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Yoga Patanjali la Iluminación 3 - Osho

  Pantanjali la Iluminacion
Tercera parte:



Más allá de los límites del tiempo,
El es el Maestro de Maestros.


 ¿Qué es el tiempo y como trascenderlo? Trata de comprender. El tiempo es deseo porque para el deseo se necesita al tiempo. El tiempo es la creación del deseo. Si no tienes tiempo, ¿cómo vas a desear? No hay espacio para que surja el deseo. El deseo necesita del futuro. Por eso la gente que tiene millones de deseos teme siempre a la muerte. ¿Por qué temen siempre a la muerte? Porque la muerte acaba con el tiempo definitivamente. Deja de haber tiempo.  Y tú tienes millones de deseos y entonces se presenta la muerte.
La muerte significa que ahora ya no hay futuro, la muerte significa que ahora no hay más tiempo. Puede que el reloj continúe funcionando, pero tú no estarás funcionando. Y el deseo necesita tiempo para ser colmado, necesita futuro. No puedes tener deseos en el presente; en el presente no existe el desear. ¿Puedes desear algo desde el presente? ¿Cómo vas a desearlo? Si deseas, de inmediato el futuro se ha introducido. El mañana o el momento siguiente ha llegado. ¿Cómo vas a desear en este mismo momento, aquí y ahora?
Desear es imposible sin tiempo; el tiempo es también imposible sin deseos. Juntos forman un solo fenómeno: dos caras de la misma moneda. Cuando uno deja de tener deseos, se vuelve eterno. El futuro se detiene, el pasado se detiene. Solamente existe el presente. Cuando el desear se detiene es como un reloj que sigue funcionando tras haberle sido quitadas las manecillas. Imagínate un reloj que siga funcionando sin manecillas; no puedes decir qué hora es.
Un hombre sin deseos es un reloj sin manecillas. Ese es el estado de un Buda. El vive en el cuerpo; el reloj sigue funcionando, porque el reloj posee su propio proceso biológico que lo hace continuar. Tendrá hambre y querrá comida. Tendrá sed y querrá beber. Tendrá sueño y querrá irse a dormir. El cuerpo lo necesitará, por esto está funcionando. Pero el ser más interno no tiene tiempo: el reloj carece de manecillas.
PATANJALI
Patanjali
Pero estás anclado en el mundo, en este mundo de tiempo, debido a este cuerpo. Tu cuerpo posee un peso y debido a esa fuerza gravitacional la gravedad todavía actúa sobre ti. Cuando uno deja el cuerpo, cuando un Buda deja su cuerpo, entonces el mecanismo deja de funcionar. Entonces es pura consciencia, sin cuerpo, sin hambre, ni saciedad; sin cuerpo, sin ser; sin cuerpo; entonces no lo necesita. Recuerda esas dos palabras: deseo y necesidad. El deseo pertenece a la mente; la necesidad pertenece al cuerpo. Con deseos y necesidades, eres un reloj sin manecillas. Y cuando la necesidad también desaparece, has trascendido el tiempo. Esto es la eternidad; más allá del tiempo está la eternidad.
Por ejemplo, si no miró el reloj no sé qué hora es. Para saber qué hora es he de estar mirándolo continuamente todo el día. Incluso aunque haya mirado la hora hace cinco minutos, he de volver a mirarla para saber la hora exacta, porque en mi interior no existe el tiempo; solamente es el cuerpo el que funciona.
La consciencia no tiene tiempo. El tiempo es creado cuando la consciencia desea algo. Entonces, de inmediato, se crea el tiempo. En la Existencia no existe el tiempo. Si el hombre no existiera sobre la Tierra, el tiempo desaparecería de inmediato. Los árboles estarían ahí, las rocas estarían ahí, el sol saldría y la luna se ocultaría y todo continuaría tal y como es, pero no existiría el tiempo porque el tiempo no llega con el presente; llega con el recuerdo del pasado y la imaginación del futuro.
Un Buda no tiene pasado. Ha acabado con él, no acarrea con él. Un Buda no tiene futuro. También ha acabado con eso porque no tiene deseos. Pero las necesidades están allí porque el cuerpo está allí. Han de satisfacerse algunos karmas más. Durante unos cuantos días más el cuerpo seguirá funcionando. Es la antigua inercia la que lo mantiene. Has de dar cuerda a un reloj. Aunque dejes de darle cuerda, seguirá funcionando durante unas cuantas horas o unos cuantos días. La antigua inercia continúa.

Más allá de los límites del tiempo,
 El es el Maestro de Maestros.


 Cuando la necesidad y el deseo desaparecen—ambos—el tiempo desaparece. Y acuérdate de distinguir entre deseo y necesidad; si no te verás sumido en una gran confusión. Nunca trates de abandonar las necesidades. Nadie puede abandonarlas a menos que el cuerpo desaparezca. Y no te confundas con lo que son. Recuerda siempre lo que es una necesidad y lo que es un deseo.
Las necesidades surgen del cuerpo y el deseo nace de la mente. La necesidad pertenece al animal; el desear es humano. Desde luego, cuando sientes hambre necesitas comer. Te paras cuando deja de haber necesidad; tu estómago dice de inmediato, "¡Es suficiente!" Pero la mente dice, "Un poco más. ¡Sabe tan bien!" Esto es deseo. Tu cuerpo dice, "Tengo sed", pero el cuerpo nunca desea Coca-Cola. El cuerpo dice, "Sed", y entonces bebes. No puedes beber más agua de la necesaria. Pero si puedes beber más Coca-Cola. Es un fenómeno mental.
La Coca-Cola es lo único universal en esta época, incluso en la Rusia soviética. Ningún otro artículo se ha introducido allí, pero la Coca-Cola se ha introducido. Ni siquiera el telón de acero sirve de nada porque la mente humana es la mente humana.
Observa siempre dónde acaba la necesidad y dónde empieza el deseo. Conviértelo en una consciencia continua. Si eres capaz de distinguirlos habrás alcanzado algo, una pista para la existencia. Tener necesidades es hermoso; desear es feo. Pero hay gente que continúa deseando y va reduciendo sus necesidades. ¡Son tontos, estúpidos! No puedes encontrar a mayores idiotas en el mundo porque están haciendo justo lo opuesto  alo que hay que hacer.
Hay gente que ayuna durante días y desea el cielo. Ayunar es reducir la necesidad y anhelar el cielo es ayudar a que el deseo crezca. Tienen mucho más tiempo que tú porque han de pensar en el cielo. Poseen una inmensa cantidad de tiempo: el cielo está incluido en ello. Tu tiempo acaba con la muerte. A ti te dirán, "Eres un materialista". Ellos son espirituales porque su tiempo va en aumento. Abarca cielos enteros; no sólo uno, sino siete. E incluso el moksha, la Liberación suprema, está dentro de su límite temporal. Tienen una inmensa cantidad de tiempo y vosotros sois materialistas porque vuestro tiempo se agota con la muerte.
PATANJALI
Patanjali
Recuerda, es fácil desatender las necesidades. Debido a que el cuerpo es tan silencioso, puedes torturarlo. Y el cuerpo es tan adaptable que si lo torturas durante mucho tiempo, se adapta a tu tortura. ¡Y es mudo! No puede decir una palabra. Si ayunas, durante dos o tres días dirá, "Tengo hambre, tengo hambre!" Pero tu mente está pensando en el cielo y si no estás hambriento no podrás entrar. Está escrito en las escrituras que has de ayunar, por eso no escuchas al cuerpo. También está escrito en las escrituras, "No escuches al cuerpo; el cuerpo es el enemigo".
Y el cuerpo es un animal sordo, puedes continuar torturándolo. Durante unos cuantos días no dirá nada. Si comienzas un largo ayuno, a lo sumo el cuerpo dirá algo durante la primera semana, o los cinco, o seis primeros días. Más adelante el cuerpo dejará de hacerlo porque nadie le escucha. Entonces el cuerpo empieza a hacer sus propios ajustes. Tiene una reserva para noventa días. Todo cuerpo sano pose una reserva de grasa para noventa días, para utilizarla en una situación de emergencia; no para utlizarla ayunando.
Puede que a veces te encuentres en un bosque y no puedas conseguir comida. Puede que haya escasez de comida y no puedas conseguir comida. Durante noventa días el cuerpo tiene una reserva. Se alimentará de sí mismo, se comerá a sí mismo. Y tiene un mecanismo de dos marchas. Por lo general pide comida. Si le das comida, entonces la reserva permanece intacta. Si no le das comida, entonces durante dos o tres días continúa pidiendo. Si aun así no se la das, simplemente cambia de marcha. La marcha es cambiada y entonces empieza a comerse a sí mismo.
Por eso, cuando ayunas pierdes un kilo cada día. ¿Cómo desaparece este kilo? Este peso desaparece porque te estás comiendo tu propia grasa, tu propia carne. Te has convertido en un comedor de hombres, en un caníbal. El ayunar es canibalismo. En noventa días serás un esqueleto, sin ninguna reserva. Entonces tendrás que morir.
Es fácil ser violento con el cuerpo; ¡es tan mudo!. Pero con la mente es difícil porque la mente tiene una voz. No atiende. Y lo que realmente vale la pena es hacer que la mente escuche y cortar con los deseos. No pidas el cielo y el paraíso.
Estaba leyendo un libro sobre las nuevas religiones del Japón. Como sabes, los japoneses son gente muy hábil técnicamente. En Japón han creado dos paraísos. Tan sólo para que tengas un vislumbre, han construido un pequeño paraíso en una estación de montaña para mostrarte cómo va a ser de verdad el verdadero paraíso. Vas y hechas un vistazo. Han construido un lugar tremendamente hermoso y lo mantienen absolutamente limpio. Hay flores y flores y árboles y sombras y pequeños y hermosos bungalows, y así te proporcionan un vislumbre del paraíso para que de esta forma empieces a desearlo.
¡No existe el paraíso! El paraíso es una creación de la mente. ¡Y no existe el infierno! También eso es una creación de la mente. El infierno no es más que la pérdida del paraíso; eso es todo. Primero lo creas, y luego lo echas en falta porque no lo tienes. Y esa gente, esos curas, los envenenadores, siempre te ayudan a que desees. Primero crean el deseo; entonces el infierno viene detrás; luego ellos vienen para salvarte.
Una vez estaba conduciendo por una carretera muy  rudimentaria. Era verano y de repente llegué a un tramo de carretera tan enlodado que no podía entender cómo había llegado a estar así. No había llovido. El tramo tenía casi medio kilómetro de largo, pero pensé que no podía ser muy profundo de modo que seguí conduciendo el coche. Me metí en él y entonces me quedé atascado. No solamente había fango; tenía muchos baches. Entonces esperé a que alguien llegara para ayudarme, algún camión.
Un granjero llegó con un camión. Cuando le pedí que me ayudara, quiso cobrarme veinte rupias. De modo que le dije, "¡De acuerdo! Toma tus veinte rupias, pero sácame de aquí". Cuando hube salido, le dije al granjero, "Con este precio debes estar trabajando en esto día y noche". El dijo, "No, por la noche no, porque entonces he de transportar el agua desde el río hasta esta carretera. ¿Quién te crees que ha puesto ahí todo este lodo? Y luego he de dormir un poquito porque al amanecer empieza el negocio".
Así son los sacerdotes. Primero crean el fango acarreando el agua desde el lejano río. Y luego tú te enfangas y entonces ellos te ayudan. No hay un paraíso y no hay un infierno; ni cielo, ni infierno. Estás siendo explotado y serás explotado a menos que dejes de desear.
Un hombre que no desea no puede ser explotado. Entonces ningún sacerdote puede explotarte, entonces ninguna iglesia puede explotarte. La explotación sucede porque deseas. Entonces creas la posibilidad de ser explotado. Reduce tus deseos tanto como puedas porque no son naturales. Nunca reduzcas tus necesidades porque son naturales; trata de satisfacer tus necesidades.
Y obsérvalo todo. No hay muchas necesidades, no son muchas. Y son muy simples. ¿Qué es lo que necesitas? Comida, agua, un cobijo, alguien a quien amar y alguien que te ame. ¿Qué más necesitas? Amor, comida, cobijo; son necesidades sencillas. Y las religiones están contra todas esas necesidades. Contra el amor, dicen que practiques el celibato. Contra el comer, dicen que practiques el ayuno. Contra el cobijo, dicen que te conviertas en un monje y te desplaces, que te conviertas en un hombre errante, sin hogar. Ellos están en contra de las necesidades. Por eso crean un infierno. Y tú sufres más y más, y estás más y más en sus manos. Entonces les pides ayuda, y todo el asunto es algo que ellos han creado.
No vayas en contra de las necesidades y recuerda siempre reducir los deseos. Los deseos son inútiles. ¿Que es un deseo? No es desear un cobijo. El deseo es siempre por un mejor cobijo. El deseo es comparativo. La necesidad es simple: necesitas un cobijo. El deseo necesita un palacio. La necesidad es muy, muy simple. Necesitas a una mujer o a un hombre al que amar. Pero ¿y el deseo? El deseo necesita una Cleopatra. El deseo quiere siempre lo imposible; la necesidad, lo posible. Y si lo posible es satisfecho, estás en paz. Incluso un Buda necesita eso.
Los deseos son estúpidos. Deshazte de los deseos y sé consciente. Entonces trascenderás el tiempo. Los deseos crean el tiempo, pero si vas reduciendo los deseos te encontrarás más allá del tiempo. Las necesidades corporales permanecerán mientras el cuerpo exista. Pero si el deseo desaparece, entonces ésta será tu última, o como máximo tu penúltima, vida. Pronto desaparecerán. Uno que ha alcanzado la ausencia de deseos antes o después también trascenderá las necesidade, porque entonces no necesitará del cuerpo. El cuerpo es un vehículo para la mente. Si la mente no está allí, el cuerpo deja de ser necesario.



Fuente: Yoga/La Ciencia del Alma/Editorial Gulaab/Osho.