La Conciencia
Citta, Abhyasa y Vairagya
El verbo cit significa "percibir, advertir, saber, conocer, anhelar, desear y recordar". Como sustantivo, cit significa "pensamiento, emoción, intelecto, sentimiento, disposición, visión, corazón, alma, Brahman". Cinta significa "pensamientos perturbados o ansiosos", y cintana quiere decir "pensamiento deliberado". Ambos son facetas de citta. Como deben ser restringidos mediante la disciplina del yoga, el yoga es definido como citta vritti nirodhah. Un citta perfectamente sojuzgado y purificado es divino y uno con el alma.
Citta es la contrapartida individual de mahat, la consciencia universal. Es la sede de la inteligencia que brota de la conciencia, antahkarana, el órgano de virtud y conocimiento religioso. Si el alma es la semilla de la conciencia, ésta es a su vez fuente de la consciencia, la inteligencia y la mente. Los procesos de pensamiento de la consciencia abarcan la mente, la inteligencia y el ego. La mente tiene el poder de imaginar, pensar, prestar atención, aspirar, sentir y querer. Las oscilaciones continuas de la mente afectan a sus envolturas internas, la inteligencia, el ego, la consciencia y el sí-mismo.
La mente es, por naturaleza, voluble, escurridiza y difícil de aprehender. No obstante, es el único órgano que refleja los mundo interno y externo. Aunque goza de la facultad de ver las cosas dentro y fuera, su tendencia natural es a implicarse con los objetos del mundo visible, más que con los del interno.
Junto con los sentidos, la mente percibe cosas para que el individuo vea, observe, sienta y experimente. Esas experiencias pueden ser dolorosas, indoloras o placenteras. A través de su influencia se infiltran en la mente la impulsividad y otras tendencias o humores, convirtiéndola en un almacén de impresiones (samskaras) y deseos (vasanas), que crean excitación e impacto emocional. Si son favorables, crean impresiones buenas; si son desfavorables, entonces provocan repugnancia. Estas impresiones generan las fluctuaciones, modificaciones y modulaciones de consciencia. Si la mente no está disciplinada y purificada, se implica con los objetos experimentados, provocando aflicción e infelicidad.
Patañjali comienza el tratado sobre yoga explicando el funcionamiento de la mente, para que podamos aprender a disciplinarla, y que la inteligencia, el ego y la consciencia puedan ser restringidos, inhibidos, dominados y tamizados, para a continuación ser atraídos hacia el núcleo de nuestro ser, siendo absorbidos en el alma. Eso es yoga.
Patañjali explica que las impresiones dolorosas e indoloras son clasificadas en cinco tipos: pramana, o percepción directa, que es el conocimiento que surge del pensamiento o la concepción correctos y que es perpetuo y verdadero; viparyaya o percepción e interpretación erróneas, que conducen al conocimiento contrario; vikalpa, imaginación o fantasía; nidra, o sueño; y smrti o memoria. Ésos son los campos en los que opera la mente, y a través de los cuales se reúnen y almacenan las experiencias.
La percepción directa deriva de la propia experiencia, a través de inferencia, o mediante la lectura atenta de textos sagrados o de palabras de maestros auténticos. Para ser cierta e indudable debe ser real y palmaria. Su exactitud debe ser verificada mediante la duda razonable, la lógica y la reflexión. Finalmente, debe corresponder a doctrinas y preceptos espirituales, y a verdades sagradas y reveladas.
B.K.S. Iyengar, |
El sueño es un estado de inactividad en el que los órganos de acción, los sentidos de percepción, la mente y la inteligencia permanecen inactivos. La memoria es la facultad de retener y revivir impresiones y experiencias pasadas de percepción correcta, concepciones y percepciones erróneas, e incluso de sueño.
Esos cinco tipos en los que se clasifican las impresiones modelan humores y comportamientos, construyendo o arruinando la evolución intelectual, cultural y espiritual del individuo.
Cultivo de la consciencia
El cultivo de la consciencia implica el desarrollo, la observación y el refinamiento progresivo de la consciencia a través de disciplinas yóguicas. Tras explicar las causas de las fluctuaciones en la consciencia, Patañjali muestra cómo superarlas, mediante la práctica, abhyasa, y el desapego o renuncia, vairagya.
Si el estudiante se asombra al encontrar el desapego y la renuncia vinculados a la práctica tan al principio de los Yoga Sutras, convendría que considerase su relación simbólica de este modo. El texto comienza con atha yoganusasanam. Anusasanam es la práctica de un disciplinado código de conducta yóguico, la observancia de instrucciones para la acción ética transmitidas por el linaje y la tradición. Los principios éticos, una metodología plasmada en hechos, constituyen la práctica.
A continuación hay que leer la palabra "renuncia" en el contexto del sutra I.4: "En otras ocasiones, el que ve se identifica con la consciencia fluctuante". Es decir, la mente fluctuante arrastra al que ve hacia fuera, hacia dehesas de placer y valles de dolor, donde la tentación hace surgir inevitablemente el apego. Cuando la mente empieza a arrastrar al que ve-como si le llevase de un ronzal- , de la sede del ser hacia la gratificación del apetito, sólo la renuncia puede salvar al sadhaka cortando el ronzal. Así pues, en los sutras I.1 y I.4 vemos desde el principio la interdependencia de práctica y renuncia, sin la cual la práctica no dará fruto.
Abhyasa es una búsqueda dedicada, inquebrantable, constante y vigilante en el campo elegido, llevada a cabo a pesar de todas las dificultades y de reiterados fracasos, e indefinidamente a lo largo de prolongados períodos de tiempo. Vairagya es el cultivo de libertad respecto a las pasiones, abstención de deseos y apetitos mundanos, y discriminación entre lo real y lo irreal. Es el acto de abandonar todos los deleites sensuales. Abhyasa aporta confianza y refinamiento al proceso de cultivo de la consciencia, mientras que vairagya es la eliminación de cualquier cosa que obstaculice ese progreso y ese refinamiento. La pericia en la aplicación de vairagya desarrolla la capacidad de liberarse uno mismo de los frutos de la acción.
Patañjali habla de apego, no apego y desapego. El desapego puede compararse a la actitud de un médico hacia su paciente. Trata al paciente con el mayor de los cuidados, habilidad y sentido de responsabilidad, pero no se implica emocionalmente con él a fin de no perder su facultad e raciocinio y criterio profesional.
Al igual que un pájaro no puede volar con una única ala, nosotros también necesitamos las dos alas de la práctica y la renuncia a fin de alcanzar la cúspide de la realización del Alma.
La práctica implica una cierta metodología, que requiere esfuerzo. Debe mantenerse ininterrumpidamente durante largo tiempo, con firme resolución, dedicación, atención y devoción, para crear una base estable desde la que adiestrar la mente, la inteligencia, el ego y la consciencia.
La renuncia es discernimiento discriminador. Es el arte de aprender a ser libre de desear tanto placeres mundanos como eminencia celestial. Implica adiestrar la mente y la consciencia para permanecer incólumes frente al deseo y la pasión. Debemos a renunciar a objetos e ideas que trastornan y obstaculizan las prácticas yóguicas diarias. Luego hay que cultivar el no apego a los frutos de nuestros esfuerzos.
Si se observan de manera asidua abhyasa y vairagya, entonces puede alcanzarse con mayor rapidez el control de la mente, tras lo cual podemos explorar qué hay más allá de la mente y probar el néctar de la inmortalidad, o realización del Alma. Las tentaciones no desalientan ni obstaculizan a quien aplica dicha intensidad de corazón en práctica y renuncia. Si la práctica modera su ritmo, entonces la búsqueda de la realización del Alma se atasca y queda cautiva de la rueda del tiempo.
B.K.S. Iyengar, |
Fuente: es.wikipedia.org/ B K S Iyengar de su libro "Luz sobre los yoga sutras de Patañjali"