real que hay en ti es tu propio centro. Cuanto más lejos estás de tu centro, más lejos estás de la realidad.

 Y la lucha que ellos continúan contra el poder atómico, la des­trucción del medio ambiente, el desmantelamiento de las libertades democráticas, etcétera no va a tener éxito a su modo: no es posible que tenga éxito de ese modo.      
                                 
 Aquí no estamos luchando contra nada como eso, porque esta­mos cortando las raíces mismas. Ellos están luchando sólo contra las hojas. ¿De dónde viene el poder atómico? ¿Quién lo ha creado y por qué? ¿De dónde viene la guerra y por qué? ¿Quién ha destruido el medio ambiente y por qué? ¿De dónde viene toda esa destructividad?

¿Por qué no hay democracia en el mundo? ¿Por qué no hay li­bertad individual en el mundo? ¿Quién ha hecho todo esto? ¿Pien­sas que puedes hacer responsable por esto a algún partido, a alguna clase, a algún sector de la sociedad? Entonces estarás totalmente equivocado.

 La mente humana es la responsable. El modo en que ha existi­do la mente humana hasta ahora de algún modo es errado. La men­te humana todavía no ha aprendido a ser creativa, de aquí que ha­ya destrucción. Y habrá destrucción, a menos que cambiemos la ba­se misma de la mente humana.

 Luchar contra la guerra no va a ayudar porque eso es, nueva­mente, otra guerra. ¿No has visto a los pacifistas y sus caravanas, có­mo aúllan y gritan y qué enojados están? Y son pacifistas. Y toda ca­ravana pacifista termina en destrucción: empiezan a saquear nego­cios, a quemar ómnibus y a tirarle piedras a la policía. Y han veni­do a propagar la paz. Ésta es una vieja estupidez.


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 Todas las guerras se hacen en nombre de la paz, todas las gue­rras se han hecho siempre en nombre de la paz. ¿No puedes ver có­mo es el asunto? El hombre quiere pelear, cualquier excusa servirá, y la paz es una excusa hermosa.

 Todos los políticos hablan acerca de la paz y se preparan para la guerra, y si les preguntas por qué, ellos dirán: «¿Cómo podemos proteger la paz? Tenemos que ser fuertes, de no ser así la paz será destruida. Entonces, para tener un mundo pacífico nos tenemos que preparar para la guerra». Y cuando la preparación, ha tenido lu­gar por largo tiempo, tienes que hacer algo, porque sino la prepa­ración se vuelve demasiado pesada.

 Por ejemplo, una persona ha estado ejercitándose continuamen­te y se ha preparado sólo para estar listo para pelear. Entonces un día está listo. Ahora ansía pelear; ahora toda su preparación lo fuer­za a pelear. Y no se estuvo ejercitando solo: el vecino también fue al gimnasio, también se volvió musculoso, también se volvió un Mu­hammad Ali. Y ambos pasaron frente a la casa del otro caminando de un modo muy agresivo. Y ambos tienen miedo el uno del otro. Entonces finalmente alguien tiene que empezar la pelea.

 Machiavelli decía que el mejor modo de defenderse es atacar, el mejor medio de defensa es el ataque. Entonces alguien tiene que empezarlo porque se vuelve demasiado pesado. Se vuelve una ten­sión, y la tensión debe ser liberada.

 Ahora, cuando vas apilando armas y bombas, ¿por cuánto tiempo puedes seguir apilándolas? Un día tendrás que empezar a venderlas;­ es peligroso seguir acumulándolas. Entonces en un lugar o en otro tiene que haber una guerra: se vuelve una necesidad económica.

 Las grandes guerras mundiales tienen lugar de vez en cuando, y entre dos grandes guerras tienen lugar guerras pequeñas: a veces en Israel, a veces en Corea, a veces en Vietnam, a veces en Bangladesh, Kashmir... las guerras continúan, porque los grandes poderes es­tán creando bombas y necesitan un mercado. Entonces los estúpi­dos indios y pakistaníes pelearán; ellos se volverán el mercado. Luego pelearán los israelitas y los árabes, y ellos se volverán el mercado.

 Mira simplemente todo el asunto. Si Israel le compra armas a América, entonces los árabes le comprarán armas a Rusia: ambos necesitan un mercado. Si India le compra armas a Rusia, entonces Pakistán le compra armas a América: ambos lo necesitan. Y están mejorando sus armas día a día, entonces, ¿qué hacer con las armas pasadas de moda? Son inútiles. Puedes destruidas, tirarlas al océa­no, pero entonces todo lo que has puesto en ellas se pierde.

 Véndeselas a los países subdesarrollados. Para ellos son una gran cosa. Para Rusia y América están pasadas de moda, son inútiles, pe­ro para India y Pakistán son la última moda. En lo que concierne a la tecnología de América y de Rusia, son primitivas, son inútiles. Si Rusia y América van a la guerra, no tendrán ningún uso; no tiene sentido guardarlas. Entonces todo este juego continua. Seguimos hablando de paz y seguimos creando guerra.

 Tenemos que entender la mente humana; la mente humana tie­ne que ser cambiada desde las raíces. Si la mente humana sigue siendo ambiciosa no hay posibilidad de que haya un mundo sin guerra: la ambición es guerra. Si la mente humana sigue siendo sec­taria: cristiana, hindú, musulmana, no hay posibilidad de que haya ninguna paz. Porque esas sectas dividirán a la gente, y cualquier di­visión es el comienzo de la guerra.

 No has escapado de la realidad, has escapado a la realidad.

 No estamos hablando de paz; no tiene sentido hablar acerca de ella. Estamos creando sus cimientos. No somos pacifistas, no esta­mos marchando por las calles ni yendo en una larga caminata a la capital, una caravana pacifista con slogans y gritos. No estamos ha­ciendo toda esa tontería, ¡no tiene sentido! Simplemente ayuda a unas pocas personas a sacar su destructividad y a hacer catarsis, eso es todo. Ellos lo disfrutan.

 Conozco a esas personas, están siempre en todas las marchas de protesta. Viví en Jabalpur por muchos años, y estuve observando todo tipo de cosas que pasaban por ahí. Entonces toda vez que ha­bía una marcha de protesta o cualquier otra cosa, yo iba y observa­ba. Me sorprendí: encontraba un hombre en todas las marchas de protesta, en todos los tipos: comunistas, socialistas, jansanghi, hin­duístas, arya samajis; ¡cualquiera! Él siempre estaba allí. Yo estaba intrigado: es un congresista, es un comunista, es un socialista, es un jansanghi...

 Un día lo detuve y le dije: «Me intrigas mucho. Te veo en todas las caravanas, en todas las protestas, ¡y gritas como el mejor!».

 Él dijo: «Yo también estoy intrigado porque siempre te veo ob­servando, iy nunca participas! ¿Cómo te las ingenias? Y me temía que algún día me preguntarías porque me ves en todas las protes­tas. Disfruto gritando. No me importa por quien estoy gritando o contra quien estoy gritando. ¡Disfruto gritando! Es un ejercicio tan bueno, y me siento tan entusiasmado y excitado; y siempre me da buen apetito. Y trae alguna excitación; sino la vida es un aburri­miento».


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 Aquí no estamos haciendo nada así. Entonces, aquellos que están haciendo cosas así pensarán que éste es un escape de la realidad por­que piensan que lo que ellos están haciendo es la realidad. No lo es.

 Y naturalmente, sentarse aquí en silencio, meditando, bailando, haciendo vipassana con los ojos cerrados, observando, estando aler­ta, por cierto que para ellos es un escape. Es un escape pero en un sentido diferente.

 Tú estás yendo a la raíz misma de todas las enfermedades. Y es­tamos tratando de cortar esa raíz misma. Estamos tratando de crear un nuevo tipo de ser humano: sin ego, sin ambición, sin ningún de­seo de tener éxito en el mundo. Estamos tratando de crear un ser humano que quiera bailar, cantar, amar, que quiera celebrar la vida. Estamos tratando de crear una mente humana creativa. Y recuerda sólo una no-mente es una mente creativa.

 Cuando la así llamada mente desaparece y hay sólo puro vacío, vacío virgen, a partir de ese vacío virgen surge la creatividad. Mil y una flores se abren en ese vacío.

 Ése es el jardín del que está hablando Hakim Sanai: el hadiqa, el jardín. Estamos tratando de crear ese jardín. Haremos de nues­tros cuerpos un compost, haremos de nuestras mentes un compost, para que la flor de oro pueda abrirse en nosotros.

 Eso no es un escape de la realidad, eso es escapar y entrar a la realidad.


Osho
Osho


Fuente: Osho/Bhagwan Shri Rajnísh/es.wikipedia.org/
Fuente: oshogulaab.com